El problema del agua no es precisamente la escasez del recurso, pues se estima que habrá agua hasta para una población mucho más grande, entonces en realidad la problemática es la utilización del agua potable. Esta premisa nos obliga a remitirnos hasta la centralidad del asunto, es decir al lugar en que se administra la vida social en general: el Estado. De esta manera lo expresa Asit Biswas, un experto en agua de la Escuela de Política Pública Lee Kuan Yew en Singapur, quien asegura que para modificar el uso del agua, elevar su nivel de ahorro y generar costumbres que lleven a la sociedad a cuidar y respetar el recurso que es vital, no es necesaria una gran cantidad de capital, sino una buena gestión política administrativa. Sin embargo, para los políticos actuales, es más importante asegurar votantes, que lograr una estrategia eficaz para ir solventando el problema.

Otra parte de la misma situación, es la percepción del recurso por la sociedad; se ha aceptado que el acceso al agua potable es un derecho humano y que debería estar disponible sin la necesidad de pagar por ella, es por eso que el consumo despilfarrador del recurso es muy común, y aunque exista cierta parte de la población con costumbres ahorrativas, poca gente está consciente de que el agua no solo viene por el grifo, sino que también está dentro de los productos que consume, especialmente en la ropa, es en ese aspecto donde hay que poner la mayor importancia: en el consumo de agua para la producción industrial.

Actualmente el uso global del agua es seis veces mayor que hace un siglo y para 2050 se espera un aumento del 20 al 50%; cada año se utilizan 4,600 km3, esa cantidad representa casi el límite de lo que puede ser utilizada, por lo tanto se espera un aumento de estrés hídrico que podría afectar de 3,200 a 5,700 personas, si se toma en cuenta la variación de las estaciones climáticas. Así, no solo los países más pobres estarán entre los afectados, también se puede esperar que Australia, Italia, España y Estados Unidos estén entre los que sufran por la escasez.

Además, la demanda de agua se incrementará a través de tres factores: población, prosperidad y cambio climático. La población aumentará y con ella la demanda de alimentos, por esta razón, la pregunta preocupante es si habrá suficiente agua para abastecer a la agricultura, una de las actividades que consume mayor cantidad del recurso para su producción; respecto al cambio climático, asegura Henk Ovink, un enviado especial del gobierno holandés sobre asuntos del agua, que los climas se intensificarán, es decir, las zonas áridas serán aún más calientes y las húmedas más húmedas, de esta manera se espera que la dotación de agua sea muy desigual, que los lugares calientes demanden más del recurso, mientras que los sitios donde abunde, no tengan la capacidad para solventar su necesidad.

Ejemplos sobre la crisis ambiental hay varios, como se ha dicho, se esperan variaciones, podría ocurrir que el nivel del mar aumente, que en algunos sitios ocurran inundaciones, mientras que en otros las sequías sean mucho mayores. Parece que el desastre es inevitable, el único camino que tiene la humanidad es tratar de reducir la temperatura de la tierra a través de su emanación de gases de efecto invernadero producidos por la industria, esto último no es una opción, es una necesidad y debe ser un objetivo para reducir los efectos de los daños que de por sí ya están asegurados.