How climate migration will reshape America

Cita: 

Lustgarten, Abraham [2020], "How climate migration will reshape America" , The New York Times, New York, 15 de septiembre, https://www.nytimes.com/interactive/2020/09/15/magazine/climate-crisis-m...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Martes, Septiembre 15, 2020
Tema: 
Reconfiguración demográfica de Estados Unidos a causa del cambio climático.
Idea principal: 

Abraham Lustgarten es un reportero ambiental que trabaja bajo el enfoque de negocios, clima y energía.


Durante el mes de agosto los índices de temperatura ascendieron a niveles nunca antes registrados en California. El uso del aire acondicionado ocasionó el colapso de la red eléctrica del estado, afectando a una población que ya de por sí se enfrentaba a una situación complicada por el coronavirus, orillándoles a realizar sus actividades con la iluminación de sus teléfonos móviles.

Altas temperaturas en el Valle de la Muerte, tormentas de relámpagos desde Santa Cruz hasta el Lago Tahoe y sequías son algunos de los efectos del cambio climático a los que California se está enfrentando y que facilitan los incendios en el estado estadounidense. Tres de los incendios más grandes registrados hasta ahora, ardieron de manera simultánea muy cerca de la Bahía de San Francisco.

Lustgarten narra como presenció un incendio muy cerca de su casa; en el que pudo observar las altas columnas de humo y los aviones cisterna piloteando arriba de él. Se preguntaba cuanto tiempo pasaría para que las llamas tomaran camino hacia su casa y cómo él y su familia reaccionarían para poder escapar. También se cuestionaba sobre qué sucedería una vez terminada la temporada de incendios ¿mudarse para siempre era la opción? Durante dos años ha estudiado la influencia del cambio climático en las migraciones globales y su noción es que de todas las consecuencias posibles y devastadoras, el desplazamiento de miles de personas causado por el cambio climático es de las más impactantes e importantes.

El autor ha ayudado a crear un simulador digital que analiza cómo podría modificarse la demografía global a partir del cambio climático y ahora se encuentra trabajando en un mapeo de datos sobre la migración en Estados Unidos, así que no es ajeno a la situación de las últimas semanas.

“En los últimos años, los incendios han sido cada vez más intensos; sin embargo, este año se ha sentido diferente. La desesperanza ya es clara, la pandemia ha desarraigado a buena cantidad de estadounidenses y la reubicación parece ser el destino más cercano” dice Lustgarten.

Tal como en los temas que investiga, ahora le tocó vivir los efectos del cambio climático y supone es momento de hacerse la pregunta que siempre hace a los demás ¿es hora de mudarse? Por supuesto, él sabe que no es el único estadounidense que se enfrenta a dicha situación.

El verano ha traído, por un lado, más incendios, tormentas, olas de calor, sequías amenazantes y por otro, inundaciones en zonas urbanas y rurales, huracanes y aumento en el nivel del mar dejando afectaciones en zonas costeras. Todo ello ha ocasionado inestabilidad en la vida de personas que habitan uno de los estados más grandes de Estados Unidos, California.

La negación de estos fenómenos por parte de las y los estadounidenses no sólo viene de parte de la población, sino que parten desde las políticas que minimizan los riesgos climáticos, por los subsidios e incentivos de las inmobiliarias a desafiar la naturaleza.

El autor señala que el caso de Estados Unidos es diferente al de países en desarrollo, pues en estos las personas intentan huir de los peligros emergentes del calentamiento global; sin embargo, en el país norteamericano la población construye sin precedentes en donde el riesgo es mayor.

Lustgarten se cuestiona si esta situación continúa de la misma manera o si ha comenzado a modificarse. ¿Será que las y los estadounidenses están repensando la forma en la que se relacionan con el clima? ¿Estarán considerando reubicar sus viviendas? Para responder a estas preguntas realizó una entrevista a expertos, entre los que se encontraban economistas, demógrafos, científicos climáticos, arquitectos, planificadores urbanos y aseguradoras; también elaboró un mapa que tenía trazadas las zonas de peligro que se consideran para los próximos treinta años.

Fue un análisis que partió desde varias disciplinas y dejaron ver un acercamiento a la realidad climática y de riesgos que se vivirá en Estados Unidos para entonces. En el estudio se usaron análisis realizados por Rhodium Group, proyecciones de incendios forestales del Servicio Forestal de Estados Unidos y una evolución del trabajo publicado por The Proceedings of the National Academy of Sciences. Los resultados señalan a una nación en transformación y que el costo de resistir la nueva realidad climática está aumentando con mayor rapidez. Por ejemplo, funcionarios de Florida han revelado que pronto resultará insostenible mantener buena parte de la red carretera del estado que se ubica cerca de las costas.

También que es probable que la población aumente y se amplíe la brecha entre pobres y ricos. Los asentamientos urbanos crecerán, la infraestructura de las ciudades continuará sin ser la adecuada poniendo a prueba los servicios básicos y haciendo aún más visibles las desigualdades. Se muestra un escenario desesperanzador que ya ha comenzado. Tal es el caso de Louisiana y la zona costera de Georgia, donde las comunidades negras e indígenas han comenzado a sufrir cambios ambientales, sumado a la pobreza extrema y la falta de acceso al sistema de salud.

Expertos en migración declaran que los desplazamientos humanos responden a la riqueza; quienes tienen mayor acceso económico son quienes pueden desplazarse más, contrario a quienes se quedan que a la vez son aquellas y aquellos que sufren el riesgo de quedar atrapados sin recibir ningún apoyo.

En 2020, la mitad de las y los estadounidenses clasifican al cambio climático como una prioridad política, comparado con lo que pensaban en 2016. Una encuesta realizada por investigadores de las universidades de Yale y George Mason demostraron que incluso las opiniones de los republicanos están cambiando; ahora piensan que el cambio climático debería declararse como emergencia nacional.

Por su parte, los legisladores se enfrentan a la toma de decisiones importantes sobre qué comunidades priorizar y con ello generarán una división aún más marcada en la nación, siendo por supuesto, los más desfavorecidos relegados a un futuro de pesadilla.

La división política no demorará hasta que la crisis ambiental aumente, sino que se espera comience a ser visible en cuanto la percepción individual del riesgo comience a ser considerada con mayor interés por las y los ciudadanos, es decir, cuando la amenaza ambiental comience a afectar en términos físicos y económicos.

En unas pocas décadas no existirá estado del país en el que no haga calor. Por ejemplo, Buffalo se sentirá como Tempe, Arizona. La humedad que se presentará desde Nueva Orleans hasta en norte de Wisconsin hará que los veranos sean cada vez más insoportables, convirtiendo las olas de calor en amenazas para la salud. La escasez de agua dulce se expandirá hasta Florida, Georgia y Alabama, donde las sequías han comenzado a secar los campos algodoneros. Para 2040 se prevé no habrá agua en Missouri. A finales de siglo Misisipi, Tennessee, Arkansas y Luisiana comenzarán a verse afectados por la sobreexplotación de los acuíferos Memphis Sands y Ogallala y el escenario para los campos de cultivo que se encuentran desde Texas hasta Alabama, abarcando Oklahoma, Kansas y Nebraska tampoco es muy alentador.

El cambio climático se encontrará tan extendido que será imposible encontrar sitio no afectado. Las comunidades más afectadas serán las latinas, asiáticas y negras que viven en los distritos más vulnerables. Por otra parte, desde Maine hasta Carolina del Norte y Texas el nivel del mar no sólo ha afectado las costas, sino que también está elevando el nivel de agua en los ríos, ocasionando inundaciones en la infraestructura subterránea perjudicando a las comunidades costeras.

Los censos muestran que las y los estadounidenses se mueven hacia el calor, las costas, la sequía, sin considerar las tormentas e inundaciones crecientes. Y estos patrones se ven a lo largo y ancho de todo el país.

Las y los estadounidenses no responden de la misma manera a las amenazas climáticas como lo hacen otras personas en el resto del mundo en donde la migración se convierte en una cuestión de supervivencia, al contrario, forman parte de la cultura que piensa que todos los problemas pueden resolverse con dinero. Sin embargo, la brecha entre lo que el clima es capaz de destruir y lo que el dinero puede reemplazar cada vez es más evidente.

En el país norteamericano se ha instalado la sensación de que el dinero y la tecnología pueden vencer a la naturaleza. No obstante, cuando éstos fallan, es inevitable que el gobierno vuelva a hacerse cargo. La fuerza de mercado más influyente para evitar que la población asuma la gravedad de los problemas climáticos han sido los sistemas de seguros de la nación, puesto que cada vez es más atractivo comprar o reemplazar casas sin importar si se encuentran en zonas de alto riesgo y vulnerabilidad invisibilizando la realidad climática. Y puede que a corto plazo parezcan una buena oferta; sin embargo, las pólizas sólo abarcan 12 meses sin considerar los desastres que puedan ocurrir después de esa temporalidad. Otro factor importante son los Programas de seguros que pagan subsidios desde los agricultores hasta propietarios de tierras de cultivo que se han visto afectados por las sequías.

Las aseguradoras han intentado retirar las pólizas o aumentar las tasas para reducir sus responsabilidades relacionadas con el clima, pero el Estado les ha obligado a proporcionarlas. El acceso a los seguros está justificado por ser botes salvavidas en regiones en donde el cambio climático amenaza con interrumpir el crecimiento económico. Si bien tienen escasas preferencias sobre comunidades vulnerables, la mayoría de las leyes satisfacen a los propietarios más ricos.

Al menos 30 estados entre los que se encuentran Luisiana, Massachusetts, Carolina del Norte y Texas, han desarrollando los denominados planes FAIR que sirven como respaldo de la economía en los lugares con mayores riesgos de desastres climáticos (Ver dato crucial 23).

En octubre de 2019 Lustgarten, contactó a Jesse Keenan, especialista en planificación urbana y cambio climático ya que en 2018 hizo pública su investigación sobre dónde podría mudarse la gente, pero sin tener claro desde dónde saldrían las y los migrantes climáticos. Poco tiempo después fue contactado por inversionistas de capital privado y bancos para conocer las zonas en la que deberían invertir en mercados inmobiliarios.

El cambio climático ha modificado y acelerado procesos que antes no sucedían o en zonas que eran consideradas de bajo riesgo, según las aseguradoras; no obstante, ahora ha obligado a replantearse cómo se evalúan los riesgos.

Ante los mayores incendios a los que el ex gobernador de Californa Jerry Brown caracterizó como la “nueva anormalidad”, las aseguradoras de propiedades en California comenzaron a eliminar las pólizas de seguros para el 2020. En febrero la legislatura obligó a California a seguir el ejemplo de Florida; es decir, que los seguros se mantuvieran vigentes siempre y cuando las y los propietarios mejoraran las condiciones de sus viviendas haciéndolas más resistentes al fuego.

Keenan llama Blue Lining a la práctica consistente en trazar límites de préstamos alrededor de áreas de riesgo ambiental; se trata de una práctica crediticia discriminatoria en la que se determina el futuro de vecindarios, ciudades o regiones enteras de un país, que normalmente son las más pobres. Los bancos están llevando a cabo el Blue Lining en los mismos vecindarios que fueron afectados por el Red Lining, que es la negación sistemática de servicios ya sea por el gobierno federal, local o el sector privado. Estos vecindarios reciben pocas inversiones en prevención de inundaciones y de otros estragos del cambio climático.

Una nueva clase de deuda seguramente ya está afectando al sistema financiero: los préstamos hipotecarios con problemas climáticos. Según un estudio de Keenan y Jacob Bradt, publicado en la revista Climatic Change muestra que los pequeños bancos están extendiendo préstamos sobre viviendas amenazadas por el cambio climático, transfiriéndoselas inmediatamente a las hipotecas federales. Una vez que las hipotecas y los precios de las casas comiencen a caer en picada, comunidades enteras lo harán, pues ningún sistema se encontrará en equilibrio, lo que ocasionara un desplazamiento de personas. El aumento de los costos de seguros y la percepción del riesgo obligará a las agencias de calificación crediticia a disminuir la calificación de las ciudades, dificultando así la atracción de inversionistas.

Al colapso económico por riesgo climático hay que aumentarle la pandemia que sólo aumentará las vulnerabilidades y acelerará la transición a un escenario catastrófico, reduciendo a nada cualquier protección financiera que haya mantenido a las personas en su lugar. Los costos se han multiplicado, las aseguradoras renuncian a los espacios, no hay inversión bancaria, los subsidios agrícolas resultan derrochadores y un largo etcétera… Cuando las vulnerabilidades se acentúen y los apoyos existentes muestren su ineficacia, todo el peso caerá sobre las personas individuales. Y ahí es cuando podría comenzar la verdadera migración.

Se estima que en 2060 en Florida y otros lugares, los costos del aumento del nivel del mar y los huracanes se verán agravados por los desafíos económicos, desde el aumento de la delincuencia hasta la disminución de la productividad

Los desastres climáticos no son novedad en territorio estadounidense. El Dust Bowl, que fue uno de los peores desastres ecológicos del siglo XX comenzó después de la Ley de Homestead que fue una ley para atraer inmigrantes a trabajar tierras agrícolas. Este evento climático afectó a Texas, Oklahoma, Kansas y Missouri (ver dato crucial 28), en términos ambientales y socioeconómicos, pero también a Colorado y California, que se convirtieron en las zonas receptoras de las y los migrantes climáticos.

Lo más probable es que vuelva a ocurrir un evento similar al Dust Bowl, consecuencia de la gran producción que se lleva a cabo en las grandes llanuras, pero también considerando el aumento de temperatura y esto ocasionaría un declive económico general. Ante esa situación, el abandono de las tierras será una opción, pues la producción de maíz y soja disminuirá con cada grado de calentamiento. No se tiene una proyección precisa sobre si sucederá o no o cuándo pasará, pero los cambios en las tierras de cultivo, los incendios e inundaciones constantes, sugieren que ya estamos presenciando una repetición, aunque más lenta, pero mucho más grande del Dust Bowl que destruirá más que solo cultivos.

Ese tipo de pérdida desplaza a las personas sobre todo a las ciudades, y los investigadores esperan que esa tendencia continúe incluso después de la pandemia por Covid-19. El Banco Mundial advierte que la urbanización climática acelerada conduce al aumento del desempleo, la competencia por los servicios y la profundización de la pobreza.

Entonces, ¿qué pasará con Atlanta, un área metropolitana de 5,8 millones de personas que puede perder su suministro de agua a causa de la sequía y que, según los datos de Lustgarten también muestran que enfrentará un aumento en los incendios forestales provocados por el calor?. Atlanta ha comenzado a reforzar sus defensas contra el cambio climático, pero en algunos casos esto solo ha aumentado las desigualdades. Por ejemplo, por un lado, el proyecto de mitigación incluyó una cantera de roca y una expansión del parque para limpiar el aire y evitar la sequía y, por otro, desplazó a comunidades negras hacia los suburbios más empobrecidos.

También Filadelfia, Chicago, Washington, Boston y otras ciudades con sistemas descuidados podrían enfrentarse a la expansión en condiciones cada vez más adversas.

El futuro de la mitad meridional de Estados Unidos se vislumbra como un escenario inhóspito, peligroso y caluroso y quienes se quedarán son desproporcionadamente pobres y ancianos.

Lugares que alguna vez fueron fríos como Minnesota, Michigan y Vermont se volverán más templados, verdes y acogedores. Ciudades como Detroit, Rochester, Buffalo y Milwaukee renacerán con su gran infraestructura, abastecimiento de agua y carreteras. Incluso es posible una ruta de tren de alta velocidad atravesando Dakota, con la prometedora región vinícola de Idaho y el nuevo granero del país a lo largo de la frontera canadiense, hasta la megalópolis de Seattle, que para entonces casi se habrá fusionado con Vancouver.

Lustgarten concluye que nadie quiere dejar su casa, incluso cuando un peligro se acerca cada vez más. Sólo se decide hacerse cuando ya no queda otra opción.

Datos cruciales: 

1. Durante el mes de agosto, el estado registró la temperatura más alta jamás medida en la tierra al sur de California en el Valle de la Muerte siendo de 54°C.

2. 900 incendios consumieron seis veces más tierra que todos los incendios forestales ocurridos en California en 2019, obligando a 100 000 personas a abandonar sus hogares.

3. El huracán Laura azotó la costa de Luisiana con vientos de 150 millas por hora, cobrando la vida de al menos 25 personas y siendo la tormenta número doce del 2020.

4. Phoenix sufrió 53 días de calor de 43°C, 20 días más que el récord anterior.

5. En Estados Unidos, alrededor de 162 millones de personas serán víctimas de una disminución del aumento de la temperatura, lo que trae consigo una disminución de agua. Para 93 millones de ellas y ellos, se calcula que los cambios sean severos.

6. Para 2070 se calcula que las emisiones de carbono aumentarán a niveles extremos, en donde aproximadamente 4 millones de estadounidenses vivirán al margen con una calidad de vida mínima.

7. Para 2070 al menos 28 millones de personas en todo el país podrían enfrentarse a incendios del tamaño de Manhattan y estos podrían convertirse en eventos recurrentes anualmente.

8. Un estudio realizado en 2018 publicado en The Journal of Association of Environmental and Resource Economist revela que al menos 12 estadounidenses del sur del país se desplazarán hacia California, Mountain West o Northwest en los próximos 45 años consecuencia del cambio climático.

9. Hace unos meses durante la asamblea de partidos demócratas en Iowa en donde el año pasado decenas de miles de acres (1 acre = 0.4 hectáreas) se inundaron y ocasionaron la pérdida de cultivos, se determinó que el clima era la segunda prioridad, seguido de la atención médica.

10. Al menos 28 millones de estadounidenses en Texas, Florida y Georgia se enfrentarán a incendios graves como los actuales en California.

11. Aproximadamente 100 millones de estadounidenses, desde Louisiana hasta Wisconsin, enfrentarán cada vez más una humedad impidiendo actividades al aire libre pues éstas podrían ocasionar golpes de calor.

12. Mathew Hauer, sociólogo de la Universidad Estatal de Florida publicó su investigación sobre la migración climática estadounidense en la revista Nature y en ella expone que el número de víctimas será mucho más generalizado: aproximadamente una de cada tres personas migrará de Marin.

13. 8 de las 20 áreas metropolitanas del país, entre ellas Miami, Nueva York y Boston, se verán profundamente modificadas y afectarán a poco más de 50 millones de personas.

16. No todas las ciudades pueden gastar $100 mil millones de dólares en un malecón para frenar el avance del mar debido al aumento en el nivel de los océanos, como probablemente lo hará Nueva York.

17. En total, Hauer prevé que al menos 13 millones de estadounidenses se verán obligados a alejarse de las costas invadidas por agua. Por supuesto, no hay que olvidar a la población que estará huyendo de los incendios forestales y otros más eventos climáticos, lo que podría traducirse en decenas de millones de personas.

18. 13 millones de migrantes climáticos se clasificarán como la migración más grande en la historia de América del Norte, superando así La Gran Migración de población negra conformada por seis millones de personas, la cual transformó a Estados Unidos.

19. Para 2060 en Missouri y en todo el Medio Oeste, las personas experimentarán temperaturas por encima de los 82°, poniendo en riesgo la salud de las personas que realicen actividades al aire libre.

20. El flujo promedio del río Colorado que abastece a 40 millones de estadounidenses, al sector agrícola y ganadero de la nación ha disminuido desde los últimos 33 años; sin embargo, la población de Nevada se ha duplicado. Paralelo a ello, más de 1.5 millones de personas se han mudado a Phoenix, a pesar de su dependencia del mismo río

21. El huracán Andrew devastó Florida en 1992, y a pesar de que este evento es un ejemplo de lo amenazador que resulta el aumento del nivel del mar, más de cinco millones de personas se han mudado a las costas de Florida, provocando un aumento en la construcción de viviendas.

22. En 2060 el aumento del nivel del mar podría desplazar hasta 13 millones de residentes costeros, incluidas 290.000 personas en Carolina del Norte.


23. Un ejemplo de los planes FAIR es lo que sucedió en Florida, tras el huracán Andrew que redujo partes de las ciudades a vertederos y a las aseguradoras les costó casi $16 mil millones, muchas de ellas, negándose a renovar las pólizas de seguros temiendo que se volvieran a presentar ante la misma situación; sin embargo, la Legislatura de Florida creó una compañía estatal para asegurar las propiedades por sí misma, previniendo tanto un éxodo como un colapso económico, esencialmente pretendiendo que las vulnerabilidades climáticas no existían.

24. El incendio forestal de Coffey Park en Santa Rosa, California consumió 1.800 edificios.

25. Lo que Van Leer observó en Coffey Park una semana después del incendio cambió la forma en que modelaría y proyectaría el riesgo de incendio para siempre. Comentó que normalmente, el fuego se propaga por el suelo, quemando el 50% de las estructuras. Sin embargo, en Santa Rosa, había alcanzado más del 90%. Por lo que Leer concluyó que el fuego saltó a través del dosel del bosque, generando vientos de 70 millas por hora que ocasionaron una tormenta de brasas en las casas de Coffey Park, consiguiendo una quemazón de un acre por segundo (1 acre es igual a 0.4 hectáreas).

26. El plan FAIR de California para incendios catastróficos creció por lo menos 180% desde 2015, y en Santa Rosa, se están reconstruyendo casas en las mismas zonas vulnerables a incendios forestales que resultaron ser mortales en 2017 ya que un estudió reveló que habrá un aumento del 20% de incendios para 2035.

27. Analistas de First Street Foundation publicaron mapas que muestran al menos 70% de los edificios en Estados Unidos son vulnerables al riesgo de inundaciones contrario a lo que se pensaba.

28. Los rendimientos de cultivos de la región se desplomaron en un 60%, dejando a los agricultores en la indigencia y exponiendo la capa superior del suelo ocasionando su erosión.

29. El Dust Bowl provocó un éxodo de alrededor de 2,5 millones de personas, la mayoría hacia el oeste, donde los recién llegados (personas de Oklahoma, Texas, Arkansas y Missouri) desestabilizaron comunidades y compitieron por puestos de trabajo.

30. Ochenta años después, las ciudades afectadas por el Dust Bowl todavía tienen un crecimiento económico más lento y un ingreso per cápita más bajo que el resto del país.

31. Para 2060, partes de Texas pueden experimentar una caída en los rendimientos de cultivo de más de 92%.


32. En 2017, Solomon Hsiang, economista climático de la Universidad de California, realizó un análisis del impacto económico de los cambios por el clima en el que incluyó el aumento de la mortalidad y el aumento de los costos de la energía, y concluyó que los condados más pobres de los Estados Unidos, enfrentarán daños equivalentes a más de un tercio de su producto interno bruto, mientras que la Evaluación Nacional del Clima de 2018 advirtió que la economía estadounidense en general podría contraerse en un 10%.

33. En 1950, menos del 65% de las y los estadounidenses vivían en ciudades mientras que se espera que para el 2050, solo 10% vivirá fuera de ellas, en parte debido al cambio climático. Hauer estima que para 2100, Atlanta, Orlando, Houston y Austin podrían recibir cada uno más de un cuarto de millón de nuevos residentes como resultado del aumento del nivel del mar, lo que significa que pueden ser esas ciudades, las que soporten la peor parte de la reorganización de Estados Unidos.

34. Y ¿Qué pasará con Atlanta, un área metropolitana de 5.8 millones de personas que corren el riesgo de perder su suministro de agua y que enfrentarán un aumento en los incendios forestales provocados por el calor? Hauer estima que cientos de miles de refugiados se mudarán a la ciudad, aumentando así su población y estresando su infraestructura. Atlanta que tiene deficientes sistemas de transporte y agua, en donde 1 de cada 10 hogares gana menos de $10 000 al año y que está rodeada por círculos de pobreza.

35. Aproximadamente una décima parte de las personas que viven en el sur y el suroeste de Estados Unidos; desde Carolina del Sur hasta Alabama, Texas y el sur de California, decidirá mudarse al norte en busca de una mejor economía y un ambiente más templado.

36. En los estados del sur y suroeste, el calor causará hasta 80 muertes por cada 100 000 personas; en comparación, con las muertes producidas por el consumo de opioides, que van son 15 muertes por cada 100 000.

37. Las personas más afectadas pagarán un 20% más por la energía y sus cultivos producirán la mitad de los alimentos en el mejor de los casos. Esa carga colectiva reducirá los ingresos regionales aproximadamente 10%, afectando económicamente a las personas del sur y aumentando la riqueza de quienes habiten el norte del país.

38. Las millones de personas que emigren hacia el norte lo harán principalmente a las ciudades del noreste y noroeste, creciendo aproximadamente 10%.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Estados Unidos está siendo rebasado por los eventos climáticos que se han venido desarrollando en su territorio y con la falta de medidas de mitigación para toda su población y se estima que éstos pueden empeorar si no se aborda la situación desde ahora. Urge reflexionar la emergencia climática que el país norteamericano está atravesando, así como obligarse a cuestionar sobre los métodos y zonas de construcción, no sólo considerando el corto plazo, sino el largo también, pues de ello dependerá el aumento o disminución de riesgo y vulnerabilidad. También es importante defender la vida a costa de la lógica capitalista.