Liberalismo desenfrenado y pandemia: la encrucijada entre el tecnoautoritarismo y una nueva organización social

Cita: 

Dosi, Giovanni [2021], "Liberalismo desenfrenado y pandemia: la encrucijada entre el tecnoautoritarismo y una nueva organización social", Revista CEPAL, (132): 185-194, Santiago de Chile, https://repositorio.cepal.org/handle/11362/46829

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
Interacción de las desigualdades socioeconómicas antes y después de la pandemia
Idea principal: 

Giovanni Dosi es profesor de economía y director del Instituto de Economía de la Scuola Superiore Sant'Anna de Pisa, Italia. Sus principales áreas de investigación son la economía de la innovación y el cambio tecnológico, la organización industrial y teoría de la empresa.


I. Introducción

Las principales características de la sociedad y el sistema económico antes de la pandemia destacadas por el autor son: en primer lugar, la fragilidad de la arquitectura social y estructura económico-tecnológica, particularmente en Occidente; en segundo lugar, una estructura económica deteriorada desde la década de 1970 con acontecimientos como el neoliberalismo y la caída de la Unión Soviética; finalmente, la crisis del 2008 que se traspasó a la economía real y a la que se reaccionó mediante políticas keynesianas y la socialización de las pérdidas financieras.

La pandemia de COVID-19 fue afrontada por clases políticas incompetentes, "que recurren al aislamiento y ejército en las calles en lugar de pruebas masivas y tratamiento precoz”.

II. Algunas tendencias

El autor identifica cinco tendencias del capitalismo mundial.

Primero, la liberalización de los movimientos de capital se ha convertido en la principal causa de inestabilidad económica mundial; al mismo tiempo, el ascenso de China como “polo industrial del mundo” ha dado lugar a cambios profundos en la división internacional del trabajo, lo ha reducido la capacidad de negociación de la clase trabajadora en el Occidente. Segundo, la creciente divergencia entre el crecimiento de la productividad y el de los salarios: a partir de 1980, el salario medio se ha estancado, creciendo menos que la productividad en casi todos los países. En tercer lugar, el aumento desproporcionado de las remuneraciones de altos directivos, considerando los beneficios financieros. Cuarto, el aumento de los ingresos financieros y no financieros obtenidos a partir de la especulación, de las patentes (de manera destacada, de las farmacéuticas) y de actividades que antes eran públicas como la educación, salud e investigación; también, el aumento de los ingresos oligopólicos de Google, Facebook y Amazon, derivados de la información. Quinto, la convergencia tecnológica entre la inteligencia artificial y la automatización, que reducirá drásticamente el poder de negociación de los trabajadores y generará una polarización aún mayor en las condiciones de trabajo y los salarios.

III. Y llega el COVID-19...

El impacto del COVID-19 es un proceso de interacción entre “las propias medidas de contención, de supresión y las desigualdades económicas y sociales preexistentes”. La pandemia ha dejado al descubierto la desigualdad en el acceso a los sistemas de salud y la precariedad del mismo.

En Italia, Francia y Reino Unido el sistema ha sufrido recortes presupuestales desde hace décadas y el acceso a él depende hasta de la ubicación de los hogares. En Estados Unidos la situación es aún más desafortunada, pues los sistemas de salud son privadas, y el nivel de ingreso y color de piel influyen sobre la probabilidad de recibir atención médica a causa del virus.

En cuanto a las condiciones del trabajo durante la pandemia, los más afectados son los trabajadores informales, quienes por lo general no tienen la posibilidad de trabajar a distancia. Algunas afectaciones que se acentúan para los trabajadores informales son que no cuentan con vacaciones obligatorias, ni con licencia parental pagada y están sujetos a mayores reducciones en sus ingresos.

Trabajar desde casa parece ser un privilegio. "La diferencia en los derechos laborales entre empleados públicos, empleados privados, trabajadores autónomos y por cuenta propia se vuelve inmanejable y aún menos tolerable en una emergencia sanitaria" (pág. 189).

En cuanto a la educación en línea “la educación en línea plantea una nueva brecha tecnológico-infraestructural asienta en las brechas sociales, territoriales y económicas” (pág. 189). Las desigualdades abarcan la falta de conexión a internet, de dispositivos electrónicos y programas de educación inadaptados. El autor señala que la educación en línea genera una polarización de oportunidades; ya que los sujetos desarrollan competencias y habilidades muy diferentes entre sí, además de que en zonas marginadas la escuela representa “la última oportunidad, no solo de intercambio social, sino de promoción de igualdad sustancial” (pág. 189).

Después de un año del brote de COVID-19 el resultado de las políticas sanitarias y económicas de los países “varía entre una protección muy limitada o inexistente para los trabajadores del sector informal y los pobres sin trabajo, una protección limitada para los trabajadores fijos y las pequeñas empresas, una protección mayor para las grandes empresas no financieras hasta el paracaídas casi total para los ingresos financieros e inmobiliarios” (pág. 189).

IV. ¿Y las libertades civiles?

Sobre las libertades civiles, Dosi considera que las medidas de distanciamiento social suponen medidas de contención coercitiva; en este contexto, los límites de la libertad solo pueden ser estrictamente proporcionales a las necesidades de salud.

El autor llama “autoritarismo médico-ético” a la convergencia de la incompetencia organizativa total (donde adquirir mascarillas, reactivos, respiradores, etc.) y una especie de sentimiento común amplificado en el pánico colectivo. Además, las autoridades que regulan la vida cotidiana carecen de conocimiento epidemiológico y sus asesores tampoco parecen ser expertos. También, halla "una extraña coalición ideológica [...] entre un establishment económico históricamente indiferente a las libertades personales ('se puede salir de la casa solo para ir a trabajar') y una especie de 'pseudoizquierda ética' ('estamos actuando por su bien, así que obedezcan y cállense')" (pág.189).

Lo anterior representa un problema serio para la sociedad puesto que el modelo de contención del virus basado en plataformas digitales se está volviendo socialmente aceptable.

V. Las políticas y una posible encrucijada histórica

El autor considera que la pandemia enseña algunas lecciones sobre las políticas que se deben adoptar.

La primera lección que deja la pandemia es fortalecer el sistema de salud público de los recortes presupuestales. La segunda y tercera, se relacionan con el Estado y sector privado: el Estado debe recuperar su papel como agente planificador de la producción de bienes y servicios básicos; aunado a esto es urgente que el sector público sea capaz de desarrollar competencias, en particular sobre medicamentos y vacunas, de tal forma que “se reduzcan drásticamente las posibilidades de apropiación de los enormes ingresos garantizados por los 'derechos de propiedad intelectual' por parte de las empresas farmacéuticas”. El autor identifica un sistema ineficiente donde la mayoría de los costos de la generación de conocimientos médicos recae en el sector público pero las ganancias son apropiadas por las empresas farmacéuticas.

Dosi considera que las sociedades contemporáneas se enfrentan a una encrucijada entre la economía de la esperanza y la "sociedad Blade Runner". En el debate político se reconoce la desigualdad como un factor de inestabilidad en la sociedad; sin embargo, la discusión ha girado principalmente en torno a la ortodoxia económica y las fallas de mercado. Para Dosi, la discusión debería situarse en la combinación de diferentes estructuras institucionales y de Estado que reflejen las nuevas relaciones sociales y laborales. Las diferentes combinaciones de políticas e instituciones que se mencionan a continuación tienen consecuencias distintas en la inclusión social, el empleo y la distribución del ingreso.

En el empleo, las alternativas al libre mercado laboral incluyen la coderterminación entre cierto control de los trabajadores sobre la empresa, como es la participación de los trabajadores en los beneficios o un sistema como el alemán, donde la redistribución recae en el empleador o la empresa individual. Sin embargo, estos sistemas en la redistribución de la productividad empresarial tienen la desventaja de “exacerbar las disparidades entre los grupos de trabajadores y son relativamente ineficaces para hacer frente al desempleo agregado”.

Por el lado de la distribución del ingreso, un salario mínimo y un ingreso básico universal proporcionarían una red se seguridad al menos en el extremo inferior de la sociedad; no obstante, el ingreso básico universal suele ser neutral en la redistribución general del ingreso, además de que conlleva la reducción del estado de bienestar y puede ser objeto de distorsiones políticas. Mientras que un nivel mínimo de ingreso podría establecer un umbral para la participación, también podría debilitar el poder de negociación de los sindicatos.

Como respuesta a la ideología promercado que se opone a las políticas fiscales y la prestación universal de servicios, se necesitan nuevas formas de tributación progresiva que busquen gravar más a las rentas y alquileres, posteriormente a las ganancias, y por último a los salarios.

Dosi apunta que es importante considerar nuevos impuestos, como a los robots, a los bits y un impuesto a la red; ello porque “a medida que las transacciones y los ingresos que producen se vuelven cada vez más intangibles, la base imponible debería pasar de las unidades físicas a las digitales” (pág. 192). Por otro lado, en los nuevos impuestos debería considerarse a las plataformas digitales como Airbnb, que utilizan cada vez más recursos individuales (por ejemplo, departamentos) para obtener beneficios. Mientras, los activos están muy distribuidos, los beneficios que se generan están muy centralizados.

Las políticas sobre el empleo por parte de las empresas deberían estar integradas por políticas de capacitación para los desempleados y la formación continua de los trabajadores, las cuales deberían tener el objetivo de desarrollar “un nivel mas alto de razonamiento y habilidades abstractas”. Adicionalmente, se deberían incluir nuevas reglamentaciones sobre el trabajo a tiempo parcial involuntario, las formas de trabajo no estándar, los “minitrabajos” y la reducción del horario de trabajo.

El Estado se ha distinguido históricamente como agente patrocinador de desarrollo económico. Hoy en día es necesario retomar aquel papel y que el Estado promueva el desarrollo de nuevos paradigmas tecnológicos sustentables con el medio ambiente y la sociedad, en especial con la distribución del ingreso, el trabajo y el poder. Asimismo, la política de competencia es importante en un contexto donde las actividades intensivas en información conllevan a altos rendimientos crecientes. Empresas como Amazon, Facebook, Airbnb y Uber concentran gran parte de la oferta de mercado, formando estructuras monopólicas. La historia ha mostrado que cuando surgen monopolios naturales el Estado es quien los regula, incluso en algunos casos se debería considerar la nacionalización.

La pandemia actúa como un factor de aceleración en la encrucijada histórica de las trayectorias tecnológicas y las formas de organización socioeconómica. “Podemos avanzar hacia una forma de tecnofeudalismo con una sociedad profundamente dividida o hacia una sociedad que comparta colectivamente los beneficios de los avances tecnológicos (como decía Keynes)”. El resultado dependerá de las políticas que se diseñen e implementen en el presente.

Trabajo de Fuentes: 

Dosi, G. y M. E. Virgillito (2019), “Whither the evolution of the contemporary social fabric? New technologies and old socio-economic trends”, International Labour Review, vol. 158, Nº 4.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La herencia del neoliberalismo ha definido las trayectorias de la sociedad y el capital, de tal manera que ha desmantelado a los sistemas colectivos de salud, de educación y empleo, así como los esquemas de distribución del ingreso. Ello ha derivado en un conjunto de desigualdades socioeconómicas que han sido profundizadas por la pandemia. Paralelamente, la penetración de la tecnología en las actividades cotidianas exige un regreso del Estado planificador capaz de adaptar los sistemas de tributación y de distribución del ingreso, así como de promover industrias estratégicas y de seguridad social.