El texto empieza por hacer alusión a la manera en que se tuvieron que entregar los paquetes pedidos por miles de residentes en Shanghai durante la pandemia de Covid-19, al emplearse estantes de metal fuera de las unidades habitacionales. La labor de las compañías de entrega de comida, tomó un papel crucial desde que comenzó la cuarentena, ya que aunque las medidas se han aliviado y se ha permitido que negocios retomen su ritmo, muchas personas han preferido mantenerse en casa. Ante esto, medios estatales han llamado héroes a los trabajadores que realizan las entregas.

The Economist menciona que incluso antes de la pandemia estos ya eran queridos, al ser fruto de la combinación de una abundante clase trabajadora, una amplia clase media y un acceso casi universal a los teléfonos inteligentes. Lo que ha impulsado el uso de entregas de comida a domicilio más que en cualquier otro país rico, al ser 400 millones de ciudadanos quienes han preferido este método, a través de las compañías grandes en el sector: Ele.me o MeituanDianping. Estos servicios se convirtieron en una línea de vida durante la cuarentena, ya que las entregas de comida fueron aceptadas, lo que permitió que Wraps y salsas crecieran más de 7 veces según pronósticos del primer trimestre de Meituan. La nueva broma según The Economist, es que el Covid-19 volvió a China una nación de cocineros.

Por otro lado, la vida para quienes realizan entregas ha cambiado, y se pone el ejemplo de Zhang Shuai, trabajador en Shanghai quién tiene que utilizar una máscara mientras trabaja, además de tener que portar en su chaqueta la temperatura que le es tomada por la compañía dos veces al día, e incluso pasar por otros chequeos al recibir y entregar las ordenes. Sin embargo, este trabajo sigue convenciendo a otras personas, debido a la dificultad para encontrar trabajo, además de que los 1 400 dólares al mes están por encima de la media en Shanghai. Por lo que el riesgo de vivir con otros cinco trabajadores migrantes no detiene a personas como Zhang, quién expresa no tener miedo a morir.

La economía gig ha transformado las ciudades chinas, al trasladar a los trabajadores de poblados que antes eran invisibles para los ciudadanos por trabajar en fabricas, a volverse omnipresentes con las chaquetas de las compañías para las que trabajan. Incluso, otros miles laboran en trabajos en aplicaciones de servicio, negándose a trabajos en fabricas por otros con vidas menos estructuradas. Esto ha creado la industria de entrega de comida más grande del mundo con 46 mil millones de dólares, el doble de lo generado en Estados Unidos. Lo que se debe también, a que a diferencia de los trabajos en fabricas que necesitan una habilidad y un conocido que los respalde en la ciudad, los trabajadores de entregas tienen un boleto de entrada a la ciudad sólo con subir su identificación y su certificado médico a la aplicación.

Debido a lo anterior, un tercio de la mano de obra que trabajaba en fábricas ahora lo hacen para Meituan, lo que muestra una tendencia nacional, al ser 2018 el primer año en que hubo un mayor número de contrataciones en servicios que en manufactura. Mientras la pandemia podría aumentar los trabajos gig, debido a que muchas compañías que se han visto afectadas han despedido personal, pero no así las compañías de entrega de comida. Como ejemplo está Freshippo, la compañía de Alibaba en este ramo, al contratar 2 000 trabajadores de 30 cadenas de restaurantes, así como Meituan, al contratar 450 mil nuevos conductores.

Ji Wenwen, de la Universidad china de Relaciones Laborales, menciona que en últimos años los trabajos gig han servido a los trabajadores como colchón. Y pone el ejemplo de Hegang, un poblado chino cerca del río Amur en la frontera con Rusia, cuyos ex mineros ganan el doble trabajando con la compañía Ele.me, por lo que 10 por ciento de los conductores de Ele.me fueron anteriormente mineros. Además, el sueño de los migrantes es diferente al que fue durante el boom industrial. Debido a que una quinta parte de ellos fueron a la universidad o al bachillerato, y como lo muestran encuestas, la mitad de trabajadores de Meituan expresan ansiedad sobre su estatus. Sin embargo, The Economist comenta que estas frustraciones puedan aumentar, ya que la interacción cara a cara con los Waimai Xiaoge se terminó y puede que esto no vuelva a ser como antes.

A pesar de que los trabajadores migrantes pueden escoger sus horarios de trabajo, el estrés es enorme, debido a que muchos son contratados por un intermediario que impone estrictas requerimientos para el trabajo. Por ello, debido a los obstáculos muchos conductores tienen que terminar las entregas corriendo para terminar a tiempo. A causa de eso, la Confederación de Sindicatos de Hong Kong, ha descrito a los trabajadores gig como un ejercito de precarios. Sobre los reclutas, el texto muestra el caso de Liu, un trabajador de Ele.me, quién explica que tiene que trabajar como maquina 10 horas al día, 6 días a la semana en la ciudad de Siuqian para obtener los 5 000 yuanes que ganaba en Shanghai. Además, de tener que violar continuamente el cruce de los semáforos por el tiempo, lo que ha incrementado el número de accidentes de tráfico en Shanghai a pesar de que muchos no son reportados.

Ante estas condiciones Geofrey Crothall, de la organización no gubernamental China Labour Bulletin (CBS, por sus siglas en inglés), señala que por años los trabajadores de fábricas han peleado por mejores condiciones, lo que es más complicado para trabajadores dispersados, ya que si algunos deciden irse a huelga el algoritmo de la aplicación le asigna las entregas a otros trabajadores que si están disponibles. No obstante, algunos trabajadores utilizan las redes sociales para su beneficio, al unirse a grupos de conversaciones en WeChat o en QQ, en el que discuten rutas de entrega, términos de trabajo y problemáticas; lo que ayuda a que en las congregaciones se forjen vínculos y coordinen huelgas.

También, la CBS señala que la industria de entrega de comida se ha convertido en la mayor fuente de disturbios laborales. La primer huelga del sector fue en 2016, pero en 2020 ya se cuentan 121 debido a recortes salariales, retrasos en los mismos y multas. Sin embargo, debido a que estos no son empleados formales pueden ignorar sus quejas, como el trabajador de Ele.me que en 2018 fue vetado de la plataforma por hacer huelga dos días debido al bajo salario. Pero debido a la simpatía de la gente hacia estos, prefieren evitar disturbios de su fuerza laboral. Por ello, la compañía Meituan creo una categoría llamada lepao o conductores felices, los cuales reciben un pago mayor por entregar en lugares lejanos. Esto ayudó a crear una linea de atención para los mismos, la cual durante la pandemia ha pagado 300 mil yuanes para aquellos afectados con Covid-19.

Finalmente, hace mención de un estudiante de la universidad de Hong Kong de nombre Pun Ngai, quién expresa que a largo plazo es difícil que los trabajadores estén satisfechos. Ngai reconoce el riesgo de quedarse en un punto medio, al no poder seguir en la ciudad y no querer regresar a la vida rural. Antes de la pandemia, Ngai se preguntó por qué viajaba 1 700 kilómetros desde su casa en Gansu a Shanghai, a lo que un compañero le respondió que era porque a todos les gustan las grandes ciudades, y el replicó que no puedes hacerlo durante toda tú vida, ya que necesitas hacer algo que te lleve hacia arriba. Recientemente Ngai se retiró, ya que era demasiado cansado.