Super-market forces

Cita: 

Parasecoli, Fabio [2021], "Super-market forces", MIT Technology Review, 124(1): 10-12, Boston, enero.

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Enero, 2021
Tema: 
Futuro de la industria alimentaria en tiempos de coronavirus
Idea principal: 

Fabio Parasecoli es un profesor italiano especialista en temas de comida y nutrición. Igualmente, cuenta con un doctorado en ciencias agrícolas.


Fabio Parasecoli muestra el funcionamiento de la industria alimentaria en el 2020, tras la llegada del SARS-CoV-2 (coronavirus) al mundo, haciendo un recuento del contexto a inicios de la pandemia y un análisis de la problemática del sistema alimenticio, para finalmente dar una solución. En ese sentido, se incluye el sector industrial y el sector agrícola.

Tomando esto como punto de referencia, cuando inició la pandemia por el virus, en marzo de 2020 era evidente la “escasez de productos” y el “aparcamiento generalizado”. Asimismo, los agricultores tuvieron grandes pérdidas, pues se vieron orillados a volver a arar sus cultivos y deshacerse de la leche ya podrida. Igualmente las plantas empacadoras de carne tuvieron que cerrar. Sin embargo, "los comedores de beneficencia" y "los bancos de comida" crecían en demanda, por lo tanto también tenían que hacerlo en oferta. La causa de este problema se derivó de fallas en el sistema alimenticio, puesto que era más barato vender alimentos procesados para compradores a granel que continuar con el desarrollo de cultivos locales.

Así pues, “las lecherías preparadas para vender de manera masiva no estaban equipadas para cambiar sus envasadoras a contenedores del tamaño del consumidor”. Y, en la industria de la carne, las plantas de envasado intentaron satisfacer la demanda por la situación de la pandemia, así que se requería de un gran número de trabajadores. Sin embargo, al darle prioridad solo por la industria y no por la salud, varios de estos empleados se enfermaron de coronavirus y la planta tuvo que cerrar.

La llegada de la primera ola de coronavirus mostró los puntos débiles en el “sistema interconectado de creación y entrega de alimentos”, visto desde el transporte marítimo mundial hasta las redes de refrigeración de los mercados de insumos primarios. Según Parasecoli, la pandemia evidencia este tipo de situación, pero también vislumbra algunas soluciones.

El costo del crecimiento

“El sistema alimenticio moderno es un producto inherente al capitalismo de libre mercado”, y las decisiones tecnológicas sobre investigación su aplicación son guiadas por el manejo de la eficiencia, la productividad y las ganancias. En consecuencia, la abundancia productiva aumenta, (Datos cruciales 1 y 2).

Esto es lo que pasa cuando un sistema afinado de eficiencia, productividad y ganancia colisiona con un shock

Por otro lado, la sobreproducción en Estados Unidos es un tema preocupante de acuerdo con Parasecoli, pues en el sistema alimenticio suelen usarse productos nocivos para la salud como fertilizantes y pesticidas para impulsar mayores cosechas. En ese sentido, las tierras donde se desarrolla la agricultura son controladas por una cantidad de actores reducida, (Dato crucial 3). Asimismo, las cadenas de suministro se perfeccionan en velocidad y reducción de costos para que haya una mayor inversión.

Por un parte, algunos consumidores están de acuerdo con la producción masiva de alimentos. Por otra parte, otros consideran que los alimentos son eliminados de su “tradición culinaria local”, de sus "contextos culturales", y por lo tanto, de su identidad. De este punto surge el conocido “movimiento de comida”, surgido de los gustos de los comensales con mayor poder adquisitivo. Sin embargo, dichas críticas evaden la “disponibilidad”, “accesibilidad” y “asequibilidad” de los alimentos industriales, que han sido un medio para controlar y resolver el problema de la “inseguridad alimentaria”, (Dato crucial 4).

El valor de valores

Volviendo al tema de la pandemia por el SARS-CoV-2, la tecnología, en este punto, ha sido vista por varios como la culpable de los problemas del sistema alimenticio por el marco legal y financiero donde tiene sus raíces. Puede verse un claro ejemplo con el cierre de plantas de sacrifico y envasado a causa de la pandemia, pues se obligó a los agricultores a matar y deshacerse del ganado que ya no era redituable, debido a las ventas inciertas.

Es posible que la cuestión de la maximización de ganancias de algunos propietarios de patentes sea la razón por la cuál se tenga dicha postura, ya que éstos no se preocupan por mejorar “la seguridad alimentaria” y “la calidad de los alimentos”. El caso por excelencia sería la “modificación genética”. Ésta tiene como fin aumentar los rendimientos de la producción, aún con químicos tóxicos.

No obstante, la aplicación de la tecnología para mejorar estos aspectos alimenticios podría ser a través del “desarrollo de una agricultura local más fuerte y un sistema alimenticio más saludable”. Pero, el problema en ese sentido sería la pérdida de interés del sector biotecnológico privado.

Así pues, la solución podría ser impulsar iniciativas que distribuyan los avances tecnológicos con las causas de la sustentabilidad. Esto con el objetivo de buscar el bienestar de la población en lugar de las ganancias de grandes empresas. La cuestión estaría en unir las capacidades de los agricultores con las nuevas innovaciones tecnológicas. No obstante, las empresas que otorgan dichas innovaciones están interesadas en la venta de aplicaciones, dispositivos y flujos de datos, no en la seguridad alimentaria de la población. Igualmente, otro punto negativo es que este tipo de empresas reformulan sus modelos de negocios y al descontinuar productos y servicios contribuyen a que el sector agrícola se quede sin ellos.

Por esta razón, “la tecnología y los derechos de propiedad intelectual en el sector alimenticio deben ir de acuerdo a los principios y prioridades del mundo de la tecnología”. Por ejemplo, podría exigirse a las empresas de tecnología que sus patentes estén disponibles a todo público. De hecho, ya existe un acuerdo internacional (el Protocolo Nagoya) que exige acceso a los recursos genéticos y a la distribución justa de beneficios, (Dato crucial 5). El autor menciona que las “políticas de libre comercio” en la Organización Mundial del Comercio podrían cambiarse para que los países con menores ingresos tuvieran la posibilidad de manejar sus reservas alimenticias y enfocarse en la inversión de tecnología e investigación.

En conclusión, las decisiones políticas con relación al sistema alimentario deben ser reguladas por los estados, no por la mano invisible, es decir “mecanismos económicos autorregulados”. Debe existir un balance en el que se garantice la seguridad de los seres humanos. De modo que “los gobiernos, activistas, organizaciones internacionales, instituciones de investigación, organizaciones no gubernamentales y representantes de comunidades locales deberán formar una coalición democrática”. Y esta colaboración ayudaría a valorar el uso de las nuevas tecnologías y su impacto en el sistema alimentario.

Datos cruciales: 

1. Tomando a la producción de trigo como ejemplo de abundancia, gracias a los ferrocarriles, la introducción de mejores equipos, y la adopción de variedad de alto rendimiento, la producción en Estados Unidos se triplicó entre los años de 1870 y 1920.

2. Del mismo modo, la producción de arroz en Indonesia se triplicó en 30 años, después de los sistemas mecanizados, los métodos de alto insumo de la “Revolución Verde” fueron adoptados a principios de la década de 1970.

3. Estados Unidos contaba con un tercio de granjas tanto en el 2000 como en 1900. En el mismo periodo, la porción de fuerza laboral estadounidense empleada en la agricultura se redujo de 40% a 2%.

4. El número de personas sufriendo de desnutrición cayó de alrededor de mil millones en 1990 a 780 millones en 2014, mientras que la población mundial crecía a 2 mil millones en el mismo periodo.

5. El Protocolo de Nagoya fue ratificado por 128 países y negociado por la Organización de Naciones Unidas desde que fue adoptado en 2010. Cabe destacar que Estados Unidos, Rusia, Brasil y Australia no lo ratificaron.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo hace un análisis pertinente en el contexto de pandemia por el SARS-CoV-2, pues muestra las relaciones globales de las empresas transnacionales alimentarias y tecnológicas en los asuntos económicos, ya que la industria alimentaria satisface necesidades vistas como urgentes y esto promueve el movimiento del capital. En consecuencia, esta relación se traduce como una competencia de capitales individuales por el control de la comida y sus consumidores, así como su aplicación para maximizar ganancias.

Asimismo, el tema de las fuerzas de los supermercados evidencia las actividades estratégicas de cada gran empresa, y cada actor del capitalismo contemporáneo, basadas en tecnologías de punta y recursos esenciales. Sin embargo, para Fabio Parasecoli, las formas de competencia deben cambiar en el contexto de pandemia, puesto que debe haber una unión entre los estados, la sociedad y las empresas, aumentando las prácticas cooperativas para que las situaciones conflictivas y los problemas en el sistema alimentario disminuyan.