Los conglomerados financieros: el poder sobre el poder

Cita: 

Torres, Juan [2020], "Los conglomerados financieros: el poder sobre el poder", Economistas sin fronteras, La oligopolización de la economía, Dossieres EsF n. 39, otoño, pp. 17-20, https://ecosfron.org/portfolio/dossieres-esf-n-o-39-la-oligopolizacion-d...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
El incremento del poder en el sistema financiero internacional.
Idea principal: 

Juan Torres López es un economista español, catedrático de Economía aplicada en la Universidad de Sevilla donde participa en el Grupo de investigación teoría económica y economía política.


“Si la concentración del capital y la aparición de grandes conglomerados es una constante en todas las industrias capitalistas, en el sector financiero se ha producido aún con más fuerza y con efectos aún más negativos para la eficiencia de los mercados y para el bienestar social” (p. 17).

Según el listado de las corporaciones más grandes de la revista Forbes, seis de ellas son bancos (ICBC, China Construction Bank, JPMorgan Chase, Agricultural Bank of China, Bank of America y Bank of China) y una es una compañía de seguros (Ping An Insurance Group). En 2020 ningún país del mundo tuvo un PIB mayor que el total de los activos de estas seis corporaciones en conjunto.

El proceso de concentración financiera, impulsado por la financiarización a partir de 1970, ha distorsionado el funcionamiento de la actividad, produciendo un “crecimiento desproporcionado de los flujos financieros en relación con la economía real” (p. 17) y ha convertido a los flujos monetarios en la principal fuente de ganancias de todas las economías.

En los países avanzados, desde 1980 se llevan a cabo, en promedio, 440 fusiones al año. Sin embargo, el dominio de las corporaciones financieras se ubica en Estados Unidos: en 2020, la mitad de los activos del sector financiero, 65% de los préstamos hipotecarios y 70% de las operaciones con tarjetas pertenecían a los cinco bancos más grandes del país. De 1947 a 2016, el porcentaje de los servicios financieros como proporción del PIB de Estados Unidos pasó de 2.5% a 8.3%; los mismos bancos poseen 97% del volumen total de instrumentos derivados.

En Europa, la financiarización ha producido una concentración bancaria equivalente a la de Estados Unidos, pero se diferencia por su dispersión en diferentes países. En España, por ejemplo, en 2000 los cinco mayores bancos dominaban 31.4% del mercado, en 2020 la estadística aumentó a 70%. Asimismo, en los últimos diez años los bancos de mayor relevancia se redujeron de 45 a 12.

Ni un proceso “natural” ni positivo para el conjunto de la economía

Alrededor del proceso de concentración financiera existen dos mitos. El primero es que la consolidación de los grandes conglomerados financieros es un resultado natural emanado del propio funcionamiento de los mercados, por lo tanto, es inevitable. El segundo, que la concentración bancaria incrementa la competencia y la eficacia.

Ambos mitos fueron considerados como argumentos por parte de los banqueros centrales y las autoridades de gobierno para promover reformas, de 1980 a 1990, a favor de la concentración bancaria. Incluso algunos teóricos trataron de mostrar los beneficios de la concentración bancaria. Entre ellos se hallaba una reducción de los costos, economías de escala, innovación, menor asunción de riesgo y mayor estabilidad financiera.

Los cambios legislativos permitieron que los bancos extendieran sus actividades a otros sectores de la economía, así tuvieron acceso al crédito y apalancamiento sin límites, realizaban operaciones fuera de su balance y debido al régimen de plena movilidad de flujos financieros las autoridades perdieron el control sobre los bancos.

Paralelamente, los bancos se fusionaron con compañías aseguradoras y fondos de inversión, lo que ha constituido a instituciones financieras demasiado complejas y grandes para quebrar. Al inicio de 2017, diecisiete de estos conglomerados controlaban los mercados nacionales e internacionales, de deuda, de capital, de préstamos sindicatos, valores respaldados por activos, derivados extrabursátiles y obligaciones de deuda garantizadas.

En particular, el mercado de derivados, que mueve más mil trillones de dólares al año, es controlado por los comités de los conglomerados financieros más grandes como JPMorgan Chase, Goldman Sachs y Morgan Stanley. Según un artículo de The New York Times, la élite secreta se reúne el miércoles de cada mes en Midtown Manhattan para “supervisar” el negocio de los productos derivados, o más bien impedir que otros bancos ingresen al negocio y hacer esfuerzos para que la información sobre sus precios y tarifas permanezca en secreto.

Con los cambios legislativos, el sector financiero ha abandonado su función principal, u original: canalizar la masa de ahorro de la economía a inversión productiva. En la actualidad, la inversión es una inversión en sí misma, guiada por la especulación y el deseo de obtener una rentabilidad alta y rápida.

La gran controversia, después de la crisis financiera de 2008, es que los grandes conglomerados financieros fueron los causantes del desastre financiero y al mismo tiempo, impidieron que las autoridades tomaran medidas para frenar su comportamiento, de esta manera, la inestabilidad y solvencia han permanecido como prácticas recurrentes del sistema financiero. “Así lo han reconocido incluso los más altos responsables de algunos bancos centrales” (p.19), por ejemplo, Richard Fischer, presidente de la Reserva Federal de Dallas en 2020, ha declarado que 99.8% de las instituciones bancarias están lo suficientemente regulados para contener el riesgo de mal comportamiento, pero 0.2% de las instituciones bancarias están exentas.

Diversos estudios, como el de Luc Laeven y Fabian Valencia para el Fondo monetario internacional, estiman que las crisis financieras se han vuelto más recurrentes: tan solo de 1970 a 2017 se han producido 151 crisis de índole financiera.

El negocio del crédito de los conglomerados financieros se ha incrustado en el funcionamiento de las economías avanzadas. Los gobiernos, mediante cambios legislativos, han hecho a los sujetos económicos más dependientes de la deuda, mediante mayores facilidades para el crédito y estrechando el vínculo entre la actividad inmobiliaria y la actividad hipotecaria.

“Desde un punto de vista más microeconómico, la concentración bancaria y su vinculación con el predominio de la actividad especulativa se asocia a peores condiciones de acceso al crédito para las pequeñas y medianas empresas y en general para los sujetos que operan en las periferias, mientras que se privilegia el de las empresas de mayor tamaño” (p.20).

Existe abundante evidencia de que el sector financiero está lejos de brindar un resultado favorecedor para la economía, en contraste los estudios han demostrado que la concentración financiera está lejos de mejorar la eficacia. Thomas Philippon probó que los costos de intermediación financiera, en términos reales, se ha incrementado en los últimos 40 años cuando se produjo la financiarización y el aumento de concentración bancaria. “Economistas como Stephen Cecchetti y Enisse Kharroubi han demostrado que la financiarización, el crecimiento de la deuda y, en general, del sector financiero están asociados a un crecimiento más lento de la productividad en las economías” (p.20).

El riesgo de mayor preocupación es la estrecha vinculación entre la actividad financiera con el resto de los sectores de la economía y la sociedad. Los grandes conglomerados financieros son la cúspide del poder, al controlar los recursos financieros de las empresas de todo tipo, la población y el gobierno, sin ninguna restricción.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Desde 1970, el capitalismo, con ayuda de los gobiernos internacionales, consolidaron al sector financiero como la nueva esfera de concentración de los recursos monetarios de la economía, de tal manera que los conglomerados financieros se extendieron a todos los sectores de la misma, sin restricciones, han unido el poder económico con el poder político, al mismo tiempo que dejaron de proveer financiamiento a la economía real.