El cerebro humano podría ser el objeto más complejo sobre la tierra, contiene 85 mil millones de células nerviosas y trillones de interconexiones. Para estudiarlo, es necesario que esté vivo, por lo que la experimentación en humanos resulta complicada. Por esta razón, los neurocientíficos están buscando comprender el cerebro de los humanos a través de los primates, sus parientes animales más cercanos.

La investigación en primates y su uso para la neurociencia resulta controversial debido a que, dado que sus cerebros son análogos al de los humanos, el sufrimiento que podrían experimentar podría serlo de igual manera.

Esta controversia ha tenido consecuencias diversas en distintas regiones del mundo. En Europa y América, la cantidad de investigaciones que conllevan monos ha disminuido gracias al trabajo de los grupos contra el maltrato animal. No obstante, la experimentación neurocientífica en primates se ha expandido en China y Japón.

El permitir que China continúe con sus investigaciones mientras América y Europa se quedan rezagados es estratégicamente incorrecto. China sería el primer país en gozar de los resultados de las investigaciones en primates, mientras que el resto de los países dependerá de sus conocimientos.

Dado que el gobierno chino mantiene una política militar-civil, es posible que usen a los avances y descubrimientos en neurociencia para crear armas. Las sociedades liberales deben contar con sus propios programas de investigación en la materia para tener en cuenta lo que se puede lograr con ellos.

Si los laboratorios en China y Japón poseen el tratamiento para enfermedades como Alzheimer debido a sus investigaciones en primates, sería imposible para los países de Occidente negarse a comprar los tratamientos para sus ciudadanos. Delegar a otros el trabajo de hacer investigación considerada poco ética, pero a la vez disfrutar de los resultados de ellas es hipocresía. Por lo que lo mejor sería que dichos países llevaran a cabo los estudios bajo los estándares que consideren necesarios.

Algunos experimentos en monos pueden ser sustituidos por simulaciones de computadoras o cultivar células en cajas Petri. No obstante, el cerebro es tan poco comprendido que las pruebas en seres vivos se mantendrán como un método de investigación esencial durante un tiempo.

Las herramientas para poner a prueba el cerebro son cada vez menos invasivas. No obstante, estos métodos menos tardarán en llegar, por lo que, por lo pronto, la experimentación con primates se posiciona como la única opción para indagar en el cerebro humano.