Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes

Cita: 

Federici, Silvia [2020], Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes, Madrid, Traficantes de sueños, https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map60_Reencantar_in...

Fuente: 
Libro electrónico
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
La política de los comunes -liderada por mujeres- se sitúa como una propuesta fundamental contra el avance del capitalismo.
Idea principal: 

Sobre la autora

Silvia Federici es una escritora, profesora y activista de origen italiano. Historiadora marxista y feminista, es autora de una multiplicidad de trabajos en los que expone que el papel del trabajo reproductivo y de cuidados que hacen las mujeres sin remuneración alguna es la base sobre la que se sostiene el capitalismo. Su obra más difundida es Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria en donde argumenta contra la teoría de la acumulación primitiva de Karl Marx.

Introducción

En plena crisis civilizatoria, escribir sobre la política de los comunes podría parecer una propuesta insuficiente para combatir la debacle en la que nos ha subsumido el capitalismo mundial, sin embargo, hoy más que nunca es necesario articular formas otras de relacionarnos. La política de los comunes se sitúa como una propuesta alternativa teniendo su base en la creación de tejidos solidarios impulsados por el apoyo mutuo, rechazando el bienestar construido sobre el sufrimiento de las y los demás impulsado por el asedio neoliberal.

La política de los comunes que expone Silvia Federici, tiene su origen en sus experiencias en el Sur Global específicamente en Nigeria. Reconoce que en buena parte del territorio el comunalismo sigue estando presente en la cultura, costumbres y hábitos. Más tarde, se encontró en la pluma de activistas feministas como Vandana Shiva, Maria Mies y en las acciones del levantamiento zapatista. Estas experiencias llevaron a Federici a convencerse de la reapropiación de la riqueza común y la desacumulación de capital a través de la desprivatización de la tierra, el agua y los espacios urbanos, creando en el camino formas de reproducción basadas en la autogestión, el trabajo colectivo y la toma de decisiones colectiva.

El hilo conductor del libro en su conjunto es el análisis de las nuevas formas de cercamiento que vertebran la globalización del capital de nuestro tiempo y han motivado, en parte, la emergencia de la política de lo común a través de la compilación de varios ensayos escritos en diversos espacios y tiempos.

Por otro lado, la autora indica acertadamente que la lucha de los derechos comunales no es únicamente de carácter defensivo, sino que también crean nuevas realidades al imaginar nuevas estrategias y formas de organización social. A través de ésta se reestructuran las comunidades y las personas que las habitan. Desde el feminismo, en sus diversas vertientes, el atractivo de los comunes se encuentra en la posibilidad de superar las actividades ligadas al papel reproductivo y de cuidado de las mujeres, para de esta forma, hacer partícipes a todas y todos en las labores de cuidado en la familia y comunidades.

Históricamente a las mujeres se nos ha relegado a las labores de reproducción -las cuales implican entre otros más, los cuidados de la vivienda, familia, organización de los espacios, rescate de la memoria, el sexo y procreación-; por lo que la gestación de un movimiento feminista que abogue por espacios comunales resulta de lo más natural. En este sentido, rescata Federici, el trabajo de las feministas comunitarias de distintas partes de América Latina y sus valiosas aportaciones para la política de los comunes.

El texto no solo va desde una postura utópica de los comunes, sino que también se reconocen las desigualdades que pueden llegar a gestarse dentro de sus marcos. La diferencia de las mujeres como clase sexual es una de las más notorias: en varias comunidades a ellas se les sigue prohibiendo la participación tanto de la propiedad de la tierra como en las decisiones comunitarias. Es por ello que de la mano van las acciones anticapitalistas y antipatriarcales.

En el texto, Silvia Federici hace una crítica a Marx en el sentido de su necesidad de privatizar la tierra como vía hacia la producción a gran escala y sobre la necesidad de la globalización como instrumento para la unificación de los proletarios del mundo. Desde esta visión se rechaza una forma unitaria de vida social, proponiendo un horizonte que posibilite recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino en esta tierra. A eso es lo que Federici llama reencantar el mundo.

Capítulo 11. La lucha de las mujeres por la tierra y el bien común en América Latina

El agotamiento de la política progresista de izquierda en América Latina ha repercutido en las reformas hechas a partir de la lucha social, debilitando las formas colectivas de organización y apoyando un modelo de desarrollo económico basado en el extractivismo; en ese sentido, el cambio radical se ha debilitado, más no ha desaparecido. La movilización social especialmente las resistencias a las relaciones capitalistas de producción, han generado modos de existencia más cooperativos que nos muestran formas sociales fuera de la lógica del capital. Defiende Federici que estas resistencias de cambio social están protagonizadas por mujeres.

Las mujeres tienen un papel clave en las luchas sociales porque ellas son las más afectadas por la desposesión y la degradación medioambiental y sufren directamente en su vida cotidiana los efectos de las políticas públicas. En enclaves indígenas ubicados en Estados Unidos, hasta más allá del Amazonas, son las defensoras del agua y el territorio, son quienes ponen el cuerpo frente al extractivismo.
A lo que se enfrentan las mujeres que defienden la vida y el territorio no es sólo a la lógica del capital que pone por encima de todo las ganancias, sino también al machismo y sexismo de los llamados gobiernos progresistas, quienes ven en ellas solamente inconvenientes para poner en marcha megaproyectos que consecuentan la lógica capitalista y patriarcal.

En este sentido, Federici reconoce la radicalidad de los movimientos de las mujeres al luchar desde múltiples trincheras para preservar la vida de los seres humanos y de la tierra.
Además, las mujeres rurales e indígenas desempeñan importantes papeles en la despatriarcalización y generación de alternativas anticapitalistas cambiando efectivamente sus condiciones de existencia y de sus comunidades.

La creación de espacios autónomos de mujeres ha sido una estrategia de los movimientos de mujeres y feministas en toda América Latina para concertar puntos de encuentro que contribuyan al avance en la discusión de la autonomía de las mujeres que militan movimientos sociales. Estos espacios también son formadores políticos que incentivan la autoconfianza en el activismo social. El conocimiento que en esos espacios se genera, produce una identidad colectiva y genera cohesión frente a la desposesión.

La lucha de las mujeres no solo está en el campo, sino que también está presente en las ciudades; las y los desplazados crean nuevas comunidades basadas en formas cooperativas de reproducción social, estableciendo su derecho a la ciudad potenciando los sentimientos de solidaridad e identidad.

Por otro lado, conforme el neoliberalismo despliega un ataque genocida sobre los medios de subsistencia de los pueblos, el rol de las mujeres en la lucha cobra una importancia superior; es por ello que actividades cotidianas como la alimentación se comunalizan, adquiriendo una nueva dimensión política.

La capacidad de estos nuevos movimientos de mujeres de resistir el ataque de la expansión de las relaciones capitalistas dependerá en gran parte de un esfuerzo colectivo que garantice las formas básicas de reproducción social y derrumbe los muros de miedo que encierran aún a las comunidades. Las experiencias de cientos de grupos organizados a lo largo y ancho del continente son una prueba de la posibilidad y necesidad de la conformación de formas otras de relacionarnos.

Capítulo 14. Reencantar el mundo. Tecnología, cuerpo y construcción de lo común

Reencantar el mundo alude a la conferencia que impartió el sociólogo alemán Max Weber en 1917. En medio de la sangrienta masacre de la Primera Guerra Mundial y en la víspera de la revolución, Weber habló del desencantamiento del mundo. En este texto de Federici, se plantea algunas fuerzas productoras de alternativas al capitalismo que logren reencantar al mundo a través de la crítica de la mecanización y robotización de nuestra vida cotidiana, sin caer en romantizar un paraíso primitivo.

Reencantar el mundo se trata de descubrir lógicas y razonamientos distintos a los del desarrollo capitalista. En este contexto, las luchas que tienen como objetivo la ruralización del mundo ―como, por ejemplo, a través de la recuperación de tierras, la liberación de ríos de los embalses, la resistencia contra la deforestación y, de manera fundamental, la revalorización del trabajo reproductivo― son cruciales para nuestra supervivencia.

Silvia Federici realiza una crítica provocativa a la tecnología: la señala como la causante del empobrecimiento a lo largo de los cinco siglos de desarrollo capitalista, en este sentido, lejos de crear las condiciones materiales para realizar la transición al comunismo, según imaginaba Marx, el capitalismo ha producido escasez a escala global. Que el capital aplique la ciencia y la tecnología a la producción ha demostrado tener un coste tan elevado en términos de sus efectos sobre la vida humana y los ecosistemas.
Para la autora las consecuencias negativas de la tecnología industrial y sus elementos como las computadoras y el internet son mayores que los beneficios que han traído, sobre todo porque para producirlas y reproducirlas se desgastan doblemente a los seres humanos y a la naturaleza.

Federici termina el texto exhortando al reconocimiento de la lucha de las mujeres en todas y cada una de sus expresiones, reconociendolas como los mayores agentes de cambio y alternativas en contra del avance del capitalismo; es así que el el desarrollo de las prácticas de creación de lo común como los bancos de tiempo, las huertas urbanas y las estructuras de responsabilidad comunal -gestionadas en su mayoría por mujeres-, se colocan como averías de los mecanismos disciplinarios de la hegemonía, revelando el profundo deseo de remodelar la humanidad y la relación que hemos mantenido con la tierra.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Hacia la última parte del texto se recupera la crítica a la tecnología, la cual Federici no la realiza desde una visión vacía, sino con base a subrayar el gran empobrecimiento que hemos experimentado en el curso del desarrollo capitalista, y que ningún ingenio tecnológico ha podido compensar.

Por otro lado, el rescate del papel de las mujeres en la construcción de alternativas a la explotación del capitalismo es fundamental para comprender a profundidad la intersección entre distintos ejes de dominación/opresión, por lo cual este texto es profundamente importante.