The great climate migration

Cita: 

Lustgarten, Abraham [2020], "The great climate migration" ,The New York Times, New York, 23 de julio, https://www.nytimes.com/interactive/2020/07/23/magazine/climate-migratio...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Jueves, Julio 23, 2020
Tema: 
Si bien la migración es un desplazamiento histórico, el cambio climático puede convertirla en la única medida de sobrevivencia para miles de personas
Idea principal: 

Abraham Lustgarten es un reportero ambiental que trabaja bajo el enfoque de negocios, clima y energía.


Antes de que el mundo cerrara por completo sus fronteras en 2019, Jorge sabía que tenía que salir de Guatemala. Durante casi 5 años no llovió y cuando lo hizo, Jorge sembró sus últimas semillas. Poco tiempo después el maíz brotó y con ello la esperanza, pero un día el río se desbordó y a pesar de los esfuerzos por rescatar la mayor cantidad de mazorcas, fue imposible. Como último recurso invirtió en semilla de quingombó, pero tras el diluvio llegó la sequía y de nuevo todo murió. Jorge tuvo que salir de Guatemala; de lo contrario, su familia también podía morir.

A pesar de que la comunidad de Jorge, Alta Verapaz, un poblado en las altas montañas en donde predominaban los plantíos de café, se había resistido a migrar, la incertidumbre, sequía, las inundaciones, bancarrotas y el hambre han obligado a que familias enteras decidan irse.

En la comunidad culpan a los cambios meteorológicos del sufrimiento que se vive. Las sequías y las tormentas repentinas debidas al fenómeno meteorológico conocido como El Niño, cada vez son más frecuentes y se estima que en poco tiempo las zonas semiáridas de Guatemala no serán más que desiertos.

Las y los científicos han aprendido a ser más precisos en cuanto a los cambios físicos en el planeta; sin embargo, se había dedicado poca atención a las consecuencias sobre la vida humana.

Se tienen registros sobre el rango de temperaturas dentro del que la humanidad ha vivido, que sorprendentemente no es tan amplio y que, como es de obviar, son aquellas zonas en donde el clima es capaz de sustentar la producción estable de alimentos. No obstante, a medida que el planeta se calienta, ese rango de temperaturas adecuadas se desplaza cada vez más hacia el norte.

Un estudio publicado en Science Advances en 2017, menciona que en algunas regiones de India y China para el año 2100 las temperaturas podrían aumentar al punto de que simplemente por salir a la calle durante unas horas las personas podrían morir.

Las personas ya han empezado a huir y se estima que, si el impacto que las investigaciones actuales sugieren son reales, una redistribución de la población mundial será inevitable.

La migración puede traer beneficios, no sólo a las y los migrantes, sino también a los países destino. Por ejemplo, los países del Norte global que enfrentan declives demográficos pueden resultar beneficiados con la llegada de personas que retoman trabajos que comenzaban a ejercerse por población envejecida. No obstante, en las circunstancias actuales la posible recepción de las personas migrantes es motivo de fuertes tensiones políticas. En Europa y de Estados Unidos se han adoptado políticas antiinmigrantes, impulsadas por gobiernos nacionalistas; contrario a los gobiernos que se están preparando activamente para los cambios que se avecinan, estas políticas resultan en medidas poco eficientes.

La Organización de las Naciones Unidas y otros organismos advierten que las naciones más afectadas por el cambio climático podrían derrumbarse cuando comunidades enteras se conviertan en zonas de guerra.

Abraham Lustgarten, siguió la ruta migratoria de personas como Jorge, que huyen del cambio climático. Siguió el paso de las personas desde las zonas rurales de Guatemala a las ciudades más grandes de la región y luego desde México hasta Texas. Fue testigo de la hambruna y de cómo la pobreza y la competencia son capaces de romper las fronteras culturales y morales.

Para comprender mejor la migración climática, The New York Times, ProPublica y Pulitzer Center se unieron para crear un modelo que proyecta cómo las personas cruzarán las fronteras.

Se enfocaron principalmente en los cambios que sufrirá Centroamérica y se usaron datos climáticos y de desarrollo económico. El modelo proyecta una variedad de escenarios, entre ellos que la migración aumentará cada año independientemente del clima, pero la cantidad de personas migrantes aumenta a medida que cambia el clima (ver dato crucial 6).

Las razones de la migración son por supuesto variadas y el modelo ayudará principalmente a conocer quiénes migran por el cambio climático. Es importante que los gobiernos tomen medidas para reducir las emisiones climáticas; de lo contrario, las migraciones irán en ascenso. El modelo expone que el futuro depende en gran medida de las respuestas políticas tanto al cambio climático como a la migración.

El proyecto arrojó dos posibles escenarios. En el primero expone que a medida que las temperaturas aumenten, la sequía y la inseguridad alimentaria harán que la población rural de México y América Central abandonen el campo. Millones de personas buscarán ayuda en las grandes ciudades, impulsando una urbanización acelerada. Luego, se moverán hacia Estados Unidos.


Por otro lado, el segundo escenario muestra que Estados Unidos endurecerá sus políticas migratorias. La gente retrocede y el crecimiento económico y la urbanización en Centroamérica se desaceleran. En este caso, la población centroamericana aumenta y el abandono a zonas rurales es cada vez más evidente, la pobreza y el hambre se agudizan, el clima es cada vez más cálido y el agua más escasa. Esta versión deja a decenas de millones de personas más desesperadas y con menos opciones. La miseria predomina y grandes porcentajes de población quedan atrapadas.


El modelo no pretende enumerar predicciones numéricas, sino más bien visibilizar posibles futuros. Y en este caso, lo que el proyecto ofrece es una mirada detallada al asombroso sufrimiento humano que el cierre de fronteras puede ocasionar.

La pandemia ocasionada por el coronavirus ha puesto a prueba a la humanidad sobre su capacidad para evitar una catástrofe predecible y pronosticada. Algunos países la han sabido controlar, pero Estados Unidos, por ejemplo, ha fallado. La crisis climática volverá a poner a prueba al mundo y la única forma de mitigar los aspectos más desestabilizadores de una migración masiva es prepararse para ella. El primer paso es imaginar hacia dónde es más probable que de desplacen las personas y cuándo se agudizarán los movimientos.

I. Un tipo diferente de modelo climático

En noviembre de 2007, Alan B. Krueger, economista conocido por su trabajo sobre la desigualdad, conversó con Michael Oppenheimer, un destacado geocientífico climático, y le preguntó si existía un estudio estadístico que mostrará cómo y hacia dónde el cambio climático obligaría a las personas a moverse.

A principios de ese año, Oppenheimer colaboró en el informe del Panel Intergubernamental sobre cambio climático de la ONU en donde se exploró a profundidad cómo la alteración del clima podía ocasionar un éxodo de grandes proporciones. A pesar de lo innovador que fue el informe, demógrafos, agrónomos y economistas trabajaban de manera aislada unos de otros, sin comprender que la cuestión migratoria tendría que incluirles a todos.

Oppenheimer y Krueger trabajaron preguntándose si las herramientas usadas por las y los economistas daban acercamientos a los posibles efectos del medio ambiente en la decisión de migrar. Examinaron datos del censo, el rendimiento de los cultivos y los patrones climáticos históricos en México para tratar de comprender las respuestas de las y los agricultores ante la sequía; fue así como consiguieron crear una medida matemática que abordaba la sensibilidad de las y los agricultores ante el cambio climático. De esta manera, los autores plantearon que se podría modelar la migración futura.

El estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences en 2017, reveló que la migración de México hacia Estados Unidos aumentó durante los periodos se sequía y estimó que para 2080 el cambio climático puede obligar a migrar a 6.7 millones de personas desde México hacia el sur de Estados Unidos.

No obstante, se encontró que el modelo estaba hiperlocalizado y dejaba muchos entramados sin abordar. Por ejemplo, no se sabía si las diferencias culturales afectarían de una u otra forma a las decisiones de migrar o qué pasaría con regiones con un índice de población mayor. Además, los críticos del modelo señalaron que éste fue construido a partir de suposiciones infundadas. Sin embargo, para Oppenheimer y Krueger valía la pena correr el riesgo e incluso pensaban que este tipo de modelos eran necesarios.

Después de este estudio, se publicaron docenas más en donde se aplican modelos econométricos a problemas relacionados con el clima con el objetivo de comprender la relación entre cambio climático y migración. Las investigaciones han encontrado que el cambio climático no suele ser la principal causa de las migraciones, pero sí una causa que exacerba.

A medida que las y los investigadores han profundizado en el tema, se han encontrado con que los cambios en el clima han impactado las migraciones de alguna u otra forma en casi todas partes. Por ejemplo, la sequía orilló a la población siria a las ciudades antes que éstas se vieran afectadas por la guerra; la pérdida de cosechas ocasionó desempleo en Egipto y Libia; el Brexit fue posiblemente una reacción ante las migraciones hacia Europa provocadas por las guerras. A partir de estos mecanismos, las y los investigadores prevén que los desplazamientos humanos continuarán aumentando.

El crecimiento poblacional y el pronunciado deterioro ambiental en Sahel al norte de África conducen a un escenario catastrófico. Las sequías provocadas por el cambio climático han cobrado la vida de una cantidad considerable de personas. La región está amenazada por una rápida desertificación, escasez de agua y la deforestación.

Parece que se continúa con el mismo patrón en el sur de Asia, región en la que habita casi la cuarta parte de la población mundial. El Banco Mundial ha declarado que esta región pronto se convertirá en la de mayor inseguridad alimentaria en el mundo, lo que ocasionará la migración constante de personas. Las olas de calor y la humedad serán extremas y sin la infraestructura adecuada, las personas morirán (Ver dato crucial 10).

Las sequías y las malas cosechas están obligando a un gran número de personas a huir de sus territorios. Nuevas proyecciones han evidenciado que las y los científicos han subestimado el desplazamiento de las personas por el aumento en el nivel del mar. Este aumento pone en riesgo a gran parte de Vietnam, China, Tailandia, el sur de Irak, casi todo el Delta del Nilo, así como a regiones costeras de Estados Unidos.

A partir de los resultados del estudio, las y los geógrafos climáticos de las universidades de Columbia y Nueva York se unieron junto con el Banco Mundial para construir una herramienta de próxima generación que fuera capaz de construir escenarios migratorios posibles. Dicha herramienta es similar al trabajo de Oppenheimer e incluyó un "modelo de gravedad" que permitía evaluar qué tan atractivos eran ciertos destinos para las y los migrantes.

En la investigación para el Banco Mundial se identificó que las regiones donde la emigración será más problemática son África Subsahariana, el sur de Asia y América Latina. No obstante, el estudio no especificó qué cambios climáticos que ocasionarían esta migración (Ver dato crucial 11).

Por otro lado, en 2019 The Times Magazine, ProPublica y Pulitzer Center contrataron a Bryan Jones, geógrafo de Baruch College, para que apoyara a robustecer su modelo con capas de datos ambientales.

Primeramente, se recopilaron datos sobre estabilidad política, productividad agrícola, alimentación, disponibilidad de agua, conexiones sociales, clima, entre otros, que pudieran dar un acercamiento mayor para conocer las razones que llevan a las personas a decidir si migrar o no. Posteriormente, se comenzaron a plantear preguntas en las que se cuestionaba la toma de decisión sobre desplazarse y hacia dónde.

El modelo parte del análisis de una tendencia promedio basada en patrones establecidos y luego se aplica a diferentes escenarios para así poder dar un acercamiento más real. Después, los autores probaron las proyecciones del modelo haciendo una relación con la causa y el efecto para comprobar si los desplazamientos históricos observados coincidían con las proyecciones: a medida que las concentraciones de carbono aumentaban, las personas de movían. A éste se le agregaron cinco escenarios diferentes en donde se realizaron combinaciones de crecimiento, comercio y control de fronteras.

En el modelo se asume que las correlaciones complejas, por ejemplo entre sequía y estabilidad política, se mantendrán constantes. No obstante, en la realidad sabemos que cambiarán, aunque se desconoce cómo. Tampoco es posible registrar en el modelo que muchas personas no tendrán los recursos económicos o se encontraran en una condición muy vulnerables para lograr desplazarse.

A pesar de los esfuerzos, los resultados se basan en una serie de suposiciones que aun no son corroboradas científicamente. Por lo tanto, el modelo está lejos de ser definitivo. Sin embargo, el panorama general apunta a un futuro en el que el cambio climático agrava las condiciones sociales, políticas y económicas.

II. Cómo el clima mueve a las personas

En 2014 Delmira de Jesús Cortez Barrera se vio obligada a mudarse a las afueras de San Salvador después de que su vida en San Marcos, una zona rural salvadoreña, colapsara. Su historia es como la de cientos de mujeres y hombres más en Centroamérica. San Salvador se ha hecho una de las ciudades más peligrosas del mundo consecuencia del control que las pandillas han tomado desde las calles hasta las oficinas de los políticos. En este contexto, la única salida para las personas es huir hacia Estados Unidos (Ver dato crucial 12).

Cortez y su familia eran jornaleros que cultivaban plantaciones de maíz y frijol en El Paste, un pequeño poblado cercano a la frontera con Guatemala, pero en 2012, una plaga de café agravada por el cambio climático acabó prácticamente con la cosecha. Posteriormente, la sequía y las tormentas impredecibles causaron un deterioro progresivo del campo salvadoreño. Fue entonces cuando la población se vio obligada a irse.

Delmira se casó y encontró trabajo en una fábrica de ladrillos en Ahuachapán, pero las pandillas vieron una oportunidad
entre las y los agricultores vulnerables y se extendieron por el campo y las ciudades periféricas extorsionando a la población. Después de dos años en la región, un pandillero llamó a la puerta de Cortez, se llevó a su esposo y lo ejecutó a una cuadra de distancia. El escenario no podía ser más terrible, entonces decidió enviar a sus hijas a El Paste y se fue a San Salvador.

A pesar de que los movimientos humanos son difíciles de predecir, hay una tendencia común: a medida que la escasez de alimentos comienza a hacerse presente, las personas abandonan el campo y hay un notable incremento poblacional en las ciudades. Por su parte, los alimentos comienzan a ser importados, lo que aumenta su costo. Las personas se concentran en zonas marginales que son más propensas a inundaciones u otros desastres; estos barrios son los que alimentan el extremismo y el caos (Ver dato crucial 13).

Según los pronósticos científicos, El Salvador se volverá más seco y cálido. No obstante, la ciudad capital de ese país centroamericano continuará creciendo. Por ello, es importante que las políticas climáticas y de desarrollo se implementen para hacer frente al calentamiento del planeta y a las migraciones que resultan de ello.

Un posible escenario es que países como Estados Unidos cambien sus políticas climáticas; por ejemplo, que inviertan en la mitigación climática dentro de sus territorios, pero que también endurezcan sus fronteras y políticas migratorias. Un segundo escenario es que, muchas personas permanezcan en el campo por falta de oportunidades, quedando atrapadas, mientras que quienes se trasladan a las ciudades lo harán porque éstas brindan la noción de refugio y el espejismo de riqueza. “Las ciudades ofrecen opciones y la sensación de que puedes controlar tu destino” dice Lustgarten.

Sin embargo, también son estas mismas ciudades que pueden convertirse en trampas, ya que los desafíos que acompañan a la rápida urbanización se acumulan rápidamente. Por ejemplo, en ciudades como San Marcos en El Salvador la gente vive en muchos casos sin electricidad ni agua potable; incluso antes de la pandemia por COVID-19 ya era difícil encontrar buenos trabajos, la pobreza se agravaba y la delincuencia aumentaba. La violencia doméstica también ha aumentado considerablemente y hay más probabilidad de enfermedades. El número de miembros de las pandillas es incluso mayor que el de los policías; las pandillas han ocasionado que la tasa de homicidios en San Salvador sea una de las más altas del mundo.

La falta de seguridad, de vivienda asequible, de cuidado infantil y de sustento influyen en la complejización de los sistemas urbanos bajo presiones migratorias y a su vez se relacionan con la decisión de migrar. Ante tal situación las personas encuentran migrar hacia Estados Unidos como la única solución, no importa el costo ni los muros fronterizos. Personas como Cortez que se han visto obligadas por las condiciones y se irán a la primera oportunidad que tengan.

Migrar no es una decisión fácil. Según investigadores, se da una migración escalonada, es decir, se abona una aldea para ir a una ciudad y, sólo cuando las condiciones de ésta fallan es cuando deciden cruzar fronteras, enfrentándose a viajes cada vez más riesgosos y colocándose en una posición de vulnerabilidad ante políticas ajenas a la suya y confusión social.

A pocas millas del río Suchiate, en la frontera México-Guatemala, se encuentra Siglo XXI, uno de los centros de detención de inmigrantes más grandes de México. A principios de 2019, la instalación se encontraba prácticamente vacía ya que el país mantuvo su frontera sur abierta, pero en marzo ante la presión por parte de Estados Unidos para evitar que las y los centroamericanos llegaran a sus fronteras, México comenzó a hacer detenciones migratorias por todo el territorio.

El 25 de abril de 2019, migrantes encarcelados lograron abrir las puertas principales del centro de detención y escapar. Personas de origen guatemalteco, cubano, salvadoreño, haitiano, entre otros, llegaron a Tapachula por la noche. El cambio social y político en términos de migración en México era muy evidente: meses atrás el gobierno mexicano se mostraba comprensivo e incluso brindaba atención a las y los migrantes que iban de paso por el país; ahora, la guardia nacional arremetía contra las familias migrantes como si fueran soldados enemigos.

A pesar de que México no se ha caracterizado por acoger migrantes centroamericanos, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador intentó hacer un modelo de fronteras cada vez más abiertas, declarando su apoyo y prometiendo permisos de trabajo y empleos temporales.

El gobierno mexicano asumió que la población tenía la paciencia y la capacidad económica y social para recibir la afluencia de un gran número de personas. No obstante, nadie considero las medidas que Trump adoptaría para presionar acciones anti-inmigrantes por parte de México.

La llegada de miles de migrantes ha provocado tensión y prejuicios en la población mexicana. Luis Martínez López, el director de seguridad pública de la ciudad fronteriza Ciudad Hidalgo, declaró que los robos mano armada aumentaron de manera importante al igual que lo asesinatos. Independientemente de si el supuesto aumento en la criminalidad puede atribuirse a la migración, estos discursos provocaron una creciente impaciencia por parte de la población mexicana, así como de las autoridades.

Los modelos estadísticos no pueden hacer proyecciones sobre el malestar social y su relación con el clima. Lo que sí pueden concluir es que si durante las próximas dos décadas no se hace algo por disminuir las emisiones climáticas, la población al sur de México continuará en constante crecimiento.

Aunado a ello, se estima que con el cambio climático en México se reducirá disponibilidad de agua y el rendimiento de los cultivos disminuirá un gran porcentaje, orillando a la población -sobre todo a las personas provenientes del sur del país- a desplazarse.

A finales de 2019 las políticas mal planificadas del gobierno mexicano comenzaban a desatar resentimiento y odio hacia las y los migrantes. Muchas y muchos mexicanos han comenzado a calificar a la población migrante como parásitos económicos. Incluso han surgido nuevos movimientos contra inmigrantes, como los que han aumentado en Estados Unidos y Europa.

Se han comenzado a retomar discursos en los que colocan a las y los migrantes como portadores de enfermedades; incluso se dice que el Suchiate pronto se verá abrumado por el ébola y que, para evitarlo, las fronteras deberían cerrarse. Incluso se ha sembrado un sentimiento nacionalista en el que muchas personas declaran que, de ser necesario, saldrán a las calles a defender lo que les pertenece y a sus familias.

¿Qué es lo que orilló a México a cambiar tan abruptamente el trato hacia la población migrante?

Donald Trump, amenazó con un arancel de una 25 por ciento sobre el comercio si México no controlaba los flujos de personas en su frontera sur. Ante esta situación, el gobierno de López Obrador decidió de inmediato enviar fuerza militar a la frontera sur para contener a los migrantes centroamericanos.

Francisco Garduño Yáñez, comisionado del Instituto Nacional de Migración, después de 36 horas en el puesto y tras otro conflicto en uno de los centros de detención más pequeños de Tapachula en donde una refugiada haitiana pedía ayuda para ella y su hijo, declaró que la migración centroamericana hacia Estados Unidos no es culpa del gobierno de México sino de la economía neoliberal, que había producido una “fábrica de pobreza” sin políticas de desarrollo regional y que el mismo sistema capitalista era el que había abandonado a los seres humanos. “No habíamos anticipado que la globalización de la economía, la globalización de la ley tendría un efecto tan devastador” dijo el comisionado.

Además, agregó que México estaba siguiendo una política de contención y rechazó la noción de que el país estaba obligado a recibir a las y los migrantes.

En cualquier caso, ninguna política es capaz de detener a las fuerzas, el clima incluido, que son los factores que están orillando a las personas a desplazarse del sur hacia el norte y de manera legal o ilegal (Ver dato crucial 17).

En verano de 2019, el autor del artículo se trasladó a Huixtla, ciudad al oeste de Tapachula que era una referencia importante para las y los migrantes ya que se encontraba en la línea ferroviaria de carga que es utilizada para cruzar el país. Lustgarten se unió a los patrullajes de la policía local y aprovechó a hablar con José Gonzalo Rodríguez Méndez, quien era el comandante de operaciones y le preguntó si creía que México era capaz de recibir a la cantidad de migrantes que estaban por llegar. El comandante respondió que el país lo haría a pesar de que el gobierno federal no tenía dinero, no había personal para atender los servicios, la falta de vivienda o refugio; no obstante, había buena voluntad. Rodríguez declaró que durante la primera caravana de migrantes, junto con su esposa donó maíz, frijoles, tortilla y ropa a la iglesia y grupos cívicos que instalaron carpas y baños en el centro de Huixtla. No obstante, a medida que las caravanas de centroamericanos continuaban, la buena voluntad de la población comenzó a desintegrarse.

En el centro de la ciudad, en medio del mercado bajo un toldo de metal en la plataforma de una estación de tren en ruinas, cinco hombres se encontraban refugiados del calor abrasador. El comandante Rodríguez les cuestionó, mientras que, las respuestas de los hombres fueron que habían sido victimas de todas las desgracias que ofrece Centroamérica: atracos, extorsión de pandillas y desastre ambiental. “No podemos soportar el hambre” dijo Jorge Reyes, agricultor hondureño. “Si vamos a morir de todos modos, podríamos morir tratando de llegar a Estados Unidos”. Reyes había tomado su decisión, igual que millones de personas más.

En 2019, en El Paso, Texas, cruzaban cientos de migrantes por día con la esperanza de quedarse en Estados Unidos, a pesar de la política federal antiinmigrante. Este flujo superó la capacidad de la ciudad y al arribo de las y los migrantes los funcionarios decidieron dejarlo en manos de las organizaciones de beneficencia privada y de la iglesia para que resolvieran los servicios de emergencia, vivienda, alimentación, asesoramiento, etc.

El Paso se encuentra justo en medio del desierto de Chihuahua y, para muchos migrantes este lugar es el edén a pesar de las condiciones climáticas extremas que lo caracterizan (Ver dato crucial 18). Según investigadores de la Universidad de California, a mediados del siglo XXI en El Paso se alcanzarán temperaturas tan altas que será igual de inhabitable que los lugares de Centroamérica referidos con anterioridad.

En 2014, el gobierno de El Paso abrió una nueva oficina que incorpora las preocupaciones climáticas junto con la planificación urbana. Nicole Ferrini, es la directora de resiliencia declaró su preocupación sobre que El Paso sea incapaz de adaptarse si se continúan con los discursos y formas de producción que hasta hoy se han tenido. Ferrini comparte lo que funcionarios de la ONU y científicos han advertido: sin un plan de vivienda, alimentación y empleo para un numero creciente de refugiados climáticos, las ciudades destino no podrán construir su propio futuro económico.

La pandemia por COVID-19 obligó a que El Paso cerrará su frontera; sin embargo, cuando esta crisis desaparezca, la región se enfrentará a la decisión de determinar si se convertirán en una sociedad de muros o, al contrario, si tomarán medidas que ayuden a la resiliencia.

En todo el mundo, las naciones están eligiendo los muros. Esto sucedía incluso antes de la pandemia. Estados Unidos, por ejemplo, ha optado por la construcción de muros, tanto materiales como inmateriales. Peter Hinde, reverendo que ayuda a administrar la orden Carmelita en Juárez, ex capitán de las Fuerzas Aéreas del Ejército y ex piloto de combate, declaró que Estados Unidos está convirtiendo sus propios miedos en realidad cuando se trata de inmigración y que, a su vez, esos miedos crean otros muros.

Estados Unidos se negó a firmar el Tratado de migración global en 2018, en el que por primera vez se reconoce al cambio climático como causante de los futuros desplazamientos humanos. Paralelo a ello, el país norteamericano ha decidido cortar la ayuda exterior hacia zonas vulnerables y que ayuda a las familias que se enfrentan ante situaciones adversas; paradójicamente, ese apoyo servía como un factor que influía en la decisión de las familias de no migrar. Incluso, el apoyo ha sido denegado para las y los migrantes documentados que llegan a El Paso, pues han sido devueltos a Juárez en espera de sus audiencias para conocer su futura situación.

Migrar se ha convertido en la única medida de resiliencia ante el clima cambiante desde los primeros Homo sapiens hasta los mayas y, como apunta Lorenzo Guadagno de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU, “la movilidad es resiliencia”.

A través de varios casos, como el de Estados Unidos y el resto del mundo globalizado, se ha demostrado que se cierran fronteras, pero también niegan las ayudas a los países origen. Como se demostró en el modelo, cerrar fronteras mientras que se limita el desarrollo, ocasiona un aumento poblacional a pesar incluso del aumento de las temperaturas, atrapando a personas en lugares inhabitables. Bajo este escenario, la construcción de muros fronterizos podría ser un arma letal (Ver dato crucial 19). Entonces, la pregunta es ¿qué tan preparados están los legisladores y planificadores al respecto?

Por lo menos en el caso estadounidense, se estima que más inmigrantes podrían desempeñar un papel productivo ante el envejecimiento de la población. Para ello, la nación tendría que invertir en medidas de mitigación y resiliencia, no sólo dentro de su territorio, sino también mediante la ayuda a países vulnerables. El cambio climático no se puede revertir, pero sí se puede ganar tiempo frente a él, como muestran algunos esfuerzos del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas para ayudar a las y los agricultores a construir infraestructura que les permita evitar la pérdida de sus cultivos.

A pesar de la creciente información científica sobre cambio climático y la migración que trae consigo, Estados Unidos ha hecho muy poco y aún se resiste a creerlo. En marzo se publicó un importante estudio sobre migración climática en Proceedings of the National Academy of Sciences. Marten Scheffer, uno de los autores del estudio, declaró que a pesar de la resistencia que existe para aceptar el desplazamiento humano, debe reconocerse como algo inevitable y a lo que se deberá hacer frente.

El modelo y el consenso académico concluyen que, si las sociedades aumentan su resiliencia al cambio climático y a la migración, es posible que la producción de alimentos se refuerce, la pobreza disminuya y la migración se ralentice, permitiendo una mayor estabilidad mundial. No obstante, si no se toman medidas contra el cambio climático y se agudiza la criminalización de las y los migrantes, la seguridad alimentaria se agravará y con ello, la pobreza. Así que, en gran medida, la diferencia la harán los gobiernos y las medidas que tomen en el corto y mediano plazo.

El peor peligro, según Hinde es “creer que algo tan frágil y efímero como un muro puede ser un escudo eficaz contra la marea de la historia. Si no desarrollamos una actitud diferente, seremos como personas en el bote salvavidas, golpeando a los que están tratando de subir".

Datos cruciales: 

1. Se espera que las lluvias disminuyan 60% en algunas partes del país y que la cantidad de agua que reabastece los arroyos y mantiene la humedad del suelo lo haga hasta 83%. Las y los investigadores prevén que para 2070, los cultivos básicos disminuirán casi un tercio de su rendimiento en el mundo.

2. A medida que el suelo erosiona, cientos de millones de personas desde Centroamérica hasta Sudán y el delta de Mekong (sur de Vietnam), serán obligadas entre huir o morir. Es seguro que el resultado será una migración global nunca antes vista.

3. Según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, la temperatura aumentaría más en los próximos 50 años que en los 6 mil precedentes (Consultar estudio en trabajo de fuentes).

4. Para 2070 las zonas áridas, como el Sahara, que ahora cubren menos de 1% de la superficie terrestre, podrían cubrir casi una quinta parte de la tierra, lo que podría ocasionar que sólo 1 de cada 3 personas sobrevivan fuera del rango climático de prosperidad.

5. Banco Mundial declaró que al menos 8 millones de personas han huido hacia Oriente Medio, Europa y América del Norte a causa del cambio climático.

6. En los casos más extremos, más de 30 millones de migrantes se dirigirán hacia la frontera de Estados Unidos en el transcurso de los próximos 30 años.

7. El modelo impulsado por The New York Times, ProPublica y Pulitzer Center encontró que las y los migrantes climáticos representarán hasta 5% del total de migrantes.

8. En caso de que los gobiernos tomen medidas para controlar y disminuir sus emisiones, se espera que alrededor de 680 000 migrantes se desplacen de Centroamérica y México a Estados Unidos entre 2020 y 2050; de lo contrario, las cifras podrían superar el millón de personas. Es importante mencionar que ambos conteos no consideran la inmigración indocumentada, cuyo número podría ser el doble.

9. El estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences en 2017, reveló que la migración de México hacia Estados Unidos aumentó durante los periodos de sequía y estimó que para 2080 el cambio climático podría obligar a migrar a 6.7 millones de personas hacia el sur de Estados Unidos.

10. 8.5 millones de personas han huido de Asia, reubicándose principalmente en el Golfo Pérsico; sin embargo, si las condiciones climáticas siguen modificándose es posible que pronto se desarraiguen entre 17 y 36 millones de personas, según las declaraciones del Banco Mundial.

11. El Banco Mundial determinó que, a medida que avance el cambio climático en el sur de Asia, África Subsahariana y América Latina, aproximadamente 143 millones de personas serán desplazadas dentro de sus propias fronteras, moviéndose principalmente de áreas rurales a pueblos y ciudades cercanas.

12. En las décadas más recientes las y los salvadoreños han encontrado la salida a la pobreza intentando cruzar hacia Estados Unidos; no obstante, hasta registros de 2019, había aproximadamente 90 000 personas con origen de San Salvador detenidos en la frontera de Estados Unidos.

13. La migración ha despertado el interés y preocupación del Banco Mundial, el cual declaró que se espera que para 2035 la población en Etiopía se duplique, considerando que desde 2000 se ha duplicado ya, consecuencia de la migración del este de África. Además, en el caso mexicano, el Banco Mundial estima que hasta 1.7 millones de personas migrarían lejos de las regiones más cálidas y secas, llegando así a la Ciudad de México.

14. Banco Mundial estima que, para mediados del siglo, por lo menos 67% de la población habitará en zonas urbanas. En una sola década, 4 de cada 10 residentes urbanos, es decir, 2 000 millones de personas a nivel mundial vivirán en barrios marginales. Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja, declaró que 96% del crecimiento urbano futuro ocurrirá en las ciudades más frágiles del mundo ya que enfrentan mayor riesgo de conflicto y en las cuales los gobiernos no son capaces de hacerles frente.

15. La ONU estima que, para mediados de siglo, El Salvador que, tiene 6.4 millones de habitantes y es el país más densamente poblado de Centroamérica, será 86% urbano.

16. Según el Instituto Nacional de Migración de México, en los seis meses posteriores a la toma de posesión de López Obrador en diciembre de 2018, aproximadamente 420 000 personas ingresaron a México sin documentación.

17. El modelo elaborado por The New York Times sugiere que entre 2020 y 2050, casi 9 millones de migrantes se dirigirán a la frontera sur de México, más de 300 000 de ellos sólo debido al cambio climático.

18. En El Paso, Texas, las temperaturas ya superan los 90° C durante tres meses del año; para finales de siglo será así de caluroso la mitad de los días del año.

19. Las y los investigadores estiman que el número anual de decesos, a nivel mundial, a causa del calor aumentará a 1.5 millones. Pero muchísimas más personas morirán de hambre, o en los conflictos que traerá consigo la inseguridad alimentaria e hídrica.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Si bien los desplazamientos humanos siempre han estado presentes en la historia de la humanidad por distintas circunstancias, bajo el sistema capitalista neoliberal la situación se complica, ya que no sólo hay que enfrentarse a las condiciones climáticas de tu lugar de origen y a todo lo que ello implica, sino que también es de considerar las fronteras naturales y políticas de otros países y todo lo que ello implica.

Si bien no hay forma de revertir el cambio climático, es posible tomar medidas de mitigación y resiliencia, sobre todo para aquellas personas a quienes, según los estudios, serán más afectadas y que se encuentran sobre todo en el Sur global. Dichas medidas se tienen que tomar a la brevedad pues el cambio climático ya ha comenzado e irá agravándose.