La capacidad humana para controlar el código genético ha avanzado a paso rápido en los últimos años. No obstante, esta semana el CRISPR, tecnología genética, ha causado malestar cuando un científico chino declaró haber editado el genoma de dos gemelas durante el proceso de fertilización in vitro. He Jiankui, de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur, ubicada en Shenzen, dice haber editado el gen CCR5, creando un bebé resistente al VIH y uno que no lo es.

Aunque hay incertidumbre en torno a lo que hizo He Jiankui, sólo es cuestión de tiempo antes que alguien edite embriones humanos y los convierta en bebés. Los gobiernos y los entes reguladores tienen que poner atención a esto. La tecnología genética es tan nueva que los riesgos para los sujetos humanos no pueden justificar los beneficios. El uso de la tecnología CRISPR podría causar daños a otras partes del genoma.

El trabajo de He Jiankui se hizo sin supervisión. Según el vice ministro chino, Jiunkui violó las regulaciones, además, no se sabe si los padres de los bebés dieron su consentimiento informado. El experimento de Jiankui no satisface ninguna necesidad médica, se protegió a un bebé de una enfermedad que quizás nunca encuentre y probablemente dejó expuesto al otro.

Aunque la idea de la edición de células ha sido condenada, no ha sido descartada. Aún si Jiankui fuera un fraude, otros científicos tienen los medios, motivos y oportunidades para llevar a cabo un trabajo similar. Esto nos deja con dos puntos: una necesidad de mejorar la supervisión de las clínicas donde se trabaje con información genética y un debate sobre cuándo se justifica la edición de genes. Es posible que algún día se use la edición genética no sólo para curar enfermedades, sino también para mejorar los genomas. Sin embargo, antes es necesario que las instancias regulatorias y los responsables reflexionen en torno a la ética.