New Dark Age. Technology and the end of the future

Cita: 

Bridle, James [2018], New Dark Age. Technology and the end of the future, London, Verso.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2018
Tema: 
Una crítica a la tecnología computacional y la propuesta de una nueva alfabetización tecnológica
Idea principal: 

James Bridle es un autor, curador y artista radicado en Londres. Cursó estudios en ciencia de la computación y ciencias cognitivas en University College London. Su trabajo explora aspectos del sistema de seguridad occidental, como los drones y la deportación de migrantes en búsqueda de asilo. Ha escrito para las publicaciones WIRED, Icon, Domus, Cabinet Magazine, The Atlantic y escribe una columna para The Guardian regularmente.


Capítulo 1. Abismo

Para el autor, si bien, en el último siglo la aceleración tecnológica ha transformado el planeta, la sociedad y a los individuos; no se ha transformado nuestra forma de entender estas cosas. Los sistemas tecnológicos, es decir al conjunto de las tecnologías dentro de los cuales vivimos, influyen en la manera en la que pensamos y actuamos en el mundo, y no podemos pensar sin ellos, ni nos es posible situarnos por fuera. Bridle considera que nuestras tecnologías no representan una salida a nuestros problemas, sino que son cómplices de estos problemas: un sistema económico profundamente desigual, el colapso del consenso político y social que ha resultado en el auge de los nacionalismos, las divisiones sociales, los conflictos étnicos, las guerras no declaradas y el cambio climático.

En todos los ámbitos, las nuevas tecnologías determinan y dirigen de forma activa nuestras capacidades. Para Bridle es necesario que repensemos estas tecnologías y adoptemos una actitud crítica frente a ellas, para así poder participar en el proceso por el que estas determinan y dirigen nuestras capacidades. Entender cómo funcionan estas tecnologías complejas, cómo se interconectan los sistemas de tecnologías y cómo interactúan los sistemas de sistemas es fundamental; de no hacerlo estaremos a merced de élites egoístas y corporaciones que instrumentan ese potencial.

Debido a que estas tecnologías interactúan entre sí de formas complejas, y a que estamos completamente vinculados a ellas, nuestro conocimiento sobre ellas no puede limitarse a los aspectos prácticos sobre cómo funcionan, sino que debe ampliarse a cómo llegaron a ser como son y cómo continúan funcionando. Una alfabetización en sistemas, la llama el autor. Esta alfabetización en sistemas va mucho más allá de la mera comprensión y el uso funcional de un sistema, abarca también su contexto y consecuencias, y puede llevarse a la práctica de diversas formas. Esta alfabetización, en lugar de ver una panacea en la aplicación de cualquier sistema individual, se centra en las interrelaciones de los sistemas y en las limitaciones intrínsecas de cualquier solución aislada. Además de hablar con fluidez el lenguaje de un sistema, significa también conocer su metalenguaje, con el que este habla de sí mismo y con el que interactúa con otros sistemas. La alfabetización propuesta por Bridle debe ser sensible a las limitaciones, usos y abusos de estos lenguajes a la vez que ser capaz de hacer críticas y responder a ellas.

Sin embargo, es común que ante una pobre comprensión pública de la tecnología se proponga incrementar la educación tecnológica, pero una comprensión meramente funcional de los sistemas es insuficiente. Por ejemplo, no es suficiente aprender a programar, aunque es un buen comienzo. Es necesario pensar en términos de antecedentes y consecuencias. ¿Cuál es el origen de esos sistemas? ¿Quién los diseñó? ¿Para que? ¿Cuáles de sus intenciones ocultas perviven hoy en su seno? Otro peligro de la comprensión puramente funcional es lo que el autor llama “pensamiento computacional”, y otros han llamado “solucionismo”: la creencia de que todos los problemas son susceptibles de ser resueltos por la aplicación de la computación. Este pensamiento es el predominante actualmente y la alfabetización sistémica tiene que ponerle un alto. Esta alfabetización, aunque reconoce que el mundo está moldeado por la computación, trata con un mundo que no es computable, de la manera en que la filosofía trata con las preguntas que la ciencia no puede resolver.

Para el autor, no necesitamos nuevas tecnologías, sino nuevas metáforas: un metalenguaje para describir el mundo que los sistemas complejos han forjado. Un dialecto para reconocer y abordar un mundo en el que las personas, la política, la cultura y la tecnología están completamente imbricadas. El autor utiliza la palabra “red”, con la que engloba a la sociedad y sus tecnologías en un gran sistema, incluyendo en él la capacidad, humana o no, de actuar y comprender, de saber y no saber, en un mismo entorno de actividad.

La alfabetización sistémica que se propone hace posible la crítica, la lleva a cabo y responde a ella. Los sistemas que se discuten en el libro son muy importantes como para que sean pensados, comprendidos, diseñados e implementados por unos pocos, en especial cuando estos pocos son subsumidos por las élites y las estructuras de poder preexistentes. La capacidad de pensar estos sistemas, sin pretender entenderlos del todo, es fundamental para sobrevivir en la “nueva edad obscura”. En este sentido, la tecnología puede ser guía y compañera en este pensar, nos sirve para hacer preguntas pero no para encontrar respuestas. Entender la tecnología de una manera profunda nos permite recrear su metaforas y nos posibilita llegar a nuevas formas de pensar.

La nube, por ejemplo, es un símbolo que tuvo su origen a mediados del siglo XX para reducir la complejidad de los sistemas (eléctricos o de cualquier otra clase) y fue volviéndose cada vez más importante hasta convertirse en una metáfora. Actualmente es la metáfora central de internet, algo etéreo que no es susceptible de aprehender. La experimentamos cotidianamente sin entender lo que realmente es y cómo funciona. Sin embargo, si uno sabe donde mirar puede descubrir que no es algo etéreo. Es una infraestructura, una nueva industria, que oculta de la visibilidad se vuelve menos susceptible de crítica, investigación y regulación. Esta falta de comprensión es deliberada; sin embargo, al examinarla podemos condensarla y obligarla a confesar sus secretos e historias que nos pueden decir mucho sobre la forma en que esta tecnología oculta su capacidad de actuar, a la vez que nos puede enseñar mucho sobre el funcionamiento del poder en sí mismo.

Por otro lado, trascendiendo la visión funcional de la nube, podemos usarla para producir una nueva metáfora. Concebir un pensamiento nebuloso, que acepte el no-saber y nos permita abandonar el pensamiento computacional, que insista en la experiencia, en el aquí y el ahora (y no en un futuro calculado), y que nos podría permitir traspasar la nube.

De igual forma, la red carece de un propósito único y significativo. Para el autor, hemos caído en el error de considerar su devenir como inherente e inevitable y no como dependiente de nuestras propias acciones. La idea de su inevitabilidad tiene su origen en la idea de progreso tecnológico, lineal e irresistible. De esta forma hemos renunciado a cualquier objeción a este progreso lineal, lo que nos ha hecho caer en el abismo del pensamiento computacional. La idea ilustrada de que más conocimiento, o más información, nos llevará a tomar mejores decisiones. En ese sentido, el internet, concebido hace unos años como la autopista de la información, nos da acceso a cualquier dato. Sin embargo, esta disponibilidad de información no ha producido una sola realidad consensuada y coherente, sino relatos simplificadores, teorías de la conspiración y post-verdad. Es en torno a esta contradicción que gira la idea de una "nueva edad obscura". La forma en la que pensemos y entendamos nuestro lugar en el mundo y nuestra relación con los otros definirán el camino por donde nos llevará la tecnología. La obscuridad de la que habla el autor en realidad representa la oportunidad que significa la crisis y su naturaleza. La incapacidad de ver claramente lo que está delante y, al mismo tiempo, la oportunidad de buscar nuevas luces con las cuales ver y abrazar la incertidumbre sobre el futuro.

El autor no intenta construir un discurso anti-tecnológico, sino una relación más reflexiva en torno a la tecnología, aunada a una comprensión radicalmente diferente sobre lo que es posible pensar y conocer del mundo. Los sistemas computacionales son herramientas que nos sirven para actuar en el mundo y transformarlo según nuestros deseos, pero develar y articular esos deseos, garantizando que estos no degraden, dominen, o destruyan los deseos de otros es la prerrogativa de Bridle.

La tecnología no es solo la fabricación de herramientas y su uso, es, también, la fabricación de metáforas. Al fabricar herramientas les imprimimos una cierta comprensión del mundo que al reificarse produce efectos en el mundo y se convierte, muchas veces inconscientemente, en parte de nuestra comprensión del mundo.

El argumento del libro es que los efectos de la tecnología afectan nuestra vida de formas potencialmente catastróficas como resultado de nuestra incapacidad para comprender las consecuencias interrelacionadas y turbulentas de estas invenciones. Por otro lado, también intenta mostrar que nada está perdido si somos capaces de repensar el mundo y, con ello, nuestra comprensión y vida en él. Nos han enseñado a pensar en la oscuridad en sentido negativo, pero puede ser también un lugar de libertad y posibilidad. La incertidumbre puede ser productiva y sublime.

Otro abismo del que habla el autor es el que existe entre los individuos cuando no reconocen y articulan las condiciones del presente. Si bien, algunos aspectos de la nueva edad obscura son amenazas existenciales como el calentamiento climático y colapso de los ecosistemas, además los efectos del colapso del consenso, característico de la era de la posverdad y las noticias falsas, podrían traducirse en violencia y enfrentamientos, y la desigualdad social y cognitiva, son un peligro en el corto y mediano plazo. Todos estos aspectos son, en realidad, fallas del pensamiento y el discurso, debido a ello el autor considera que es momento de ser honestos sobre estas condiciones del presente y reflexionar sobre estas.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La propuesta de Bridle, una crítica a la tecnología computacional y la manera en que explica y dirige el mundo, es fundamental en el momento actual de crisis y bifurcación sistémica en el que es de vital importancia recuperar la agencia social perdida por una suerte de abandono a los complejos sistemas tecnológicos dentro de los cuales vivimos y cuyas consecuencias podrían ser fatales catastróficas para los individuos, la sociedad y el planeta.