America's uncompetitive markets harm its economy. New research suggests that too little competition deters investment

Cita: 

The Economist [2017], "America's uncompetitive markets harm its economy. New research suggests that too little competition deters investment", The Economist, London, 29 de julio, http://www.economist.com/news/finance-and-economics/21725552-new-researc...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Julio 29, 2017
Tema: 
La falta de competencia en los mercados estadounidenses y los daños que esta falta produce en la economía
Idea principal: 

Más de tres cuartas partes de las industrias de la economía estadounidense están hoy más concentradas de lo que estaban hace un par de décadas. Para los consumidores es muy claro cuáles son las consecuencias cuando los monopolistas se atrincheran en una industria: tienen que pagar altos precios por bienes o servicios malos. Sin embargo, cuando la falta de competencia afecta a la economía en su conjunto, los costos son aún mayores: el elevado poder de mercado de unas cuantas empresas contribuye a una escasez de inversiones. En el caso de Estados Unidos, esta sequía de inversiones comenzó en el año 2000 y se volvió peor después de la crisis financiera de 2007-2008.

La perspectiva de obtener ganancias monopólicas estimula la inversión por parte de las empresas (como en la industria farmacéutica, donde las empresas invierten enormes cantidades de dinero para obtener patentes o en la industria de la computación, donde se invierten millones en desarrollo tecnológico para dominar los mercados). Pero, una vez que una empresa ha ganado una batalla, es común que se sienta libre de la presión de la competencia y disminuya su inversión. Prueba de lo anterior es que en Estados Unidos, la inversión se ha reducido de forma aún más marcada en las industrias altamente concentradas.

Para estudiar los efectos de la competencia en la economía estadounidense, Germán Gutiérrez y Thomas Philippon, de la Universidad de Nueva York (NYU), distinguen entre dos tipos de empresas: las “rezagadas”, que son más propensas a “marchitarse” frente a la competencia y a reducir su inversión, y las “líderes”, que reaccionan elevando su inversión frente a la amenaza de alguna empresa rival. Así, según los autores, “son las líderes, no las rezagadas, las que son responsables de la mayor parte de la caída en la inversión, lo que sugiere una falta de competencia”.

Por otra parte, para mostrar que la competencia genera una mayor inversión, los profesores de la NYU recurren a dos ejemplos. En primer lugar, estudian a las empresas manufactureras estadounidenses que se enfrentaron a la competencia de China; al enfrentarse a la competencia proveniente del exterior, se generó una brecha de inversión que permitió que las empresas estadounidenses ganaran una amplia participación en el comercio mundial a principios de siglo (aunque la inversión de las empresas líderes aumentó como consecuencia de la competencia, debido a que la competencia se originó en el exterior, la inversión agregada disminuyó). En segundo lugar, examinan la oleada de startups que se dio durante el boom tecnológico de la década de 1990. De acuerdo con los autores, la intensa competencia fue uno de los factores clave que estimuló la inversión durante las décadas siguientes.

Los resultados de Gutiérrez y Philippon muestran que una menor competencia no sólo es desfavorable a los consumidores, sino que también hace que las empresas se vuelvan perezosas. “Los autores calculan que si las empresas líderes hubieran mantenido su participación en la inversión total desde 2000, la economía estadounidense tendría hoy 4% más capital, una cantidad equivalente a la inversión de dos años hecha por las compañías no financieras”. Esto hubiera ayudado también a que la economía se recuperara más rápidamente tras el tropiezo de la crisis financiera de finales de la década pasada.

La falta de competencia es también negativa para los trabajadores. Estudios recientes muestran que las empresas con mayor concentración pagan salarios menores respecto de sus ganancias. Puesto que la importancia de estas grandes empresas ha aumentado, la participación de los salarios en el PIB ha disminuido, lo que ha traído consigo una mayor desigualdad.

Frente a estos problemas, “la respuesta puede parecer obvia: endurecer la legislación antimonopólica. De hecho, eso sería favorable. Pero los hacedores de política deben también darse cuenta dónde es necesario que la regulación sea menor”, pues en algunos casos la mayor regulación ha hecho que la concentración aumente (como en algunas ciudades exitosas en Estados Unidos, donde las fuertes restricciones a la construcción de casas ha promovido la concentración del sector inmobiliario).

“Estados Unidos debe promover una mayor competencia. Pero debe también recordar que nadie tiene más poder para manipular una economía que el gobierno”.

Datos cruciales: 

Más de tres cuartas partes de las industrias de la economía estadounidense están hoy más concentradas de lo que estaban hace un par de décadas.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Frente al gigantismo que caracteriza a las corporaciones en el capitalismo contemporáneo, el pensamiento liberal se halla en un complejo dilema: promover la indeseable intervención gubernamental para incentivar la competencia o no hacer nada y dejar que los monopolios crezcan cada vez más. De entre estos dos males, The Economist opta por echar mano de la intervención gubernamental para combatir a los monopolios, un llamado que parece no tener en consideración que la innovación tecnológica no sería posible sin elevados grados de concentración y centralización de capital. Además, a estas medidas de política propuestas subyace una concepción de la competencia y el monopolio como una dicotomía excluyente. En realidad, la relación existente entre monopolio y competencia es mucho más compleja: lejos de excluirse mutuamente, la competencia produce al monopolio y el monopolio produce la competencia.

Una importante insuficiencia en el análisis presentado aquí por The Economist es que no considera que la caída en las inversiones está asociada que hay un exceso de capital disponible para invertir pero faltan espacios para invertirlo de forma rentable en la esfera de la producción y que, como consecuencia de lo anterior, la inversión en el sector financiero ha aumentado considerablemente.