Bitcoin and Encryption: A Race Between Criminals and the F.B.I.

Cita: 

Nicas, Jack y Michael S. Schmidt [2021], "Bitcoin and Encryption: A Race Between Criminals and the F.B.I.", The New York Times, New York, 12 de junio, https://www.nytimes.com/2021/06/12/technology/fbi-bitcoin-ransom-encrypt...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Sábado, Junio 12, 2021
Tema: 
La lucha entre los delincuentes y el FBI mediante la tecnología.
Idea principal: 

Jack Nicas, cubre la tecnología de San Francisco para The New York Times. Antes de unirse a The Times, pasó siete años en The Wall Street Journal cubriendo tecnología, aviación y noticias en Estados Unidos. Vive en Oakland, California, y es nativo de Massachusetts.

Michael S. Schmidt es corresponsal en Washington de The Times que cubre la seguridad nacional y las investigaciones federales. Formó parte de dos equipos que ganaron premios Pulitzer en 2018: uno por informar sobre problemas de acoso sexual en el lugar de trabajo y el otro por la cobertura del presidente Donald Trump y los vínculos de su campaña con Rusia.


Desde hace un siglo, los gánsteres, los terroristas o los hackers han buscado la forma de explotar la tecnología para siempre ir un paso delante de los organismos de seguridad.

Durante junio 2021, el FBI rescató 4 millones de dólares en Bitcoin que los hackers rusos habían extorsionado de un oleoducto estadounidense, y se realizó una operación en donde miles de sospechosos fueron engañados para utilizar una aplicación de mensajería controlada en secreto por las autoridades; gracias a esto, más de 800 delincuentes fueron detenidos en al menos 12 países.

Anteriormente la codificación y las monedas habían sido muy útiles para los delincuentes, sin embargo, los funcionarios encargados de la aplicación de la ley aprendieron a aprovechar las tecnologías y gracias a eso, los avances se pudieron realizar con éxito.

Sin embargo, los acontecimientos no alteraron los desafíos para las autoridades en un mundo cada vez más digital ya que es muy poco probable que los organismos de seguridad logren que los delincuentes dejen de utilizar la codificación y podrían pasar aún más desapercibidos.

Por otro lado, los criminales y el FBI han aprovechado los avances tecnológicos, ya sea que los criminales se escondan detrás de la codificación o que los investigadores exploten el reconocimiento facial, los drones y otros mecanismos.

Ahora, los organismos de seguridad buscan más acceso a los dispositivos digitales, a veces comprando herramientas de piratería del sector privado, e instando a los legisladores a que les den más poder para rastrear a los sospechosos.

Ganancias de los organismos de seguridad

La tecnología no ha sido tan mala para la policía. Las autoridades de Estados Unidos utilizan detectores de disparos y dispositivos que simulan torres de telefonía móvil para conectarse subrepticiamente a los teléfonos de los sospechosos y determinar su ubicación.

A pesar de las afirmaciones de Apple, Google e incluso el Departamento de Justicia de que los teléfonos inteligentes son en gran medida impenetrables, miles de organismos policiales disponen de herramientas que pueden infiltrarse en los teléfonos más modernos para extraer datos.

La policía tiene facilidad para acceder a los datos almacenados en la nube ya que empresas tecnológicas como Apple, Google y Microsoft entregan regularmente a las autoridades los datos de clientes con una orden judicial.

En 2018, Apple, entregó al Departamento de Justicia los registros telefónicos de los miembros del personal del Congreso, sus familias y al menos dos miembros del Congreso, incluido el representante Adam B. Schiff de California, ahora presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara. La citación fue parte de una investigación de la administración Trump sobre las filtraciones de información clasificada.

El desafío de la codificación

Asimismo, la interceptación de las comunicaciones sigue siendo un problema difícil para la policía. Antes los delincuentes solían hablar a través de canales relativamente fáciles de intervenir, pero ahora la mayoría utiliza mensajería cifrada.

Dos de los servicios de mensajería más populares del mundo, iMessage de Apple y WhatsApp, utilizan el llamado "cifrado de extremo a extremo". Esto permite que Apple y Facebook argumenten que no pueden entregar los mensajes a los organismos de seguridad.

Las autoridades se han centrado en aplicaciones cifradas más pequeñas favorecidas por los delincuentes. En julio 2020, la policía europea dijo que había "hackeado" una aplicación llamada EncroChat, lo que llevó a cientos de detenciones.

Esto provocó que muchos delincuentes comenzaran a utilizar un nuevo servicio, Anom, en donde tenían que comprar teléfonos especializados con pocas funciones, y una aplicación disfrazada de calculadora. Posteriormente, con un código se convertía en una aplicación de mensajería que decía estar cifrada.

Anom fue creada por el FBI y cuando los delincuentes se sentían tan cómodos en el servicio, dejaron de utilizar un lenguaje codificado al enviar fotos de cargamentos de cocaína de contrabando y planear abiertamente asesinatos.

Las autoridades obtuvieron la autorización judicial para vigilar a cualquier usuario de Anom y ver los mensajes.

Desafortunadamente cuando la policía llevó a cabo cientos de detenciones y detalló el plan a las cámaras a los medios de comunicación, la trampa se hizo evidente y las autoridades volvieron a perder el rastro de los delincuentes.

Una herramienta atractiva para los delincuentes

Durante años, el Bitcoin y otras monedas digitales fueron la moneda elegida por las organizaciones criminales internacionales debido a descentralización y anonimato, que las hace ideales para robar, pedir rescates y vender drogas.

En el pasado, la parte más difícil en un secuestro era cobrar, debido a que al entregar dinero en efectivo las personas a veces iban acompañadas de la policía; ahora, con las criptomonedas se pueden hacer los depósitos en cualquier parte del mundo.

Ese nuevo modelo alimentó un aumento de los ataques de ransomware, en los que los hackers toman el control de los ordenadores de una persona o empresa y exigen un rescate.

Los ataques de ransomware han afectado recientemente a muchas empresas, éstas pagan los rescates porque es más fácil y rápido que las soluciones alternativas, a pesar de que también da más incentivos a los hackers.

El caso de Colonial Pipeline, el oleoducto atacado digitalmente, demostró que la policía también podía utilizar las criptomonedas para su beneficio. Cada transacción se registra en un libro de contabilidad público, haciendo que el dinero rastreable. Esto significa que los organismos de seguridad con suficiente dinero y conocimientos técnicos pueden hackear una cuenta y recuperar el dinero.

Datos cruciales: 

1. Cellebrite, una empresa israelí, ha vendido herramientas de extracción de datos a más más de 5 000 organismos policiales, incluidos cientos de pequeños departamentos de policía de todo Estados Unidos.

2. Desde enero de 2013 hasta junio de 2020, Apple entregó el contenido de decenas de miles de cuentas de iCloud a los organismos de seguridad de Estados Unidos en 13 371 casos.

3. Recorded Future, una empresa de seguridad que rastrea ataques de ransomeware, calcula que en 2020 se produjo uno cada ocho minutos.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El FBI se ha encargado de encontrar nuevas formas de rastrear a los delincuentes, pero a pesar de tener la tecnología como ventaja, los delincuentes igual han sabido utilizarla a su favor y esto dificulta el trabajo de los organismos de seguridad.

Por otro lado, la tecnología abre un nuevo paradigma respecto a nuevos tipos de guerra mediante la tecnología, los llamados hackers, o criminales cibernéticos, nuevos actores que intervienen en la geopolítica cibernética y de los cuales muchos gobiernos temen.

Asimismo, empresas como Apple, Google y Microsoft entregan regularmente a las autoridades los datos de clientes con una orden judicial, además, son las productoras de tecnología consumida por agencias de seguridad, lo que muestra una relación entre Estados, empresa y sociedad.