La justicia financiera en el foco

Cita: 

Citizens for Financial Justice [2019], La justicia financiera en el foco, CFJ, octubre, https://odg.cat/wp-content/uploads/2020/06/cfj-spotlight-on-financial-ju...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2019
Tema: 
El impacto de la financiarización en las desigualdades
Idea principal: 

Introducción

Los retos del desarrollo como la alimentación, la vivienda adecuada, el acceso a energías limpias, agua potable y servicios de salud, fueron enmarcados dentro de la ‘pobreza (extrema)’ como problema central y punto de partida. La intervención del ‘desarrollo’ se basó en la ‘reducción de la pobreza’. Al no mirar el fenómeno como síntoma se dejó intacta la raíz del problema: las condiciones históricas legadas del colonialismo, la esclavitud y la extracción de recursos, así como la injusticia estructural del capitalismo que muestra la relación de la ‘pobreza’ con los mecanismos de acumulación de riqueza en las economías ‘desarrolladas’. En consecuencia, las “soluciones” propuestas hasta entonces solo agravaron la desigualdad.

El marco de “las desigualdades” aporta precisión descriptiva; afronta las desigualdades en su carácter multidimensional (social, político, económico, intergeneracional y espacial); destaca los vínculos de las desigualdades con las estructuras de poder y las disparidades socioeconómicas, así como la forma sistémica en que se presenta.

Algunos pasos en los retos al desarrollo mundial son: combinar las intervenciones socioeconómicas con procesos de democratización de la concentración de poderes económicos y políticos, promover la justicia financiera, así como trabajar para limitar y regular la expansión de las élites del sector financiero y sus intereses sobre la economía.

Justicia financiera, una agenda oportuna para la lucha de la justicia social

La justicia financiera pugna por una transformación económica estructural que regule la influencia del sector financiero sobre la economía mundial, y que asegure la contabilidad y control democrático sobre las finanzas, mediante la transparencia, las instituciones democráticas y la supervisión pública. El presente informe aborda la intromisión financiera en la alimentación, la tierra, la salud, los derechos de las mujeres, la vivienda, y la infraestructura, con el fin de aportar elementos para resistir y combatir, desde diferentes frentes, la embestida financiera.

Partiendo de las desigualdades se analizan soluciones financieras para el desarrollo, el papel de los actores y motivaciones financieras sobre los elementos cruciales de la vida diaria. Este esfuerzo pretende reunir las diferentes luchas contra la injusticia social y medioambiental bajo una sola agenda de justicia financiera. Por otro lado, también se presenta una crítica a la financiación privada para las acciones de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, ya que promueve el predominio de los intereses financieros sobre los políticos y el control financiero en la implementación de la agenda.

Comprender las desigualdades para alcanzar la justicia financiera

Entender los retos del desarrollo en el marco de las desigualdades permite aglutinar temas y grupos sociales diferentes en un análisis sobre los vínculos entre las desigualdades y las estructuras de poder dentro de la sociedad. El análisis multidimensional de la desigualdad devela la cuna de las desigualdades en las reglas del juego que sostienen a la élite política, económica y social evitando la distribución equitativa de la riqueza. La riqueza compra al poder político y da forma a las instituciones económicas que gobiernan las actividades económicas. Si las normas políticas y económicas se han elaborado para mantener a la élite, el combate a la desigualdad requerirá “reformular las estructuras de gobernanza”.

La idea fundamental de la financiarización, que dirige el actual sistema económico mundial, expone que en determinado momento el crecimiento económico y la acumulación de riqueza escurren hacia toda la población, mejorando el bienestar general. No obstante, los hechos demostraron lo contrario. Mientras el PIB de las economías desarrolladas aumentó, la concentración fiscal de los gobiernos disminuyó (por políticas fiscales regresivas, evasión de impuestos y fraude fiscal) y los salarios se estancaron dada la excesiva concentración de capital privado.

Financiarización: motor y mantenimiento de desigualdades

En las últimas décadas, los activos financieros se convirtieron en la principal inversión de la riqueza y el capital, restando las inversiones en las economías productivas que generan riqueza y bienestar social. Esta nueva lógica de capitalización, mediante el crecimiento y rentabilidad del sector financiero, impacta en el resto de la economía agravando las desigualdades, pues al desviar las inversiones hacia la especulación financiera, se desvaloriza el sector no financiero provocando mayor desempleo y precariedad laboral (reducción salarial, debilitamiento institucional y políticas de protección salarial), así como el aumento de la dependencia de los trabajadores al crédito. Estos cambios en la gobernanza económica se han visto impulsados por espacios legítimos hasta instituciones no democráticas (el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio dirigidas por el Norte Global).

El sistema económico mundial financierista condujo a los gobiernos a privatizar servicios públicos indispensables (salud, educación, suministro de agua) y faltar a sus obligaciones ante los derechos humanos. Las cuentas suelen ignorar que el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (derivado de la división sexual del trabajo) representa el mayor subsidio para la economía mundial, mismo que mengua en la realización completa de los derechos de las mujeres. En general, las crisis financieras repercuten de manera más drástica en las mujeres pues aumenta su carga de trabajo no remunerado.

Financiarización y sus efectos sobre el desarrollo, la gobernanza económica y la financiación pública

Los gobiernos, afanados en competir internacionalmente por la inversión privada (extranjera), han entrado en una desbocada “carrera a la baja” que consiste en reducir los impuestos corporativos, las normas para los inversores privados y las obligaciones sociales y medioambientales. Con ello los estados reducen sus ingresos, aumentan la deuda pública y dada la insuficiencia de recursos para sostener los servicios públicos, los gobiernos proceden a privatizar y comercializar estos servicios esenciales.

Los gobiernos pasan del suministro directo de servicios públicos a un sistema indirecto en forma de asociaciones público-privadas. De esta manera se agudiza la dependencia de los estados a las inversiones privadas, y golpea la responsabilidad democrática de los gobiernos: al no tener control sobre las transacciones financieras, los gobiernos no se responsabilizan de garantizar la seguridad de los derechos humanos de sus ciudadanos. También afecta a la transparencia, pues los contratos entre las empresas privadas y los gobiernos no son públicos. Aunado a ello, las garantías de inversión aplicadas para atraer capitales privados transfieren los riesgos a los fondos públicos, de manera que las empresas privadas no sufren por las pérdidas o gastos por problemas presentados. Estos cambios implican un traspaso de poder de los estados hacia actores financieros.

La financiarización de las economías nacionales ha sido impulsada por iniciativas como “Maximizar la Financiación para el Desarrollo”, del Banco Mundial, el enfoque de Cascada, y la Iniciativa de Financiación Sostenible de la Comisión Europea, así como el memorándum de la ONU y el Foro Económico Mundial para impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se trata de estrategias para “atraer la inversión del sector privado” promovidas por actores internacionales para el desarrollo, bajo la justificación de redirigir las inversiones hacia activos con beneficio social o medioambiental.

Comprender la financiarización

El surgimiento de los centros financieros descentralizados en 1950 y 1960 inauguraron los activos y mercados financieros, sin embargo, fue hasta la caída del “sistema monetario de Bretton Woods” en 1970 que la liquidez financiera expandió su crecimiento mundialmente, aumentó la liberalización financiera sin regulaciones.

La “financiarización” se popularizó después de la crisis financiera del 2008 denotando el creciente poder de actores financieros sobre las economías. A pesar de que la especulación financiera no regulada fue causante de la crisis, después del 2008 los gobiernos no solo rescataron a los bancos, sino que, en todo el mundo, fortalecieron los incentivos para la inversión financiera mediante desregulaciones de mercados financieros y reducción fiscal sobre las corporaciones. Así, la carga económica se transfirió a los ciudadanos a través de medidas de austeridad que consistieron en desmantelar los servicios públicos y aumentar los impuestos.

Financiarización y erosión de los derechos humanos y del medioambiente

Las profundas desigualdades mundiales conducen normativas e instituciones que favorecen a los poderosos y perpetúan la marginación contra grupos determinados, quienes generalmente son los más afectados por las crisis económicas, medioambientales y climáticas.

Al convertir la tierra en activo financiero, se afecta la capacidad de la producción de alimentos, transgrediendo el derecho a la alimentación sana, influyendo en la toma de decisiones y perturbando la soberanía de los pueblos. Los más afectados por la especulación y comercialización de estos activos financieros son los pequeños agricultores del Norte y el Sur Global.

La financiarización de los servicios de salud limita el acceso a los servicios de salud (públicos). Al tiempo que las aseguradoras ganan mayor peso en la toma de decisiones frente a los gobiernos, limitando la capacidad de éstos de avanzar en la prevención de enfermedades y en los programas de bienestar. Los procesos de la creciente exclusión a los servicios de salud redunda en la carga de trabajo doméstico y de cuidados que recae sobre las mujeres, especialmente cuando el cuidado público no es accesible.

La financiarización de los derechos de las mujeres en la agenda de desarrollo ha reducido la igualdad de género a la inclusión financiera de las mujeres, traducido en el acceso al crédito y las inversiones en “mujeres empresarias”. Así, este enfoque “micropolítico” endeuda a las mujeres; encubre las relaciones sistémicas que subsumen los derechos de las mujeres e imposibilitan la igualdad de género, a la vez que no abona al reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados e infravalorados que explota a las mujeres en todo el mundo.

La financiarización de la vivienda convierte un derecho humano y bien social en fuente de especulación contribuyendo al aumento de desigualdad, la indigencia y la inseguridad de la vivienda, considerados como problemas más alarmantes en todo el mundo.

Por otra parte, los megaproyectos de infraestructura son espacios de inversión bastante atractivos para el capital financiero mundial. La financiación privada de estos proyectos se enfoca a la obtención de ganancias para sus empresas más que en proporcionar servicios de buena calidad para sus ciudadanos y respetar los derechos de las comunidades. A la vez, los megaproyectos suelen traer consecuencias a las comunidades y el medioambiente como el desplazamiento masivo, el despojo y la violencia sistemática de los derechos humanos.

Por todo lo anterior es indispensable integrar a la lucha por la igualdad y los derechos humanos atendiendo una agenda hacia la desfinanciarización, y sumar acciones por la justicia financiera.

La desfinanciarización como camino para la justicia financiera

La financiarización profundizó una multiplicidad de dimensiones de las desigualdades. En consecuencia, la justicia financiera no puede abordarse aislada, requiere congregar a todas las organizaciones que se encuentran atomizadas, enfrentando desde múltiples lados la injusticia y desigualdad. Requiere aglutinar sectores como la alimentación y la tierra, la salud, los derechos de las mujeres, la vivienda y las infraestructuras entendiendo los desafíos específicos de cada sector según su geografía y avanzar de manera coordinada en la lucha contra la sistémica desigualdad.

Es urgente recuperar las economías, los servicios públicos y los recursos naturales comunes. En este contexto las resistencias locales y las luchas mundiales contra las desigualdades, como la financiarización son de suma importancia. Para escalar estas luchas se requiere su coordinación a niveles más altos basados en tres pilares principales:

1. Continuar e impulsar la compartición de saberes y los cuestionamientos a la financiarización.

2. Defender la toma de decisiones en los espacios políticos legítimos y democráticos, constantemente atacada con los argumentos de oportunidad financiera para el progreso.

3. Fortalecer la soberanía nacional que ponga límites a la liberalización financiera de manera que su contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no perjudique a los pueblos.

Por último, es indispensable “democratizar la gobernanza económica mundial” y reformular sus instituciones poniendo en el centro la justicia social y los derechos. Las luchas atomizadas necesitan converger en la demanda por reformar las instituciones y establecer aquellas que regulen a los actores financieros y den control democrático. Esto mediante la creación de una “entidad fiscal intergubernamental y una institución de ejercicio de deuda soberana bajo la tutela de las Naciones Unidas”, así como, hacerse cargo del “vacío institucional” en cuanto a la regulación de los actores financieros. Esto significa “mejorar la transparencia, la participación y el control público de la creación de políticas fiscales y financieras a nivel nacional y mundial”.

Datos cruciales: 

1. En 2018, según la FAO más de 820 millones de personas sufrían de hambre.

2. 1% más rico posee 47% de la riqueza mundial y la concentración del poder financiero para aumentar su riqueza.

3. Ingresos laborales compartidos mundiales como porcentaje del PIB (%):

5. Los principales 10 centros financieros son: Ciudad de Nueva York, Londres, Hong Kong, Singapur, Pekín, Tokio, Sydney, Beijing, Zurich y Frankfurt.

6. Los principales paraísos fiscales y sus correspondientes activos:

Nexo con el tema que estudiamos: 

El informe permite observar los impactos de la financiarización sobre sectores cruciales para el desarrollo de las naciones. A manera de fotografía muestra qué tan grande y avasallador es el poder financiero de las grandes empresas transnacionales no solo en los países menos capitalizados, sino en todo rincón del planeta. Junto con la acelerada acumulación de capital, muestra su contraparte: un contexto de creciente desigualdad e injusticia.

Otro trabajo de síntesis que estudia el tema fiscal, la desigualdad económica y el acceso a servicios públicos se encuentra en el siguiente enlace: http://let.iiec.unam.mx/node/3188.