The Capitalinian: The First Geological Age of the Anthropocene

Cita: 

Foster, John Bellamy y Brett Clark, [2020], "The Capitalinian: The First Geological Age of the Anthropocene", Monthly Review, 73(4), septiembre, https://monthlyreview.org/2021/09/01/the-capitalinian/

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Septiembre 1, 2021
Tema: 
El Capitalinia como edad del Antropoceno
Idea principal: 
John Bellamy Foster es profesor de sociología en la Universidad de Oregón y editor de la revista Monthly Review. Sus líneas de investigación versan en torno a economía política, ecología y crisis ecológica. Su obra es extensa, incluye libros como La ecología de Marx y Ecología: La hora de la verdad.

Brett Clark es profesor de sociología y estudios de sostenibilidad en la Universidad de Utah. Su investigación se centra en la economía política del cambio medioambiental global, así como en la filosofía, historia y sociología de la ciencia. Sus obras incluyen The Robbery of Nature, The Tragedy of the Commodity.


La escala de tiempo geológico divide la historia del Sistema Tierra según los cambios ambientales, los cuales se miden gracias a pruebas estatigráficas. En la actualidad, la Tierra se encuentra oficialmente en la época Holocena –que comenzó hace 11 700 años–. No obstante, existe el argumento de que el planeta ha entrado en una nueva época geológica: el Antropoceno, la cual, reconoce que las fuerzas antropogénicas son las principales responsables del cambio del Sistema Tierra. Sin embargo, esta idea no ha sido aún aceptada por la Comisión Internacional de Estatigrafía de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas. La adopción de la noción del Antropoceno como época actual del Sistema Tierra por parte de esta comisión significaría su adopción oficial por toda la ciencia.

Bajo el supuesto de que el Antropoceno sea designado oficialmente como la época actual del Sistema Tierra, queda la interrogante de la edad geológica con la que dio inicio –las edades son escalas de tiempo dentro de las épocas–. En nuestro rol de sociólogos ambientales proponemos el término Capitalinia como el nombre más adecuado para designar la nueva edad geológica. Lo anterior, con base en el registro estatigráfico y en el periodo histórico que los historiadores medioambientales apuntan que comenzó alrededor de 1950, tras la Segunda Guerra Mundial y el auge de las corporaciones multinacionales.

En la época del Antropoceno es claro que las edades geológicas deben ser vistas en términos de organizaciones socioeconómicas y no solo geológicamente. Capitalismo es la designación científico-social más aceptada para nombrar al sistema económico predominante. El capitalismo ha pasado por muchas etapas, la más reciente comenzó después de la Segunda Guerra Mundial bajo la hegemonía de Estados Unidos y se conoce como capitalismo global monopolista. Esta etapa dio paso a la “era sintética”, caracterizada por el advenimiento de la era nuclear y la proliferación masiva de plásticos y otros productos petroquímicos asociados al crecimiento y consolidación del capitalismo global monopolista.

La designación de una primera edad del Antropoceno es crucial ya que da paso a la posibilidad de una segunda de ellas. Si en el próximo siglo el capitalismo creara una fractura antropogénica tan profunda en el Sistema Tierra, que al traspasar los límites planetarios ocasionara el colapso de la civilización industrial y una gran mortandad de especies humanas, entonces la época del Antropoceno llegaría a su fin. La nueva época tendría una disminución drástica del rol de los humanos. Para evitar tal escenario, las condiciones socioeconómicas que definen al Capitalinia deben transformarse radicalmente y convertirse en relaciones socioeconómicas que conformen un nuevo modelo de producción humana sustentable, basado en una relación comunal entre los humanos y de estos con la Tierra.

Un climate ambiental de este tipo supondría un retroceso en el actual cruce de fronteras planetarias, proceso que tiene sus bases en la destrucción creativa por parte del capital de las condiciones de vida en el planeta. Este cambio de dirección es imposible bajo un sistema orientado a la acumulación exponencial del capital. La revolución ecológica y social requiere una nueva relación con la Tierra. Tal revolución originaría una nueva edad geológica que sucedería al Capitalinia, a la cual proponemos llamar Comuniana, que deriva de comunal.

La controversia de Antropoceno contra Capitaloceno
La palabra Antropoceno apareció por primera vez en la lengua inglesa en 1973 en un artículo de un geólogo soviético llamado E.V. Shantser, quien remitía al uso del término por parte del geólogo ruso A.P. Pavlov. “Antropoceno” fue utilizado por Pavlov para referir a un nuevo periodo geológico en el que la humanidad se convertía en el principal impulsor del cambio ecológico planetario; más aún, que los factores antropogénicos habían llegado a dominar la biosfera en el Holoceno tardío.

No obstante, el uso actual del concepto “Antropoceno” deriva de su mención por parte del químico atmosférico Paul J. Crutzen en 2000. Al contrario de Shantser y Pavlov, Crutzen no entendía al Antropoceno desde la investigación estratigráfica, sino en los cambios del Sistema Tierra basados en el cambio climático antropogénico y el adelgazamiento antropogénico de la capa de ozono. “La designación de Crutzen del Antropoceno como una nueva época geológica reflejó, por tanto, desde el principio, un sentido de crisis y transformación en la relación humana con la Tierra”.

Tal vez la mejor manera de entender los cambios provocados en la época del Antropoceno es en términos de una “fractura antropogénica” en la historia del planeta. Tal concepto hace referencia a las fracturas que la producción humana ha creado en los procesos biogeoquímicos del Sistema Tierra. Lo anterior ha generado cruces de umbrales ecológicos críticos y límites planetarios, mismos que ahora ponen en peligro a todos los ecosistemas de la Tierra y a la propia civilización industrial.

Referirse a las causas antropogénicas del cambio del Sistema Tierra no implica ignorar las estructuras sociales y la desigualdad, ni tampoco que la humanidad haya triunfado sobre la Tierra. El Antropoceno, como se conceptualiza desde la ciencia, incorpora la desigualdad social como parte crucial del problema y considera que la crisis ecológica planetaria surge de las fuerzas de producción propias de un periodo específico del desarrollo histórico humano.

A pesar de su importancia para entender la presente emergencia climática, el término “Antropoceno” ha sido objeto de fuertes ataques dentro de las ciencias sociales y las humanidades. Estas personas reaccionan a la dimensión cultural y literaria del término y no prestan atención a los aspectos científicos-naturales que incorpora, lo que, por tanto, refleja la separación entre humanidades-ciencias sociales y ciencias naturales. Esta perspectiva interpreta al término anthro como simplemente una faceta humana-biológica, y deja de lado a la socioeconómica y la cultural.

Así, el concepto “Capitaloceno” se presenta como un sustituto a “Antropoceno”. Andreas Malm sostiene que el Antropoceno es una “abstracción indefendible”, ya que no aborda de manera directa al capital fósil. Cuando propone el término “Capitaloceno” como reemplazo, Malm desplaza el debate de la geología de la humanidad a una geología de la acumulación del capital. Esta propuesta se enfrenta a varios problemas, tanto prácticos como científicos. El término Antropoceno ya está muy arraigado en las ciencias naturales, en donde la representa el reconocimiento de un cambio fundamental en la historia humana y geológica.

Más importante, la sustitución del nombre “Antropoceno” por “Capitaloceno” abandonaría la crítica esencial expresada por este primero. Las ciencias naturales conciben al Antropoceno como un cambio irreversible en la relación de los humanos con la Tierra; este es su punto crítico. Utilizar el término “Capitaloceno” significaría abandonar este fundamento científico. Aunque se supere al capitalismo en una transición a un orden mundial sostenible, este límite seguirá existiendo. “Si se produjera una verdadera extinción masiva y un colapso civilizatorio planetario, se trataría de un evento de extinción del fin del Antropoceno o incluso del fin del Cuaternario, no de una continuación del Antropoceno”.

Los enormes retos a los que se enfrenta la humanidad en la actualidad exigen un cambio de análisis hacia la cuestión de las eras en lugar de las épocas en la escala de tiempo geológico. Si la Tierra entró en la Época del Antropoceno en 1950, entonces también lo hizo la Era Capitalinia, como resultado del capitalismo monopolista global tras la Segunda Guerra Mundial. Para comprender el significado de la aparición del Capitalinia es necesario abordar, en primer lugar, la cuestión del paso de una era geológica a otra, es decir, de la última edad del Holoceno a la primera del Antropoceno.

Del Megalayense al Capitalinia
La Época del Holoceno se remonta al final de la última edad de hielo y, por tanto, remite a las condiciones ambientales de la Tierra más cálidas que se extienden desde hace aproximadamente 11 700 años hasta la actualidad. En 2018, se acordó dividir al Holoceno en tres edades: el Groeoenlandés, el Nortegripiano y el Megalayense.

Dividir al Holoceno en edades representó un problema mayor en comparación con otras épocas del Cuaternario, debido a la relativa calma de sus condiciones climático-ambientales. El Megalayense se estableció en 2012 cuando un paleoclimatólogo descubrió una estalagmita que daba señalas de una sequía de varios siglos. La Comisión Internacional de Estratigrafía declaró que un colapso civilizatorio había ocurrido cerca del año 2200 antes de Cristo en el que las sociedades agrícolas se vieron gravemente afectadas por este evento climático de 4.2 kilo años.

Los antropólogos corroboran que las civilizaciones en efecto decayeron a partir del 2200 a.C., pero que éstas lo hicieron a lo largo de periodos de tiempo más largos y que los factores sociales desempeñaron un rol más significativo que la megasequía. Desde su punto de vista, el cambio climático no provoca el inevitable colapso de la sociedad; así, el Holoceno no comienza con una explosión, sino más bien con un gemido.

La controversia en torno al Megalayense pone de manifiesto factores esenciales. En primera instancia, que ya hace 4 200 años que el tiempo geológico se entrelazó de manera compleja con el tiempo histórico. En segundo lugar, que ya no se puede dejar la asociación entre edades geológicas y condiciones sociales. En tercero, que las cuestiones del cambio medioambiental y del colapso de las civilizaciones se repiten en escalas globales más amplias.

Si la Edad Megalayense nació durante una megasequía, el acontecimiento que marcó su final se produjo alrededor de 1950, cuando comenzó lo que el Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno postula como la Época Antropocena y lo que proponemos como la Edad Capitalinia. Esta transición está vínculada con la Gran Aceleración del capitalismo monopolista. Esto implicó el cambio de una “época altamente estable” a otra “en las cual, el número de condiciones límite planetarias clave, especialmente asociadas a los ciclos del carbono, el nitrógeno y el fósforo, están claramente fuera del rango de variabilidad natural observado en el Holoceno”. Los desastres naturales y efectos climáticos del cambio climático en esta época no son simplemente fuerzas externas, sino producto de la fractura antropogénica del capitalismo en el Sistema Tierra.

La Edad Capitaliana
El punto de inflexión en el tiempo geológico que determine el fin de la Época del Holoceno y de la Edad Megalayense no ha sido fijado. Dos opciones propuestas que son estudiadas por el Grupo de Trabajo del Antropoceno son los radionúclidos y los plásticos. La aparición de ambos representa una transformación cualitativa en la relación de los humanos con la naturaleza.

Los radionúclidos de origen antropogénico provienen principalmente de la lluvia radioactiva que se produjo de pruebas nucleares (efectuadas principalmente por Estados Unidos, la Unión Soviética, Reino Unidos, Francia y China durante la Guerra fría) y de las dos bombas atómicas de la Segunda guerra mundial. Dicha lluvia se dispersó por toda la biosfera y generó un destino medioambiental común.

Estos radionúclidos han dejado registro de los efectos de las armas nucleares en todo el planeta (en sedimentos, suelos y hielo glacial) y son, por tanto, la base más evidente para fijar el inicio del Antropoceno y de la Edad Capitaliana. “Los efectos de las armas nucleares, a partir de los bombardeos de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial, significan un cambio cualitativo en la relación del ser humano con la Tierra, ya que ahora es posible destruir la vida a una escala tal que podrían necesitarse decenas de millones de años para recuperarla”.

El advenimiento de la tecnología de las armas nucleares representa, por tanto, el enorme cambio en la relación del ser humano con la tierra que, con un registro estatográfico, marca el inicio del Antropoceno. Asimismo, representa el momento en que se introdujeron elementos radioactivos específicos en la composición corporal de todas las formas de vida y guarda relación con la energía nuclear.

Los plásticos, que fueron el resultado de la revolución científica tecnológica y la Segunda Guerra Mundial, representan el desarrollo del capital fósil, que inició en la Revolución Industrial. Los plásticos se encuentras dispersos en todas partes del mundo y la mayor parte de ellos no son biodegradables, por lo que se acumulan en todos los principales ecosistemas terrestres y acuáticos del planeta (ver datos cruciales 1 y 2). Estas condiciones los llevan a ser considerados otro potencial indicador estatigráfico del Antropoceno.

De igual forma, la producción de plásticos ha dado lugar a la propagación de sustancias químicas dañinas para la vida. Estas sustancias se acumulan en organismos individuales y en niveles superiores de la red de alimentos. Además, los microplásticos absorben los contaminantes cancerígenos para hacerlos más tóxicos.

Científicos ecologistas señalan a los radionúclidos y los plásticos/petroquímicos/pesticidas como la proyección de la era sintética surgida en la década de 1950 y proporcionan datos detallados de la transformación de la relación entre los seres humanos y la Tierra. Esta transformación se refleja en tendencias del Sistema Tierra como el gran aumento de la concentración atmosférica de dióxido de carbono, la acidificación de los océanos, la captura de peces marinos, el cambio de uso del suelo y la pérdida de biodiversidad, mismos que han tenido su epicentro en Estados Unidos, la potencia hegemónica de la economía mundial capitalista durante este período. "En nuestro análisis, el sistema económico y social de los Estados Unidos personifica la Edad Capitaliana, ya que ninguna otra nación ha desempeñado un papel histórico mayor en la promoción de la 'pobreza de poder' representada por el capital fósil".

Al inicio de lo que denominan Edad Capitaliana, el capital monopolista global, basado en Estados Unidos, entró en un periodo de expansión masiva. La producción se ha ampliado enormemente gracias a la interminable búsqueda de ganancias, alimento de la acumulación del capital, lo que ha incrementado las demandas sobre los ecosistemas y generado más contaminación.

Los plásticos y otros materiales sintéticos asociados a la expansión de la industria petroquímica se incorporaron a las operaciones industriales, la producción agrícola y los productos cotidianos, por lo que se generaron nuevos problemas ecológicos derivados de la introducción artificial de estos compuestos en sistemas vivos. En el marco de las operaciones del capitalismo monopolista y su aparato tecnológico, esto da lugar a lo que a menudo se denomina “la sociedad del riesgo”, es decir, una tecnoestructura capitalista que no posee ningún mecanismo global para regular su metabolismo.

“El incontrolable y alienado metabolismo social del capitalismo monopolista global, que coincide con la introducción de radionúclidos procedentes de las pruebas nucleares, la proliferación de plásticos y productos petroquímicos y las emisiones de carbono procedentes del capital fósil –junto con otros innumerables problemas ecológicos derivados del cruce de umbrales críticos– se manifiesta en la Edad Capitalina, asociada a la actual crisis planetaria”. Las fracturas antropogénicas y la destrucción ecológica devienen de la implacable acumulación del capital del capitalismo.

Actualmente nos encontramos en un “Gran Climaterio”, un periodo en el que hay dos escenarios futuros: una relación estable con el Sistema Tierra o un colapso civilizatorio. La humanidad debe emprender colectivamente una revolución ecológica y social que transforme radicalmente las relaciones productivas para mantener el metabolismo sociedad-naturaleza dentro de los límites planetarios.

El Amanecer de otra edad: el Comuniano
Para que la humanidad sobreviva, la actual civilización capitalista dedicada a la búsqueda de ganancias debe convertirse en una civilización ecológica planetaria arraigada en los valores de uso comunitario.

En este Gran Climaterio es esencial detener y revertir las tendencias que están destruyendo a la Tierra (ver dato crucial 3). Esta transición no puede producirse mediante la búsqueda desenfrenada de fines adquisitivos, solo será posible mediante una planificación social, económica y ecológica arraigada en un nuevo sistema de reproducción metabólica social.

Esta sociedad ecológica requiere de un impulso radical que emane de la base de la sociedad, lejos de los intereses creados. Revertir las relaciones de producción dominantes demanda una revolución originada por el movimiento de masas. Las realidades presentes están dando lugar a un incipiente proletariado medioambiental, que conduce a un desarrollo humano sostenible.

El advenimiento del Comuniano requiere una revolución ecológica, social y cultural dirigida a la creación de relaciones colectivas. Por tanto, requiere de una sociedad dirigida tanto a la igualdad sustantiva como a la sostenibilidad ecológica.

“La reconstitución revolucionaria de la relación humana con la Tierra que aquí se vislumbra no debe descartarse como una mera concepción utópica, sino que es una lucha histórica que surge de la necesidad objetiva –y subjetiva– relacionada con la supervivencia humana”.


Notas
La época del Holoceno (iniciada hace 11 700 años) es la última y actual del período Cuaternario (iniciado hace 2.59 millones de años) de la era Cenozoica (hace unos 66 millones de años), tercera y última era del eón fanerozoico. Los eones son las mayores divisiones mayores de tiempo de la historia de la Tierra en la escala temporal geológica).

Datos cruciales: 

1. Hasta 2017, se han producido más de 8 300 millones de toneladas métricas de plásticos vírgenes, lo que excede a casi todos los demás materiales creados por el hombre.

2. Los plásticos fundidos se han fusionado con clastos de basalto y fragmentos de coral para formar nuevas litologías costeras, y los depósitos de lodo de las profundidades oceánicas contienen microplásticos.

3. La concentración de carbono en la atmósfera se acerca a las 420 partes por millón (ppm) alcanzando un máximo en mayo de 2021 de 419 ppm y se dirige rápidamente hacia las 450 ppm, lo que rompería el presupuesto planetario de carbono. La ciencia nos dice que, para evitar la catástrofe climática es necesario regresar a las 530 ppm y estabilizar el dióxido de carbono atmosférico a ese nivel.

Trabajo de Fuentes: 

Commoner, Barry [2020 (1971)] The Closing Circle: Nature, Man, and Technology, Dover Publications.

McNeill, John R. y Peter Engelke [2014], The Great Acceleration: The Environmental History of the Anthropocene Since 1945, Cambridge, Harvard University Press.

Foster, John Bellamy [2015], “Late Soviet Ecology and the Planetary Crisis”, Monthly Review, 167(2): 1–20.

Moore, Jason W. [2019], “Who Is Responsible for the Climate Crisis?,” Maize, 4 de noviembre.

Burton, Ian y Robert W. Kates [1986], “The Great Climacteric, 1798–2048: The Transition to a Just and Sustainable Human Environment”, Geography, Resources and Environment, vol. 2, Chicago, University of Chicago Press.

International Commission on Stratigraphy [2018], “Collapse of Civilizations Worldwide Defines Youngest Unit of the Geologic Time Scale”, International Commission on Stratigraphy, 15 de julio.

Beck, Ulrich [1992], The Risk Society, Londres, Sage.

Foster, John Bellamy [2020], The Return of Nature", Nueva York, Monthly Review Press.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Para situar la destrucción del ambiente y los escenarios a futuro es necesaria una correcta clasificación de la historia del Sistema Tierra según los cambios medioambientales. En este marco, la propuesta de Bellamy y Clark es rica en cuanto ofrece una perspectiva anclada tanto en las ciencias naturales como en las ciencias sociales.