Has the Carbontech Revolution Begun?

Cita: 

Gertner, Jon [2021], "Has the Carbontech Revolution Begun?", The New York Times, New York, 23 de junio, https://www.nytimes.com/2021/06/23/magazine/interface-carpet-carbon.html

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Junio 23, 2021
Tema: 
La ciencia puede ahora extraer el carbono del aire. Sin embargo, para que eso suponga una diferencia, las empresas tienen que encontrar lugares rentables donde colocarlo
Idea principal: 

Jon Gertner, autor de libros y colaborador de la revista New York Times Magazine; su periodismo y críticas también aparecen en Wired, The New York Times Book Review, The Washington Post, The Wall Street Journal y otras publicaciones impresas y digitales.


Interface es una empresa, con sede el Atlanta, que fabrica azulejos para alfombra con una ligera capa, muy duraderas, que pasan fácilmente desapercibidas en las oficinas comerciales y las instalaciones educativas en las que más se utilizan.

Según Interface, incorporaba un material hecho de vinilo reciclado y vegetación procesada; estaba impregnado de un látex creado a partir de los gases de escape de las chimeneas. Asimismo, estaba rematado y con mechones de nailon recuperado. Y se ha fabricado de la forma menos exigente posible con el medio ambiente (dato crucial 1).

Durante décadas, Interface ha fabricado la mayoría de sus alfombras domésticas en un grupo de fábricas de LaGrange, Georgia. John Bradford, su director de ciencia y tecnología, explica los procesos de fabricación reconfigurados de la empresa. "Reciclamos todo", dijo; sin embargo, la interfaz requiere una contabilidad detallada de las fuentes de energía renovables de la empresa, los gases de escape, las cadenas de suministro y los flujos de residuos. Parte de la maquinaria, parecida a las prensas de periódicos en bloque, donde se extienden las hojas calientes de relleno de alfombras vinilizadas, funciona a temperaturas más bajas para ahorrar energía. A poca distancia, un centro de reciclaje del tamaño de varios gimnasios estaba abarrotado de hileras de sacos de tela rebosantes de filamentos de nailon, rescatados de los recortes de las fábricas, listos para convertirse en la tela frontal de una nueva alfombra.

La alfombra industrial en losetas puede considerarse como una especie de sándwich de tres capas, formado por el mechón en la parte superior, el relleno en el centro y el soporte en la parte inferior. Interface calculó la huella de carbono de estas capas y concluyó que un metro cuadrado del sándwich era responsable de liberar a la atmósfera unos 20 kilogramos de CO2. La mayor parte de estas emisiones -probablemente más del 70%- procedían de los materiales y el procesamiento, y una parte menor de la fabricación, la instalación y el mantenimiento.

La empresa empezó a utilizar componentes reciclados para el soporte, el relleno y los hilos, y las fábricas se equiparon con máquinas más eficientes. Llevar un producto de Interface a un nivel inferior a cero, al menos en términos de carbono, no supuso un gran avance.

Posteriormente, la empresa aprendió que reduciendo sus emisiones y utilizando principalmente materiales reciclados, sus baldosas podían acercarse a la neutralidad de carbono. Asimismo, Interface podía reducir aún más su huella obteniendo sus materiales de diferentes fuentes y usando menos materiales.

Además de Interface, hay más empresas que intentan “integrar” grandes cantidades de carbono en los productos comerciales. En los últimos años, una serie de empresas emergentes han desarrollado productos que pretenden incorporar el dióxido de carbono capturado de las chimeneas y otras fuentes de contaminación, en un intento de alcanzar un nuevo nivel de fabricación amigable con el medio ambiente.

Los defensores de la utilización del carbono, quieren rehacer muchas de las cosas que usamos hoy en día, pero con la diferencia de que no se añadirá ninguna emisión al medio ambiente a través de su fabricación. Tales productos podrían ser colchones, zapatos o piezas de automóviles; por dar algunos ejemplos, con materiales derivados del CO2.

Durante la pandemia, una serie de ideas de tecnología del carbono empezaron a pasar del ámbito del idealismo verde a la prueba de concepto, pero la legislación en materia de energía ultimada al final de la administración Trump, junto con la llegada la administración Biden, han acelerado el progreso. El gobierno federal ofrece incentivos, en virtud de una disposición fiscal conocida como 45Q, para estimular a las empresas a utilizar el CO2 comercialmente o enterrarlo bajo tierra, eliminándolo así de la atmósfera. En los últimos años, se han destinado alrededor de 20 millones de dólares anuales a la utilización del carbono, con el fin de reforzar los mercados de nuevos productos que incorporan CO2 reciclado.

El futuro carbotécnico no significa un cambio de imagen de alta tecnología para todo lo que usamos. El movimiento para construir grandes edificios comerciales de madera sigue una forma comprobada de sacar el CO2 de la atmósfera evitando las emisiones generadas por la fabricación de acero y la producción de hormigón. Las grandes estructuras de madera pueden incrustar más de mil toneladas métricas de carbono que han sido absorbidas de forma natural por los árboles; y lo que es igual de importante, pueden capturarlo del aire durante muchas décadas o quizás siglos.

Asimismo, el hormigón, un producto compuesto a base de cemento que une arena y grava, es uno de los retos más difíciles a la hora de abordar el cambio climático. Su contenido de cemento representa alrededor del 7% de las emisiones anuales de CO2 a nivel mundial, al mismo tiempo que se resiste a la innovación comercial, en gran medida porque tiene una receta estandarizada que satisface la mayoría de los códigos de construcción.
En los últimos años, CarbonCure, una empresa canadiense, ha introducido con éxito una solución. Toma CO2 reciclado, suministrado por contratistas que lo capturan de los gases de escape de las fábricas, e inyecta el gas en una mezcla para que se infiltre y mineralice en el hormigón (dato crucial 2).

Asimismo, en Skokie, Illinois, una empresa llamada LanzaTech lleva más de una década diseñando bacterias que digieren los gases de carbono y producen combustibles como el etanol.

Estas tres empresas -Interface, CarbonCure y LanzaTech- podrían representar la vanguardia mundial de la tecnología del carbono. Asimismo, decenas de empresas de nueva creación intentan llevar sus productos al mercado. Tal es el caso de Twelve, una empresa en Berkeley, California, que está perfeccionando un proceso que utiliza catalizadores metálicos para transformar el CO2 haciéndolo pasar por agua. Así se obtienen los componentes básicos de polímeros, productos químicos y combustibles.

Otra empresa llamada Solid Carbon Products en Provo ubicada en Utah, tiene una maqueta de demostración, con una altísima red de tanques y tuberías alimentada por tanques de CO2, convierte el gas residual en partículas sólidas de carbono. Las partículas se utilizan para hacer un material de fibra de carbono muy fuerte, o para hacer una sustancia llamada negro de humo, que puede utilizarse como materia prima en cosas como los neumáticos de los coches.

A pesar de que la tecnología del carbono pueda llegar muy rápido al mercado, no garantiza una solución al cambio climático, ya que conseguir que las emisiones globales de CO2 se acerquen a cero en torno a 2050 significa reducir drásticamente nuestra reciente producción global de más de 31 mil millones de toneladas métricas de CO2. Por lo que la mejor manera de eliminar ese tonelaje es cambiar lo antes posible a energías renovables y a sistemas de transporte y calefacción más limpios.

Un mercado floreciente de productos de tecnología del carbono podría aumentar la demanda de CO2 como materia prima. También podría estimular la demanda, y hacer bajar los precios, de una tecnología incipiente conocida como captura directa del aire, que utiliza máquinas para extraer el CO2 directamente del aire ambiente, en lugar de las chimeneas de las fábricas.

Una economía del carbono del futuro necesitaría una enorme red de gasoductos para trasladar el gas por todo el país, llevándolo desde las fuentes de emisión a lugares donde el CO2 pueda ser enterrado permanentemente en el subsuelo o incorporado a los productos. Para ello, una lista bipartidista de miembros del Senado y de la Cámara de Representantes propuso recientemente una legislación federal conocida como Ley SCALE, que insta al Congreso a gastar unos 5 mil millones de dólares en una amplia red nacional de transporte y almacenamiento de carbono.
Sin embargo, ni siquiera el consenso político y la financiación federal pueden garantizar que las empresas de tecnología del carbono lleguen a comercializarse.

La última vez que los inversores empezaron a invertir miles de millones de dólares en nuevas tecnologías orientadas al clima, las cosas no salieron tan bien. Los pocos grandes éxitos de principios de la década de 2000 se vieron contrarrestados por una multitud de inversiones verdes que no eran competitivas en precio o se quedaron cortas en cuanto a preparación tecnológica.

Empresas como Microsoft y Stripe, una firma de tecnología de pagos, ya han decidido invertir millones en empresas de utilización de carbono y otros esfuerzos de eliminación de carbono.

Sin embargo, tienen que ocurrir varias cosas para que esa transformación sea posible: esencialmente, tiene que surgir toda una "cadena de valor" del CO2 para alimentar a las empresas de tecnología del carbono con energía limpia y materias primas y también crear mercados para sus productos. Al mismo tiempo, habría que implantar un sistema riguroso de contabilidad del CO2, junto con auditorías de terceros, para mostrar el impacto medioambiental de estos productos.

Enterrar la mayor parte de esas emisiones en el subsuelo sería sin duda necesario y nos proporcionaría enormes beneficios medioambientales. Por otro lado, incorporarlas a los productos podría dar lugar a una amplia recompensa económica.

Interface considera que su baldosa de carbono negativo es una forma de servir a una serie de agencias gubernamentales y empresas cada vez más motivadas. Amazon, Apple y FedEx se han comprometido a ser neutrales en cuanto al carbono, y otras (como Microsoft) se han propuesto ser negativas en cuanto al carbono.

Datos cruciales: 

1. Según los cálculos de Interface, la alfombra tenía una huella de carbono negativa de 300 gramos por metro cuadrado. "No es un material mágico", dijo Erin Meezan, directora de sostenibilidad de Interface. Pero las matemáticas tienen algo de mágico: en parte, debido a la forma en que se obtiene el carbono, alfombrar una sala de conferencias de 3 metros por 2 metros, por ejemplo, con estas baldosas puede considerarse el equivalente a retirar de la atmósfera unos 5 kilos de dióxido de carbono.

2. El CO2 se captura (la producción de hormigón de este modo reduce las emisiones entre 5 y 8% en comparación con las mezclas típicas) y la adición del gas crea un material más resistente.

3. CarbonCure calcula que ha entregado más de un millón de camiones de su producto con inyección de carbono a las obras de construcción, y ha evitado que casi 100 000 toneladas métricas de CO2 entren en la atmósfera.

4. En la actualidad, 12 instalaciones a escala comercial en Estados Unidos capturan unos 25 millones de toneladas métricas de CO2 al año, lo que representa una pequeña fracción del total de las emisiones de las centrales eléctricas y las fábricas.

5. Según la Agencia Internacional de la Energía, las inversiones mundiales en energía baja en carbono alcanzan ahora unos 600 mil millones de dólares anuales. Y el dinero procede de empresas de capital riesgo como Breakthrough Energy Ventures, además de inversores privados de fundaciones familiares y empresas como Goldman Sachs y BlackRock, cuyo director general, Larry Fink, se ha convertido en un evangelista de la economía verde. "La transición climática", proclamó recientemente Fink, "presenta una oportunidad de inversión histórica".

Nexo con el tema que estudiamos: 

La energías renovables han sido fundamentales para hacer frente a la destrucción del medio ambiente. En este artículo se habla de cómo el uso dióxido de carbono puede ayudar a disminuir la contaminación del aire. Sin embargo, no es la única estrategia que se busca para evitar la destrucción del medio ambiente y para esto se requieren grandes inversiones.

Asimismo, muchas empresas ya están comenzando a la creación de productos derivados del CO2 con nuevas tecnologías.