World on fire: two scenarios of the destruction of human civilization and possible extinction of the human race

Cita: 

Morgan, Dennis Ray [2009], "World on fire: two scenarios of the destruction of human civilization and possible extinction of the human race", Futures, (41): 683-693, julio.

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Julio, 2009
Tema: 
Dos escenarios que podrían incendiar el futuro de la civilización humana
Idea principal: 

Dennis Morgan es un profesor en la Universidad de Estudios Extranjeros de Hankuk (HUFS) en Corea del Sur. Asimismo, cuenta con una maestría en Lingüística Aplicada por TESOL International Association y otra en Estudios futuristas.


Dennis Morgan examina dos escenarios a futuro que plantean la manera en que la civilización humana podría destruirse y posiblemente causar la extinción humana. Dichos escenarios se establecen en dos incendios creados por los seres humanos dentro de una civilización industrial. El primero consiste en un “incendio nuclear” y el segundo en el "incendio del calentamiento global" que quemará paulatinamente y desencadenará en el cambio climático desenfrenado. Igualmente, el artículo analiza las barreras que obstaculizan la resolución de estas problemáticas.

1. Introducción

Tomando esto como punto de referencia, conviene iniciar el análisis a través del cuestionamiento que el físico teórico, profesor de matemáticas, Stephen Hawking planteó en el sitio Yahoo Public en 2006. Él preguntó si la humanidad podría ser capaz de sobrevivir el siglo XXI dadas las diversas crisis existentes como la política, social y medioambiental. De manera puntual la interrogante fue “¿cómo la raza humana podrá sostenerse otros 100 años?”.

De acuerdo con Dennis Morgan, dicha pregunta exige la reflexión crítica de los supuestos acerca del destino de la raza humana y de la vida en la Tierra. Por lo que suponer que la humanidad podrá sobrevivir 100 años sin tomar en cuenta al caos mundial podría traer resultados negativos. Entonces, con base en la pregunta de Hawking, valdría la pena cuestionar cuáles serían las razones por las que la humanidad no lograría sobrevivir a los próximos 100 años y cuáles serían los contextos más probables de destrucción masiva que darían luz a la destrucción de la civilización humana.

Sobre esta misma línea, en el texto titulado Survival or Hegemony: America´s Quest for Global Dominance”, el lingüista, filósofo y científico cognitivo estadounidense Noam Chomsky hace hincapié en los asuntos que toca Ernst Mayr sobre la selección natural. De acuerdo con científico cognitivo, el biólogo considera que la selección natural puede no beneficiar al destino de los seres humanos, pues no está comprobado que alguna especie cuente con una ventaja sobre las demás por su “forma intelectual de organización”. Por ejemplo, haciendo una comparación con los escarabajos y las bacterias, éstos tienen más posibilidades de sobrevivir que los seres humanos, (Dato crucial 1).

Con base en esto, Chomsky pregunta si sería posible decir que los seres humanos son un “error biológico”, por haberse destruido a sí mismos y en el proceso haber causado un daño al mismo medio ambiente que sostiene su vida. En ese sentido, el filósofo estadounidense explica la existencia de dos incendios globales provocados por los seres humanos.

En primer lugar, se encuentra la quema de combustibles fósiles que trae como resultado un calentamiento global que aumenta. En segundo lugar, está “la amenaza de una guerra nuclear como consecuencia de una militarización, guerras de agresión y un escalda de conflictos globales”, (Morgan, 2009). Estos “incendios” se relacionan con la competencia capitalista por los recursos naturales que son cada vez más escasos y el aumento de ésta por medio de amenazas de conflicto global que podrían contribuir a la “colapso global”, (Dato crucial 2).

Esta situación, según Chomsky, está definida por la supervivencia o hegemonía, pues ninguna de las dos realmente está dando consecuencias positivas. Puede verse un caso de esto al analizar el militarismo de Estados Unidos que de hecho ha obstaculizado la eficiencia de soluciones globales contra estos “incendios”.

Por ejemplo, a principios de otoño de 2002, a pesar de saber que tan cerca estuvieron Estados Unidos y la Unión Soviética de alcanzar una “guerra nuclear total” en la Crisis de los Misiles en Cuba, la administración Bush impidió que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) prohibiera la militarización, finalizando las negociaciones internacionales para evitar la guerra, pero el país norteamericano planeó una “guerra de agresión" contra Irak.

Asimismo, en dicha administración se puso fin a los esfuerzos internacionales por disminuir las amenazas al medio ambiente. Así pues, el programa de George W. Bush de la "Ciencia del Cambio Climático" no consideró la probabilidad de que el calentamiento global a corto plazo implicaría un “proceso no lineal abrupto”.

Al mismo tiempo, la administración Bush lanzó una publicación sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de dicho presidente. Ésta, siguiendo la doctrina de la “guerra preventiva” de Bush, muestra el supuesto derecho de Estados Unidos de usar la fuerza hacia cualquier país para alejar las amenazas a la hegemonía global y sus intereses comerciales, independientemente del Derecho Internacional, los Principios de Nuremberg, la Carta de las Naciones Unidas o los Convenios de Ginebra. No obstante, como señala Chomsky, esta “guerra preventiva” realmente entraría dentro de la categoría de “crímenes de guerra”.

De modo que, Estados Unidos es visto por muchos como el principal culpable del calentamiento global y el cambio climático, al poseer el mayor arsenal de armas nucleares, en violación del Tratado de No Proliferación Nuclear, y al buscar nuevas armas nucleares. Así pues, la doctrina de guerra preventiva por medio de ataques preventivos es considerada por Chomsky como una “declaración de guerra al mundo” que resulta una amenaza para el futuro de la humanidad.

2. Escenarios de civilización humana destruida por “fuego” nuclear

Haciendo un recordatorio histórico relacionado con la destrucción humana al final de la Segunda Guerra Mundial, conviene subrayar la catástrofe nuclear en Hiroshima y Nagasaki. Desde ese momento la devastación y destrucción humana no se encontraban únicamente en esas ciudades japonesas, pues los efectos de este evento se ampliaron y afectaron a una gran cantidad de población humana, perjudicando la descendencia de los sobrevivientes de las generaciones futuras.

De este modo, al percatarse de las repercusiones de dicha situación, la ONU actúo para evitar otra guerra de esta naturaleza, puesto que una escalada de conflictos similar podría causar una destrucción de toda la humanidad. Como resultado, a manera de prevención, los países fundadores de la ONU prohibieron las “guerras de agresión”. Seguido de esto, el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg consideró a este tipo de guerras como “malignas”, mencionando que “iniciar una guerra de agresión es el crimen internacional supremo que se diferencia solo de otros crímenes de guerra porque contiene el mal en sí mismo”, (Chomsky, 2004).

Más tarde, tal acusación de guerra se universalizó cuando en un informe del Departamento de Estado estadounidense, el juez de la Suprema Corte, Robert Jackson señaló que bajo ningún contexto político o económico era justificable el crimen de agresión, sin importar el estado que lo cometiera. Las reglas de conducta internacionales se debían aplicar a todos por igual.

Incluso, cabe destacar que, la mayoría de las reglas en la Carta de las Naciones Unidas se originaron en los principios de Nuremberg. Esto, como punto de partida al principio específico de “crímenes contra la paz”, es decir, el acto de invasión militar como un crimen de guerra hablando especialmente de comenzar o librar una guerra contra la integridad, independencia o soberanía de un territorio o estado. De hecho, el Artículo 1 de la Carta de Naciones Unidas menciona que “el propósito de la ONU es mantener la paz y seguridad, y con ese fin tomar medidas colectivas efectivas para la prevención y la eliminación de amenazas a la paz, y para la represión de actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz”, (Morgan, 2009).

Por consiguiente, el motivo de estas medidas tan puntuales para evitar otra guerra tuvo un trasfondo en las repercusiones de la Segunda Guerra Mundial, pero también tras los ataques en Hiroshima y Nagasaki, por la inquietud sobre el destino de la humanidad. Cuestión que tanto el físico alemán Albert Einstein como el filósofo inglés Bertrand Russel tenían en mente cuando se cuestionaron en el "Manifiesto Russel-Einstein" de 1955 si se debía terminar con la raza humana o si la humanidad renunciaría a la guerra.

Dicho manifiesto se trataba de un texto donde ambos autores alertaban al mundo sobre la peligrosidad de la proliferación nuclear, pues existía la posibilidad de que se fabricaran bombas nucleares más poderosas que las que se usaron en Hiroshima y Nagasaki. Estas bombas tienen la capacidad de enviar partículas radioactivas a la atmósfera y después volver a la Tierra como “polvo mortal” o lluvia que infecte a la raza humana. Einstein y Russel tenían el temor de que el uso de estas bombas provocara una muerte universal repentina para las minorías y enfermedades de muerte lenta para las mayorías.

Posteriormente a esto, en 1982, en su libro The Fate of the Earth, el autor estadounidense Jonathan Schell plantea distintos contextos globales de destrucción nuclear total a manera de advertencia para la humanidad. Schell argumenta que la posibilidad de exterminio completo de la humanidad no queda descartada si las bombas mortales siguen entendiéndose como símbolos de poder nacional, (Dato crucial 3).

Por su parte, en el libro Crucial Questions about the Future, el investigador y educador Allen M. Tough considera que el libro de Schell logró eliminar la ignorancia y la negación sobre la extinción de la raza humana y después fue confirmada por una investigación sobre el invierno nuclear y sus consecuencias en la devastación humana. Tough estudia la posibilidad de autodestrucción humana, por guerras nucleares. Como resultado de esto, el investigador estima que la civilización humana podría extinguirse, si sigue por el camino de la destrucción 40 años más.

Cabe resaltar que el gran poder militar en el mundo desarrollado descansa sobre el poder nuclear. “Éste resulta un símbolo reinante del poder global, la base por la cual los países poderosos afirman sutilmente intenciones agresivas y ambiciones de hegemonía, aunque enmascaradas por “diplomacia” y “negociaciones”, (Morgan, 2009). No obstante, tal base no es tan sólida como se muestra.

Continuando con la lógica de guerras nucleares, Carol Moore en un sitio sobre este tema, cuestiona si la guerra nuclear es inevitable. La autora menciona que para desencadenarla se requiere de un intercambio nuclear. Así, la manera de iniciarla consistiría en que los terroristas hicieran una bomba nuclear y luego la hicieran explotar en Israel o Moscú. En caso de que esto sucediera, y que Moscú quedará destruido, en Rusia los comandantes nucleares regionales recibirían plenos poderes (tomando en cuenta el sistema ruso de mano muerta) y el país al que se le culparía por el ataque sería Estados Unidos.

En ese tenor, en el supuesto de que Israel sufriera un ataque nuclear por terroristas, se tomarían represalias con la “Opción de Sansón”. Esta opción es una estrategia empleada por el país israelí que consiste en la disuasión de represalias masivas con armas nucleares. Así pues, se usaría la opción principalmente hacia las ciudades musulmanas del Medio Oriente, hacia Rusia y ciudades antisemitas europeas.

En ese supuesto, Rusia lanzaría su estrategia de disuasión, pero Estados Unidos tomaría represalias contra el país ruso. Es posible que en esta situación China igualmente participe por medio de miles de ojivas nucleares que ataquen a la mayoría de ciudades del hemisferio norte. Y probablemente en los siguientes años se vea como algunas nubes radiactivas masivas se extiendan por el globo en una lluvia radiactiva causando muertes y enfermedades debido a la radiación que sería transmitida genéticamente a las generaciones futuras en un invierno nuclear que duraría 100 años y en el proceso destruiría al medio ambiente.

En ese sentido, el problema principal que impulsa a estas catástrofes es que muchos no se percatan de cuál es la base sobre la cual descansa la red nuclear. Cualquier accidente, comunicación malintepretada, señal falsa o acto de sabotaje podría provocar el uso de armas nucleares y a su vez el aumento de probabilidad de que se lleve a cabo una escalada de ataques nucleares, mientras que la probabilidad de que se diera una guerra nuclear limitada disminuiría. A este respecto, cada país se movería bajo la lógica de (usélas o piérdalas). Así, “la moderación de un poder sería interpretada como una debilidad del otro, que podría ser explotado como una ventana de oportunidad de ganar la guerra”, (Morgan, 2009).

Con esto, Moore quiere decir que, si la “Caja de Pandora” se abre, ésta será el parteaguas para que cualquiera se sienta con el derecho de usar armas. Con relación a esta situación, Moore pone el ejemplo de la escalada nuclear con una habitación con gente que teme toser. El contexto cambia cuando una de las personas dentro de este grupo tose, pues los demás posteriormente se atreven a hacerlo sin miedo a ser juzgados.

Entonces, si los grandes estados nacionales utilizan a la guerra como herramienta para satisfacer sus necesidades de poder y saqueo, las naciones más pequeñas intentarán conservar y utilizar armas nucleares más si se les prohíbe su autodeterminación, pues buscarán cualquier método para pronunciarse en contra de sus opresores. Es decir, si la guerra y la agresión están sustentadas por la amenaza de las armas nucleares, la escalada de conflictos bélicos desencadenaría el uso real de dichas armas. Y en el supuesto de que se use una, se usarán muchas, lo que ocasionaría un contexto de muerte global y destrucción humana.

Siguiendo esta línea, en el texto de Scenarios, Moore puntualiza las diferentes maneras en que se podría iniciar una guerra nuclear. Ésta podría comenzar por un efecto de los ataques terroristas o por la necesidad de defenderse contra oposiciones militares, tal vez por medio de pequeñas armas nucleares que destruyeran objetos. Esto podría extenderse hacia el uso de armas nucleares estratégicas proyectadas por misiles intercontinentales de corto alcance o bombardeos a gran latitud. Dichos lanzamientos podrían provocar ráfagas a gran escala cuyo “pulso electromagnético” derrote circuitos eléctricos por cientos de millas cuadradas.

Otra posibilidad sería que se proyectaran bombas nucleares con el fin de destrozar instalaciones militares nucleares o no nucleares, plantas de energía nuclear, sitios industriales y ciudades relevantes. La última posibilidad sería que se omitieran todos estos pasos y que iniciara con el uso “accidental” e “imprudente” de armas estratégicas.

Con base en estos supuestos, Moore explica seis escenarios de intercambios nucleares catastróficos entre varios países. “Cada escenario incorpora secciones codificadas por colores que ilustran 4 factores interrelacionados que determinarán cómo comenzaría una guerra nuclear, cómo procedería y cómo escalaría”, (Moore, 2004). Tales elementos se marcan como accidentales, agresivos, preventivos y vengativos.

En primer lugar, Estados Unidos y Rusia cuentan con sistemas de lanzamiento de alerta cuya función es lanzar cohetes antes de la confirmación de un ataque nuclear. Por este sistema, una guerra nuclear masiva podría darse en 30 minutos después de la advertencia, incluso si ésta falla. Aunque debido a los juicios humanos individuales que no confiaron en las advertencias falsas, no ha sucedido una guerra nuclear de esta naturaleza aún.

En segundo lugar, el factor de la agresión igualmente podría provocar una guerra nuclear. A medida que las potencias nucleares se involucren en las guerras de agresión, las armas nucleares son opción, sobre todo si la hegemonía global permite que se usen todas las alternativas posibles. Así pues, Moore considera al factor agresivo cuando ciertas naciones deciden hacer uso de armas contra una nación nuclear o no nuclear para impulsar una medida económica, objetivo político o militar. Esto como parte de una guerra en proceso o como un primer enfrentamiento nuclear. De esta forma, el Estado podría asumir que el ataque es de carácter preventivo, de represalia o accidental.

En tercer lugar, en cuanto al factor preventivo es pertinente mencionar el ataque de Estados Unidos a Irak en 2003, basado en la doctrina de guerra preventiva de Bush. Cabe destacar que esta “prevención” para impulsar una guerra nuclear es un asunto delicado. Este tipo de guerra se da cuando “uno o más países están de acuerdo con que una nación nuclear use armas nucleares contra sus “blancos” nucleares, militares, industriales o civiles y ataquen preventivamente a esa nación”, (Moore, 2004).

Asimismo, la política arriesgada también podría participar en esta escalda de la guerra nuclear. En ese sentido, puede notarse cómo tal “contexto arriesgado” se encuentra en la estrategia de Estados Unidos para crear una defensa antimisiles en Polonia. Esto se dio anteriormente en un escenario de militarismo expansionista en el que Bush impulsó una guerra de agresión contra Irak y actualmente planea declarársela a Irán. Otra pieza en este juego sería Rusia, pues mientras el país norteamericano continua con sus planes en Polonia, los rusos al sentirse amenazados idearían contramedidas para salvaguardar la integridad y seguridad de su territorio.

El último elemento dentro de este análisis es el factor de represalia en el contexto de guerra nuclear que se da cuando los países responden al uso de armas de destrucción masiva (nuclear, química o biológica), por medio de armas nucleares. Más tarde estos ataques en represalia desencadenan una escalada nuclear en la que participan los países involucrados y otros interesados.

Dichos factores que Moore puntualiza, se encuentran relacionados con la historia de los seis escenarios que indican cómo una guerra podría iniciar y progresar. “El supuesto final es que cualquier intercambio nuclear resultará en una serie de escaladas entre las partes inmediatas y sus aliados que se saldrán de control hasta que la mayoría de las 20 000 armas nucleares del planeta se agoten”, (Moore, 2004).

Bajo esta lógica, Moore elimina la hipótesis de que pueda existir un intercambio nuclear limitado que realmente ignorara lo que podría resultar erróneo y sobre todo la psicología de “úselas o piérdalas”. Cabe señalar en este punto el importante papel de la naturaleza humana que establecerá el nivel de destrucción nuclear global que resulte más predecible a medida que se tome en cuenta el terror que proviene de la psicología del “juego de muerte nuclear”.

Volviendo a la cuestión del sistema de alerta temprana, de acuerdo con uno de los escenarios que Moore plantea, un error hace que el sistema de Rusia se active, una falsa alarma que erróneamente detecta un ataque nuclear de Estados Unidos. Posteriormente a esto, Rusia posiblemente proyectará una gran proporción de armas al país norteamericano. Dichos ataques causan otros ataques de represalia y como consecuencia la guerra nuclear incrementa en el hemisferio norte.

Dadas las intenciones de Irán de ser hegemonía nuclear, debe tomarse en cuenta uno de los escenarios en el que Moore explica cómo una guerra nuclear inicia con un ataque a las instalaciones nucleares de Irán. De acuerdo con el periodista estadounidense Seymour Hersh, la alternativa nuclear hacia Irán ha sido vista por el Pentágono como una opción rentable.

En ese sentido, según un exoficial de inteligencia “la falta de inteligencia confiable deja a los planificadores militares, dado el objetivo de destruir totalmente los sitios, sin otra opción que considerar el uso de armas nucleares tácticas”, (Hersh, 2006). Con base en la opinión de los armadores nucleares, otra alternativa supondría una brecha relevante. Por consiguiente, algunos funcionarios de la Casa Blanca y el Pentágono optan por la opción nuclear para el país iraní y los planificadores nucleares deben tener una capacitación especializada para aprender los detalles técnicos de los daños nucleares y la lluvia radiactiva.

Sin embargo, algunos miembros del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos no están de acuerdo con lanzar a la opción nuclear como primer ataque e incluso han pensado en renunciar a la estrategia. Hersh menciona el testimonio del primer oficial de inteligencia. Él puntualizó que el Estado Mayor Conjunto intentó eliminar a la opción nuclear de la estrategia de guerra para Irán, pero esto no se logró, pues la Casa Blanca cuestionó este cambio de planes.

Estas estrategias nucleares contra Irán ganaron fuerza a partir de un documento de Sunday Times de enero de 2007 de una filtración de inteligencia iraní. En éste se establece que Israel planeaba un ataque contra Irán por medio de armas nucleares de bajo rendimiento para aniquilar sus búnkeres y destruir sus instalaciones nucleares subterráneas secretas.

Viendo esta situación con la óptica de Moore, podría decirse que los países vecinos no nucleares actuarían ante los ataques con cohetes tradicionales y armas químicas, biológicas y radiológicas. Después, sería probable que Israel se vengara con ataques nucleares a diversas naciones, agregando un ataque preventivo contra Pakistán, que posteriormente tomaría represalias por medio de un ataque contra Israel e India. Continuando con estos supuestos, luego Israel impulsaría su Opción de Sansón. A este punto, sería probable el desarrollo de una guerra nuclear total, y que Estados Unidos tomara represalias por medio de enfrentamientos nucleares en Rusia y China.

En consecuencia, con base en los cuatro elementos que podrían contribuir a un ataque nuclear o la escalda hacia una guerra nuclear, el más probable y relevante sería el factor accidental. A este respecto, en el artículo 20 Mishaps that Might Have Strated a Nuclear War, el investigador Alan Philips muestra cómo un accidente, una mala interpretación o una alarma errónea podría ocasionar una guerra nuclear. Ciertos incidentes de naturaleza similar pasaron durante la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética en la Crisis de los Misiles en Cuba.

Sobre esta línea, Philips menciona que la probabilidad de progreso real a una escalada hacia una guerra nuclear en cualquiera de los momentos señalados puede haber sido pequeña, por las características preparadas contra fallas planeadas en los sistemas de alerta y proyección y la acción responsable de aquellos que dirigen la cadena de comando cuando el sistema falla. No obstante, el problema se da cuando hay una acumulación de pequeñas probabilidades de desastre por varios riesgos que crean un peligro grave en conjunto.

De hecho, no hay manera de saber cuál es el alcance del riesgo de estos acontecimientos, pero sí de tener conocimiento de la probabilidad de una catástrofe y de la supervivencia humana a ésta, (Dato crucial 4). Tomando el ejemplo de la guerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética con una secuencia de contratiempos parecida en la parte soviética habría cambiado el curso de la historia, (Dato crucial 5).

Con respecto a la guerra en Medio Oriente, la agresión que se da en esta región aunada al deseo de usar armas nucleares de bajo rendimiento, incrementa la probabilidad de que se dé una guerra nuclear y una calamidad en el futuro. Hablando del principal impulsor de esta guerra, Estados Unidos, los creadores de políticas de la Casa Blanca y el Pentágono consideran el uso de armas nucleares contra Irán.

De acuerdo con Ryan McMaken, el Pentágono filtró la “Revisión de postura nuclear”. Ésta destacaba los planes para el desarrollo de un ataque nuclear hacia Irán, Irak, Libia, Corea del Norte y Siria, pues ninguno de ellos contaba con un arsenal de armas nucleares. Igualmente, este informe explicó cuál sería la estrategia para permitir que los misiles también pasaran por Rusia y China, a pesar de la creencia de que las relaciones de dichos países con Estados Unidos habían mejorado.

A esto hay que agregar que, pese al supuesto poderío nuclear de Corea del Norte, el país estadounidense ha tenido un crecimiento notable en su política nuclear en los últimos años, de una estrategia de usar las armas nucleares como “último recurso” a usarlas en el primer ataque. Aunado a esto, “los halcones neoconservadores y sus aliados en Washington han estado presionando durante años para desarrollar armas nucleares de bajo rendimiento”, (Morgan, 2009), (Dato crucial 6).

De esta forma, puede verse cómo el razonamiento utilizado para la proyección de las dos bombas atómicas en Nagasaki e Hiroshima sufrió una transformación de ser una “última opción” a convertirse en un arma ofensiva en el desarrollo de una guerra de agresión que cause la muerte de miles de víctimas, un sacrificio forzado por el bien de la causa. Bajo este pensamiento maquiavélico, de “el fin justicia los medios”, las personas asesinadas tras un ataque nuclear terminan siendo sólo cifras.

En este asunto puede observarse cómo el mismo argumento para impulsar las guerras de agresión sin respetar las leyes internacionales se ajusta a los crímenes de guerra aparentando un uso “legítimo de poder”. No obstante, en esta ocasión las repercusiones son mayores, puesto que el futuro del mundo está en juego. Así pues, Estados Unidos y el pretexto para cometer crímenes de guerra israelíes atentan contra la humanidad por la probabilidad de que se dé una guerra nuclear total que podría causar la destrucción de la civilización humana.

3. Escenario dos: muerte por el fuego lento del calentamiento global

Por lo que se refiere a un contexto de extinción humana por un incendio nuclear repentino y de rápida combustión, la solución sería evitar su avance a corto plazo, en el supuesto de que los líderes mundiales se alejaran de la competencia agresiva por los recursos naturales y estuvieran dispuestos a borrar a las armas nucleares del mapa.

Por otra parte, otro escenario de extinción humana por fuego consiste en un “fuego lento” que calienta paulatinamente al globo mientras avanza la civilización industrial y se desarrolla por todo el mundo. Dicho proceso se da a largo plazo, entonces no puede cambiarse tan fácilmente, a pesar de que los líderes mundiales dejaran de lado al desarrollo industrial, basado en la quema de combustibles fósiles.

Así pues, la manera en que el calentamiento global perjudicará a la humanidad puede percibirse a través de la analogía proverbial de una rana en una olla de agua. Esta rana, al inicio no se percata de que la temperatura del agua incrementa gradualmente. Entonces, en vez de escapar, la rana trata de adaptarse al cambio de temperatura. Después, el calor del agua va debilitando a la rana paulatinamente y cuando la rana nota la situación de peligro intenta escapar, pero esto fracasa y la rana muere.

Esta cuestión puede aplicarse al “fuego lento del calentamiento global”, ya que éste podría desencadenar diversas situaciones que finalmente tomen por sorpresa a la raza humana. Así que, en el momento en que los líderes lleguen a un acuerdo sobre los efectos del calentamiento global al ser humano, podría ser demasiado tarde para frenarlos.

Haciendo hincapié de los esfuerzos de consensos científicos medioambiental que se han propuesto, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) fue creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, con el fin de monitorear de forma integral, objetiva, abierta y trasparente la información científica, técnica y socioeconómica pertinente para entender el sustento científico de los efectos del cambio climático provocado por la acción humana. Esto, tomando en cuenta sus posibles repercusiones y alternativas de adaptación y mitigación. Desde su creación el panel ha brindado evaluaciones e informes cada seis o siete años.

Hasta el momento, han hecho cuatro evaluaciones. Aunque con ellas también han venido críticas por parte de algunos miembros de la comunidad científica, específicamente científicos de la industria. Ellos consideran que la teoría que plantea el organismo no cuenta con una base sólida ni en la historia planetaria ni en la realidad actual. No obstante, debido a que las investigaciones dan resultados concretos y evidencia empírica para comprobar la hipótesis del calentamiento global, el consenso científico se ha convencido de que los argumentos en efecto son ciertos.

Incluso, de acuerdo con el medioambientalista estadounidense Bill Mckibben, podría afirmarse que son 12 años de investigación científica los que confirman el informe de 1995, que señala que el número de seres humanos en el planeta había crecido, así como le necesidad por obtener energía y que actualmente ya están perjudicando al más básico de los sistemas de la tierra. Llámese el balance entre la energía solar entrante y salientes. Los descubrimientos han complementado el informe de 1995 que dice que los seres humanos queman una gran cantidad de combustibles fósiles.

Luego, en un informe de 2007 no solo se afirma por medio de un consenso científico que la combustión es lenta por culpa de los humanos, sino que puntualizan que, la cantidad de carbono en la atmósfera ahora está aumentando más rápidamente que en el pasado “y los aumentos de temperatura serían considerablemente más altos de lo que han sido hasta ahora a diferencia del manto de hollín y otro tipo de contaminación que está ayudando temporalmente a enfriar el planeta“, (Mckibben, 2007).

Por si esto fuera poco, casi todo lo que estaba congelado en la tierra ya se está derritiendo. Y, las fuertes lluvias son cada vez más cotidianas, puesto que el aire se ha vuelto más cálido, entonces éste retiene más agua que el aire frío, así que “los días fríos, las noches frías y las heladas se han vuelto menos frecuentes, mientras que los días calurosos, las noches calurosas y las olas de calor se han vuelto más comunes”, (Mckibben, 2007).

Esto seguirá en la misma dirección si no se acuden a soluciones drásticas de manera inmediata, pues la temperatura promedio global irá en aumento, (Dato crucial 7). Según investigaciones científicas de los últimos años, el incremento de temperatura global está derritiendo sabanas árticas. Dicho derretimiento polar desencadenará una catástrofe en zonas costeras que podría ser más grave de lo previsto a futuro.

No obstante, conviene indicar que en el informe del IPCC falta que se haga hincapié en los escenarios menos probables pero graduales que podrían traer resultados destructivos para el futuro de la civilización humana a largo plazo. Es decir, el informe de IPCC resalta la “progresión lineal” del calentamiento global sin mencionar a las dinámicas de las teorías de sistemas. Esto cambia la premisa de la cual se parte para estudiar la relación entre la civilización industrial y la naturaleza.

Con respecto a esta relación, en la década de 1950, la teórica política alemana Hannah Arendt notó una transformación radical de énfasis en la relación de la naturaleza contrastada con las épocas previas, ya que la distinción entre la naturaleza y el hombre visto como Homo faber (hombre que fabrica) se ha vuelto poco clara. Esto, debido a que el hombre ya no solo toma de la naturaleza lo que necesita para fabricar, sino que ahora interviene en la naturaleza para incrementar o transformar los procesos naturales que posteriormente se van hacia la evolución de la civilización humana, de tal forma que el ser humano se vuelve parte del mismo proceso que hace. La civilización humana participa cada vez más en el proceso como parte integral del sistema dinámico, por lo que resulta complicado salir de él.

Según Arendt, este dinamismo resulta peligroso, ya que no se puede ver a simple vista. “Actuar en la naturaleza para transformar los procesos naturales genera un cambio interminable de eventos cuyo resultado final provoca que el actor sea incapaz de conocer o controlarlo de antemano”, (Arendt, 1968). Cuando el humano inicia sus propios procesos naturales no solo incrementa su poder sobre la naturaleza y se vuelve más agresivo en su trato con las fuerzas de la tierra, sino que, habiendo trasladado a la naturaleza al mundo humano, se eliminan las barreras defensivas entre los elementos naturales y el “artificio humano” en el que todas las civilizaciones estaban protegidas.

Entonces, mientras el hombre actúa en la naturaleza, lleva su propia "impervisibilidad" al mundo humano. De manera que, la naturaleza ya no se maneja por leyes absolutas. Incluso, ya no es posible conocer las leyes de la naturaleza, ya que la impervisibilidad de la naturaleza incrementa al punto en que la civilización industrial le añade sus propios procesos.

Y por medio de estos procesos, dinámicos y transformadores el ser humano lleva la impervisibilidad al futuro con tanta imprudencia que puede finalizar en un desastre o extinción. Pues, las fuerzas elementales que aún no son del todo comprendidas pueden explotar sobre los seres humanos en el mismo ambiente en el que se llevaron a cabo experimentos. Así pues, la naturaleza aún puede tomar represalias en contra del humano a medida que la Tierra y sus ecosistemas, el medio ambiente y la atmósfera toquen un punto de inflexión sin retorno.

En ese sentido, el científico creador de la "Teoría de Gaia", James Lovelock considera que, ya es tarde para que la humanidad cambie, pues la crisis climática se concentra en todo el mundo. Esto se muestra en una investigación en un laboratorio de patología que ha estudiado la condición física de la Tierra, (Dato crucial 8). Por tanto, la civilización como parte de la Tierra está en peligro.

Lovelock señala que contaminar, justo cuando el sol ya estaba demasiado caliente para el ser humano, fue un mal movimiento. El científico cree que como le hemos causado fiebre a la diosa griega de la Tierra (Gaia), entonces en lapso corto de tiempo su condición empeorará, llegando a un coma catastrófico. Gaia ha estado en una situación parecida antes y se ha recuperado, pero tomó más de 100 000 años. Somos responsables y sufriremos las consecuencias, (Dato crucial 10).

Conviene puntualizar que el papel de la contaminación de aerosoles del hemisferio norte resulta importante para reducir el calentamiento global. Ésta refleja luz sola hacia el espacio. Aunque tal efecto es temporal y una vez que desaparece deja al ser humano expuesto al calor del efecto invernadero. Podría decirse que los humanos están en un clima que se mantiene fresco por el humo y antes de que este siglo XXI haya terminado, “miles de millones de seres humanos morirán y las pocas parejas reproductoras de personas que sobrevivan estarán en el Ártico, donde el clima seguirá siendo tolerable”, (Lovelock, 2006).

Asimismo, Lovelock señala que los esfuerzos por corregir el rumbo humano son inútiles porque el cambio no solo depende de él. El hecho de regular la atmósfera, los océanos y la superficie terrestre no implica que se puedan mantener condiciones óptimas para la preservación de la vida. Esto resulta tan imposible como intentar controlar la temperatura y la composición sanguínea de una persona que padezca de insuficiencia renal. Un paciente con esta enfermedad conoce la dificultad de ajustar su ingesta de agua, sal y proteínas. En ese sentido, la tecnología puede ayudar para facilitar la diálisis, pero, no reemplaza a los riñones sanos.

Lovelock finaliza su análisis sobre el futuro de la civilización humana y Gaia diciendo que, el ser humano puede implementar su mejor intento para sobrevivir, pero no es posible que Estados Unidos, China o India, los principales emisores de energía, puedan “retroceder en el tiempo”. A pesar de sus esfuerzos por controlar el clima, el aumento de la temperatura a un clima infernal será evidente.

“El pronóstico de Lovelock para el cambio climático se basa en un análisis de dinámica de sistemas de la interacción entre los procesos creados por humanos y los procesos naturales”, (Morgan, 2009). Éste se trata de un “modelo multidimensional” que representa el dinamismo de la civilización industrial causante del cambio climático. “El modelo toma en cuenta los ciclos de retroalimentación positiva que conducen a condiciones de fuga. Dicho modo de análisis es consistente con investigaciones recientes sobre cómo los ecosistemas de repente desaparecen”, (Morgan, 2009).

A este respecto, un artículo publicado en Nature en 2001, basado en un estudio científico de una asociación internacional, subrayó que los cambios en los ecosistemas resultan impredecibles y desastrosos. Con base en esto, de acuerdo con Stephen Carpenter, un limnólogo de la Universidad de Wisconsin, se está creando una aprobación científica que indica que, al recibir un impulso, los ecosistemas pueden trasladarse de un estado estable a un estado distinto.

Él considera que, en los ecosistemas, las transformaciones progresivas en la vulnerabilidad se almacenan y posteriormente el sistema sufre una catástrofe y se traslada a otro régimen. De esta forma, de acuerdo con el climatólogo de UW-Madison, Johnathon Foley, la naturaleza no se caracteriza por ir en línea recta. Algunas veces ésta puede tensionar a un sistema muchas veces y finalmente hacerlo estallar. Aparte, como establece Foley, “una vez que se produce el "giro", entonces el cambio catastrófico es "irreversible", (Foley, 2004).

Con el fin de extender este estudio de los ecosistemas hacia el planeta Tierra mismo, conviene preguntar cuál sería el impulso final en un sistema que hiciera todo colapsar. En la actualidad, se ha descubierto otro elemento determinante en algunas regiones árticas. Éste empeorará el problema del calentamiento global sin previo aviso. Dicho fenómeno se trata del permafrost que contiene una gran cantidad de gases de efecto invernadero, entre ellos, el metano y dióxido de carbono.

Según algunos científicos especialistas en el tema, el problema con este permafrost es que cuando se derrite despide tales gases hacia la atmósfera, acelerando el calentamiento global. Este “círculo vicioso de retroalimentación positiva” podría ocasionar que el calentamiento global llegue a un punto de inflexión sin salida. Este círculo de retroalimentación consiste en un mecanismo de control de sistemas en el que los resultados obtenidos de una tarea o actividad son reintroducidos en el sistema con la finalidad de incidir sobre decisiones o acciones futuras.

En ese sentido, el científico Seth Borenstein de Associated Press utiliza dicho circuito de retroalimentación positiva de los gases de efecto invernadero de permafrost para explicar que con el calentamiento global éste se derrite y el suelo congelado igualmente sufre este efecto. El permafrost descongelado libera metano y dióxido de carbono. Esos gases llegan a la atmósfera y ayudan a atrapar el calor de la Tierra en el efecto invernadero. El calor atrapado descongela más permafrost, (Borenstein, 2006).

La principal preocupación de los científicos con el permafrost es que la cantidad de carbono en esta cápsula de gases de efecto invernadero llamada “yedoma” los libera constantemente y es posible que libre hasta 100 veces más carbono que lo que se expulsa cada año por la quema de combustibles fósiles. Y esto no sucederá una sola vez, pues se necesitarán varias décadas para que se liberen completamente. Es por eso que, se estima que, en los próximos 100 años, el planeta podría volverse tan caluroso al punto de ser inhabitable. El profesor de ecología de ecosistemas en la Universidad de Florida, Ted Schuur se refiere al proceso como “una bomba de tiempo en cámara lenta”.

El permafrost que se encuentra en los lagos se expulsará en forma de metano y el que está por debajo de la tierra seca saldrá como dióxido de carbono. Es relevante aclarar que, el metano es un componente mucho más poderoso para atrapar el calor, pero solo dura 10 años antes de que se descomponga en dióxido de carbono u otros productos químicos, mientras que dióxido de carbono es el componente menos poderoso para atrapar calor y dura 100 años. Los dos gases del efecto invernadero representan un reto global que empeora los efectos del calentamiento global y del cambio climático. Lo más aterrador del asunto es que la mayoría de los mecanismos se perpetuán a sí mismos y pocos se detienen.

¿Es el fin de la civilización humana y la posible extinción de la humanidad?

Continuando con la muerte lenta que provocaría el calentamiento global, cuando se tenga en cuenta de que el holocausto nuclear pueda conllevar a la extinción, será peligroso apostar sobre cuál será el destino, pues si se pierde, la extinción será evidente y no habrá marcha atrás. Así que, el tema debe manejarse con la certeza de que las armas nucleares acabaran con la especie humana para así poder manejar la situación de mejor manera.

Conviene subrayar en este punto que más allá del “horror de la guerra nuclear” se vislumbra otro tipo de horror, que es la interacción con el invierno nuclear que se da como resultado de esta guerra. Ésta produce un planeta “venenoso” y “sobrecalentado” que es cada vez menos apto para la supervivencia humana e incluso si alguna especie lograra sobrevivir probablemente las condiciones ambientales para su futuro serían “venosas”. Es posible que “un remanente de criaturas subhumanas mutadas pueda sobrevivir a tan duras condiciones, pero a todos los efectos, la civilización humana habría sido destruida, y la cuestión relativa a la extinción humana se volvería discutible”, (Morgan, 2009).

Con esto debe tenerse en cuenta que, de manera general, la muerte está en el centro de la existencia privada de cada individuo, pero ésta obtiene un significado distinto si sucede en medio de la “supervivencia social” o “biológica” de la Tierra. No obstante, es importante preguntarse si en caso de que el mundo sobreviviera, podría ocasionarse un tipo de “segunda muerte” de la especie.

Un acercamiento a la respuesta a esta pregunta gira en torno a la idea de que esto no solo se refiere a la muerte de la especie per se o de la población de la tierra en el “juicio final”, sino a la de varias generaciones recién nacidas. Es posible que éstas sobrevivan a la muerte, sin embargo, se convertirían en víctimas de la muerte de la raza humana en su totalidad.

Al mismo tiempo, Schell considera que como el ser humano ha escogido vivir al “borde de la extinción” aventándose al abismo retrocediendo en el último instante, la situación se caracteriza por una inseguridad nerviosa. Es decir, el futuro de la Tierra y sus pobladores es incierto. Empero, el tiempo es una pieza más destacable que empeora esta cuestión. Por esta razón el autor plantea si los humanos renunciarán al fuego y a su implementación para controlar a la Tierra o continuarían “jugando a la ruleta rusa” a medida que el tiempo disminuya sus posibilidades de supervivencia.

Aquí, el punto central podría ser frenar la caída precipitada que provoca la competencia mundial por los recursos finitos de la Tierra. Entonces, contestando a la incógnita de Hawking, el primer elemento para asegurar que la humanidad aumente sus probabilidades de sobrevivir al siguiente siglo sería emplear el mandato de la ONU para finalizar las guerras de agresión. Es decir, aquel país que viole al derecho internacional y a la Carta de la ONU será catalogado como una “nación canalla”, pues el peligro de la escala hacia la guerra nuclear es alto y hay mucho en juego.

“De hecho, la destrucción masiva y la catástrofe planetaria sobre las guerras por los recursos naturales y dominación global son las mayores amenazas que el mundo podría tener en el futuro”, (Morgan, 2009). Asimismo, un cambio climático imparable dentro de una progresión no lineal podría causar una catástrofe global irreversible que afectara al futuro de la humanidad y a las propias condiciones de vida del planeta.

Sin embargo, si los países más poderosos continúan con sus intenciones de adquirir el estatus de hegemonías globales, siguiendo la línea nacionalista de “uno por ciento”, que omite los efectos globales de sus “políticas del mundo en llamas” de una guerra con combustibles fósiles, es relevante plantear la interrogante de si el calentamiento global ya ha llegado al punto de inflexión.

A pesar de que el Dennis Morgan no tiene la respuesta a esta pregunta, considera vital frenar la guerra y redireccionar las estrategias por medio de la implementación de planes globales de desarrollo sostenible. Esto, debido a que la evolución podría terminar, la especie humana podría extinguirse y la “ignorancia” y “negación” internacionales podrían traer consecuencias negativas para el destino de las generaciones futuras.

Empero, pese a esta realidad descrita por dos escenarios de “fuego” catastróficos hechos por los humanos, resulta difícil que ellos realmente piensen en un planeta sin seres humanos vivos. Pues, han considerado a su civilización tan poderosa que no creen que pueda desaparecer en el próximo siglo.

En ese sentido, el Morgan hace una analogía con el “ser o no ser” de Shakespeare mencionando que, esta frase se trata de una pregunta que la humanidad debe contestarse. Sobre esta misma línea, se cuestiona si las obras de Shakespear se perderán o continuarán existiendo en un futuro tomando en cuenta este escenario catastrófico.

Esto mismo puede preguntarse sobre las obras de arte y expresiones del espíritu humano que se han transformado con los años. En respuesta a esto, el Morgan señala que todo lo relacionado con la evolución humana, la civilización y cultura probablemente se perderá completamente o será olvidado por aquel que logre sobrevivir a la desaparición de la especie.

Ahora bien, de acuerdo con el supuesto de que haya sobrevivientes, es probable que la “segunda muerte”, mencionada previamente sea “trágica” tanto por la pérdida de la historia humana como por la pérdida de su destino. Pues, las generaciones que no han nacido en el mundo humano aún no recibirán la "belleza del espíritu humano" ni habrán experimentado la vida. Igualmente, la cuestión del significado del amor se olvidará y el planeta Tierra morirá como cualquier otro en el universo. Aunque también existe la posibilidad de que el planeta Tierra resulte ser el único que evolucione lo suficiente como para conservar la vida de las especies. Esto aún no es certero, ya que el hombre no ha descubierto al universo ni a los propios orígenes del ser humano en su totalidad.

Es posible que por alguna razón el ser humano haya permanecido en un estado de negación en lo que respecta a las repercusiones del progreso y el estado de civilización industrial y su desarrollo. Entonces, es necesario que defienda a la vida en medida de lo posible. El punto de vista de Stephen Hawking debería ser aplicado, pues en realidad la especie humana tiene 100 000 años y la civilización representa solo una parte de ella.

Por el contrario, partiendo del argumento de que en el camino de la evolución humana el hombre descubrió el fuego, el autor se pregunta si lo lograron dominar o solo hicimos daño con él y tomando en cuenta esto, si el ser humano tiene conocimiento de cómo controlarlo. De este modo, sabiendo cuál será el costo final, el peligro de la destrucción de la civilización humana y el asesinato de la especie humana, así como el futuro mismo, el autor se pregunta si sería conveniente seguir tomando riesgos. Contestando a este supuesto, se señala que el ser humano habita en un planeta cuyos recursos finitos sostienen la vida. Pero, los individuos han tomado tantos riesgos que la civilización industrial los ha llevado a un punto de inflexión.

Finalmente, “el siglo XXI es el siglo más importante y crítico porque es el siglo en el que la humanidad determinará si cae de cabeza al abismo o si logrará reunir valor, sabiduría y moderación para resistir la tentación de un poder tan autodestructivo”, (Morgan, 2009). Este momento resulta el "reto final" para la supervivencia de la especie, ya que, si el ser humano se equivoca con el camino que tome, tendrá que pagar ese precio final. Pero, si al momento de luchar por la vida y por el futuro de la civilización humana se logra evitar esta destrucción, el autor asegura que las generaciones futuras agradecerán a los antepasados por haber respetado su derecho a la existencia. Y al mismo tiempo ellos se preocuparán por el futuro de sus generaciones futuras recién nacidas.

Datos cruciales: 

1. Aunado al argumento relacionado con la inteligencia, Noam Chomsky igualmente hizo la observación de que la esperanza de vida media de una especie es de 100 000 años, aproximadamente el mismo tiempo desde la aparición de los primeros seres humanos.

2. Las consecuencias de los dos incendios planteados son los suficientemente graves como para considerar la posibilidad de una completa destrucción de la civilización humana o tal vez la extinción de la especie humana dentro de los próximos 100 años.

3. Como relata Schell, el poder de destrucción ahora no solo es miles de veces como el de Hiroshima y Nagasaki; ahora es más de un millón y medio de veces peor, más de cincuenta veces suficiente para acabar con toda la civilización humana y gran parte del resto de la vida junto con ella.

4. La probabilidad de 20 incidentes habría sido solo 1 de cada 100, es un hecho matemático que la posibilidad de sobrevivir a los 20 habría sido 82%, es decir, casi lo mismo que la posibilidad de sobrevivir a un solo tirón del gatillo en la ruleta rusa jugado con un arma con 6 tiros.

5. Si el riesgo en algunos de los eventos hubiera sido tan alto como 1 de cada 10, entonces la probabilidad de sobrevivir a solo 7 de tales eventos habría sido menos de 50:50.

6. La idea detrás del arsenal de bajo rendimiento es que, dado que casi todos aceptan que es una locura matar a millones de civiles en una explosión de 50 megatones, sería más amenazante poseer un dispositivo de 10 megatones que realmente pudiera usarse y solo matara a 100 000 civiles.

7.Se predice que la temperatura global promedio aumentará 5 grados este siglo XXI, pero podría subir hasta 8 grados.

8. Los especialistas ven al calentamiento global como una enfermedad grave que pronto pasará a una fiebre mórbida que podría durar hasta 100 000 años.

9. A medida que avanza el siglo, la temperatura aumenta 8 grados centígrados en las regiones templadas y 5 grados en los trópicos. Gran parte de la masa de la tierra tropical se convertirá en matorral y desierto, y ya no servirá para la regulación; esto se suma a 40% de la superficie de la Tierra que ya hemos agotado para alimentarnos.

Trabajo de Fuentes: 

Arendt Hannah, Between Past and Future: Eight Exercises in Political Thought, New York, Viking Press, 1968, pp. 60–61.

Borenstein Severin,Scientists Find Global Warming Time Bomb’ Methane Bubbling Up from Permafrost, Associated Press, disponible en línea, dirección URL http://homepage.- mac.com/juanwilson/islandbreath/%20Year%202006/03-environment/0603-17MethaneThreat.html

Chomsky Noam,Hegemony or Survival: America’s Quest for Global Dominance Henry Holt and Company, New York, 2004, pp. 1–12.

Hersh Shefrin, The Iran Plan: Would President Bush go to war to stop Tehran from getting the bomb?, The New Yorker, 2006, disponible en línea, dirección URL: http:// www.newyorker.com/archive/2006/04/17/060417fa_fact.

Lovelock James, The Earth is about to catch a morbid fever that may last as long as 100,000 years, The Independent, 2006 disponible en línea, dirección URL: http:// comment.independent.co.uk/commentators/article338830.ece.

Moore Carol, Is Nuclear War Inevitable?, 2004, disponible en línea, dirección URL: http://www.carolmoore.net/nuclearwar/http://www.carolmoore.net/nuclearwar/.

Ryan McKibben,Warning on Warming, The New York Review of Books, vol. 54–4, 2007, disponible en línea, dirección URL: http://www.nybooks.com/articles/19981.

Scheffer M., Carpenter S.R., Foley J.A., Folke C., Walker B.,Catastrophic shifts in ecosystems, Nature, vol. 423, 2001 (Octubre11) pp. 591–696, disponible en línea, dirección URL:http://www.dow.wau.nl/aew/News/Ecosystem_shift/en.html.

Nexo con el tema que estudiamos: 

En el artículo se muestra una crítica al contexto de colapso en el que las corporaciones transnacionales y los estados ya se adaptaron a la destrucción del ambiente y plantearon estrategias y acciones, ocultando la responsabilidad ambiental que les atañe y han llevado a la civilización humana a un punto de destrucción sin retorno. Tal destrucción incluye procesos metabólicos como el clima y sus elementos como el agua y el uso de sus territorios, que provoca un cambio climático desenfrenado. Finalmente, en dicho panorama de catástrofe, puede decirse que las fronteras de capital se han transformado, siendo la codificación de la vida, las ciencias cognitivas, la exploración del espacio exterior, las nanotecnologías, la remediación ambiental y la manipulación del clima las más importantes en la actualidad.