At loggerheads. Joe Biden and Jair Bolsonaro square off over the Amazon

Cita: 

The Economist [2021], "At loggerheads. Joe Biden and Jair Bolsonaro square off over the Amazon", The Economist, London, 20 de marzo, https://www.economist.com/the-americas/2021/03/20/joe-biden-and-jair-bol...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Marzo 20, 2021
Tema: 
Intentos externos para la protección del Amazonas
Idea principal: 

The Economist hace un análisis acerca de las intenciones tanto de algunas empresas brasileñas como del presidente de Estados Unidos Joe Biden de proteger el Amazonas. Esto presionando al presidente de Brasil Jair Bolsonaro para que tome medidas de mitigación en contra de la deforestación y otras actividades que ponen en peligro a la selva tropical.

Tomando esto como punto de referencia, en julio de 2020 (20 meses después de la elección de Jair Bolsonaro), 38 directores ejecutivos se pronunciaron en su contra, debido a su falta de atención ante la deforestación desenfrenada que se llevaba cabo en ese momento. Con base en este problema, la inversión extranjera empezó a disminuir y las negociaciones comerciales se estancaron. Así pues, los directores escribieron una carta al gobierno brasileño considerando el daño que causaban estas situaciones e incitando a Bolsonaro a tomar cartas en el asunto. El presidente hizo caso omiso de ellas, (Dato crucial 1). Y recortó el presupuesto para la implementación de la ley ambiental por tercer año consecutivo.

Al ver la falta de interés de Jair Bolsonaro, los directores ejecutivos brasileños, pusieron sus esperanzas en Joe Biden. El presidente estadounidense ha puntualizado que la política exterior e interior de Estados Unidos tendrá como fin frenar el cambio climático, (Dato crucial 2). Conviene subrayar que, la selva tropical no solo está repleta de una biodiversidad insustituible; también es un sumidero de carbono, es decir, quemarlo o cortarlo lo convierte en una fuente de emisiones de carbono. En este sentido, “la diplomacia estadounidense bajo el gobierno de Biden buscará persuadir a Bolsonaro de que no permita que eso suceda”, (The Economist, 2021). Es probable que ésta sea la primera vez que una relación bilateral relevante se enfoque en los árboles.

Esta cuestión representa tanto desventajas como ventajas para la nación latinoamericana. Después de que Joe Biden señalara en un debate en septiembre de 2020 que Brasil podría afrontar “consecuencias económicas”, si no cuida la selva tropical, Jair Bolsonaro publicó en su cuenta de Twitter que la “soberanía brasileña no era negociable”. Posteriormente, el mandatario brasileño amenazó diciendo que en caso de que Brasil no contara con una diplomacia efectiva, se tendría que recurrir a la “pólvora”.

Actualmente, las tensiones entre estos dos países se han ido reduciendo, pues Biden le encomendó a John Kerry, su enviado climático, que recaudara fondos para ayudar al Amazonas, (Dato crucial 3). En febrero de 2021, Kerry habló con Ernesto Araújo (ministro de Relaciones Exteriores de Brasil), y Ricardo Salles (ministro de Medio Ambiente). Salles llegó a la conclusión de que reforzar la comunicación entre las dos naciones sería útil. Después de esto, en una entrevista con The Economist, Kerry aseguró que no estaría dirigiendo como tal, sino que trabajando en conjunto con Brasil.

En ese sentido, en los dos naciones, los expertos intentan impulsar un acuerdo parejo entre ambos líderes. Con base en esto, en enero de 2020, un grupo de exfuncionarios de la administración Biden y negociadores climáticos lanzaron un “Plan de Protección Amazónica” en el que “la financiación para los países amazónicos estaría condicionada a la reducción de la deforestación”, (The Economist, 2021). Por su parte, en Brasil, los directores ejecutivos y científicos que forman parte del Concertação pela Amazônia (“Acuerdo por la Amazonía”), están presionando con el objetivo de que una parte del apoyo se dirija al desarrollo sostenible.

Incluso, actualmente ambos países participan en negociaciones climáticas. Sobre esta línea, cuando el secretario de Estado en ese momento, Kelly, firmó el convenio de París sobre el cambio climático en 2016, Brasil usó su gestión del Amazonas como una forma de "superar su peso”, menciona Tom Shannon, ex embajador de Estados Unidos en Brasil. En ese sentido, Noruega y Alemania apoyaron con una gran suma de dinero al Fondo Amazonas de Brasil, cuyo fin era detener la deforestación y ayudar al desarrollo sostenible, (Dato crucial 4). No obstante, una vez que el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump se salió del acuerdo de París, Brasil, China y otros países tomaron esto como pretexto para dejar de prestarle atención a sus propios compromisos.

Posteriormente, en el momento en que Bolsonaro ascendió al poder en 2019 la relación entre estados o sociedades se volvió únicamente entre dos individuos: Jair Bolsonaro y Donald Trump. En este punto, las relaciones de Brasil con otros países se tensaron. Como resultado de esto, tras 20 años de negociaciones, la Unión Europea aún debe ratificar un tratado comercial con Mercosur, un grupo de países sudamericanos, especialmente debido a las políticas del presidente brasileño.

Por el contrario, el enfoque del sector privado en Brasil con respecto al medio ambiente se ha intensificado. Después de 10 años de no tomar en cuenta la importancia de ser más ecológicos, los bancos, fondos y empresas brasileñas han iniciado su compromiso de disminuir sus emisiones de carbono y excluir a la desforestación dentro de sus cadenas de suministro, (Dato crucial 5). Por consiguiente, la demanda de acciones en compañías que promueven modelos ambientales, sociales y de gobierno más estrictos va en incremento. Esto podría considerarse como greenwashing, según Fabio Alperowitch de FAMA Investimentos, un fondo que se centra en este tipo de acciones.

En este aspecto, el presidente Joe Biden podría brindar su apoyo. El dinero que se ha comprometido a recaudar para el Amazonas podría sujetarse a que Brasil cumpla sus objetivos relacionados con el medio ambiente, al igual que su solicitud de entrada a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la organización que cuenta con los países más ricos del mundo. Anteriormente, Brasil ha limitado la construcción de un “mercado global de carbono”, pues condiciona que los créditos que vende a otros países tengan sus propias reducciones de emisiones. “Este doble conteo daría lugar a un recorte general menor. Un impulso de la administración Biden para rechazar este doble conteo si tiene éxito, podría impulsar la conservación del Amazonas”, (The Economist, 2021).

Al mismo tiempo, los directores ejecutivos consideran que el acuerdo con la administración Biden logrará evitar las barreras comerciales y un gran daño a la reputación de los negocios brasileños. Pues, en la Unión Europea y en Gran Bretaña han considerado implementar normas que castiguen a dichas empresas por importar productos ligados a la deforestación y a los bancos que la apoyan. Asimismo, el Congreso estadounidense liderado por los demócratas podría recurrir a la misma medida en caso de que la diplomacia no tuviera éxito, lo que podría causarle una gran obstinación a Bolsonaro, ya que para el mandatario brasileño un acuerdo solo funciona si él sale beneficiado.

Aunque una mejor manera de implementarlo sería por medio de agricultores que se unieran, (Dato crucial 6). No obstante, si las multinacionales como JBS (el mayor productor de carne a nivel mundial), y Cargill (un comerciante de alimentos), se incorporan a la Concertação, los agricultores amazónicos no participarían. Esto debido a su hartazgo colectivo de que se les responsabilice de la deforestación y de los compromisos no cumplidos de recursos económicos para la conservación de la selva. Igualmente, los agricultores consideran que no resulta razonable una demanda de los ambientalistas de una “deforestación cero”, (Dato crucial 7). De acuerdo con Caio Penido, un cabildero de la carne de vacuno aquel que quiera apoyar a Brasil debe comenzar por respetar la ley, incluido el derecho a deforestar.

Así pues, el mayor reto para un convenio sobre la Amazonía financiado por el país estadounidense sería su aplicación. Conviene mencionar que por un lado, tanto Noruega como Alemania detuvieron sus donaciones al Fondo Amazonía en 2019, tras perder la confianza en Bolsonaro. Por otro lado, el presidente de Brasil y Joe Biden no logran llegar a un acuerdo sobre cómo gastar un nuevo fondo. A este respecto, las posturas de ambos mandatarios son distintas. La administración Biden espera progresos en la disminución de la deforestación, mientras que Bolsonaro se niega a implementar medidas enérgicas para impedir la tala ilegal, la minería y la ganadería. De hecho, los individuos que se decidan a estas actividades son partidarios del presidente brasileño.

Con esto podría decirse que, Joe Biden muestra una mayor preocupación que sus antecesores al incluir al “zar del clima” John Kerry como parte del consejo de seguridad nacional. Aun así, si Brasil no cumple con sus objetivos, Biden no cuenta con muchas armas diplomáticas para disuadir a Bolsonaro. Por tanto, el presidente estadounidense deberá tener cuidado para no alejar a Brasil como su aliado, (Dato crucial 8).

Con base en esto, en el supuesto de que Bolsonaro se mostrara intransigente, sería posible que la administración Biden trabajara con los estados de la Amazonía. El gobierno de Mato Grosso ha intentado disminuir la pérdida de árboles persuadiendo a los agricultores a unirse a un “registro ambiental”. Igualmente, está intentando otra medida por medio de incentivos a los agricultores para que limpien 20% de sus tierras. “Pero, la burocracia y la desconfianza entre los agricultores han significado que el estado solo haya procesado permisos para aproximadamente 8% de sus tierras agrícolas”. (The Economist, 2021). Aunque, según Denis Minev del almacén Bemol, la construcción de una economía sostenible necesita más que pagarle a los agricultores.

Finalmente, Biden será anfitrión de la cumbre del Día de la Tierra en abril de 2021. Esto será útil para convencer a los líderes mundiales de reforzar sus promesas ecológicas en el lapso previo a la cumbre de la ONU en noviembre de 2021. El presidente de Brasil asegura que irá y el Wilson Center, un grupo de especialistas estadounidenses con relaciones en Brasil, ha iniciado con la reunión de expertos de cada nación participante. En ese sentido, John Kerry está consciente de las propuestas, pero el verdadero desafió será cuando Bolsonaro las analice.

Datos cruciales: 

1. El ritmo de la deforestación, como se informó en noviembre de 2020, fue 10% más rápido en 2020 que en 2019.

2. Cabe destacar que, más de 60% de la cubierta forestal restante en el Amazonas se encuentra en Brasil.

3. Joe Biden le dijo a John Kerry, su enviado climático, que cumpliera una promesa de campaña de recaudar, con la ayuda de otros países, 20 mil millones de dólares para el Amazonas.

4. Entre 2008 y 2019, Noruega y Alemania donaron más de mil millones de dólares al Fondo Amazonas de Brasil.

5. El precio de los créditos de carbono en el naciente mercado voluntario de Brasil casi se triplicó en 2020.

6. La agricultura genera una quinta parte del PIB de Brasil y aproximadamente la mitad de sus exportaciones.

7. El código forestal de Brasil permite a los agricultores de la Amazonía talar árboles en 20% de sus tierras.

8. El comercio bilateral entre Brasil y Estados Unidos es de $100 mil millones al año; la cooperación militar está creciendo. Pero, mayor comprador de carne de res brasileña y soja, que a veces se crían en tierras deforestadas, no es Estados Unidos, sino China.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto describe un escenario en que los actores del capitalismo deben someterse a un combate y adaptación frente a la destrucción del ambiente en el que por un lado, se tiene a un líder brasileño que realiza estrategias y acciones de diversos tipos para evadir su "responsabilidad ambiental". Por otro lado, puede verse a un presidente estadounidense y a algunas corporaciones que sí se responsabilizan de la destrucción del medio ambiente. Éste consiste en el deterioro de los procesos metabólicos como el clima, y sus elementos importantes como el agua y el uso de territorios.

En ese sentido, las fronteras de capital van cambiando con dicho contexto de colapso, pues con los avances científicos, tecnológicos y sociales se vislumbran fronteras como: la codificación de la vida, las ciencias cognitivas, la exploración del espacio exterior, las nanotecnologías, la remediación ambiental y la manipulación del clima. Con base en esto, puede verse una relación entre empresas-estados-sociedad, en la que el estado transforma las relaciones entre ambos sujetos de la sociedad intercapitalista, resaltando las prácticas cooperativas y las situaciones conflictivas entre ellos. En este caso, las prácticas cooperativas serían entre Joe Biden y las empresas brasileñas, y las conflictivas entre estos dos y Jair Bolsonaro.