Apropiaciones de tierras en el siglo XXI. Acumulación por desposesión agraria

Cita: 

Magdoff, Fred [2016], “Apropiaciones de tierras en el siglo XXI. Acumulación por desposesión agraria”, Monthly Review, 3ª época (2):135-162, julio, https://media.wix.com/ugd/58e728_7a3493cb9483493ea84955d09d8df577.pdf

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Julio, 2016
Tema: 
El cercamiento de tierras como una característica permanente del capitalismo. Breve revisión histórica y actualidad del fenómeno
Idea principal: 

Fred Magdoff es profesor emérito de Ciencias de Plantas y Suelo en la Universidad de Vermont. Es coautor, junto con John Bellamy Foster, de La gran crisis financiera y de Lo que todo ecologista debe saber sobre el capitalismo.


Hoy día, las apropiaciones de tierras –promovidas por las empresas multinacionales, por fondos de inversión privados o por estados como China o India- son constantemente noticia. Las apropiaciones de tierras se hacen con distintas finalidades: la producción agrícola, la minería, la construcción de carreteras o de presas. “Desde la perspectiva humana, la apropiación de tierras significa que personas y familias reales se ven desposeídas, y cuando las personas pierden el acceso a sus tierras, pierden también los medios de obtener alimentos, pierden sus comunidades y pierden sus culturas” (pp. 135-136).

Las apropiaciones de tierras que son hoy tan visibles no son una novedad en el capitalismo sino que constituyen una característica continua de este. De hecho, la apropiación y mercantilización de la tierra fue esencial para el desarrollo del capitalismo: “desde los inicios de la moderna era capitalista hasta el presente, la mercantilización de la naturaleza ha sido el motivo subyacente a la desposesión de las personas de sus tierras” (p. 136). Actualmente, la desposesión es una vía importante para la acumulación de capital.

Los medios para llevar adelante las apropiaciones han sido variados: desde la fuerza hasta la estafa, pasando por la aplicación de las leyes o por una combinación de estos. “Otras veces, los granjeros y los agricultores pierden las tierras como resultado de las relaciones económicas capitalistas; a menudo, porque no pueden competir en un mercado salvaje o no pueden pagar los arrendamientos que otros granjeros más capitalizados sí pueden satisfacer” (p. 137). Un breve repaso cronológico de las formas concretas de desposesión de las personas de sus tierras permite captar las distintas técnicas empleadas por el capital con tal fin.

La desposesión por cercamiento: la acumulación primaria y la revolución agrícola británica. Para que el capitalismo se pudiera desarrollar, era necesario crear un grupo de personas que se vieran forzadas a vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. Esto se consiguió por medio del cercamiento de las tierras, que impidió a las personas acceder a las tierras para producir en ellas. Esta desposesión, acicateada por la revolución agraria, fue la base para la acumulación originaria, que a la vez sirvió como plataforma para la revolución industrial. La fuerza de trabajo necesaria para la industria fue también producida por los cercamientos, que dejaban sin medios de vida a los ahora desposeídos. Para que el cercamiento se llevara adelante hubo crecientes presiones para que se rescindieran los derechos consuetudinarios que garantizaban el acceso de las comunidades a la tierra.

La desposesión por la fuerza: el algodón en el siglo XIX. Para satisfacer los requerimientos de la pujante industria textil durante la primera revolución industrial en el siglo XIX fue necesario ampliar la producción de algodón en las colonias de las potencias europeas. Ahí la apropiación de tierras consistió en la “retirada” de las poblaciones originarias hacia lo que se denominó “reservas”. “Ese desplazamiento de los pueblos nativos dejaba ‘libres’ lo que, fundamentalmente, habían sido ‘comunes’, a disposición ahora de los colonos europeos, que hicieron de la tierra propiedad privada” (p. 139). El algodón fue producido por esclavos, que habían sido arrancados de su tierra en África, en tierras que habían sido arrebatadas a las tribus indias.

La desposesión por la fuerza: la colonización de África. Algo similar sucedió en África, donde las mayores desposesiones se produjeron en países con grandes poblaciones de colonos agrícolas; un ejemplo de ello es Sudáfrica, donde los colonos blancos eran propietarios del 90% de las tierras antes de la década de 1930.

La desposesión económica: la agricultura capitalista monopolista de los Estados Unidos. En la agricultura la mayor escala hace que las explotaciones sean más rentables, no sólo por las economías físicas de escala –que se agotan rápidamente- sino también por las ventajas financieras que ofrece el mayor tamaño de las empresas y por los mejores precios a los que las grandes explotaciones agrícolas venden sus productos. En estas circunstancias es muy difícil que los pequeños agricultores se mantengan en la producción. “En las décadas posteriores a la Gran Depresión, esta tendencia general hacia la desposesión por razones económicas, por la cual las explotaciones más grandes se apoderan de las más reducidas, fue causa de la expulsión del sector de millones de agricultores”. Esta tendencia no se observó sólo a mediados del siglo XX, sino que continúa presentándose de forma cada vez más aguda, reduciendo a los pequeños agricultores antes independientes en productores subcontratados, similares a un proletario que no tiene opciones.

La desposesión económica: los acuerdos de libre comercio neoliberales. La firma de acuerdos de libre comercio y la imposición de “medidas de ajuste estructural” en los países del Sur han generado condiciones onerosas a los productores agrícolas de estos países, que no están en condiciones de competir contra los alimentos importados cuyo precio es inferior a sus propios costos, con lo que se ven forzados a abandonar la agricultura. Esto ha producido hambre y desempleo en los países del Sur.

Las apropiaciones de tierras del siglo XXI: Las apropiaciones de tierras en el siglo XXI han sido estimuladas por numerosos factores: los acuerdos de libre comercio favorables a los países del norte, la apertura del Sur a la inversión extranjera directa, el aumento de los precios de los alimentos, entre otros. Un acelerado acaparamiento de tierras por parte del capital extranjero ha tenido lugar en América Latina, en África y en el sureste de Asia. Este rápido acaparamiento se ha facilitado por la inseguridad de la propiedad de la tierra de los campesinos y por la corrupción generalizada en muchos países.

"Lo que ha sucedido en la última década, sobre todo tras la crisis alimentaria mundial de 2008, es claramente distinto en muchos aspectos de otros procesos anteriores de desposesión. Está avanzando más rápidamente y en muchos países a la vez, sobre todo en el Sur" (p. 146). Muchos países que carecen de tierras suficientes y de fuentes de agua, están comprando tierras en los países del Sur para asegurar el aprovisionamiento de alimentos para su población y para no depender del "mercado libre". "De hecho, dado que el cultivo de alimentos requiere una gran cantidad de agua, la 'apropiación de tierras' en el Sur global tiene tanto que ver con el agua como con la propia tierra" (p. 147). Además, muchos inversionistas estadounidenses y europeos están comprando tierras para la producción de biocombustibles. Otra razón, aunque de menor importancia, por la que se están comprando tierras en el Sur global es que algunas organizaciones conservacionistas compran grandes extensiones de tierras para "preservarlas" pero, en el camino, dejan a las comunidades locales sin sus derechos de uso sobre las tierras. La inversión especulativa destinada a la apropiación de tierras no persigue una obtención inmediata de ganancias, sino más bien el acceso a recursos (agua, tierras fértiles, minerales, hidrocarburos) que mañana serán escasos.

Las apropiaciones de tierras ponen "de manifiesto los problemas muy reales que afectan a la humanidad con respecto a la seguridad alimentaria en una época de rápido aumento de la población, riqueza creciente, urbanización y cambio climático" (p. 147).

Las apropiaciones de tierras han crecido en importancia en los últimos años. A pesar de que es difícil obtener cifras que reflejen con exactitud la cantidad de tierras en el Sur que son controladas por capitales privados y por fondos soberanos extranjeros, sabemos que en 2012, entre 32 y 82 millones de hectáreas de terrenos agrícolas en el mundo habían pasado a control extranjero. Los países en los que las apropiaciones de tierras han sido más grandes están principalmente en África y el sureste asiático: Sudán del Sur, Papúa-Nueva Guinea, Indonesia, República Democrática del Congo, Mozambique y Sudán. Los principales países inversores son Estados Unidos, Malasia, Emiratos Árabes Unidos y el Reino Unido.

Las apropiaciones de tierras en el Sur, que son promovidas por los estados, están dejando a su paso una "catástrofe humana y ecológica" (p. 150): deforestación, conflictos territoriales y ambientales (cuyo saldo son miles de violaciones a los derechos humanos, miles de heridos y cientos de muertos), pobreza, hambre, desplazamientos forzados y tortura.

La desposesión de tierras en China: un caso especial. “La situación que se está produciendo en China es tan diferente de la de otros países que requiere que nos ocupemos de ella por separado. En cierta manera, implica el retorno a la apropiación de tierras y la desposesión como formas de acumulación primitiva nacional” (p. 151). Millones de pequeños agricultores están siendo despojados de las tierras sobre las que tenían derecho de uso (en China la tierra es propiedad del Estado o es propiedad colectiva de las comunidades) pues los burócratas locales y regionales han estado transfiriendo los derechos de uso sobre las tierras para la construcción de infraestructuras como carreteras, presas, aeropuertos, etc., con la finalidad de generar fondos (ya que “los fondos para la gestión de aldeas y municipios pequeños son perpetuamente deficientes”).

La desposesión es de tal magnitud que se estima que cada año 4 millones de agricultores chinos pierden sus tierras y que “para el año 2025, unos 250 millones de personas deben ser desplazadas de sus tierras” (pp. 152-153), con lo que la población urbana de China pasará de representar el 50% a aproximadamente el 70%. La urbanización precipitada y caótica está generando muchos problemas, uno de los cuales es la incapacidad de generar empleos urbanos suficientes para absorber a los millones de agricultores que han sido desplazados. Esta política de urbanización está errada desde su base, pues supone que el desplazamiento a las ciudades producirá mayores empleos urbanos, y no al revés. Además, se preve que el impacto sobre el medio ambiente de esta urbanización masiva serán catastróficos.

En lo que hace a la agricultura, el objetivo del gobierno central es que haya explotaciones cada vez más grandes y menos agricultores. Para ello, el gobierno central anunció que “supervisaría la transferencia ordenada de derechos contractuales sobre terrenos rurales y fomentaría que los contratos de tierras fueran a parar a propietarios de gran escala, granjas familiares o cooperativas agrícolas para que desarrollen una gestión de escala”. El gobierno central chino espera que la agricultura de gran escala mejore el rendimiento de la tierra y del trabajo y que proporcione un fuerte apoyo al nuevo tipo de urbanización de China. Estas expectativas del gobierno central parecen estar infundadas: las grandes explotaciones agrícolas producen menos alimentos por unidad de terreno que las pequeñas explotaciones, que usan técnicas como la asociación de cultivos; además, “los pequeños agricultores son ecológicamente más eficientes que las grandes explotaciones”, que tienen una dependencia radical de los petroquímicos.

La proliferación de las grandes explotaciones agrícolas traería consigo no sólo grandes problemas ecológicos sino también grandes conflictos sociales: “¿qué harán los centenares de millones de personas, literalmente, que hoy trabajan en la agricultura si ya no pueden dedicarse a ello? […] Esta población ‘excedente ya está creciendo rápidamente con las apropiaciones de tierras y el aumento de la mecanización agrícola. Son personas que ya no hacen falta ni para la producción industrial ni para la agrícola, y que ya no tienen acceso a la tierra para cultivar sus propios alimentos. Por lo tanto, este es precisamente uno de los problemas más críticos de nuestra época.

Últimas reflexiones

Desde los orígenes del capitalismo, la desposesión de los campesinos de sus tierras ha sido un elemento fundamental para la acumulación de capital. Los medios para llevar a cabo la desposesión han sido, tanto ayer como hoy, de tipo económico (cuando los pequeños productores agrícolas ya no pueden competir con las explotaciones más grandes) y también extraeconómico (leyes que derogan derechos consuetudinarios, violencia, corrupción, etc.). “Sin embargo, las dimensiones de las apropiaciones mundiales de tierras; la participación de capitales europeos y norteamericanos y de fondos soberanos; la combinación de los acuerdos internacionales de comercio con leyes nacionales que favorecen el desarrollo de la agenda neoliberal; la moda de los biocombustibles, y los rápidos aumentos de precios, todos juntos constituyen una evolución histórica específica, cualitativamente nueva. Y, por supuesto, la situación en China es absolutamente única” (p. 159).

Las apropiaciones de tierras y la desposesión no se dan sin resistencias por parte de los campesinos, quienes plantan batalla contra la nueva ola de apropiaciones. Frenar las apropiaciones de tierras y el desarrollo de grandes explotaciones agrícolas es necesario para poner un alto a la devastación ambiental y para que las personas del mundo puedan tener acceso a alimentos suficientes y de calidad que necesitan para vivir dignamente. Los países deben hacerse cargo de su propia agricultura con la finalidad de alcanzar la soberanía alimentaria nacional basándose principalmente en las pequeñas explotaciones campesinas o en cooperativas agrícolas, al margen de los dictados del mercado y de la ganancia.

Datos cruciales: 

"En mayo de 2012, se calculaba que entre 32 y 82 millones de hectáreas de terrenos agrícolas en todo el mundo habían pasado a control extranjero". (p. 148).

"Los cálculos más exhaustivos de apropiaciones de tierras son los que ofrece Land Matrix, que posee información nacional sobre los terrenos obtenidos por fuentes extranjeras y que afectan a las comunidades locales, a los cultivos que se escoge producir y a los países 'apropiadores'" (p. 148).

Los principales países que son objeto de apropiaciones de sus tierras son: Sudán del Sur (4.1 millones de hectáreas [mdh]), Papúa Nueva Guinea (3.9 mdh), Indonesia (3.5 mdh), República Democrática del Congo (2.7 mdh), Mozambique (2.2 mdh) y Sudán (2.0 mdh). Los principales países inversionistas en la apropiación de tierras son: Estados Unidos (8 mdh); Malasia (3.5 mdh), Emiratos Árabes Unidos (2.8 mdh) y Reino Unido (2.1 mdh).

En China, 4 millones de agricultores pierden sus tierras anualmente.

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

“La economía política de la descolectivización en China” por Zhun Xu

Nexo con el tema que estudiamos: 

El acaparamiento de tierras es una práctica continua del capitalismo: la tierra como fuente de riqueza ofrece amplias oportunidades para la valorización de capital. Un rasgo peculiar del acaparamiento actual es que representa una visión de futuro para el capitalismo: ante la decadencia y el estancamiento la compra de tierras ofrece una reserva de valor y la posibilidad de desarrollar producciones rentables (alimentos, biocombustibles) si la coyuntura mercantil lo permite.