Capitalismo digital: dinámicas actuales y resistencias populares

Cita: 

Fernandes, Mariana y Renata Moreno [2021], "Capitalismo digital: dinámicas actuales y resistencias populares", El poder corporativo en tiempos de pandemia, Bilbao, OMAL, https://omal.info/IMG/pdf/podercorpresistweb.pdf

Fuente: 
Otra
Tema: 
La vida cotidiana atraviesa por un proceso de digitalización. Mientras para algunos, como las empresas y gobiernos, esto resulta atractivo, para otros, como las comunidades, resulta peligroso
Idea principal: 

Marianna Fernandes es militante de la Marcha Mundial de las Mujeres en Suiza y forma parte de la coordinación del movimiento en Europa.

Renata Moreno es militante de la Marcha Mundial de las Mujeres en Brasil y es integrante de SOF Sempreviva Organización Feminista.


“Cada vez más dimensiones de la vida cotidiana están conectadas a la esfera digital. Las formas en las que a diario nos comunicamos, circulamos en los espacios públicos, trabajamos y ejecutamos diversas actividades están en profundo proceso de cambio”.

Tanto las empresas como los gobiernos, están a favor de la digitalización mundial, ya que consideran que ésta es una señal de desarrollo y de un futuro en el que las máquinas sustituyan a las y los seres humanos. No obstante, frente a estos discursos, las autoras consideran que la digitalización de la vida agudiza “la explotación de los cuerpos, trabajos y territorios”.

Por otro lado, la datificación, es decir, el almacenamiento, sistematización, categorización y correlación de los datos digitales que compartimos en redes sociales o aplicaciones es uno de los pilares de la digitalización mundial: por un lado, implica un gran negocio para empresas como Facebook o Alphabet; por otro, facilita la hipervigilancia de las personas.

Las aplicaciones, redes sociales, sitios web, etc., están programados para que a través de algoritmos y de una necesidad creada, (es decir, que las y los usuarios tengan la necesidad de estar conectadas cada vez más tiempo), los datos se conviertan en mercancía. Como resultado, plataformas como Facebook o Youtube “tributan a un enorme mercado de compra y venta de datos personales”.

La digitalización mundial es un proceso material; para que ésta sea posible se ha recurrido a la amenaza y destrucción de la naturaleza. “Todos los dispositivos digitales son extremadamente dependientes del extractivismo minero” que, en predomina en territorios de África, América Latina y en las reservas de “tierras raras” en China.

También “la extracción, transporte, almacenamiento y procesamiento de datos son actividades altamente consumidoras de energía eléctrica”. Como consecuencia de ello, empresas como Vattenfall, compañía eléctrica sueca, construyen parques eólicos que, lejos de suministrar energía a la población, se encargan de “alimentar la infraestructura de almacenamiento de datos de Microsoft”.

Por otra parte, la inteligencia artificial (es decir, la tecnología que se encarga de “los procesos de clasificación, reconocimiento de patrones, previsión y predicciones, realizados por sistemas algorítmicos que se alimentan de gigantescas bases de datos para viabilizar su aprendizaje”) es otro de los condicionantes en el capitalismo digital ya que de ella dependen en gran medida las decisiones públicas y privadas, lo que modifica e impone nuevas dinámicas en el sector de la salud, educación, movilidad y gestión urbana, por mencionar algunos.

Por ejemplo, en el caso de la alimentación y agricultura, Bayer (que adquirió a Monsanto en 2016) ha construido un monopolio de semillas, pesticidas, drones, sensores, pero también una base de datos sobre el clima e impulsores genéticos que alteran todo el ecosistema y, a su vez, amenazan la vida misma.

La agricultura 4.0, propuesta como la revolución verde del siglo XX, está basada en discursos de desarrollo y tecnología que, lejos de dar soluciones, aumenta la mercantilización, el acaparamiento y el control corporativo. Contrario a ello, se ha puesto mayor énfasis en los debates sobre la alimentación sana, la soberanía alimentaria, las economías campesinas, entre otros, como respuestas y propuestas políticas ante los escenarios extractivistas y monopólicos.

Las grandes empresas no sólo se apoderan de los productos, sino que también lo hacen con los conocimientos de las y los campesinos. Irónicamente, las grandes empresas ofrecen sus productos bajo “discursos de inclusión y empoderamiento (ocultando la pérdida de autonomía que conllevan)”.

Resultado de ello, el grupo ETC, que se encarga de monitorear el impacto de las tecnologías emergentes y las estrategias corporativas sobre la biodiversidad, la agricultura y los derechos humanos, ha propuesto analizar dicho accionar bajo las siglas DAMP, “que se refieren a las tecnologías digitales basadas en datos, automatización, robótica y detección del mundo molecular, manipulación del planeta e ingeniería de ecosistemas”. Las tendencias evidencian que las corporaciones y la forma en la que operan son un medio para la acumulación capitalista.

Plataformización

Las plataformas son el modelo de negocios fundamental en el capitalismo digital; a través de ellas que se extraen y almacenan datos. Tal es el caso de aplicaciones como Didi, Uber, Facebook, Airbnb, entre otras. Además, las plataformas están estrechamente vinculadas con el sector financiero para su expansión. Las autoras sostienen que el límite de plataforma y banco es muy delgado, pues operan de manera similar y son dependientes una del otro.

La centralidad de las plataformas ha permitido que sean estas las que impongan las reglas incluso en el sector laboral, generando trabajos precarizados, que son cada vez más comunes y que están basados en la división sexual y racial del trabajo.

Tal es el caso de “las aplicaciones de trabajo doméstico y de cuidados; el caso de las empresas de entrega de comida a domicilio”, o también aquellos empleos en las que las y los trabajadores se encargan de realizar “tareas fragmentadas, repetitivas, monótonas, en condiciones precarias, sin las cuales internet tal como la conocemos no existiría”. Es en estos trabajos en donde es cada vez más común que, las corporaciones desconozcan cualquier relación laboral con las personas que desarrollan dichas actividades.

La pandemia por COVID-19 movió a la esfera virtual y digital el trabajo, la comunicación e incluso la forma de socializar, agudizando la dependencia a redes sociales. “Las empresas plataforma han vivido un crecimiento expresivo, adentrándose en la vida cotidiana de más y más personas, y siendo la alternativa de alguna generación de ingresos mientras los estados no se responsabilizan con las condiciones de vida y la pobreza”. Nuestra vida depende en gran medida del uso de plataformas, que ocultan explotación social y natural en todo su proceso.

Claves feministas para entender el capitalismo digital

La modalidad del empleo puede modificarse; sin embargo, su finalidad, que es la acumulación, no lo hará necesariamente. La precarización laboral que afecta directamente a las mujeres trabajadoras se puede atestiguar a través de “la invasión de la vida personal por la exigencia de estar siempre disponible” para el trabajo doméstico, asalariado, de cuidados, etc.

Por otro lado, también los cuerpos se han convertido en generadores de datos para el capital. Los ritmos de trabajo (y de vida) son cada vez más acelerados, mientras que la precarización aumenta día con día. En este contexto, “la vida exige malabarismos para vivir”, ocasionando que las enfermedades mentales, como la ansiedad, sean cada vez más recurrentes.

Actualmente existen aplicaciones dedicadas a la atención de la salud mental; las grandes plataformas han creado alianzas con farmacéuticas para ofrecer programas presuntamente orientados a garantizar el bienestar físico y mental sin descuidar la productividad ininterrumpida. Las autoras consideran que “los impactos de la dataficación se amplían sobremanera con los ataques a la salud pública”.

Privatización y soberanía atacada

En términos legales y administrativos, las grandes empresas de tecnología han acelerado la conformación de monopolios digitales y tienen el objetivo de expandirse aun más. Resulta interesante retomar el caso brasileño, en el que el objetivo principal es “la privatización de las empresas públicas de tecnología, como la SERPRO, que procesa todos los datos de la vida pública en el país”.

Podría decirse que, dicha privatización es resultado de una falta de impulso al desarrollo de software libre por parte de la administración de Bolsonaro, quien prefirió dar prioridad al software propietario y realizó un acuerdo con Amazon para el almacenamiento de datos en la nube. Además, es importante destacar que toda la información que navega en los servidores está potencialmente a disposición del gobierno de Estados Unidos.

Resistencias

Uno de los discursos que el capitalismo digital ha impuesto es hacer creer que no hay alternativa; sin embargo, se han creado alternativas, así como también críticas y diálogos que permiten proponer y decidir colectivamente. Es así como surge el derecho a la desconexión que consiste en decidir “qué de la vida se quiere hacer digitalmente y qué no” y en ese sentido, comprender, las dinámicas e impactos que implica.

Por otro lado, se propone considerar a las y los campesinos, quienes han demostrado que “para construir resistencias y alternativas, apostamos por partir de estos acumulados populares, forjados en la lucha, pues no es de hoy que la vida (y modos de vida) están bajo ataque”.

También es importante voltear hacia la construcción de tecnologías libres y populares, que son resultado de la organización y lucha de comunidades en resistencia contra las corporaciones que buscan homogeneizar todo a su paso, negando e invisibilizando la diversidad.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Como se menciona en el artículo, por un lado la digitalización de la vida podría considerarse benéfica e incluso podría parecer que facilita muchos aspectos de la vida; sin embargo, es necesario hacer un análisis profundo de lo que ello implica y qué sectores la respaldan, pues al hablar de empresas y el mismo gobierno, podemos concluir que se trata de continuar alimentando al sistema capitalista, mientras que la gran mayoría de las personas resultan afectadas, en términos económicos, pero también en términos de seguridad y de la producción de subjetividades.