Africa´s Leaky Giant

Cita: 

Trapido, Joe [2015], “Africa´s Leaky Giant”, New Left Review, London, número 92, marzo-abril, pp. 5-40.

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Marzo, 2015
Tema: 
La inversión extranjera directa como motor del desarrollo capitalista en el Congo africano. El despliegue particular del capital en África. IED en África, extracción, violencia, explotación y fuga de riquezas y capitales.
Idea principal: 

Joe Trapido es docente en antropología en Birkbeck, Universidad de Londres. Es Doctor por la Universidad Colegio de Londres (UCL), ha realizado estancias en la Universidad de Pretoria en Sudáfrica. Fue estudiante posdoctoral de la Academia Británica en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos en Londres. Sus temas de investigación son sobre demografía y la democracia en la República Democrática del Congo.

En el presente texto el autor, Joe Trapido, se adentra a explorar los motivos por los cuales “el proceso de acumulación no logró producir una consolidación de capital […][ni][…] pautas sostenidas de inversión nacional” (p. 9) a lo largo de la historia del desarrollo capitalista en África. Al mismo tiempo el trabajo representa “una crítica de los dos diagnósticos hoy más populares” sobre el tema: el primero, pone en el centro del atraso a las restricciones a los mercados y la libre empresa; y el segundo, el neopatrimonialismo, señala como responsable principal al clientelismo africano.

Ante esto Joe Trapido contrapone como factor causal de primer orden, las “dinámicas de la integración de la RDC [República Democrática del Congo] en los circuitos internacionales del capital y en el sistema internacional de Estados” (p. 11). Partiendo desde las condiciones pre-coloniales de inestabilidad y coerción, pasando por el “desarrollo del Estado colonial tardío” hasta analizar la forma que guardan actualmente “los procesos por los que la integración [de África] en la economía mundial ha contribuido a socavar la formación de capital local mientras que, supervisada por un Estado débil, la riqueza del país ha ido saliendo fuera” (p. 11).

Demografía y desarrollo

Una de las tesis principales, más comunes y populares, sobre la explicación del subdesarrollo africano, son aquellas que emergen sobre explicaciones demográficas, la “relativa escasa mano de obra en África”. De aquí la explicación que una importante alternativa para la acumulación de capital en África haya sido la venta de sus factores de producción (humanos y naturales), bajo “formas de explotación deslocalizada” (comercio transatlántico de esclavos) y extracción de materias primas de poca inversión (p. 11-12).

No obstante se sostiene que pese a que “las explicaciones demográficas aportan parámetros importantes, la simple escasez de población no explica demasiado” (p. 12). La violencia de la extracción económica y la baja densidad de población del siglo XIX, que alcanza su apogeo en el brutal periodo colonial –mal llamado Estado Libre del Congo- del rey Leopoldo II (Bélgica), “son parte del relato, pero su impacto no se deja leer con facilidad en la situación político-económica actual”. Es decir, el carácter violento no es el causante de la forma particular –torcida– en la que se desarrolló la economía capitalista en el Congo poscolonial, sino es éste en sí mismo una consecuencia más del segundo. “El trastorno, evidentemente, lo originaba la incursión del comercio capitalista…” (p. 13).

“En algunos aspectos, todo esto era un eco de una violencia histórica de un más hondo arraigo, ya que el comercio [capitalista] del caucho y marfil había comenzado antes del reinado de Leopoldo, y la zona había estado en el epicentro del comercio de esclavos europeo y árabe” (p. 14).

Después de Leopoldo

Durante este periodo “las instituciones que estructuraron las vidas africanas en la colonia […] eran básicamente cuatro: el Estado, la Iglesia, las corporaciones y la esfera consuetudinaria” (p. 15).

Otro factor importante del “Estado colonial tardío” –aparte del pillaje generalizado– es el fuerte proceso de acumulación dirigido por el Estado que posibilitó el impulso de un periodo de desarrollo industrial paternalista. El Estado, centralizado por administradores belgas, penetraba en todas las demás esferas, y ofrecía generosas concesiones a corporaciones y subsidios a la Iglesia católica. “Las corporaciones que dominaban la economía eran de propiedad predominantemente belga, pero el capital británico también jugó un papel importante” (p. 15). Este proceso de acumulación tuvo su epicentro principalmente en la extracción de recursos estratégicos, como lo fueron el caucho y el cobre, entre los más importantes.

Para mediados del siglo XX, se observa una estructura social muy desigual –el 90% de los congoleños en 1955, continuaron viviendo situaciones de pobreza y de trabajo forzado–. La difícil situación socioeconómica se entrecruzó con procesos y mecanismos racistas y de tintes de etnogénesis fomentados por los belgas para mantener una desintegración social y una intensa rivalidad entre las distintas comunidades nativas de africanos en el Congo (p. 16-17).

Una nación que nace muerta

Entre negociaciones y presiones internacionales durante gran parte de la década de los 50`s y 60`s, surge el nacimiento de un Estado congoleño que busca al menos ser políticamente independiente de la intrusión directa de Bélgica –principalmente–, esta disputa por la independencia estuvo acompañado de atroces hechos sangrientos, de una “guerra [que] tenía un fuerte carácter étnico […] con aspectos de clase y generacionales” (p. 19), donde también “las fuerzas occidentales jugaron un papel central en el desastre” defendiendo sus intereses políticos y económicos –minas de cobre y cobalto, de propiedad belga y británica, entre otros– en los territorios del Congo (p. 18).

La inestabilidad política nacional encabezada por un régimen autoritario y violento, el gobierno de Moise Tshombe, fue funcional para defender cierto status quo internacional con intereses en África, conteniendo y reprimiendo eficazmente pequeñas, pero importantes, erupciones de alternativas políticas, relativamente libres y con fines nacionales –como fue el caso del derrocamiento y asesinato de Patrice Lumumba–; hasta que la ausencia de riesgos y amenazas permiten que Washington y la ONU cambien su postura respecto al régimen violento de Tshombe, removiéndolo e impulsando al futuro dictador Mobuto (p. 19-20).

El Zaire de Mobuto

“Sostenido por los altos precios del cobre y por generosos créditos occidentales, Mobutu puso en marcha, sin escatimar recursos, una campaña de nacionalismo cultural que pasaba por renombrar el país como Zaire” (p. 20). Fue un momento de nacionalización, centrada en manos de Mobuto y un reducido núcleo político interno, controlando los sindicatos, otorgando grandes concesiones a la inversión privada extranjera –minas, proyectos de infraestructura, y otros–, formación de monopolios de importación, y de aumento de la deuda pública por préstamos de bancos occidentales (p. 20-21).

“Aunque vestido con el vocabulario del nacionalismo económico, el programa de la década de 1970 era poco más que una apropiación caótica de empresas medianas y otros activos por parte de la clase dirigente, a la vez que dejaban tranquilas a las multinacionales” (p. 22).

¿Neopatromonialismo o fuga de capitales?

En contra del argumento común utilizado para explicar la causal de la crisis del desarrollo africano, como si ésta fuese provocada por un tipo de neopatrimonialismo –donde “el Estado moderno es utilizado para administrar el clientelismo, pero sin las formas de la separación institucional entre redes individuales y la Administración” (p. 23)–, Joe Trapido explica que el clientelismo y la no autonomía institucionalidad moderna, son más bien consecuencia y no causa del atrofiado desarrollo económico africano (p. 23).

Uno de los aportes más interesantes del autor, yace justamente en esta discusión sobre las causas del mal desempeño económico del Congo, concediendo gran importancia a la fuga de capitales en esta región. Para Joe Trapido “las élites africanas tienen un nivel de fuga de capitales en relación al PIB mayor que el de sus homólogos en otras zonas del mundo y mantienen una mayor proporción de su riqueza en el exterior” (p. 24).

Un argumento que además no rechaza la existencia de poderosos lazos patrón-cliente, ni la dispersión de la riqueza, sino que detrás de esto, como fondo, “la mayor parte de la riqueza estaba siendo evadida al exterior” (p. 25) imposibilitando la formación de capital en la región.

Desde los años 80´s, la situación económica se agravó en el Zaire –hiperinflación, colapso sistema bancario, salarios de pobreza, estancamiento de la minería industrial–, aumentando con ello el descontento social y la oposición a Mobutu. Por otro lado, la Guerra Fría había concluido y el discurso hegemónico mundial agitaba la bandera de la democracia política y el libre empleo asalariado por todo el mundo. Para 1991 la presión tanto interna como externa sobre Mobuto permitió el establecimiento de una nueva Constitución, con la creación de cientos de partidos, aunque al final se terminó fortaleciendo la concentración del poder político en unos pocos (p. 25-27).

La minería industrial, el principal motor económico, se estancó, haciéndose menos productiva y menos rentable (la desintegración de la infraestructura, carreteras intransitables, trabajo pesado realizado a mano), por tanto, con la “desindustrialización, los diamantes se convirtieron en el principal pilar de la economía” (p. 28).

Invasión desde el este

“Este es el telón de fondo en el que tuvo lugar el genocidio de Ruanda y el siguiente gran éxodo de refugiados hacia Zaire” (p. 28). El gobierno tutsi de Paul Kagame con su Frente Patriótico Ruandés (FPR) veía en los desplazados en los campos del este de Zaire una latente amenaza con aires revanchistas. En el desplazamiento de la FRP por Zaire “cayeron en la cuenta de que el ejército de Zaire no había cobrado […] por lo cual decidieron aprovechar la ocasión y continuar hasta Kinshasa para deponer a su antiguo enemigo, Mobutu” (p. 29). En su camino arrasaron con miles de refugiados hutus y población en general –200 o 300 mil caídos–.

Cabe subrayar que Museveni y Kagame no lograron hacer esto solos, al contrario contaron con el consentimiento y apoyo directo del gobierno estadounidense de Clinton, quién además de dólares “aportó activamente al EPR apoyo logístico y entretenimiento” (p. 30). Por su parte, al interior de Zaire, “Ruanda y Uganda improvisaron juntas un nuevo movimiento, la Alliance des Forces Démocratiques pour la Libération du Congo-Zair (AFDL)” (p. 30), encabezada por André Kisase y Laurent Kabila. Finalmente, todo esto concluyó en que “en mayo de 1997 […] Mobuto huyó a Togo y después a Rabat, donde moriría unos meses más tarde. Kabila se instaló en Kinshasa, y Zaire se convirtió en la República Democrática el Congo (RDC)” (p. 31).

La segunda guerra del Congo

Al instalarse en la presidencia del Congo, Kabila “ordenó al EPR que abandonara el territorio congoleño en 1998” (p. 31). Ante tal situación Kagame junto con Uganda, –respaldados por Estados Unidos y otros Estados occidentales– lanzaron una ofensiva que se extendió por años al incorporarse Angola, Zimbabue y Namibia de lado de Kabila. Los resultados del combate, no sólo han causado miles de bajas civiles sino también ha sido un mecanismo útil para llevar acabo una vasta extracción de riquezas naturales y de tesoros minerales del Congo por parte de las naciones beligerantes (p. 32-34).

Pero una extracción que no motivó el desarrollo de la industria, ni del capital fijo. Al contrario, la escala de la desindustrialización era de tal magnitud, que “la mayor parte de la minería era de tipo artesanal: los yacimientos se excavaban a mano”. Estos recursos no estaban permitiendo la acumulación de capital en la nación, en forma de modernización, ni automatización del proceso de trabajo, ya que la mayor parte de las riquezas eran expropiadas –violentamente– para acumularse fuera de la región, prolongando el estancamiento económico del Congo.

“La hemorragia de dinero desde la RDC hacia los sistemas bancarios de Occidente ha producido lo peor de ambos mundos: una desposesión violenta […] que ha hecho la vida tradicional campesina casi insoportable en grandes zonas del Congo exactamente cuando una mayor cantidad de gente joven ha alcanzado la edad adulta (p. 35).

De Kabila a Kabila

Tiempo después de ser asesinado Laurent Kabila en 2001, por un kadogo desconocido –soldado adolescente de Kivu, guardaespaldas del presidente–, es reemplazado por su hijo Joseph Kabila, quien cargado de buen discurso, logró conseguir el apoyo externo e interno para ser la figura que “modernizaría” a la región. Junto con sus asesores económicos, “se reescribió la normativa minera y, en virtud de una serie de acuerdos, la mayor parte de los activos minerales del Congo se vendieron a compañías extranjeras” (p. 36). En 2006 se llevaron a cabo las primeras elecciones “democráticas” del Congo, en medio de un ambiente de violencia y corrupción, la victoria la obtuvo nuevamente Kabila, no obstante el país quedó profundamente polarizado.

Las venas abiertas

En este periodo del siglo XX, la consolidación de Joseph en la presidencia coincidió con la recuperación de la economía congoleña, después de la guerra. Dicho crecimiento económico se concentró en el sector minero, encabezados principalmente por inversión extranjera directa. No obstante la mayor parte de las ganancias fueron enviadas fuera del país, el resto se concentró internamente en muy pocas manos (p. 37-39). Un ejemplo de lo anterior es el incremento de la fuga de capitales mediante paraísos fiscales (p. 39).

Uno de los personajes centrales en la intensa y salvaje explotación de recursos en el Congo lo ha sido el israelí Dan Gertler, amigo de Joseph Kabila (p. 40-41). Quien ha sido el medio de las corporaciones extranjeras para su libre paso en la extracción de cobalto, cobre, etc. En la entrada del nuevo siglo, un agente exterior en el Congo que ha alcanzado considerable relevancia, son las inversiones chinas, que a través de bancos, infraestructura, prestamos al gobierno, comercios y negocios, han adquirido cierto poder y control en la República Democrática del Congo (p. 41-42).

La vida después de Joseph

Para las elecciones del 2011, si bien Joseph se había quedado sin gran parte del consenso popular, lo que si tenía a favor, era la fuerza de sus nuevos socios comerciales. Nuevamente el descontento social, las protestas y las represiones estuvieron a la orden del día, “pero la oposición obtuvo una importante victoria moral, al obligar a Kabila a dar marcha atrás” (p. 43). De aquí lo que se presenta hoy en día, es un panorama sumamente complejo, que en busca de una verdadera solución realista a la situación del Congo presente, debe ir mucho más allá del enfoque parcial centrado únicamente en la figura política principal de la presidencia.

Finalmente Joe Trapido concluye destacando dos puntos nodales en la discusión del capitalismo en el Congo:

i. Contrario a lo que se dice comúnmente, lo que ocurre en el Congo no es ni siquiera una distribución clientelar. Lo que existe es un serio problema de fuga de capitales, las riquezas son exportadas al exterior. Incluso Joe señala que “el desarrollo congoleño se vería muy impulsado si la clase dirigente de la República Democrática del Congo se sometiera a una presión más intensa desde abajo que la obligara a una distribución clientelar de los recursos: cuanto más distribuyeran, menos les quedaría para llevarse a paraísos fiscales” (p. 44).

ii. “El segundo punto es que el análisis académico no puede aislar al Congo de la dinámica del capitalismo global” (p. 44). Para Joe, África no sólo puede ser explicada desde sus peculiares recursos minerales o su extrema mano de obra barata, también hay que explicarla desde la comprensión y la importancia de los múltiples paraísos fiscales para los núcleos financieros de los países centrales.

Datos cruciales: 

Cuadro I: Fuga de capitales de los países africanos, 1970-2010 (p. 39).

Nexo con el tema que estudiamos: 

Observar y analizar el rol fundamental de las empresas transnacionales en el desarrollo económico de una región, en este caso del Congo Africano. Las relaciones singulares del Estado africano y las empresas extranjeras: concesiones, desviación de poder político, normatividades jurídicas, entre otros. Explicación de la actual situación de miseria en el Congo por su forma particular de incorporación al mercado mundial capitalista, desarrollando un capitalismo sui generis, violento y cínico en base a una brutal explotación y extracción de recursos, concentrando las riquezas de dicha región en ciertos países centrales.