El proyecto de desviar agua el sur al norte de China no es el único plan ante la sequía del país. El gobierno también está pensando en establecer lo que sería la operación de siembra de nubes más grande del mundo en el Tíbet. Un periódico de Hong Kong, South China Morning Post, menciona que una compañía de defensa estatal ha construido 500 quemadores en crestas del Himalaya en el trayecto del monzón y está probando un sistema que implica lanzar partículas de yoduro de plata desde esas máquinas hacia la atmósfera. Cuando el aire cargado de agua del monzón golpea las partículas, se supone que se forman cristales de hielo y luego caen como lluvia o nieve. La esperanza es construir decenas de miles de quemadores y aumentar las precipitaciones en hasta 10 mil millones de metros cúbicos por año en un área del tamaño de Irán que alimenta los ríos Yangzi y Amarillo, así como otros de los que dependen los vecinos de China.

Pero el mayor estudio de siembra de yodo en nubes hasta ahora, el Programa piloto de modificación del clima de Wyoming, descubrió en 2016 que, aunque la técnica puede aumentar la precipitación si el viento y otras condiciones son adecuadas, no puede hacerlo de manera confiable durante un largo período o una gran escala. Cambiar el clima en el frágil entorno del Tíbet también podría estar plagado de consecuencias imprevistas.