Ante las preocupaciones por las propiedades adictivas de los teléfonos celulares y algunos estudios recientes que apuntan a la relación entre el uso de las redes sociales por parte de los jóvenes y los factores que conducen al suicidio (como la depresión), los padres están buscando limitar el uso que sus hijos adolescentes hacen de sus teléfonos celulares y de las redes sociales.

Hoy día, los jóvenes son más ansiosos e infelices que antaño. Encuestas de la OCDE indican que los adolescentes tienen una dificultad cada vez mayor para hacer amigos en la escuela. En Estados Unidos, en particular, la tasa de suicidios juveniles se está elevando. Antes de salir en estampida y apagar masivamente los teléfonos celulares, es necesario responder a dos preguntas: 1) ¿realmente los teléfonos celulares y las redes sociales pueden ser culpados por los problemas de los adolescentes?, 2) ¿restringir su uso servirá para mejorar la situación? “Con la evidencia disponible, las respuestas son, respectivamente, tal vez y no”.

Algunos estudios en Estados Unidos e Inglaterra encuentran una correlación muy leve entre el uso intensivo de la tecnología y la infelicidad. Sólo 1% de la variabilidad en el bienestar mental de los jóvenes puede explicarse por el uso de los teléfonos o las redes sociales. Además, correlación no es sinónimo de causalidad. Puede ser que las personas infelices busquen refugio en las redes sociales; no necesariamente que las redes sociales produzcan infelicidad. Tal vez la tecnología produce malestar en todos los jóvenes, incluso en quienes se abstienen de usarla. Posiblemente provoca una sensación generalizada de abandono e impide todas las conexiones íntimas.

Si los efectos del uso de la tecnología son tan ambiguos, es difícil saber qué hacer. El semanario británico considera que lo que los padres pueden hacer no es restringir masivamente el uso de esas tecnologías en sus hijos adolescentes sino “incitarlos a que salgan de casa y preocuparse un poco menos por las travesuras que hagan”. Hay abundante evidencia sobre los alentadores efectos positivos de salir con los amigos, algo que los adolescentes hacen cada vez menos debido a la sobreprotección de sus padres.

Otra causa de la angustia de los adolescentes podría ser la situación económica y laboral y sus perspectivas. “La gran recesión golpeó con más fuerza a los jóvenes que a otros. Algunos adolescentes creen que se enfrentan a una competencia demoledora, no sólo de sus pares sino también de los extranjeros y los robots”.