El mundo de negocios después de la pandemia es muy diferente a lo que se habría pensado hace 20 años. Las compañías de tecnología representan aproximadamente 25% del mercado global de acciones. China continúa en ascenso. En conjunto, Estados Unidos y China son sede de 76 de las 100 compañías más valiosas del mundo; la participación de Europa en las empresas más valiosas del mundo cayó de 41 en el 2000 a sólo 15 empresas en 2021.

Las compañías grandes no siempre son un signo de negocios que gozan de buena salud. Por ejemplo, Saudi Aramco, la segunda empresa más valiosa del mundo (con un valor en bolsa de 2 billones de dólares) representa la dependencia de un reino hacia los combustibles fósiles, más que ser un símbolo de dinamismo e innovación. No obstante, si se ubican en sectores innovadores con una intensa competencia, las grandes empresas suelen ser señales de un ambiente empresarial saludable.

El liderazgo de Estados Unidos y China tiene como su contracara el estancamiento de Europa. Este continente fue afectado por problemas políticos y la crisis de la deuda en 2010-2012, lo que estancó su integración económica. Muchas compañías en ese continente fallaron en anticiparse a la "economía intangible", por lo que Europa no tiene competidores que puedan hacerle frente a gigantes tecnológicos estadounidenses como Google o Amazon. Países como Brasil, India o México, que se esperaba que aportaran grandes empresas de clase mundial, sólo lo consiguieron parcialmente.

De las 19 compañías que se crearon en los últimos 25 años y hoy tienen un valor superior a 100 mil millones de dólares, 9 tienen sede en Estados Unidos y 8 en China, lo que demuestra la manera en que estos países se han adaptado al proceso de destrucción creativa. Las empresas con sede en estos países son líderes en industrias de vanguardia como las tecnologías financieras o los autos eléctricos. Estos dos países tienen mercados fuertes que ayudan que las empresas alcancen una gran escala rápidamente. Otros factores que contribuyen al liderazgo son sus grandes mercados de capitales y que son sede de las mejores universidades.

No obstante, los recientes problemas políticos en ambos países pueden significar que esta dominación no sea sostenible. Las políticas de Joe Biden sobre el proteccionismo y la reforma fiscal, así como las de Xi Jinping que ve a las compañías privadas como una amenaza al poder del Partido Comunista y a la estabilidad social son peligrosas. En teoría el país de origen de una empresa privada no importa siempre y cuando promueva la competencia, ofrezca productos competitivos y cree empleos. Pero si las compañías son influenciadas por sus respectivos gobiernos, las cosas cambian.