Henri Lefebvre’s Marxian ecological critique: recovering a foundational contribution to environmental sociology

Cita: 

Bellamy Foster, John, et al. [2019], “Henri Lefebvre’s Marxian ecological critique: recovering a foundational contribution to environmental sociology”, Environmental Sociology, 6(1): 31-41.

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Noviembre, 2019
Tema: 
Las contribuciones teóricas de Henri Lefebvre a la sociología ambiental.
Idea principal: 

John Bellamy Foster es editor de Monthly Review y profesor de sociología en la Universidad de Oregón.

Brian M. Napoletano es profesor asociado del Centro de investigaciones en geografía ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Brett Clark es profesor de estudios de sociología y sostenibilidad en la Universidad de Utah.

Pedro S. Urquijo está adscrito al Centro de investigaciones en geografía ambiental de la UNAM campus Morelia, en el área de investigación de Historia ambiental, poder y territorio.


Henri Lefebvre fue sociólogo, filósofo y geógrafo. Fue uno de los principales contribuyentes al pensamiento marxista en Francia después de la Segunda guerra mundial y se perfiló como uno de los grandes sociólogos ambientales de finales del siglo XX. Sus obras La crítica de la vida cotidiana y La producción del espacio son fundamentales para la comprensión de la dialéctica naturaleza-sociedad de la actualidad.

En su influyente libro Materialismo dialéctico desafió las interpretaciones mecanicistas del materialismo dialéctico que constituía la doctrina oficial de la URSS. Entre 1947 y 1981 publicó los tres volúmenes de Crítica de la vida cotidiana. También fue nombrado profesor en la Universidad de Nanterre en París en 1965, donde se desempeñó como presidente del departamento de sociología. Ahí emergió como uno de los intelectuales marxistas franceses más importantes durante los acontecimientos de mayo de 1968.

Los autores señalan que Lefebvre mantuvo una concepción clara de la relación contradictoria de la naturaleza y la sociedad: incorporó una comprensión profunda de la teoría de Marx sobre la escisión metabólica, que empleó como tropo filosófico en otros textos.

A Lefebvre le interesaban las escalas espaciales y temporales e insistía en que la sociedad no ha “trascendido por completo sus raíces ecológicas”. Su trabajo es importante, según los autores, porque su discurso es abierto, dialéctico y revolucionario, rasgos importantes para el desarrollo de la sociología ambiental de nuestros días.

Dialéctica y naturaleza: Lefebvre y la escisión metabólica

Los autores pretenden combatir la idea de que el marxismo tiene poco que decir sobre las relaciones con la naturaleza. En la actualidad hay acceso a textos sobre este tema, ya que se han rescatado las discusiones de Marx y Engels sobre la naturaleza y la ecología (sobre todo la teoría de Marx en torno a la escisión metabólica). Lo anterior es posible debido a los cuadernos ecológico-agrícolas de Marx y Engels.

Asimismo, pensadores neomarxistas, como Anderson y Schnaiberg, sentaron las bases de la sociología ambiental como disciplina: la revista New Left Review publicó escritos pioneros sobre ecosocialismo en la década de 1980. De esta manera, los autores concluyen que el marxismo siempre ha tenido mucho que decir sobre las relaciones con la naturaleza.

No obstante, la afirmación de Peet podría ser comprensible cuando se ve en su propio contexto histórico y teórico: desde la famosa nota al pie de página de Lukács sobre Engels, el rechazo a la dialéctica de la naturaleza ha sido una proposición definitoria de lo que llegó a conocerse como “marxismo occidental”.

De la misma forma, el abismo neokantiano entre la naturaleza y la sociedad se replicó dentro del marxismo occidental, de modo que el razonamiento dialéctico se vio restringido a la sociedad y las ciencias humanas mientras que las ciencias naturales se percibían como inevitablemente mecanicistas. Esta concepción del marxismo, representó una ruptura con la mayoría del pensamiento marxista (con la Primera, Segunda y Tercera Internacional). Por lo tanto, la dialéctica se consideró como una lógica mecánica y positivista, lo que generó el rechazo del marxismo occidental.

Por otra parte, la Unión Soviética construyó una versión oficial del materialismo dialéctico en la década de 1930 bajo el mandato de Stalin que se redujo a una variante del materialismo mecánico o positivismo.

Los autores continúan narrando que los pensadores marxistas estuvieron influenciados por el crecimiento del neokantismo y reaccionaron negativamente al marxismo oficial: “los filósofos 'marxistas occidentales' rechazaron así la dialéctica de la naturaleza propuesta por Engels y otros”.

La idea de que el marxismo tuviera alguna relación con las ciencias naturales era a menudo simplemente negada, hasta el punto de borrar efectivamente estos elementos del materialismo histórico clásico de Marx y Engels. Hasta Anderson afirmó en In the Tracks of Historical Materialism, que “los problemas de la interacción de la especie humana con su entorno terrestre [estaban] esencialmente ausentes en el marxismo”.

Además, los científicos naturales que adoptaron una perspectiva materialista dialéctica, como Bernal y Haldane, fueron sumariamente encasillados por los “marxistas occidentales” como “estalinistas”. Así, algunas de las contribuciones más influyentes al pensamiento marxista en las décadas de 1930 y 1940 fueron dejadas de lado.

Incluso se llevaron a acabo debates en la academia francesa sobre marxismo: entre el marxismo existencialista de Sartre y el marxismo estructuralista de Althusser. Ninguna de estas posturas tocaron la dialéctica de la naturaleza, que fue minimizada por ambos lados.

Por otra parte, los teóricos de la Escuela de Frankfurt cuestionaron durante mucho tiempo la noción de la "dominación de la naturaleza" como el tropo central de la ciencia que surgió de la Ilustración. Según Marcuse, el carácter represivo de la ciencia y la tecnología fue visto como la clave para las relaciones sociales represivas en general.

Asimismo, El concepto de naturaleza en Marx de Schmidt, siguiendo a Horkheimer y Adorno, rechazó tanto el concepto de dominación de la naturaleza de la Ilustración como el concepto de dialéctica de la naturaleza del marxismo ortodoxo. En la visión de Schmidt, la visión pesimista de Horkheimer y Adorno triunfó sobre la de Marx.

A todo esto, los autores apuntan que Lefebvre señaló que El hombre unidimensional de Marcuse fue un ejemplo del fatalismo tecnológico que caracterizó a la Escuela de Frankfurt en su conjunto, compartiendo algunas de las mismas deficiencias.

El autor francés se apartó de estas las posiciones unilaterales insostenibles. Así, volvió a la dialéctica materialista de Marx y Engels y trató de construirla desde un enfoque diferente: uno completamente abierto a la crítica ecológica que surgía a finales del siglo XX.

Lefebvre, siguiendo al primer Marx, insistió en que los seres humanos son seres objetivos que encuentran la base de su existencia fuera de sí mismos. Los autores comentan que el filósofo francés se opuso explícitamente a quienes subsumen las leyes de la naturaleza a las de la sociedad. La naturaleza representaba “un inmenso sector fuera del control del hombre”. Este sector incontrolado incluye casi la totalidad de la vida natural y biológica de las personas, así como casi la totalidad de su vida psicológica y social.

Sin embargo, el filósofo francés tenía presente que las personas habían creado (mediante su producción) un nuevo reino emergente, relativamente independiente de la naturaleza. Éste opera bajo sus propias leyes sociales que no eran reducibles a la physis o la primera naturaleza.

Los autores observan que Lefebvre no rechazó la dialéctica de la naturaleza ni redujo la sociedad a ella, sino que apuntó a una coevolución dinámica e interdependiente de la naturaleza-sociedad. En ese tenor, el pensador francés desarrolló un marco analítico que le permitió abordar los dilemas ecológicos modernos, basado en una comprensión de la crítica clásica de Marx y Engels.

Aunado a lo anterior, su visión brindó la idea de relación concreta con la ciencia natural crítica, que se había vuelto cada vez más dialéctica al enfrentar los problemas integradores de la ecología y la ciencia del sistema terrestre, según los autores.

Para Lefebvre, la naturaleza se define en términos dialécticos como una ausencia, o como physis, que representa el poder elemental que nunca podría ser superado por completo. Esta ausencia significaba que la naturaleza sólo podía ser conocida, epistemológicamente, de manera indirecta y a través de signos. La humanidad se enfrentó así a una dialéctica permanente de primera y segunda naturaleza, esta última mediada por la praxis.

Asimismo, Lefebvre sostuvo que persistían las contradicciones reales y materiales entre la sociedad y la physis. Es necesario recordar que la ciencia y la sociedad occidentales surgieron mediante el concepto del dominio de la naturaleza como premisa. Según los autores, ningún pensador había sido más crítico de la ilusión de la "conquista de la naturaleza" y consciente de la necesidad de superar la alienación de la naturaleza que Engels y Marx.

De esa forma, la crítica ecológica de Lefebvre surgió por primera vez en el contexto de las luchas lideradas por los científicos en las décadas de 1950 y 1960 contra la radiación nuclear y la amenaza de destrucción nuclear de la Tierra. Sin embargo, la noción de destrucción planetaria se extendió y abarcó los efectos de la contaminación global.

En La crítica de la vida cotidiana, Lefebvre distinguió entre sociedades "acumulativas" y “no acumulativas”. Junto con Marx, el pensador francés se ponía del lado de las sociedades no acumulativas porque podrían lograr una reconciliación con la tierra.

A este respecto, Lefebvre escribió en The Urban Revolution que “la industrialización y la urbanización, juntas o en competencia, devastan la naturaleza. El agua, la tierra, el aire, el fuego, los elementos están amenazados de destrucción”. Los autores comentan que las aportaciones de Lefebvre adoptaron elementos de la escisión metabólica de Marx para integrar su crítica ecológica con la vida cotidiana.

La teoría de sociedades y procesos “acumulativos” y “no acumulativos”

La clave de la crítica de Lefebvre de la vida cotidiana fue la distinción que extrajo de Marx respecto a las sociedades y procesos acumulativos y no acumulativos. Las formaciones económicas precapitalistas eran principalmente no acumulativas y orientadas a la reproducción simple. Estas sociedades se dedicaban principalmente a la producción agrícola y artesanal y se integraban con ritmos cíclicos naturales.

Por otra parte, el capitalismo como sociedad acumulativa, está sistemáticamente orientada a la reproducción ampliada basada en la explotación de la fuerza de trabajo formalmente libre. Entre las contradicciones del orden capitalista como sociedad acumulativa estaban: 1) la idea de progreso; 2) la realidad del desarrollo desigual; y 3) una tendencia expansiva incontrolable que destroza y subordina todo lo que se le resiste.

En el texto se apunta que los procesos acumulativos y no acumulativos interactúan constantemente y la vida cotidiana se encuentra precisamente "en la [frontera] de vanguardia y mal definida donde interactúan lo acumulativo y lo no acumulativo", según Lefebvre.

El autor francés observó la etapa sociohistórica como una lucha por la creación de un espacio para la cultura-ecología independiente y trascendente de la fuerza motriz de la acumulación, concibiendo esto como una cuestión no sólo de vida, sino de supervivencia.

Lefebvre y el futuro de la sociología ambiental

La sociología ambiental se organizó formalmente por primera vez como una disciplina en Estados Unidos, principalmente en torno a la distinción de Dunlap y Catton entre el paradigma human exemptionalist -en el que se consideraba que la sociedad humana trascendía completamente las leyes naturales, hasta el punto de que los límites naturales ya no tenían ningún significado real- y el nuevo paradigma ecológico -surgido del propio movimiento ambientalista- que desafió la noción de exencionalismo humano.

Las críticas de Lefebvre a las “ideologías del crecimiento” y de la sociedad acumulativa, y su adopción de la noción de rupturas en el intercambio orgánico de Marx, anticiparon esas tradiciones de la sociología ambiental marxista (y neomarxista). Así, su pensamiento y trabajo influyó en la disciplina de la sociología ambiental. El filósofo francés brindó una crítica de la vida cotidiana que reconocía tanto la alienación de la existencia urbana como la brecha metabólica en la mediación de la sociedad natural.

Otro punto a resaltar es su comprensión de que las luchas de la clase trabajadora contemporánea se filtran cada vez más a través de la ciudad, y la urbanización en general. Este punto le permitió percibir lo que ahora se llamarían luchas por la justicia ambiental.

Otra aportación teórica resaltada por los autores tiene que ver con el análisis del despojo del cuerpo, que es crucial para la teoría feminista contemporánea. Por esta razón, junto con su crítica de la vida cotidiana, se ha vuelto enormemente influyente en el pensamiento feminista contemporáneo.

Los autores mencionan que Lefebvre fue capaz de desarrollar lo que David Harvey llamó una visión "co-revolucionaria", que reúne los diversos movimientos antisistémicos dentro de un campo unificado de praxis. Lefebvre ofrece así la oportunidad de desarrollar una crítica ambiental-mental-sociológica más revolucionaria y sistémica.

Finalmente, Lefebvre observó que el capitalismo es un sistema alienante que genera "dualidades conflictivas de producción y destrucción, con una prioridad creciente para la capacidad destructiva que llega a su punto máximo y se eleva a escala mundial".

Nexo con el tema que estudiamos: 

Las aportaciones teóricas de Lefebvre a la sociología ambiental brindan una concepción marxista que articula dialécticamente el metabolismo de la naturaleza y la cultura/sociedad. Considerar este aspecto es elemental si se quiere interpretar el estatuto de la degradación de la naturaleza en el capitalismo contemporáneo. Esta visión incluye los procesos de urbanización y su extensión espacial donde se observan las contradicciones entre la sociedad y la physis.