En Florida, los ricos no se mojarán los pies

Cita: 

Raim, Laura [2020], "En Florida, los ricos no se mojarán los pies", Le Monde diplomatique en español" , mayo, Valencia, https://mondiplo.com/en-florida-los-ricos-no-se-mojaran-los-pies

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Mayo, 2020
Tema: 
Resilencia ante el aumento del nivel del mar en Miami
Idea principal: 

Laura Raim es periodista independiente, colaboradora de Le Monde diplomatique y de Regards y confundadora del sitio cultural Hors-Série.


El nivel de agua aumenta cada vez más en Miami. “¡En cien años [...] ¡toda la ciudad estará bajo el agua!”. Los autobuses que cruzan la ciudad de Miami tienen el lema “El cambio climático es real”. En 2020 el gobernador de Florida, Ron DeSantis, contrató a científicos y asesores en “resiliencia” con la finalidad de preparar a la península de los “impactos del cambio climático”. El nivel del mar ha aumentado considerablemente en los últimos años, (Dato crucial 1) y amenaza a los millonarios que viven en mansiones frente a la playa en Miami Beach o cerca de ella.

En Miami, los efectos del cambio climático forman parte de la vida cotidiana. En Estados Unidos, Florida se considera como el estado más vulnerable a las inundaciones más frecuentes, a los huracanes más violentos y a las mareas gigantes y destructivas. Hay un fenómeno al que recientemente se ha denominado “sunny day flooding” (“inundación de día soleado”), dado que hay inundaciones sin lluvia que han durado hasta 90 días.

El compuesto de limo poroso en el subsuelo representa otra desventaja geológica para Miami. Por esta razón, la expansión del océano puede penetrar en las reservas de agua dulce de los acuíferos y en las fosas sépticas de la ciudad. Como consecuencia de este fenómeno, en Hallandale Beach, el agua salada ya ha contaminado cinco pozos de agua dulce y en otros lugares existe la amenaza de matar la vegetación intolerante a la sal.

Debido a los efectos del cambio climático, una de las mayores preocupaciones para los habitantes y las autoridades es la combinación de un huracán y marea alta (como ocurrió en 2012 con el huracán Sandy), en el corto plazo. Los millonarios con propiedades cerca de la playa pueden optar por elevar la altura de sus mansiones con una inversión de 100 000 dólares. No obstante, esta opción sólo es un paliativo. A largo plazo no habrá otra opción más que “emprender la retirada” a través de una “marcha voluntaria”.

Pocos representantes políticos han propuesto la idea de desplazarse. Sin embargo, muchas personas han sido forzadas a marcharse como consecuencia de la destrucción causada por el huracán Irma en el archipiélago de los Cayos. La Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) ha ofrecido comprar las casas que se encuentran en zonas vulnerables para posteriormente declarar las tierras como “no edificables” y de esta manera se ponga “fin al ciclo infernal de destrucción y reconstrucción”. A pesar de esta solución, es evidente que la FEMA no cuenta con los recursos necesarios para adquirir las propiedades de todas las personas que tendrían que irse.

Quienes tienen presentes los impactos del cambio climático no han perdido de vista que algunos de los barrios que se encuentran a pocos kilómetros del mar están situados a una mayor altitud. Algunas de estas zonas alcanzan los 3 metros sobre el nivel del mar, lo cual es muy significativo si se considera que gran parte de los edificios en la costa de Miami tienen sus cimientos a una altura entre 60 y 120 centímetros sobre el nivel del mar.

Por esta razón, se ha iniciado un proceso de adquisición y reconstrucción de casas que pertenecían a los habitantes originales de estos barrios más elevados. Cabe destacar que los habitantes corresponden mayoritariamente a inmigrantes provenientes de las Bahamas y Haití. “¿Se están alejando los ricos de la costa inundable para establecerse en tierras más altas en detrimento de los habitantes originales?”

Thaddeusq Scott ha hablado de este fenómeno al cual denomina la “gentrificación climática”. En Little Haiti, un barrio en la ciudad de Miami (donde viven refugiados haitianos desde 1970 y se encuentra a una altura entre 2 y 4 metros sobre el nivel del mar), se han presentado varias movilizaciones por parte de grupos activistas. El estandarte de la gentrificación climática es un megaproyecto llamado Magic City Innovation District que propone la construcción de 20 edificios en siete hectáreas con la finalidad elevar el barrio frente a los “impactos del cambio climático” y a las “oleadas de tormenta”. Las luchas de los residentes haitianos a lo largo de tres años no han logrado frenar el megaproyecto.

Marleine Bastien quien es directora del Family Action Network Movement, un grupo de apoyo a las familias haitianas, ha informado a los propietarios de las viviendas que vender su casa no es la mejor opción dado que difícilmente podrían adquirir una nueva propiedad en Miami y tendrían que trasladarse a lugares más lejanos. Para el Ayuntamiento de Miami, el desarrollo de las zonas más altas es necesario ante los efectos del cambio climático. Una ventaja de estas zonas es que se cuenta con una de las pocas líneas de tren.

Liberty City, otro barrio de Miami que se encuentra a 2.6 metros de altura respecto al nivel del mar, está poblado en su mayoría por personas afroamericanas y está en la “lista de compras de la gentrificación climática”. El precio del metro cuadrado aumentó 26% en 2018 y, después de un proceso de renovación de las viviendas, las promotoras comenzaron a comprar casas unifamiliares y con ello quedó en evidencia un “signo insoslayable de aburguesamiento”.

Caroline Lewis, fundadora y directora ejecutiva del Instituto CLEO mencionó que “Durante la segregación, y después con los políticos que, hasta mediados de los años 1960, prohibían que se les concedieran hipotecas a los negros fuera de determinadas zonas, estos no podían instalarse en el litoral. Y ahora que está subiendo el agua, quieren venir a vivir a nuestros barrios y echarnos fuera”. Miami es “diferente de una ciudad como Nueva Orleans, donde las comunidades negras viven en las zonas bajas e inundables”.

Debido a que la especulación inmobiliaria comenzó a partir de 2005, año en el que todavía los temas del cambio climático no eran centrales, no existe consenso en torno a la hipótesis de una gentrificación exclusivamente climática. Desde 2010, la población del condado de Miami ha aumentado en medio millón de personas, convirtiendo a la ciudad en una “metrópoli global, cultural y muy cosmopolita para altos ejecutivos jóvenes del mundo de las nuevas tecnologías y las finanzas, con afición por el arte contemporáneo”. En este contexto, y debido a una fuerte demanda extranjera, el precio de los bienes inmuebles ha aumentado considerablemente. Los salarios y la construcción de viviendas sociales no han seguido este ritmo.

En palabras de Mallory Kauderer, un promotor inmobiliario que ha invertido en el barrio Little Haiti, “La diferencia de 3 metros de altitud es irrelevante... ¡Dentro de 100 años no habrá diferencia, la ciudad entera estará bajo el agua!” y ha destacado que sus inversiones no responden a los factores climáticos sino a los precios que todavía son asequibles en este barrio. De acuerdo con Jesse Keenan, investigador y autor del estudio que establece la relación entre la altitud y la tasa de crecimiento del valor inmobiliario, las personas que venden sus casas en Miami Beach a menudo se desplazan hacia otras ciudades.

Pero es evidente que el fenómeno no es local. Otras ciudades costeras estadounidenses también enfrentan diversos efectos del cambio climático. Se estima que en todo el país, al menos 13 millones de personas podrían verse obligados a desplazarse a otras ciudades. A nivel mundial, Naciones Unidas ha alertado de los riesgos de pequeños Estados insulares como Polinesia, Maldivas y las islas de Filipinas.

Los multimillonarios no son quienes abandonan sus casas en Miami Beach para instalarse en los barrios altos, pues les da prácticamente lo mismo si una de sus residencias se inunda. Mientras que los ricos no piensan en marcharse, sino que algunos incluso construyen “condos” diseñados por arquitectos de prestigio, las personas de clase media se enfrentan a los estragos de las inundaciones y huracanes con los daños y pérdidas materiales y el aumento de las pólizas de seguro.

Como consecuencia de los efectos del cambio climático y como una expresión de “resiliencia”, se están diseñando y construyendo edificios capaces de resistir huracanes de categoría 5. No obstante, se han desalojado a varias personas para poder construir este tipo de edificios.

De acuerdo con Stephanie Wakefield “Antes, la actitud de los promotores y de las autoridades estatales era negar la realidad del cambio climático. [...] La ‘resiliencia’ les allana el camino para hablar sobre este, ya que pueden presumir que saben cómo afrontarlo [...] “Es un término pernicioso que implica que es imposible cambiar los sistemas económicos existentes y detener los desastres que crean. Todos seríamos naturalmente vulnerables y tendríamos que convivir con esa realidad. Las tecnologías de resiliencia que sirven para gestionar el cambio climático coexisten perfectamente con las tecnologías actuales que precisamente lo generan”.

El término resiliencia adquirió mayor difusión a partir de la década de 1980. En psicología, se utiliza para “explicar la capacidad de superar los traumas que tienen algunas personas”. En ecología, “para analizar la evolución y la adaptación de los ecosistemas”. En los últimos años, tanto economistas, urbanistas y expertos en desarrollo han adoptado el concepto y se ha convertido en una “palabra clave” para el diseño e implementación de políticas públicas respecto a la alteración del clima, los desastres naturales, crisis financieras o epidemias.

En este sentido, las políticas que se están implementando en Miami están relacionadas con incitar u obligar a los propietarios a elevar las plantas bajas de sus casas y adaptarse. “Lo de marcharse ni se contempla”. En esta línea, “Miami Forever” (“Miami para siempre”), es un plan anunciado en 2017 para invertir alrededor de 400 millones de dólares en las infraestructuras y viviendas del futuro.

Pero desde 2015 ya se había anunciado un plan con un nombre épico “Rising above” (“Elevándose por encima”), cuyo propósito era literalmente “elevar” la ciudad por encima de los crecientes niveles del agua realzando carreteras y diques. Sin embargo, los diques fueron edificados sin un permiso previo, infringiendo normas para la protección de las especies vegetales y animales silvestres, por lo que se tuvo que interrumpir su construcción.

Por otro lado, la elevación de las carreteras propició la inundación de edificios que se encontraban en niveles inferiores. Las pólizas de seguros no cubrieron los daños debido a que con la elevación de carreteras, algunos lugares ahora se consideran sótanos. Algunas de las medidas ofrecen soluciones en el corto plazo y otras agravan la situación.

Datos cruciales: 

1. En Florida el nivel del mar ha subido 7 centímetros durante las últimas dos décadas. No obstante, la dinámica se ha acelerado durante los últimos 15 años. Se estima que para el 2060 el agua podría subir hasta 86 centímetros.

2. El valor de las casas unifamiliares aumentó más rápido entre 1971 y 2017 en los barrios que se encuentran a más altura respecto al nivel del mar que en los bajos. Además, para 2050 las casas de las zonas con más riesgos de inundaciones en Florida podrían perder entre 15% y 35% de su valor.

3. Si a finales del siglo el nivel del agua incrementa 180 centímetros, seis millones de habitantes de Florida tendrán que desplazarse hacia otros lugares.

4. El edificio Monad Terrace con 59 apartamentos está diseñado para resistir un huracán de categoría 5.

5. Desde 2018, Arkup comercializa casas flotantes de 400 metros cuadrados como “[u]na alternativa ecológica, responsable y resiliente”. Están equipadas con paneles solares y un abastecimiento autosuficiente de agua gracias a un sistema que recupera y depura el agua pluvial y son capaces de resistir un huracán de categoría 4.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo da cuenta de las medidas adoptadas para el combate y la adaptación frente al colapso sistémico que comprende dimensiones del quiebre ambiental, tecnológico, la crisis sanitaria, y la crisis política y social. Las tecnologías de resiliencia que sirven para gestionar el cambio climático coexisten perfectamente con las tecnologías actuales que propician la degradación del medio ambiente. Ante el colapso climático, la resiliencia se presenta como la capacidad de la civilización para hacer frente y adaptarse a los riesgos catastróficos. Sin embargo, el presente artículo permite visualizar que la resiliencia en la mayoría de los casos sólo es posible con una inversión de varios millones de dólares, propicia el despojo y acrecienta la desigualdad al ser un beneficio para unos cuantos.