Military development. America's military relationship with China needs rules. Armed forces are so different now that a framework for engagement has not yet caught up

Cita: 

The Economist [2019], "Military development. America's military relationship with China needs rules. Armed forces are so different now that a framework for engagement has not yet caught up", The Economist, London, 18 de mayo, https://www.economist.com/special-report/2019/05/18/americas-military-re...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Mayo 18, 2019
Tema: 
La Guerra Fría en el siglo XXI: Estados Unidos y China
Idea principal: 

En octubre de 1957 los comunistas soviéticos habían ganado la primera carrera espacial. El lanzamiento del primer satélite artificial Sputnik 1, desencadenó una crisis de confianza estadounidense. A partir de esto, Estados Unidos fortaleció alianzas con la OTAN e invirtió vastas sumas en la ciencia. La crisis de Sputnik se sintió como una pérdida de inocencia. Pero la amenaza soviética no había cambiado mucho. La Unión Soviética era, como antes, un enemigo con armas nucleares, empeñado en difundir una ideología rival.

Ahora Estados Unidos está teniendo una crisis de confianza similar con respecto a China. Estrategas en Estados Unidos y China (oficiales militares, políticos, empresarios y académicos) afirman que sorprende la cantidad de personas que subestiman las posibilidades de un conflicto limitado. Estados Unidos pasó 17 años convirtiéndose en un experto en el envío de drones para encontrar y matar sospechosos a medio mundo de distancia. Mientras esto sucedía, China retiró las viejas armas soviéticas y adquirió aviones de combate y buques de guerra avanzados. Invirtió en misiles anti-buques para aumentar el costo de cualquier intento de intervención estadounidense en sus mares más cercanos y en las flotas de submarinos. Fortaleció pequeñas islas y arrecifes en las aguas disputadas del Mar del Sur de China con misiles, cúpulas de radar y pistas. China tiene una ventaja en armas de planeo hipersónico, que viajan a una milla por segundo, contra la cual los portaaviones actualmente no tienen defensas confiables. Al hablar sobre las debilidades de China, los oficiales estadounidenses mencionan rígidas cadenas de mando que dan poca autonomía a los oficiales subalternos. También se preguntan si diferentes servicios podrían funcionar juntos en misiones complejas como invadir Taiwán, la isla democrática que China reclama como propia.

La guerra total para Taiwán no es el punto álgido más urgente. El último Informe sobre el Poder Militar de China, enviado anualmente al Congreso por el Pentágono, dice que "no hay indicios de que China esté expandiendo significativamente la fuerza terrestre y marítima necesario para un asalto anfibio en Taiwán". En cambio, los planificadores se preocupan por los esfuerzos para sacar a Estados Unidos de los mares cercanos de China y más allá de la "primera cadena de islas" que incluye a Japón y Taiwán.

Esta era de dudas incluso tiene un satélite chino emblemático, el Shijian 17. Oficialmente, es una nave experimental, con la cual se prueban nuevos sistemas de propulsión y dispositivos de imagen para detectar desechos espaciales; empero, científicos estadounidenses y líderes militares han observado al SJ-17 realizar maniobras notables desde su lanzamiento. China, al igual que Estados Unidos, se está volviendo experta en las artes oscuras de la guerra anti-satélites. Primero probó un misil destructor de satélites en 2007, esparciendo escombros en el espacio, y se cree que probó láseres y perturbadores anti-satélites. Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, afirmó que estas maniobras satelitales chinas “altamente sofisticadas” eran una razón para establecer una “Fuerza Espacial” estadounidense.

Los estrategas hablan de la diferencia entre capacidades e intenciones. Cuando la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad de los Estados Unidos y China, un panel de supervisión del Congreso, celebró una audiencia sobre los programas espaciales de China el mes pasado, un representante del Pentágono, William Roper, señaló que la comisión realmente preguntaba si Estados Unidos está en una competencia estratégica con China en el espacio. Afirmó que "países como China ya han demostrado su intención de escalar las hostilidades en el espacio". El presidente Donald Trump toma en serio la idea de un desafío espacial chino, dice Michael Pillsbury, asesor externo de la Casa Blanca. "La Fuerza Espacial tiene que ver con China". El ánimo de alarma es bipartidista. Una evaluación de la amenaza espacial publicada en 2019 por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un grupo de expertos en Washington, DC, comienza con una advertencia de Jim Cooper de Tennessee, un demócrata que preside el subcomité de la Cámara de Representantes que supervisa el programa espacial: " El riesgo de un Pearl Harbour en el espacio crece cada día […]”.

A pesar de todo, la mayoría de las hazañas espaciales de China, desde el vuelo tripulado hasta la creación de una red de satélites de navegación, fueron llevadas a cabo por Estados Unidos hace décadas, afirma The Economist. Hu Bo, un importante estratega de la Universidad de Pekín, se queja de que los estadounidenses tienen la mala costumbre de tratar las intenciones y capacidades de China como una misma cosa, tal vez porque consideran que el poder chino es “inherentemente malo”. “Tan pronto como China tiene un misil con el alcance para golpear la isla de Guam, Estados Unidos acusa de que China está 'amenazando a Guam'", agrega el estratega.

Estados Unidos ha cambiado mucho. La Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) de 2006 declaró que Estados Unidos “busca alentar a China a tomar las decisiones estratégicas correctas para su gente, mientras que nos protegemos de otras posibilidades”. El NSS de 2017, en cambio, considera que “China busca desplazar a los Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico, ampliar los alcances de su modelo económico impulsado por el estado y reordenar la región a su favor”. Los expertos chinos en seguridad suponen que la explicación es simple y se basa en el creciente "poder" militar y económico de China, dice Zhao Tong, del Centro Carnegie-Tsinghua para la Política Global, un grupo de expertos con sede en Beijing. No es solo que China sea más fuerte, sino que se ha mostrado más dispuesta a mostrar esa fuerza, una asertividad conectada a un énfasis renovado en la ideología en la política doméstica china. Los académicos de relaciones internacionales llaman a las formas más letales de malentendidos un “dilema de seguridad”. Puede surgir cuando un estado toma acciones defensivas que son confundidas con actos de agresión por otro, haciendo que todas las partes estén menos seguras.

Si los estrategas pasan tiempo contando misiles anti-buques y estudiando las nuevas unidades de combate marítimo de China, también pasan mucho tiempo pensando en activos y armas que no se pueden ver y para los cuales no existen reglas de guerra, desde las armas cibernéticas hasta las cadenas de suministro comprometidas. En ningún lugar es esto más cierto que en la guerra cibernética, un campo tan sombrío que China y Estados Unidos ni siquiera están de acuerdo en definiciones básicas, como lo que constituye un acto inaceptable. Se están realizando esfuerzos discretos para ver si Estados Unidos y China pueden ponerse de acuerdo sobre algunas normas y principios básicos para evitar choques desastrosos o errores de cálculo en el dominio cibernético.

Los think tanks estadounidenses y chinos han mantenido reuniones para hablar sobre acciones tan desastrosas que ambos países podrían estar dispuestos a renunciar a ellas. El Carnegie Endowment, con sede en Washington, DC, ha sugerido una prohibición de los ataques contra los sistemas de comando y control que controlan las fuerzas nucleares, y una "moderación extrema" por socavar la confianza en los flujos de datos financieros que son vitales para la estabilidad mundial. La confianza está demostrando ser un obstáculo para los tratados de estilo de guerra fría para prohibir tales herramientas. A diferencia de las ojivas nucleares, las armas cibernéticas no se pueden contar y su destrucción nunca se puede verificar. Estados Unidos no está de acuerdo con China sobre qué formas de espionaje cibernético, aunque son molestas para los rivales, deben esperarse. Estados Unidos traza la línea en el espionaje del gobierno que roba secretos comerciales y los entrega a las empresas favorecidas. China prometió detener ese espionaje en un acuerdo de 2015 entre el presidente Xi Jinping y Barack Obama, pero los funcionarios estadounidenses insisten en que se ha roto la promesa, y China simplemente está tratando de no ser atrapado al poner las operaciones bajo su principal servicio de espionaje, el ministerio de seguridad estatal.

En octubre de 2018, un coronel retirado del Ejército Popular de Liberación, Lyu Jinghua, y un ex oficial israelí de energía atómica, Ariel Levite, publicaron una propuesta para un gran acuerdo cibernético. El documento sugiere que Estados Unidos reconozca el derecho de China a controlar y censurar su propia red de internet de manera agresiva, dejando de lado la insistencia de que internet debe ser un lugar de libre expresión e investigación en todo el mundo. A cambio, propone que la ciber-policía de China use sus capacidades para prevenir y castigar los ciberataques lanzados desde territorio chino.

La confrontación sino-estadounidense debe ser manejada. Podría decirse que ya equivale a una guerra cibernética no declarada. Ambas partes tienen intereses primordiales que pueden enumerarse y compararse. Tal vez algún día esas listas se conviertan en un tratado, haciendo que el mundo sea más seguro.

Datos cruciales: 

Gráfica 1. Línea de tiempo a partir del lanzamiento de Sputnik en 1957 hasta 2018. Países involucrados: Estados Unidos, Unión Soviética/Rusia y China. En 2018 China supera a Estados Unidos en lanzamientos orbitales 38 y 34 respectivamente.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética se desarrollaron distintos mecanismos de confrontación, uno de ellos fue el espionaje. El espionaje se caracterizó por ser una práctica enfocada en la obtención de datos e información confidencial y la referencia de la capacidad defensiva y ofensiva de las potencias en disputas. En el siglo XXI, la situación ha cambiado drásticamente, el espionaje y las ojivas nucleares han evolucionado debido al enfrentamiento de Estados Unidos y China. El espionaje industrial se ha convertido en una herramienta de los competidores, en este caso Estados Unidos y China, para obtener una ventaja comercial. Estos indicadores demuestran la evolución de las formas y los sujetos de la guerra que intentan justificar sus acciones a partir de los atentados a la vulnerabilidad de las potencias. Sin duda es un perfeccionamiento de la guerra y un adaptamiento de la Guerra Fría contemporánea.