Teoría de las necesidades

Cita: 

Escuela de Frankfurt [2021], "Teoría de las necesidades", New Left Review, Madrid, mayo-junio, https://newleftreview.es/issues/128/articles/theory-of-needs-translation...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
La satisfacción de las necesidades bajo el capitalismo
Idea principal: 

La escuela de Frankfurt fue una escuela alemana de teoría social y filosofía crítica vinculada al Instituto de Investigación Social de la Universidad Goethe de Frankfurt.

Theodor Adorno fue filósofo, sociólogo y musicólogo alemán, destacado representante de la llamada "teoría crítica" de la Escuela de Frankfurt.


Introducción a la «teoría de las necesidades»

El texto comienza contextualizando el momento en que miembros de la Escuela de Frankfurt se asentaron en Estados Unidos como exiliados durante la Segunda Guerra Mundial. Algunos de ellos se refugiaron durante 7 años en la Universidad de Columbia, pero luego se mudaron de Nueva York al sur de California a finales de 1941.

La mudanza se debió a la condición cardiaca de Max Horkheimer; se esperaba que el clima de California fuera benéfico para su salud. Este cambio propició las condiciones para que los integrantes de la Escuela de Frankfurt estuvieran más en contacto con la “California alemana”, como llamó Thomas Mann, a la comunidad de refugiados alemanes en Los Ángeles.

En 1942, miembros exiliados de la Escuela de Frankfurt realizaron un seminario sobre la teoría de las necesidades. El artículo presenta dos textos producto de dicho seminario: 1) un registro de una discusión preliminar entre los miembros de la Escuela de Frankfurt; y 2) un texto, titulado “Tesis sobre la necesidad”, escrito por Theodor Adorno.

La reunión se realizó el 30 de junio de 1942 en casa de Adorno, en un momento en que la economía estadounidense, impulsada por el gasto militar y por el New Deal, estaba en auge, con una tasa de crecimiento de casi 20% anual. Por otra parte, las tropas del Tercer Reich se dirigían a Stalingrado.

Friedrich Pollock, uno de los miembros de la Escuela de Frankfurt, llegó a considerar que el capitalismo había entrado en una nueva fase, caracterizada por la planificación económica centralizada por el Estado. Esto lo llevó a identificar dos formas de la nueva fase capitalista: “el capitalismo de Estado en su forma autoritaria, como en la Alemania de Hitler, o en la forma democrática del New Deal estadounidense”.

Lo anterior planteaba una cuestión relevante: ¿era esta nueva fase del capitalismo capaz de satisfacer las necesidades de las masas?

Ante tal asunto, Adorno remarcó que “la tendencia a la crisis forma parte del propio proceso de acumulación capitalista” y prosiguió haciendo un llamado a ampliar la crítica al campo de la cultura de masas, a la que consideraba el espacio donde se articulaba la necesidad popular, categoría necesaria para entender la diferencia histórica entre necesidades genuinas y falsas.

De esa manera, Adorno presentó las “Tesis sobre la necesidad”, donde cambió de posición respecto a las necesidades "genuinas" o "falsas" y mantuvo un punto de vista “más allá de cualquier argumento que concediera prioridad teórica a esta o cualquier otra dicotomía binaria análoga”.

El artículo subraya que estas tesis de Adorno fueron posiciones precedentes a Dialéctica de la ilustración de 1944, texto escrito con Horkheimer.


Transcripción de una discusión sobre la teoría de las necesidades

30 de junio de 1942

Asistentes: Theodor Adorno, Günther Anders, Bertolt Brecht, Hanns Eisler, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, Rolf Nürnberg, Friedrich Pollock, Hans Reichenbach, Berthold Viertel. Taquigrafiado por Gretel Adorno

Friedrich Pollock: presentación

Pollock abre la discusión con la siguiente incógnita: “¿En qué circunstancias y dentro de qué límites sería posible concebir una sociedad capitalista en la que no hubiera desempleo involuntario y el nivel de vida de las masas aumentara [...]?”

Esta pregunta se planteaba considerando que en dada situación hipotética existirían medios de producción y fuerza de trabajo suficientes para garantizar el pleno empleo y el aumento del nivel de vida de las masas. No obstante, aún sería necesario resolver una cuestión: las crisis periódicas del capitalismo.

Para responder a la pregunta, Pollock plantea que es necesario explicar cómo las crisis capitalistas se superaban hasta 1914. Así, propone entender las “desproporcionalidades” como formas de interrupciones en el equilibrio necesario para producir la expansión de la producción capitalista. Pollock identifica 3:

1) Desproporcionalidades técnicas: por ejemplo, anomalías en los medios de producción.
2) Desproporcionalidades nancieras: por ejemplo, desajuste entre los mecanismos monetarios y crediticios.
3) Desproporcionalidades sociales en sentido estricto: por ejemplo, el subconsumo obligado, cambios en la eficiencia marginal del capital, entre otros.

Pollock apuntaba que en el siglo XIX estas desproporcionalidades se superaron mediante los siguientes “remedios”:

1) rápido crecimiento de la población;
2) nuevas industrias, con enormes necesidades de inversión;
3) exportación de capital;
4) destrucción periódica del capital.

Pero esos "remedios" dejaron de funcionar y a mediados del siglo XX se identificaron otros:

1) Expansión del poder adquisitivo y de la capacidad de consumo a través de la redistribución mediante impuestos.
2) “Expansión de los préstamos estatales a la industria para crear un equilibrio entre producción y consumo”;
3) La puesta en marcha de nuevas técnicas de planificación económica que involucraban a los monopolios y la economía de guerra;
4) Control gubernamental del proceso económico para para lograr el pleno empleo.

Pollock asegura que con una combinación de los viejos y nuevos remedios era posible superar las tres formas de desproporcionalidad, así como las causas de las crisis económicas periódicas.

También observaba que proporcionar pleno empleo sería beneficioso para la clase dominante en los países industriales porque de esa manera aseguraría su propia existencia. Asimismo, parecía que dicha clase realizaba una serie de cambios estructurales para centralizar el poder.

Sin embargo, Pollock cuestiona: “¿cómo se comportarán las clases dominadas una vez que se haya abolido el hambre y estén garantizadas las mejoras graduales en el nivel de vida?”

Discusión

Eisler afirma que existe una distinción existente entre los viejos remedios y los nuevos: en el siglo XIX, “la superación de las crisis se valía de la tendencia al desarrollo de un capitalismo joven”; en el siglo XX, los remedios son un” intento consciente de salvarlo (...)”.

Además, sería necesario un alto grado de monopolización para lograr el pleno empleo y el aumento del nivel de vida. Pero el capitalismo se caracteriza por contener una serie de antagonismos: “por ejemplo, la industria se enfrenta a los intereses agrarios”. Así, la representación del “mundo feliz” adolece de un contenido político.

Pollock considera que las contradicciones dentro del capitalismo retrocedían: el capital agrario, se había vuelto idéntico al capital industrial en Estados Unidos. Además, Pollock afirma que el capital alcanzó un estado de consenso nunca antes visto.

Por su parte, Reichenbach pregunta si el gobierno estadounidense estaba realmente capacitado para estabilizar el poder, pese al cambio en las masas.

Mientras Adorno pregunta si las desproporcionalidades la última explicación ante las crisis capitalistas; y cuestiona si “¿No están las verdaderas razones más bien en la naturaleza del propio proceso de acumulación?”, el cual es imposible de abolir (aún con tanto remedio).

A lo que Pollock responde sobre la cuestión de lo posible: si se aísla el factor económico, es posible, pero si se piensa en la viabilidad política, eso es diferente. Y comenta: “si Hitler vence, ello conducirá a un orden internacional, una sociedad carcelaria, sin libertad, evidentemente, pero con abundancia de pan y circo”.

Adorno insiste en que en la sociedad sigue existiendo un conflicto entre “ las relaciones de propiedad y las fuerzas de producción, entre una gran mayoría de productores y una minoría de propietarios”, factores que podrían ocasionar crisis.

Ante este intercambio de ideas, Marcuse cuestiona qué es lo que se debería de hacer “para evitar que el capitalismo asuma las funciones del socialismo” (idea horrorosa). Es decir, “todos tendrían tanto como deseen y las necesidades humanas quedarían satisfechas”. Por tanto, desaparecería la distinción entre explotadores y explotados.

Pero Adorno apunta algo fundamental: en la sociedad capitalista “sólo se logra satisfacer las necesidades humanas a costa de un desvío hacia los propietarios y la burocracia, cuya supervivencia está ligada a los beneficios”. No obstante el gobierno hace concesiones a la clase oprimida, la cual sigue siendo explotada y eso representará siempre una amenaza para todo el sistema.

A lo que Pollock responde que tal argumento está basado en considerar que las contradicciones del sistema no se pueden eliminar administrativamente. Además, ese no es el punto (tratar de mitigar los síntomas), sino “de lograr un cambio estructural, esto es, de adaptar las relaciones de producción a las fuerzas de producción”, lo cual cancelaría la tensión entre ambas.

En la primera participación de Horkheimer, éste explica dónde estaría el punto de partida “del conflicto en tal sociedad y también cuál es la tarea de la teoría”: si esa sociedad pretende ser viable, necesitaría un componente de mando y terror.

Horkheimer también apunta algo interesante: en la sociedad futura existirán personas concretas que caractericen a esa sociedad como “una sociedad de clases en la que prevalece el terror y la injusticia, y en la que en definitiva se obtiene mucho menos de lo que sería posible dado el estado de desarrollo de las fuerzas productivas”.

Asimismo, postula algo crucial: si a la mayoría de las personas se les da mucho, “no quedaría gran estímulo para quienes dominan”. Por tanto, la teoría del futuro es identificar las contradicciones y crear protestas. También afirma que “se debe insistir en que se realice el paraíso que ya es posible sobre la base de las fuerzas técnicas de producción existentes”.

Por otra parte, Adorno responde al planteamiento de Marcuse mencionando que “las necesidades humanas no son naturales sino históricas, producto de la dominación de clase”. Como tal, es necesario criticar las necesidades tomando en cuenta el nivel alcanzado por las fuerzas productivas.

También sería necesario apuntar que “las masas tienen necesidades falsas, pero que existen necesidades objetivas, «justas»”. Entonces, sería vital hacer una precisión histórica de dichos conceptos: necesidades genuinas y falsas.

Por tanto, “la crítica de la ideología y de la cultura falsa debe extenderse a las «necesidades» de la cultura de masas”, lo que llevaría a pensar “la cuestión del significado materialista de la cultura en contraposición a la cultura de la sociedad de masas aprisionada”.

Finalmente Horkheimer critica los postulados de Pollock, ya que parecen que prefiguran a la nueva sociedad como estática. Pero en el mundo siempre ha existido el hambre y las masas han experimentado las condiciones más inhumanas. En el dado caso de que se continuara con el ejercicio hipotético, dice Horkheimer, se podría decir que “ese mundo feliz diferencias pequeñas darían lugar al horror que el que antes producía el hambre”.

Asimismo, sería importante considerar otros factores como el tiempo, (“con qué velocidad obtienen las masas cuánto, etcétera”). Finalmente, Horkheimer concluye que “la dinámica histórica no se va a detener con el fascismo”.


Tesis sobre la necesidad

por Theodor Adorno

1

La primera tesis apunta a que la necesidad es una categoría social y lo natural o la pulsión está contenido dentro de ella. Sin embargo, no se pueden separar en un orden jerárquico de las satisfacciones.

Adorno argumenta que las pulsiones están socialmente medidas y su componente natural no es obvio ni aparece inmediatamente, sino es algo producido por la sociedad. Entonces, cuando se invoca a la naturaleza frente a las necesidades, eso es siempre “la máscara de negación y dominio”.

2

La segunda tesis argumenta que la sociedad produce la ilusión de distinguir entre necesidades superficiales y necesidades profundas: las necesidades que son consideradas como superficiales son reflejo del “proceso de trabajo que convierte a los hombres en «apéndices de las máquinas» y los obliga a reducirse, fuera del trabajo, a la reproducción de la mercancía fuerza laboral”.

Esas necesidades son parte de una situación que controla a los trabajadores. Lo peor de las necesidades superficiales “es que se dirigen a una consumación que las defrauda a la vez justo por esta consumación”.

Por tanto, la mediación social de la necesidad entra en contradicción consigo misma y es ahí donde es necesario utilizar la crítica en contra partida de cualquier jerarquía previa de valores y necesidades.

3

Según Adorno, las necesidades profundas son “productos del proceso de negación y cumplen una función de desvío”. Utilizarlas como punto de partida es problemático y arriesgado porque el monopolio capitalista ya se había adueñado “tanto de la profundidad como de la superficie”: una sinfonía de Beethoven, no es mejor que la más reciente película comercial.

4

La teoría de las necesidades debe enfrentarse a cuestiones complejas para su elaboración; por una parte ésta representa el carácter social de la necesidad en su forma más inmediata y concreta. Por otra parte, es necesario reconocer que las necesidades son resultado de la sociedad de clases.

En el capitalismo tardío existe la tendencia del dominio de unos contra otros mediante la monopolización de las necesidades. Adorno propone que la teoría dialéctica “debe reconocer cada cuestión de la necesidad en su interconexión concreta con el conjunto del proceso social, en el lugar de que la necesidad en general haya que sancionarla, haya que reglamentarla o incluso reprimirla como herencia de lo malo”.

5
En la quinta tesis, Adorno argumenta que las necesidades no son estáticas, pues su fijación a la reproducción es el simple reflejo de su materialidad. Si se piensa a la necesidad como no estática, ésta tendrá una apariencia diferente. Es decir, la producción puede reorientarse en cualquier momento con el objetivo de la satisfacción de las necesidades, cuya producción debe al capitalismo, por tanto, las necesidades mismas de transforman decisivamente.

Así, Adorno apunta que “la impenetrabilidad de la necesidad verdadera y falsa es propia del dominio de clases”, es ahí donde se da la reproducción de la vida cuya represión configura una unidad “cuya ley resulta ciertamente comprensible en conjunto, pero cuya forma individual es impenetrable”.

Por ejemplo, si se afirma la idea de que el cine es necesario para la reproducción de la clase trabajadora (junto con la vivienda y la alimentación), ésta es “real” sólo en un sistema donde los seres humanos están organizados para la reproducción de la fuerza de trabajo, y donde el sistema también “violenta sus necesidades de armonía con los intereses de beneficio y dominio de los empresarios”.

6

Adorno apunta a que sería incomprensible que en una sociedad sin clases existiera la empresa cultural: “(...) pero la idea de que en la sociedad sin clases se pararían en gran medida cine y radio, los cuales probablemente no sirven ya a casi ninguna, no se convierte con ello en modo alguno en absurda”.

En una sociedad sin clase el carácter en sí contradictorio de las numerosas necesidades se aniquilará debido a que “ya no son activadas desde arriba mediante el terror directo o indirecto”. Entonces, sería una idea fetichista pensar que en la sociedad sin clases “el estado de las fuerzas productivas técnicas forzaría en cuanto tal a seguir satisfaciendo y reproduciendo necesidades”, que en teoría, ya se habrían desvanecido con la sociedad capitalista.

7

En la séptima tesis, Adorno hace un breve recordatorio sobre cómo entender las necesidades: esta cuestión “no hay que plantearla bajo los aspectos de social y natural, primaria y secundaria, correcta y falsa(...)”.

En dado caso de que se produzca lo que todas las personas necesitan, entonces las personas estarían eximidas de las preocupaciones sociopsicológicas por “la legitimidad de sus necesidades''. Sin embargo, las preocupaciones surgen cuando las juntas (boards) de las empresas, cuyo fin es clasificar las necesidades, optan por proveer lo mínimo para la supervivencia humana y una cartera de productos culturales comerciales.

8

Finalmente, Adorno apunta que en la exigencia de producción con el objetivo último de proveer la satisfacción de necesidades es una idea de la prehistoria. En el capitalismo se produce “no por las necesidades, sino por el beneficio y establecimiento del dominio, y donde domina por ello la carencia”.

En el caso hipotético de la desaparición de la carencia, “se transformaría la relación entre necesidad y satisfacción”, observa Adorno. En la sociedad capitalista se niega la satisfacción a las necesidades que le son inmanentes y las sujeta a la producción.
No obstante, en la sociedad sin clases se elimina la irracionalidad en la que la producción se realiza para obtener beneficio, y así, la producción satisface las necesidades siendo éste su objetivo último.

En dado caso, la productividad actuaría sobre la necesidad: “no aplacando lo insatisfecho con lo inútil, sino en la medida en que lo aplacado es capaz de relacionarse con el mundo sin organizar éste mediante la utilidad universal”.

En cuanto al arte, la sociedad sin clases promete su final porque sintetiza de forma superadora “la tensión entre lo real y lo posible”.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto es interesante ya que da cuenta de las temáticas discutidas por los miembros de la Escuela de Frankfurt. Así, pensar las necesidades y su papel en el capitalismo nos recuerda que el fin último de este sistema es la apropiación de ganancias. Con eso se reafirman dos cosas: en primera instancia que el capitalismo no puede evitar crear las crisis económicas que le caracterizan, ni siquiera mediante ajustes administrativos y mejoras en las técnicas de planificación. Y en segunda instancia, el capitalismo no podría satisfacer las necesidades de cada persona en el mundo, ya que eso no sería rentable para la clase dominante.