A world of robber barons. The relationship between business and government is becoming increasingly antagonistic, says Philip Coggan. But the two sides should not overdo it: they need each other

Cita: 

The Economist [2014], “A world of robber barons. The relationship between business and government is becoming increasingly antagonistic, says Philip Coggan. But the two sides should not overdo it: they need each other”, The Economist, London, 22 de febrero, http://www.economist.com/news/special-report/21596667-relationship-betwe...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Febrero 22, 2014
Tema: 
La relación del Estado y las empresas.
Idea principal: 

En la Edad Media el río Rin era canal comercial más importante de Europa. Al igual que muchas carreteras modernas, era una ruta con impuestos. Los puntos de “peaje” tenían que ser aprobados por el emperador del Sacro Imperio, pero los terratenientes locales a menudo cargaban el tráfico fluvial para pasar a través de él. Estos "barones ladrones", fueron un serio impedimento para el comercio, y las fuerzas imperiales tomaron acción punitiva costosa para eliminarlos.

Las empresas que operan dentro de las fronteras nacionales deben pagar el costo de mantener el comercio, pero si los impuestos son excesivos, el comercio se verá afectado. Una versión ve a los estados y gobiernos que aplican impuestos como los modernos "barones ladrones". En cambio, la versión de la izquierda argumenta que la etiqueta se debe aplicar a las grandes corporaciones. En el siglo XIX el término se refería a los magnates ferroviarios estadounidenses que usaron su poder de monopolio para dejar a sus competidores fuera del negocio. Multinacionales modernas a veces se presentan como superpoderosas, usando su riqueza para subvertir a los políticos a través de sus contribuciones a las campañas y cabildeando poderes, a fin evadir su responsabilidad social.

El colapso del mercado de hipotecas de alto riesgo y el posterior rescate del sector bancario crearon un sentimiento de ira hacia la élite financiera que se convirtió en una frustración más amplia con el mundo empresarial. La crisis llevó a una caída en los ingresos fiscales y un fuerte aumento en los déficit presupuestarios, lo que llevó a los gobiernos a seguir los programas de austeridad con alzas de impuestos para la clase media y cortan los beneficios de los menos pudientes. Los gobiernos han introducido nuevas regulaciones estrictas, sobre todo para los bancos, y tratando de acabar con el uso de paraísos fiscales extraterritoriales.

Sin embargo, se reconoce que no es posible prescindir de las inversiones extranjeras. Algunos países, entre ellos Gran Bretaña, han reducido sus tasas de impuestos con el fin de atraer nuevos negocios en el extranjero. Incluso el presidente de Francia, François Hollande, en una ola de retórica anti-capitalista, el mes pasado anunció un recorte de € 30 mil millones ($ 41 mil millones) en excenciones de impuestos a las empresas, intentando revivir la economía estancada.

A pesar de sus diferencias, las dos partes se necesitan mutuamente. Los gobiernos dependen de las empresas para impulsar el crecimiento económico, crear empleos y generar las exportaciones para asegurarse un camino en el mundo. Las multinacionales son particularmente importantes, argumenta Ted Moran: pagan salarios más altos que otras empresas, exportan más y tienen un registro superior en investigación y desarrollo.

Las empresas, por su parte, necesitan gobiernos. No sólo por que proporcionan sistemas legales y la seguridad básica para que operen; también educan a los trabajadores y crean infraestructura (caminos, vías férreas y el control-que del tráfico aéreo). En muchos sectores el gobierno es un cliente clave, además de generar tecnologías.

La relación más complicada en la actualidad es entre los gobiernos y la industria de la tecnología. Algunos consumidores se sienten incómodos acerca de la gran cantidad de datos digitales y necesitan que los gobiernos regulen la forma en que las empresas utilizan y mantienen estos datos. Los servicios de seguridad de los gobiernos, por su parte, quieren tener acceso a dicha información.

Otros temas relevantes de la fricción y la necesaria cooperación empresas-estados son: cómo se financian los beneficios sociales, dado que las empresas pequeñas y medianas no los pueden pagar y los ciudadanos resisten al alza de los impuestos; el papel del dinero en la política, donde la industria del lobby puede atentar contra el interés de la población al favorecer a ciertas empresas.

Las empresas pueden llegar a ser tan favorecidas que se convierten en "campeones nacionales", como aerolíneas, que los gobiernos se esfuerzan en proteger a través de la regulación y las restricciones a la propiedad extranjera. A menudo tratan de proteger los intereses de una industria vital, como hace Francia con la agricultura y Gran Bretaña con los servicios financieros. En los mercados emergentes tales prácticas son aún más arraigadas. En algunas industrias, como la energía, las multinacionales occidentales se encuentran en desventaja en sus relaciones con los titanes de propiedad estatal, como BP se encontró en Rusia. Se trata de un reporte especial abordando la relación entre empresas y estados.

Datos cruciales: 

Gráfica de los ingresos corporativos como porcentaje del PIB de 1980 a 2013, en EUA Japón y G7.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El argumento liberal reconoce el aporte del estado al proceso económico y la necesaria relación entre empresas y estados. La cuestión reside en los terrenos y la intensidad de la regulación estatal. Si la apuesta es por la "libertad económica", existen multitutd de regulaciones que son "nocivas" para la competencia y por tanto, para la maximización del crecimiento. Llama la atención el tratamiento de ambos sujetos como entidades equivalentes, sin interrogarse por temas como el interés colectivo y la legitimidad de las instituciones. Destacan algunos campos de fricción importantes como son la privacidad de las informaciones del público, la carga impositiva, las políticas de estímulo nacional a ciertos actores. La crisis abrió un periodo de recuperación del papel del estado en la economía, y el pensamiento liberal propone limitarlo al mínimo posible al tiempo que pide eficiencia y transparencia de esas intervenciones de los estados.