Tom Engelhardt es un escritor estadounidense, creador del blog tomdispatch.com del Type Media Center. Es cofundador del American Empire Project y autor del libro publicado en 1998, The End of Victory Culture: Cold War America and the Disillusioning of a Generation.

El autor inicia haciendo una analogía basada en a la obra de Franz Kafka “La Metamorfosis”, en donde afirma que la población estadounidense despertó el 7 de enero del 2021 descubriendo que son una especie de cucaracha gigante representada por Joe Biden y Kamala Harris, quienes están tomando acciones por “esa triste tierra”.

Del mismo modo, afirma que no es posible culpar totalmente a Donald Trump por la actual situación: el expresidente no terminó en la Oficina Oval sin ningún motivo. Trump era el síntoma, no la enfermedad. El autor afirma que Estados Unidos vive en una etapa inicial de desintegración. Y detrás de este suceso existe una historia notable que se ha desarrollado en las últimas tres décadas.

Sin duda, en 1991, después de la implosión de la Unión Soviética y el terminó de la Guerra Fría, la imagen del asalto al capitolio por parte de los seguidores de Trump en enero de 2021 hubiera resultado irreal, especialmente en un periodo en el que Estados Unidos parecía ser invencible, ya que no veía competencia por ningún sitio: Rusia estaba en ruinas, mientras China era un país emergiendo económicamente y Europa dependía de Estados Unidos.

De igual forma, era poco probable imaginar que, a pesar de que Estados Unidos cuenta con numerosos recursos armamentistas (así como un ejército sin comparación y financiación como ningún otro), éste país no conseguiría victorias significativas en los conflictos armados en los que sigue participando. Así, Estados Unidos se sumió en una serie de guerras a pesar de no contar con enemigos significativos, situación que no ha cesado con el paso de los años ni de los mandatarios.

Después del ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001, el presidente estadounidense de ese momento, George W. Bush lanzó una campaña denominada “guerra global contra el terrorismo” que duraría 20 años y que aún no muestra señales de concluir. El atentado terrorista de dicha época fue el pretexto perfecto para que el gobierno estadounidense buscara con más fuerza que nunca dominar Medio Oriente.

Y el afán de dominar Medio Oriente se cristalizó a través de una serie de ataques de parte de Estados Unidos a diversos países, como la guerra con Afganistán e Irak, lo que contribuyó a propagar el extremismo islámico por el mundo.

En noviembre del 2016, “un sistema electoral anticuado” dio el voto popular a Hillary Clinton, pero puso a Donald Trump, un hombre que prometió poner fin a las guerras interminables (y que no hizo), en la Oficina Oval. Este hecho mostró que algo iba mal en el camino “hacia la gloria imperial”. Pronto, un gran número de estadounidenses notaron que a su país también sufre de desigualdad. Esta situación llevó a los ciudadanos estadunidenses a querer utilizar sus votos como un medio para enviar un mensaje al país sobre su deseo de vencer esa realidad.

Además, la delicada situación de Estados Unidos se agravó al inicio del 2020 con el estallido de la pandemia, lo que en palabras del autor, “fue el final de un siglo americano sorprendentemente acortado”, ya que la pandemia infectó a decenas de millones de estadounidenses.

Estados Unidos se encuentra en un momento crucial en su historia, ante un panorama en el que parece que dicho país se está desmoronando. El país también se caracteriza por tener un sistema económico plutocrático y un ejército repartido por todo el planeta. Así, se destaca también que una posible nueva guerra fría con una China está en ascenso.

La administración Trump y la pandemia de la Covid-19 han desenmascarado a una superpotencia que deja de lado la imagen de poder y que, por el contrario, está desmoronándose. Un descenso que ni Joe Biden y su equipo no podrán detener.