Regular las redes sociales tiene sentido económico

Cita: 

Frank, Robert [2021], "Regular las redes sociales tiene sentido económico", The New York Times, New York, 11 de febrero, https://www.nytimes.com/es/2021/02/11/espanol/regular-redes-sociales.html

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Jueves, Febrero 11, 2021
Tema: 
Cada vez es más importante regular las redes sociales
Idea principal: 

Robert H.Frank es profesor de administración de Henrietta Johnson Louis y profesor de economía en la Universidad de Cornell. Contribuye a la columna "Vista económica", que aparece cada quinto domingo en The> New York Times.


En este artículo, el autor argumenta que el modelo de negocio de las plataformas de redes sociales es nocivo para la sociedad y debido a esto se requiere de su reestructuración.

Dichas plataformas, como Facebook o Twitter, utilizan datos detallados de sus usuarios para dirigirles publicidad individualizada. A pesar de que suena muy simple, esto puede representar una amenaza para la estabilidad política y social de Estados Unidos, ya que esto fomenta la desinformación, los discursos de odio y las teorías conspirativas.

A pesar de que se han iniciado procesos de demanda antimonopolio contra algunas de estas empresas, el autor considera que esto podría no ser suficiente para detener dichos abusos. Esto es porque, a diferencia de lo que sucede en otras actividades económicas, en el caso de las empresas de internet no se puede cumplir el criterio económico según el cual los bienes y servicios deben venderse a su costo marginal, dado que en servicios como las redes sociales “el costo marginal de atender a más consumidores es básicamente cero”. De esta manera, las empresas no ganan dinero por dar acceso al contenido creado, sino que lo ganan mostrando este contenido a través de anuncios dirigidos con precisión, según el tipo de contenido que la gente ya ha elegido ver.

Es por esto por lo que los algoritmos de las plataformas están creados para maximizar el tiempo que el usuario permanece en línea y crear una adicción, pues la adicción a las plataformas impulsa las ganancias. Y el discurso de odio, las mentiras y las teorías de conspiración impulsan consistentemente la adicción.

En contraposición, existen algunas personas que se oponen a la regulación de las redes sociales por razones libertarias y conservadoras, pues argumentan que “el gobierno no tendría por qué cuestionar el criterio con el que las personas publican o lo que leen en redes sociales”. Al respecto el autor argumenta que, si las decisiones individuales no tuvieran repercusiones en la colectividad, esta afirmación tendría sentido. Sin embargo, en el caso de las redes sociales, no hay evidencia de que lo que se propaga en estas plataformas resulte benéfico a los propios intereses del individuo en particular y mucho menos a los de una sociedad en su conjunto.

Por todo esto, el autor considera que las medidas antimonopolio convencionales no detendrán los abusos cometidos por las plataformas. Por esa razón, propone que las plataformas abandonen ese modelo de negocio y se enfoquen en uno en el que el usuario tenga que pagar una pequeña cuota por suscripción, teniendo acceso a los contenidos; según el autor, el modelo de suscripción debilita de incentivo de ofrecer contenido adictivo. Sin embargo, también es consciente de que este modelo podría traer como consecuencia la exclusión de los usuarios con menores ingresos.

El autor concluye el artículo haciendo una mención al filosofo y economista Adam Smith, argumentando que su teoría de la mano invisible del mercado es recurrentemente utilizada por aquellos detractores de la regulación de las redes sociales. No obstante, para él es necesario matizar esta suposición, pues considera que para Smith las fuerzas del mercado no siempre promueven el bienestar de la sociedad; cuando esto sucede, es necesaria la intervención. Este sería el caso de las redes sociales pues “la tradicional postura no intervencionista de los hacedores de política ya no es defendible.”

Nexo con el tema que estudiamos: 

La relación entre las corporaciones tecnológicas y los Estados ha comenzado a dar un giro. Cuando en sus inicios las empresas de internet solo representaban una nueva oportunidad de negocios, el Estado las dejó crecer sin más. Sin embargo, ahora que estas representan un peligro para las democracias liberales, en especial para las de las principales potencias mundiales -pues se ha constatado que sus modelos de negocio conllevan a la degradación de las sociedades, ya que no solo tienen la capacidad de afectar la salud de los usuarios, sino que también tienen poder de afectar la opinión pública- se vuelve cada vez más imperativo para los Estados buscar todos los medios posibles para su regulación.