Imperio petroquímico

Cita: 

Hanieh, Adam [2021], "Imperio petroquímico", New Left Review, (130):29-58, https://newleftreview.es/issues/130/articles/petrochemical-empire-transl...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
El petróleo como materia prima
Idea principal: 

Adam Hanieh es un activista académico de derechos humanos y de estudios de desarrollo económico. Es profesor titular de estudios de desarrollo en SOAS, la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres.

La geopolítica de la producción alimentada con combustibles fósiles

El autor comienza este ensayo haciendo referencia a los estudios que en las dos décadas más recientes se han dedicado a pensar críticamente el papel del petróleo en la narrativa del capitalismo del siglo XX. Algunos estudios se han dedicado a reflexionar sobre la seguridad petrolífera y la escasez del suministro, vinculadas con el expansionismo petrolero estadounidense.

Por otra parte, los análisis ecológico-marxistas han buscado integrar al petróleo de forma sistémica en los ritmos de acumulación, en las crisis de rentabilidad, así como en el desarrollo desigual en el mundo. Estos análisis también incluyen una perspectiva que toma en cuenta al cambio climático y a la transición energética.

Estas investigaciones recientes acerca del petróleo lo presentan como un referente central para el análisis de la sociedad contemporánea debido al intento de colocar al petróleo como parte de la creación de categorías sociales y de los parámetros de poder político y económico.

Las investigaciones recientes han puesto en entredicho algunas nociones pseudomísticas en los estudios sobre el tema (como el pico del petróleo, el petróleo como premio geopolítico, el petróleo como maldición, etc.). La atención se ha centrado en las relaciones sociales en las que el petróleo está inmerso, así como en su significado como mercancía.

No obstante, el autor identifica una idea que está ausente en el pensamiento sobre el petróleo. La mayoría de los estudios sólo consideran al petróleo como una fuente de energía o combustible. Esto genera que se pase por alto otro aspecto relevante que trajo consigo su emergencia como principal combustible fósil a mediados del siglo XX: el nacimiento del uso de plásticos y otros productos sintéticos derivados del petróleo. A partir de la década de 1950, las sustancias de origen natural fueron sustituidas por plásticos, fibras sintéticas y detergentes, los cuales son derivados del petróleo.

Para el autor, este proceso es una revolución petroquímica, la cual necesitó de la sintetización de lo que antes se encontraba en la naturaleza. Así, el petróleo no es sólo una fuente de energía, sino la principal materia prima de la propia producción de mercancías.

La creación de un mundo sintético es un proceso que contribuye a entender el rompecabezas del petróleo en el capitalismo contemporáneo. Sus orígenes se pueden rastrear en el siglo XX, específicamente con el crecimiento de la industria química en Alemania y Estados Unidos, por medio de sus respectivas corporaciones pertenecientes a esa industria.

En la segunda mitad del siglo XX, Estados Unidos se convirtió en la principal potencia química a escala global y su posición hegemónica estuvo estrechamente vinculada con el ascenso del petróleo como combustible y materia prima. La industria petroquímica tuvo implicaciones específicas que transformaron la naturaleza del capitalismo de posguerra: se aumentó la escala y el alcance de los bienes de consumo disponibles. Eso abarató el coste de producción industrial y, con las tecnologías que abarataron la fuerza de trabajo, se dio un enorme aumento en la productividad.

El análisis del artículo se centra en una historización del mundo sintético que, hasta la fecha, tiene consecuencias económicas, sociales y medioambientales. El petróleo está presente en todos los aspectos de la vida cotidiana, pero sus productos parecen invisibles a pesar de su ubicuidad. El autor apunta también a la necesidad de pensar en los productos petroquímicos cuando se problematizan las alternativas viables al petróleo, ya que se piensa en éste sólo como fuente de energía, pero es necesario considerarlo también como materia prima y las dificultades de su sustitución.

Los orígenes de la industria química

El autor comienza su historización partiendo de los comienzos del siglo XX, cuando la industria química estaba centrada en los tintes y se servía del carbón. A escala mundial, esa industria estaba dominado por BASF, Bayer, Hoechst; corporaciones alemanas. A su vez, estas corporaciones formaron el cártel IG Farben (IGF), cuya función era coordinar la investigación y repartirse los mercados (ver Dato crucial 1 y 2).

El predominio de la industria química alemana estaba respaldado por una agresiva política de protección de patentes en el extranjero. Se estimó en 1912 que 70% de las patentes concedidas sobre productos químicos orgánicos sintéticos en Estados Unidos eran propiedad alemana.

En este sentido, la Primera Guerra Mundial se perfiló como un proceso histórico que provocó cambios significativos en la producción química que impulsó el crecimiento de la industria. IGF desarrolló armas de gas venenoso y nitratos sintéticos para la fabricación de explosivos y fertilizantes.

Cuando Alemania fue derrotada y se le dictaron duras condiciones en el Tratado de Versalles, las empresas de IGF permanecieron intactas y fueron reconocidas como líderes en investigación y producción química después de la Gran Guerra. IGF se reorganizó en 1925 como una sóla entidad y se volvió la mayor corporación Europea química más importante del mundo.

En Estados Unidos se aprobó la Trading with the Enemy Act (TWEA) en 1917 y se creó una nueva agencia denominada Alien Property Custodian (APC). A través de esta agencia, el gobierno estadounidense confiscó las patentes y las empresas químicas de propiedad alemana. En 1918, el jefe de la APC declaró a las empresas químicas alemanas como centros de espionaje e incautó 700 millones de dólares activos alemanes repartidos en 30 000 cuentas fiduciarias.

Al final de la Primera Guerra Mundial, el gobierno estadounidense hizo legal la confiscación permanente de las patentes químicas alemanas; posteriormente fueron vendidas a la Chemical Foundation. Esta institución concedió licencias a empresas de propiedad estadounidense, entre ellas era DuPont.

Se apunta que tanto la TWEA, como la Chemical Foundation sirvieron como medios para americanizar a la industria química al transferir patentes a las empresas estadounidenses. Esto sentó las bases para la futura consolidación del monopolio de la industria química estadounidense conformado por corporaciones como DuPont, Union Carbide and Carbon Corporation, Dow Chemicals y Monsanto.

Aunado a este monopolio químico estadounidense, la industria automotriz fue una pieza clave para éste porque le proporcionó una nueva demanda de productos químicos a una escala rentable. El monopolio químico estadounidense creció al ritmo en que lo hicieron los grandes fabricantes de automóviles, suministrando los siguientes materiales: aditivos para el combustible como el tetraetilo de plomo, caucho sintético para los neumáticos y el primer plástico sintético, la baquelita, utilizado para fabricar componentes como las bujías, las baterías, los volantes y los paneles de instrumentos.

La estrecha vinculación existente entre las industrias química y automotriz se plasmó en estructuras de propiedad conjunta: DuPont llegó a poseer hasta 38% de General Motors durante los años de entreguerras.

Conquista estadounidense

En 1920 Hermann Staudinger descubrió la estructura básica de los polímeros y durante el periodo de entreguerras se descubrieron numerosas aplicaciones prácticas para éstos. Algunos polímeros descubiertos fueron el PVC, el caucho sintético neopreno, el polietileno, el nailon y el teflón.

Por su parte, la Segunda Guerra Mundial provocó tres cambios importantes en la industria química:

1) un aumento de la diversidad, la producción y la comercialización de polímeros;

2) uso del petróleo en lugar del carbón como materia prima básica para la producción;

3) Estados Unidos como la potencia química mundial dominante y el declive paralelo de la industria química alemana.

El autor observa que en Alemania como en Estados Unidos existía una íntima conexión entre el desarrollo de las técnicas químicas industriales, el rápido crecimiento de las principales empresas químicas y el apoyo estatal brindado a las mismas.

Cabe recalcar que previo a la Segunda Guerra Mundial, IGF tuvo una papel relevante en los preparativos de guerra nazis (ver Dato crucial 3), ya que se transformó en el brazo industrial del ejército alemán produciendo toda la gasolina sintética derivada del carbón.

Por su parte, Estados Unidos intentó desarrollar polímeros sintéticos para sustituir los metales, el caucho natural, la madera y el algodón. La intención de la sustitución se debió a la escasez de las materias primas antes de la Segunda Guerra Mundial (ver Dato crucial 4).

Como con el caso alemán, la producción estadounidense de polímeros utilizó tecnologías basadas en la conversión del carbón; pero durante la Segunda Guerra Mundial, se transformaron radicalmente las técnicas de fabricación. Debido a la demanda militar, la producción se orientó hacia el uso del petróleo y el gas como materias primas para fabricar productos sintéticos (ver Dato crucial 5).

Con el craqueo del petróleo, se generaban grandes cantidades de otros hidrocarburos reactivos, conocidos como olefinas y aromáticos, que eran utilizados para fabricar polímeros sintéticos. En consecuencia, la petroquímica se consideró crucial para garantizar los materiales considerados como esenciales en el sector militar.

Para Estados Unidos la ventaja era grande: al optar por el petróleo como materia prima básica, la producción de esos materiales a gran escala eran bajos y eso estaba asegurado gracias a los suministros estadounidenses de petróleo y gas natural.

Durante la Segunda Guerra Mundial, ese país destinó fondos públicos a la investigación concerniente a la petroquímica y la construcción de refinerías, al tiempo que los volúmenes de fabricación de productos petroquímicos básicos crecieron rápidamente (ver Dato crucial 6).

Asimismo, la industria del caucho sintético también se volvió importante en ese periodo de tiempo: antes de 1939, 90% del caucho natural del mundo procedía únicamente de tres países –Sri Lanka, India y Malasia–, pero, tras la conquista de Asia por parte de Japón, Estados Unidos perdió el acceso a estos suministros. Así, el gobierno estadounidense tuvo que impulsar iniciativas para construir masivamente plantas de caucho sintético, derivado del petróleo.

Esas plantas fueron gestionadas por empresas privadas, aunque eran públicas. Al término de la guerra, se produjeron más de 2 millones de toneladas de caucho sintético (ver Dato crucial 7). En 1953, el Congreso estadounidense aprobó la Rubber Producing Facilities Disposal Act de 1953.

Esta ley representó otra importante transferencia de riqueza a la industria química estadounidense porque se traspasó 700 millones de dólares (valoración de las plantas), por un precio de apenas 260 millones de dólares. Las corporaciones que se beneficiaron por lo anterior fueron Standard Oil, Shell, Goodyear, Firestone y Dow Chemicals. Para 1958 seis empresas controlaban 79% del conjunto de la capacidad de producción del principal tipo de caucho sintético en Estados Unidos (ver Dato crucial 8) .

La transformación de la producción sintética no fue simplemente resultado de la innovación tecnológica o la planificación estatal: la revolución petroquímica representó un gran cambio que se concretó con el paso del petróleo como eje del régimen energético mundial. Dicho proceso comenzó a principios del siglo xx, pero se consumó plenamente con la guerra.

Otra observación remarcable es que la revolución petroquímica impulsó un cambio radical en la reproducción del capital en sentido amplio porque la producción de mercancías se convirtió en un derivado de la producción de energía (ver Dato crucial. En este tenor, el autor concluye que existía una relación entre el aumento de la hegemonía estadounidense y el paso a un nuevo régimen energético centrado en el petróleo.

Europa subordinada

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, directivos y científicos de las empresas químicas estadounidenses fueron reclutados por el ejército de ese país para ser trasladados secretamente a Alemania, así fue posible que robaran documento de la IFG: en 1945, éstos reunieron alrededor de 300 000 páginas de materiales.

Para 1948, el presidente Truman creó una oficina donde se seguían procesando más de 5 millones de páginas de documentos técnicos en alemán. El autor señala que eso se puede interpretar como una transferencia tecnológica, debido a que Estados Unidos tuvo a su disposición los secretos industriales de Alemania.

Después de la Segunda Guerra Mundial, IGF se disgregó en sus componentes (aunque algunos de sus directivos fueron juzgados en los juicios de Nuremberg), no obstante sus científicos continuaron trabajando en la industria química alemana y estadounidense.

En la Conferencia de Postdam en 1945, se prohibió que Alemania utilizara el carbón como materia prima para la producción de combustible, lo que obligó al país a expandir sus refinerías de petróleo. Como resultado, BASF, Hoechst y Bayer entraron a la industria petroquímica mediante consorcios de empresas petroleras provenientes de Gran Bretaña y Estados Unidos.

En cuanto a los otros países de Europa del Este, también se dio otra transición que impulsaba el abandono del carbón. Se apoyó la expansión de refinerías en esa región europea con el Plan Marschall: su capacidad se quintuplicó entre 1948 y 1955; en 1960 la cuota europea de la capacidad mundial de refinado alcanzó 16% frente al 7% registrado en 1940.

La creciente industria petroquímica de Europa del Este dependía de las importaciones, mientras Estados Unidos no tenía que importar debido a su abundante suministro de gas y petróleo. De esa manera, la factura de las importaciones europeas de crudo era la partida más importante en dólares de los países del Plan Marschall.

Con esto se puede observar que la financiación estadounidense facilitó el desarrollo industrial europeo basado en petróleo y apoyó la expansión internacional de las Siete hermanas. Por ejemplo, las terminales marítimas, los oleoductos, las refinerías y las plantas petroquímicas formaban aglomeraciones supervisadas por BP, Shell, Esso y Texaco.

Otra observación relevante es la del auge de los productos petroquímicos en Europa con el colonialismo: Estados Unidos y Gran Bretaña controlaban el territorio y la autoridad política en Medio Oriente a través de Kuwait, Irán, Iraq y Arabia Saudita. De esos territorios se sacaba el petróleo que era exportado a Europa.

Siglo químico

La omnipresente difusión de los materiales sintéticos derivados del petróleo impulsó la aparición de nuevas industrias, como la de los plásticos y los envases. También configuró prácticas culturales y toda una serie de productos materiales asociados al sueño americano.

En el contexto de la posguerra, se llevó a cabo una quimicalización de la industria, ya que todas las formas de producción de mercancías estaban ligadas a los productos petroquímicos (ver Dato crucial 11). Así, se puede observar el inicio del siglo químico en la década de 1950.

Este impactó también se vivió en el mundo científico. En Estados Unidos, se observó la colaboración entre la industria y los departamentos universitarios de química. La ingeniería química se abrió paso en la investigación sobre procesos genéricos como separación, cristalización, y destilación. Los frutos de las investigaciones se transfirieron a nuevos productos sintéticos.

Con la ciencia y el impulso empresarial fue posible dar forma a la organización interna de las empresas de la industria química: éstas concedieron cada vez más prioridad a actividades como la publicidad y la comercialización de los productos.

Determinados productos petroquímicos básicos, -etileno, propileno, benceno, tolueno-, constituían los insumos fundamentales de otros productos químicos derivados más complejos. Para su producción fue necesario aumentar el tamaño de las plantas petroquímicas, para conseguir economías de escala (ver Dato crucial 12).

La expansión de las plantas de la industria petroquímica estadounidense significaban grandes costes de capital fijo, por tanto, se impulsó la consolidación de la industria por medio de fusiones, acuerdos de asociación exclusiva, así como empresas conjuntas.

Por otra parte, los costes básicos de materiales, combustible y maquinaria en la industria petroquímica eran muy elevados, mientras la proporción de los costes laborales era extremadamente baja (ver Dato crucial 3).

Así, la petroquímica fue una de las primeras ramas de la industria con una automatización casi total, al tiempo que sus plantas estaban diseñadas en torno a sistemas de flujo automatizados, es decir, redes integradas de maquinaria, recipientes y tuberías que funcionaban continuamente con solo unos pocos trabajadores que supervisaban el proceso. La mayor composición técnica de la industria petroquímica fue un factor principal en el aumento de la composición orgánica del capital durante el periodo de posguerra.

Futuros sintéticos

Aquí, el autor señala que el monopolio petroquímico está conformado por empresas estadounidenses y alemanas como ExxonMobil, Shell, Chevron, BP, Dow, DuPont, BASF. Pero es Estados Unidos el país que continúa siendo la zona de producción de petróleo, sobre todo de esquisto, que dio acceso a los productores estadounidenses a un suministro de materias primas de bajo costo.

Sin embargo, el poder de las empresas petroquímicas occidentales declina (ver Dato crucial 14), y el cambio más significativo se observa en el ascenso de China y la región asiática en general como zonas centrales productivas y de consumo de productos petroquímicos.

De esta forma, China se perfila como el centro manufacturero global y la industria petroquímica constituye la base de la producción china de bienes de consumo, lo que permite al país dominar las exportaciones en los mercados internacionales, (ver Dato crucial 15).

Por otra parte, otra región que ha visto aumentar su producción petroquímica mundial en los últimos años es la del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo Pérsico (CCG), conformado por seis Estados árabes que poseen 6% de la capacidad petroquímica mundial, lo que se ha duplicado desde 2000.

El CCG está liderado por Arabia Saudí y produce etileno, uno de los productos petroquímicos más importantes del mundo y que es esencial para fabricar envases, materiales de construcción y componentes para la industria del automóvil (ver Dato crucial 18).

El auge de China y de los Estados del Golfo ha llevado a las grandes empresas como Sinopec y SABIC a convertirse en la segunda y la cuarta mayores empresas petroquímicas del mundo respectivamente, frente al quinto y séptimo puesto que ocupaban en 2007.

Lo anterior demuestra sus vínculos con el sector petrolífero (Sinopec participa directamente en la propiedad, la exploración y la producción de crudo y gas, mientras que la saudí Aramco, la mayor productora mundial de petróleo, es propietaria del 70% de sabic).

A pesar de la importante expansión de la producción petroquímica de China y del Golfo Pérsico en la última década, la demanda global de productos petroquímicos sigue superando la capacidad de producción.

Este crecimiento del consumo se produce especialmente en todos los derivados del petróleo: los plásticos (ver Dato crucial 19). Asimismo, el crecimiento de la producción de plástico se está acelerando: es significativo que la mitad de todos los plásticos que se han fabricado se produjeron en los últimos 20 años. Por tanto, los plásticos son incompatibles con los ciclos biológicos normales y solo pueden desecharse mediante vertido, incineración o reciclaje (ver Dato crucial 20).

Cabe destacar que la producción de plásticos y otros materiales sintéticos derivados del petróleo son el mayor factor de crecimiento de la demanda del petróleo: la Agencia Internacional de la Energía señala que los productos petroquímicos representarán más de un tercio del crecimiento de la demanda de petróleo de aquí a 2030 y casi la mitad hasta 2050, -por encima de la exigida por los camiones, la aviación o el transporte marítimo-.

En conclusión, el verdadero problema del petróleo puede ser observado: se acostumbra a pensar que este es un asunto que afecta principalmente a la energía y al combustible, pero se pierde de vista que la materialidad básica de las sociedades actuales descansan sobre los productos derivados del petróleo.

El autor observa que, los materiales sintéticos derivados del petróleo definen la condición esencial de la vida misma, al tiempo que se consideran necesarios para la vida misma. lo cual señala una paradoja que debe ser afrontada en su totalidad.

Datos cruciales: 

1. Alemania suministró alrededor de 90% de los tintes sintéticos del mundo hasta la Primera Guerra Mundial. La industria estadounidense en este mismo sector contaba tan solo con siete empresas en 1913, que empleaban únicamente a 528 personas y facturaban 2.4 millones de dólares.

2. La industria química alemana facturaba 65 millones de dólares y empleaba a 16 000 personas.

3. Al carecer de las colonias, los nazis dieron gran prioridad al desarrollo de alternativas sintéticas que pudieran asegurar la autosuficiencia alemana. En 1937 IGF se había nazificado por completo.

4. Durante la guerra, la producción de resinas de vinilo, como el pvc, se multiplicó casi por 50, la de polímeros acrílicos como el plexiglás se multiplicó por 10 y la producción total de plásticos prácticamente se cuadruplicó.

5. Esta transición fue posible gracias al craqueo del petróleo, una técnica experimentada durante las décadas de 1920 y 1930 en su empeño por aumentar las cantidades de gasolina producidas en sus refinerías.

6. Entre 1940 y 1946, la producción de etilbenceno aumentó de 500 a 135 000 toneladas, la de dicloruro de etileno (para el pvc) pasó de 9 000 a 27 000 toneladas, la de cloruro de etilo (aditivo para la gasolina) de 3 000 a 28 500 toneladas y la de óxido de etileno (anticongelante y fumigante) de 41 500 a 78 000 toneladas.

7. Si en 1941 casi 99% del consumo nacional de caucho era de origen natural, en 1945 esta cifra se había reducido al 15%. Tal vez lo más destacable sea el hecho de que Estados Unidos salió de la guerra siendo el mayor exportador de caucho del mundo, cuando antes de 1939 había sido el principal importador.

8. En 1950 la mitad de la producción estadounidense de productos químicos orgánicos se hacía a partir de productos petroquímicos. A finales de la década de 1950 esta cifra llegaría prácticamente a 90%.

9. En Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos era el mayor productor mundial de gas y petróleo y detentaba más de 70% de la capacidad de refinado mundial, frente a 7% detentado por Europa Occidental. Cinco de las famosas Siete Hermanas (las siete empresas petroleras que controlaban 85% de las reservas mundiales de crudo), eran de propiedad estadounidense.

10. En Reino Unido, la inversión en productos petroquímicos fue mayor que en ninguna otra rama de la industria británica entre 1948 y 1958.

11. En Estados Unidos,se experimentaron tasas de crecimiento dos veces las del PIB (de las décadas de 1950 y 1960) y beneficios al menos un 25% superiores a los registrados en otras industrias manufactureras.

12. Entre 1950 y 1970, el tamaño de las plantas petroquímicas en Estados Unidos se multiplicó por 10 y podían tardar hasta cuarenta y dos meses en construirse.

13. El coste de la fuerza de trabajo para la industria petroquímica a principios de la década de 1970 se calculaba en menos del 1% de los gastos totales de producción.

14. En 2010, 32 de los 50 principales productores químicos del mundo tenían su sede en América del Norte o Europa, cifra que en 2020 se había reducido a 28.

15. En 2017 las ventas de productos químicos en China representaron casi 40% de los beneficios totales de la industria química a escala mundial, mientras que entre 2010 y 2015 el mercado chino creció cada año a una tasa equivalente a la de las ventas combinadas de productos químicos de España y Brasil.

16. La producción petroquímica de China pasó de representar el 10% de la capacidad petroquímica mundial en 2000 a representar 37% en 2017. En este mismo periodo, la cuota de Europa en la capacidad mundial se redujo del 20 al 12% y la de América del Norte del 25% al 14%.

17. Cerca del 30% del incremento de la capacidad petroquímica mundial en la próxima década provendrá previsiblemente de China, que se espera que aumente su capacidad de producción mucho más que cualquier otro productor mundial.

18. El consumo mundial de etileno se duplicó en la última década y entre 2008-2017 la cuota de capacidad de producción de etileno del Golfo creció del 11.5 al 19% con lo que la región pasó de ser el cuarto productor mundial a ocupar el segundo puesto justo por detrás de América del Norte, cuya cuota global cayó del 27% al 21%.

18. El CCG, desde 2005, genera alrededor de un tercio del aumento de la capacidad de la producción mundial de etileno ha procedido del CCG, que sobrepasa así a China (28%), al resto de Asia (22%) y a Estados Unidos (13%).

19. Entre 1950 y 2015 la producción mundial anual de plástico se multiplicó casi por 200, eclipsando en gran medida el crecimiento de otros materiales al por mayor como el aluminio, el cemento y el acero.

20. Más del 90% de todos los residuos plásticos producidos por la humanidad se han vertido en el ecosistema o se han incinerado, lo que libera materiales tóxicos al medio ambiente y causan daños acumulativos.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Este es un ensayo muy interesante porque señala que el petróleo no debe ser considerado como fuente energética solamente, sino que se debe de problematizar su papel como materia prima: de éste surgen miles de productos que son utilizados en la vida diaria (desde los materiales primarios para la construcción, la actividad manufacturera, la agricultura, los productos de limpieza, la ropa, los envases, etc.).

Por tanto, las alternativas a los combustibles fósiles y el sistema energético contemporáneo no son los únicos aspectos que se deben contemplar para pensar algún tipo de transición de sistema productivo.