The return of Nature. Socialism and ecology

Cita: 

Foster, John Bellamy [2020], The return of Nature. Socialism and ecology, New York, Monthly Review Press.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
Una genealogía de las relaciones entre el socialismo y la ecología en Inglaterra (1882-1960)
Idea principal: 

John Bellamy Foster es editor de la revista Monthly Review y profesor de sociología en la Universidad de Oregon. Sus líneas de investigación se centran en temas de economía política, ecología y crisis ecológica. Ha publicado los libros La ecología de Marx, Materialismo y naturaleza y La gran crisis financiera.Causas y consecuencias.


Introducción

En The Return of Nature Bellamy Foster presenta un estudio genealógico de las relaciones entre socialismo y ecología, principalmente en Inglaterra, en un largo periodo que va de las muertes de Darwin y Marx, 1882 y 1883 respectivamente, a la década de 1960. Si bien al comienzo el libro fue ideado por Jonh Bellamy Foster como una secuela histórica de La ecología de Marx, en donde hace un desarrollo de las ideas ecológicas de Marx a mediados del siglo XIX, los descubrimientos que encontró el autor al escribirlo lo llevaron a organizarlo en forma genealógica, trazando las líneas de influencia.

En las primeras dos partes de las tres de las que se compone el libro, aborda a autores contemporáneos a Marx. Los primeros 4 capítulos que componen la primera parte están relacionados con Marx y son dedicados a Lankaster y Morris. Es hasta la segunda parte que John Bellamy Foster se ocupa de Engels. La línea de influencia que parte de Engels y que pasa por J.D. Bernal, J. B. S. Haldane, Joseph Needham, Lancelot Hogben y Hyman Levy se desarrolla en la tercera parte, aunque, también, en los últimos capítulos de esta sección se abordan a H.G.Wells, más vinculado a Lankester, y a Cristopher Caudwell, heredero de las líneas abiertas por Morris y Engels. Mientras en el último capítulo está dedicado a la caída y al ulterior triunfo moral del marxismo científico británico.

En The Return of Nature se estudia el largo periodo en el que la perspectiva ecológica moderna toma forma y el rol que en ello jugaron muchos socialistas y materialistas radicales. John Bellamy Foster se centra en Inglaterra por 5 razones. En primer lugar, por la historia familiar y la herencia cultural del autor. Segundo, porque es ahí donde se puede ver el desarrollo del legado intelectual de Marx y Darwin. Tercero, porque en Inglaterra fue más fuerte el vínculo entre el movimiento romántico, el marxismo y la ecología, principalmente en Morris, y reapareciendo de forma distinta en Caudwell. Cuarto, por la fuerte rama inglesa del marxismo emergentista con raíces en materialismo epicúreo, inspirada en parte en los propios estudios de Marx. Por último, el foco en Inglaterra le aporta coherencia a la narrativa histórica.

Si bien, la ecología marxista tuvo uno de sus desarrollos más tempranos y revolucionarios en la URSS durante las década de 1920 y 1930, poco después de la Segunda Conferencia de Historia de la Ciencia y la Tecnología celebrada en Londres en 1931, a la cual asistieron Nikolai Bukharin, N. I. Vavilov, Boris Hessen y B. Zavadovsky, el periodo más creativo de la ecología sovietica sucumbio víctima de las purgas de Stalin. En Inglaterra, en cambio, esta conferencia marcó el inicio de una ciencia natural marxista en la que se expresó la dialéctica entre socialismo y ecología.

Para John Bellamy Foster, la ventaja principal de los pensadores socialistas al abrazar la concepción ecológica, si se los compara con sus pares liberales, reside fundamentalmente en su crítica materialista y dialéctica, originada en Marx, que señala la alienación en el capitalismo del metabolismo social y natural. Este método de crítica ecológica, que parte de la crítica socialista de la sociedad capitalista, es al que el autor le da más importancia aquí, debido a que aporta los medios para una crítica dialéctica ecológica revolucionaria, pues el objetivo final de la obra es aportar comprensión para la acción.

Un marxismo ecológico emergencial

Aunque tuvieron un origen distinto, el socialismo y la ecología estuvieron vinculados y frecuentemente convergieron en sus críticas al capitalismo de finales del siglo XVIII y XIX. El término socialismo apareció en 1820 en Inglaterra y en Francia relacionado a las luchas de la clase trabajadora, mientras que el término ecología fue introducido en 1866 por Ernst Haeckel para referirse a la noción de Darwin de “economía de la naturaleza”, pero fue hasta el siglo XX que el término fue usado con frecuencia y no fue sino hasta mediados de siglo que el término fue asociado a un amplio movimiento social y político. Sin embargo, otros conceptos ecológicos usados en el siglo XIX fueron: "bionomics", por Lankester, y la aplicación en sentido amplio del término metabolismo a las relaciones ambientales, por Justus von Liebig, que inspiró la noción de Marx de metabolismo social.

Marx adoptó desde sus obras más tempranas una amplia perspectiva ecológica gracias a su concepción radical del materialismo y la dialéctica. Marx encontró en la “dialéctica inmanente” del pensamiento de Epicuro y en la filosofía de Feuerbach las bases para llevar a cabo una crítica integral del idealismo hegeliano. Su dialéctica materialista parte de la corporeidad humana, y la necesidad de satisfacer las necesidades sensuales humanas a través de la apropiación de la naturaleza. Un proceso en que los seres humanos son agentes, mediante su trabajo y producción, de su propio desarrollo a través de la transformación de la naturaleza.

La relación de los seres humanos con la naturaleza pasa por su trabajo (aunque también por su concepción de la belleza), que involucra la interacción sensual con esta a través del proceso de trabajo. A esto le llamó la “dialéctica de la certeza sensual” que pasa por el entrenamiento del intelecto con lo sensual. La sensibilidad humana es “tiempo encarnado, reflejo existente del mundo sensual sobre sí mismo”. Para Marx, nuestras percepciones sensoriales son posibles porque expresan una relación activa y dinámica con la naturaleza, es decir, ya que los seres humanos somos parte de la naturaleza, una relación cambiante de la naturaleza consigo misma. “Al oír, la naturaleza se oye a sí misma”. Aquí la dialéctica materialista parte de la organización corporal de los seres humanos, quienes, constituyen una parte de la naturaleza con la capacidad de conocer las condiciones y procesos de esta a través de su interacción en el proceso productivo específicamente humano, como encarnaciones conscientes de la naturaleza comprometida en la transformación del mundo.

En Marx, por lo tanto, la concepción materialista de la historia es indisoluble con la concepción materialista de la naturaleza, lo que le requirió un estudio detenido de la ciencia natural y las condiciones naturales de producción como parte fundamental de su crítica a la economía política. En la década de 1850, Marx señaló que el proceso de trabajo en sí era el metabolismo humano y de la naturaleza, y luego, a partir de 1860, desarrolla el concepto de ruptura metabólica, centrándose inicialmente en la destrucción del metabolismo del suelo asociado a la agricultura industrial, en parte inspirada en la crítica publicada en la edición de 1862 de Química Agrícola de Liebig.

La ecología de Marx va a ser complementada y extendida en nuevas direcciones por Engels. Tempranamente, Engels aportó una crítica urbano-ambiental en La condición de la clase obrera en Inglaterra en 1845. Unas décadas más tarde, en 1878, aporta las líneas conductoras de una aproximación dialéctica a la naturaleza en Anti-Düring y en su inacabada Dialéctica de la Naturaleza. Engels combatió al materialismo mecanicista y desarrolló un análisis que incorpora el cambio evolutivo, la coevolución, la emergencia y la unidad de los opuestos, empujando el análisis en cada uno de estos puntos en la dirección de un análisis ecológico, empleando categorías dialécticas. Su crítica a la concepción de la naturaleza como algo a conquistar es, hasta la fecha, una de las más duras acusaciones contra la lógica ambiental destructiva del capitalismo. Engels representa una primera aproximación a la visión de las propiedades emergentes de niveles sucesivos de organización de la materia en movimiento. La concepción dialéctica de la naturaleza de Engels, en sintonía con Marx y siguiendo la línea del antiguo materialismo epicúreo, consideraba que la naturaleza, el mundo, era compleja, contingente, cambiante, contradictoria y coevolutiva. Tanto para Epicuro como para Marx y Engels, la organización cada vez más compleja de las formas de vida superiores habilita el surgimiento de nuevos modos de vida, nuevas funciones o comportamientos. Esta concepción dialéctica de la naturaleza es la antítesis del mecanicismo, el idealismo y el dualismo.

Para Engels, debido a que el mundo natural es dinámico, nuestras ideas sobre él nunca están completas, ni son definitivas. Esta perspectiva, cuando se une con un materialismo de base conduce a una cosmovisión interconectada y ecológica. Para él, la libertad no consiste en la emancipación humana sobre las leyes naturales, sino en el conocimiento de estas y en aprovecharlas para determinados fines, siempre que estos permanezcan dentro de los márgenes de estas leyes. Si bien, los análisis dialécticos de la sociedad y la naturaleza de Engels son poco conocidos hoy, más desconocidos son aún los trabajos de una serie de pensadores pioneros que construyeron su pensamiento sobre la base del materialismo de Darwin, Marx y Engels, y que contribuyeron al desarrollo de una cosmovisión ecológica.

Marxismo occidental y la dialéctica de la naturaleza

En los debates filosóficos alrededor del marxismo, la cuestión de la dialéctica de la naturaleza ha sido una de las más polémicas. Ha sido la causa de la separación del “marxismo occidental” de aquel de la Segunda y Tercera Internacional, y, además, ha abierto una brecha entre Marx y Engels. Como consecuencia el marxismo occidental abandonó cualquier conexión con las ciencias naturales, aunque algunos científicos naturales continuaron apoyándose en la ontología marxista hasta el día de hoy.

El origen de la escisión del “marxismo occidental”, como una tradición filosófica distinta, es usualmente atribuido a una nota al pie del primer capítulo de Historia y consciencia de clase en dónde en Georgy Lukács sugiere que el método dialéctico (como conocimiento) necesariamente implica la reflexividad, la identidad sujeto-objeto de la historia, donde el sujeto reconoce en el objeto de su actividad los resultados de la autocreación histórica humana. La dialéctica así entendida es un medio teórico de descubrimiento basado en la praxis humana y que permite develar la totalidad de las mediaciones sociales. Sin embargo, este conocimiento reflexivo basado en la praxis humana no es aplicable a la naturaleza externa, a la cosa en sí; por lo que no puede haber dialéctica de la naturaleza, como método, equivalente a la dialéctica de la historia y la sociedad.

Sobre esta base se escinde el marxismo filosófico. El marxismo occidental, incluida la Escuela de Frankfurt y toda la tradición de la teoría crítica siguieron lo que consideraron la posición de Lukács en cancelar la aplicabilidad de la dialéctica como método a la naturaleza. El rechazo del marxismo occidental se basaba en el dualismo neo kantiano entre lo que puede experimentarse y lo noúmeno, la cosa en sí misma. Esto converge luego con la noción de que las ciencias sociales eran reflexivas, identidad sujeto-objeto, y las ciencias naturales se basan en un positivismo ingenuo. Para esta tradición, Engels fue demasiado lejos al adoptar de Hegel el concepto de “dialéctica objetiva”.

Gramsci en sus Cuadernos de la Cárcel fue uno de los primeros intelectuales en advertir la desviación neo-kantiana del marxismo occidental, que al separar la naturaleza de la humanidad caía en una forma de idealismo. Sin embargo, en obras posteriores fue el mismo Lukács quien, si bien, consideró que la “dialéctica objetiva de la naturaleza” carece de relación recíproca entre teoría y práctica, sí podía establecerse una jerarquía entre “formas dialécticas”, que incluyen la dialéctica de la historia y la del mundo natural y reconoció que la “dialéctica objetiva” es independiente de los seres humanos, y existe con anterioridad a la aparición de estos.

Para Lukács, el conocimiento de la dialéctica objetiva, de la naturaleza, al carecer de la reflexividad sujeto-objeto, ocurre de dos formas. La primera, basándose en la teoría de Marx del metabolismo social, Lukacs sostiene que podemos comprender la ontología de la naturaleza sólo en tanto la comprendemos histórica y genéticamente, es decir, trascendiendo las visiones mecanicistas que han predominado en las ciencias naturales. La segunda, basándose en los argumentos de Engels sobre las bases de la experimentación, Lukács sostuvo que la experimentación científica, que implica la interacción con la naturaleza en condiciones controladas, puede aportar información sobre la dialéctica objetiva de la naturaleza y sus leyes dinámicas, aunque el conocimiento obtenido así, al estar mediado ideológicamente, tiene que se evaluado críticamente.

En obras posteriores, al intentar comprender la jerarquía de las formas dialécticas, Lukács abordó lo que llamó la dialéctica de la identidad y lo no identidad, reemplazando la noción de la unión de los contrarios. Las formas materiales cambiantes introdujeron nuevos entes emergentes en formas que expresaban unidad con la naturaleza y la imposibilidad de reemplazar completamente los procesos naturales. Lukács exploró las “determinaciones de la reflexión” en la doctrina de la esencia de Hegel como la clave de una ontología dialéctico-realista de interacción recíproca y cambio, preocupándose por la relación entre la dialéctica objetiva y la dialéctica social. Así, para el Lukács tardío, el metabolismo entre la naturaleza y la humanidad estaba determinado por la dialéctica de la naturaleza, y, simultáneamente, fue este metabolismo la fuente de comprensión humana de esa dialéctica objetiva.

Según John Bellamy Foster, los principales pensadores que son abordados en esta obra, de una forma u otra, preocupados por la relación social con la naturaleza, llegaron a conclusiones similares con respecto a la dialéctica en la historia, concibiéndola como el reino de la libertad como necesidad, en el sentido de Engels. Estos autores buscaron unir la concepción materialista de la naturaleza con la concepción materialista de la historia examinando las complejas y dinámicas interconexiones materiales entre la naturaleza y la historia. Como base de una dialéctica crítica negativa, adoptaron el principio materialista de mors inmortalis y percibieron el carácter alienado del capitalismo y sus efectos destructivos sobre el metabolismo de la naturaleza. Los pensadores examinados por John Bellamy Foster aquí, abrazaron el punto de vista emergentista y evolutivo con raíces en Epicuro.

El movimiento hacia la ecología

Estos intelectuales socialistas desarrollaron una crítica materialista basada en la ecología y la dialéctica ecológica en el arte y la ciencia. Una crítica ecológica sistemática, y a veces contradictoria, de la sociedad que no podemos seguir ignorando en esta época de crisis social y ecológica. El análisis de John Bellamy Foster intenta mostrar que la ecología, lejos de emerger del pensamiento liberal, está fuertemente vinculada en su origen con la rebelión contra la sociedad capitalista y las luchas por la igualdad entre los hombres. Un paso fundamental en la tarea de construir un sistema orgánico de reproducción social metabólica basado en la igualdad y la sostenibilidad ecológica es redescubrir las raíces ecológicas de la sociedad. Los pensadores abordados en The Return of Nature prepararon el camino a lo que más tarde se conocerá como ecosocialismo basándose en concepciones socialistas para desarrollar la crítica ecológica y en la crítica ecológica para desarrollar el socialismo.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El libro de John Bellamy Foster es importante para comprender el origen de la crítica ecológica al sistema capitalista producto del quiebre y la alienación que este metabolismo social a producido en la relación hombre-naturaleza. En los momentos actuales, en que la crisis civilizatoria nos obliga a pensar en la necesidad de desarrollar un nuevo metabolismo socio-ecológico, la recuperación de la crítica realizada por estos pioneros es fundamental para afrontar los retos del presente.