Trayectorias de modernización productiva y modelos de política industrial: el caso de México y otros países en desarrollo

Cita: 

Vázquez, Raúl y Oscar García [2021], "Trayectorias de modernización productiva y modelos de política industrial: el caso de México y otros países en desarrollo", Jorge Basave (coordinador), Política industrial en México : antecedentes, lecciones y propuestas, IIEc, México, pp. 135-166, https://libros.iiec.unam.mx/sites/libros.iiec.unam.mx/files/2021-11/Jorg...

Fuente: 
Libro electrónico
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
Evolución de la modernización industrial en países en vías de desarrollo, antes y después del modelo neoliberal.
Idea principal: 

Raúl Vázquez López es doctor en Ciencias políticas y Economía por la Universidad del País Vasco y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), respectivamente.

Óscar Arturo García González es maestro y doctor por la UNAM, entre sus líneas de investigación se hallan la concentración de mercados y el estudio de las cadenas globales de valor.


Introducción
El comportamiento de la productividad es un elemento fundamental en las teorías de desarrollo económico que buscan explicar por qué algunos países han logrado salir del atraso. Algunas teorías abordan la problemática desde el enfoque de cadenas globales de valor (CGV). En específico, estudian las brechas de las economías en desarrollo respecto a la frontera tecnológica internacional y los cambios estructurales.

Después de 1950, México y otras economías latinoamericanas bajo modelos de industrialización por sustitución de importaciones, transitaron a mayores niveles de eficiencia. En Europa, la industrialización fue liderada por la Unión Soviética con el programa de “autosuficiencia estalinista”, mientras que los países del Sudeste asiático siguieron una estrategia de exportación de manufactura, flying geese, de transferencia de capital y de actividades diversas de producción. En este artículo se analizan 12 economías en vías de desarrollo, de las cuales sólo algunas han adquirido habilidades para insertarse exitosamente dentro de las CGV.

Las dos dimensiones a analizar, cambio estructural y productividad, se capturan en un índice de representación gráfica que señala el grado de modernización productiva en que un país se encuentra. La metodología de Lavopa y Szirmai (2018) para cuantificar el cambio estructural considera la participación del trabajo en actividades “modernas” de sector manufacturero en cuanto al total del empleo en dicho sector. Asimismo, para la brecha de productividad laboral se considera a la frontera tecnológica internacional estimada como el diferencial entre la productividad de las actividades “modernas” del país en cuestión y la registrada en las mismas actividades en Estados Unidos. El cálculo del índice se hace con el objetivo de analizar la trayectoria del progreso productivo en los países de estudio.

Los principales hallazgos son que la productividad, en relación con la frontera tecnológica internacional, se ha ampliado desde 1990, a pesar del desplazamiento del trabajo hacia actividades “modernas” de la manufactura; y que la inserción de los países estudiados en las CGV, en general, ha sido mediante actividades de bajo valor agregado o por la explotación de recursos naturales.

Marco teórico
Las teorías clásicas del desarrollo económico conciben al progreso de un país como un proceso de industrialización que genera un cambio estructural progresivo sobre el aparato productivo de una economía, en términos de diversificación y sofisticación, lo que gradualmente lleva a una mejora en la calidad de vida de la población.

Dicha perspectiva hace una distinción entre sectores tradicionales y modernos que operan bajo una lógica económica completamente diferente. Los sectores tradicionales están caracterizados por mano de obra abundante, productividad baja y una curva de oferta infinitamente elástica. En los sectores modernos se destaca la capacidad de acumular capital y, por ende, absorber el excedente de trabajadores. La innovación y el crecimiento de la productividad son mayores en estos sectores, mientras que en los sectores tradicionales permanecen estancados. Por ello, el crecimiento de la economía depende en gran medida de la tasa en la que los trabajadores puedan migrar a los sectores modernos.

Para Bielschwsky (2009), las economías emergentes se sitúan en la periferia, en sectores donde las actividades son de baja productividad y poco intensas en conocimiento. Las principales características de la periferia son: la especialización en el sector primario, niveles muy dispares de productividad entre sectores, una oferta ilimitada de mano de obra con ingresos que apenas permiten la subsistencia y un entramado institucional poco inclinado a la inversión y el progreso técnico.

Para la tradición neoshumpeteriana, la innovación es el principal determinante del crecimiento de la productividad de una economía. Si el crecimiento depende de la productividad, ésta última está en función de la creación de nuevos desarrollos que dan paso a mejoras en la calidad de los productos ya existentes, es decir, un proceso de “destrucción creativa”. La productividad es más alta en los sectores innovadores que procuran un desarrollo en el capital humano y en el trabajo cualificado. Desde una perspectiva estructuralista, la destrucción creativa es mayor en el centro que en la periferia. En otras palabras, en el sistema centro-periferia el centro es encargado de derramar el progreso técnico sobre el resto de las economías.

Existen dos grandes retos en términos de desarrollo económico. El primero es la transformación estructural, que implica el flujo de recursos hacia las actividades modernas, actividades donde la productividad es mayor. “El segundo es el cambio de las fuentes fundamentales, tales como acumular habilidades y capacidades institucionales necesarias para generar un crecimiento sostenido de la productividad, no solamente en algunos sectores modernos industriales, sino a lo largo de todas las actividades económicas” (p.139).

Al integrar el análisis las CGV se establece que son una fuerza potencial del cambio estructural, tanto para países desarrollados como en vías de desarrollo. Bernand, Jensen y Schott (2006) señalan que en un país desarrollado las empresas insertas en alguna cadena de valor generan mayores ganancias e invierten más en investigación y desarrollo. Sin embargo, para los países en vías de desarrollo la inserción en CGV conlleva una participación cautiva de las empresas, ya que las empresas de países desarrollados obstaculizan el escalamiento de las empresas en países de vías de desarrollo, encapsulándolas en tareas de bajo valor agregado o como proveedoras de materias primas. Kaplinsky (2005) añade que las CGV también pueden crear barreras al aprendizaje y conducir a un desarrollo disparejo a buscar un rápido escalamiento industrial.

Sturgeon (2021) indica que en los países que se encuentran integrados con fuerza y se vuelven interdependientes económicamente, mediante cadenas globales de valor, se trastocan las estructuras básicas de las industrias, el empleo y la innovación.

Por último, Lavopa y Szirmai (2018) analizan el desarrollo económico con base en dos dimensiones, el cambio estructural y el escalamiento tecnológico. Para los autores, una economía se transforma y alcanza un mayor grado de desarrollo cuando se da una especialización de base tecnológica en sectores donde el surgimiento de nuevas tecnologías es frecuente y no son dominados por los países desarrollados.

Metodología
El análisis de las trayectorias de modernización se realiza para Egipto, Etiopía, Sudáfrica, Bolivia, Costa Rica, México, Filipinas, Irán, Malasia, Hungría, Portugal y Turquía de la década de 1960 a 2017.

Siguiendo a Lavopa y Szirmai (2018), se construye un índice de modernización que refleja las interacciones dinámicas entre el cambio estructural y el escalamiento tecnológico a partir de la información de 23 ramas del sector industrial de cada país. Las ramas del sector industrial se dividen entre modernas y tradicionales, según los criterios de clasificación de la OCDE.

La dimensión del cambio estructural es capturada por λ que expresa la participación de trabajadores del grupo “moderno”. La segunda dimensión referente al escalamiento tecnológico se calcula como la productividad laboral relativa del grupo moderno (ρ). El índice de modernización estructural (Ω) es la productividad relativa del grupo moderno ponderada por la participación de ese grupo en el empleo total de la industria. Para más información consultar el artículo.

El índice de modernización estructural se ubica entre 0 y 1, pero con el fin de facilitar el análisis los resultados se han multiplicado por 100. Económicamente el índice aumenta cuando ambas dimensiones están en equilibrio, en cambio en situaciones de desequilibrio, el índice disminuye debido a que una de las dimensiones aumento se reducen relación con el comportamiento de la otra dimensión.

Hechos estilizados
Durante las décadas de la segunda posguerra los países de estudio emprendieron estrategias para establecer un sector manufacturero de carácter nacional. Por ejemplo, la sustitución de importaciones, el modelo de flying geese y el mecanismo de eficiencia estalinista, en México, en el Sudeste asiático y en la Unión Soviética, respectivamente. En la década de los años 80 y 90 del siglo XX, estos países implementaron una estrategia de desarrollo basada en la liberalización de la economía. El modelo de producción se centró en las exportaciones y en el liderazgo de grupos corporativos transnacionales.

En México, Irán, Egipto y Turquía el proceso de desarrollo industrial se dio con posterioridad a la sustitución de importaciones. La primera fase se caracterizó por la sustitución de manufacturas ligeras, posteriormente en la segunda fase se esperaba desarrollar la manufactura de insumos y capital para producir bienes más complejos como bienes de capital. No obstante, en México la primera fase alcanzó un desarrollo tecnológico insuficiente para sustituir importaciones de bienes de capital. Sin que las exportaciones crecieran en grado suficiente, el país a menudo enfrentaba estrangulamientos que lo llevaron al endeudamiento externo.

Filipinas y Malasia, ya con un sector agrícola fuerte, generaron un cambio estructural que permitió el desplazamiento del trabajo del campo a las ciudades, y aunque el papel del Estado fue menor, la política industrial permitió el desarrollo de zonas de procesamiento de exportaciones con inversión extranjera directa proveniente de Japón y de su modelo de industrialización flying geese.

En Hungría, el desarrollo industrial fue comandado por la Unión Soviética alrededor de la década de los años 60. Las metas establecidas generaron un incremento en la productividad, mejora en la calidad de productos y una modernización de los mismos. Finalmente, existe un grupo de países sin una clara estrategia de industrialización (Bolivia, Costa Rica, Etiopía, Portugal y Sudáfrica), los cuales han mantenido una dependencia histórica con la importación de capital extranjero.

Específicamente en el caso mexicano, la apertura comercial en la década de los años 80 implicó un cambio en el modelo de desarrollo industrial. La liberalización comercial y apertura financiera ocasionó que el sector manufacturero enfrentase de forma acelerada las importaciones de países desarrollados, de menor precio y mejor calidad. Por otro lado, la apertura de la economía aumentó la inversión extranjera directa (IED) de manera que se originó un proceso de desintegración de procesos productivos locales. El nuevo modelo de desarrollo sólo permitía que los países en desarrollo se insertaran en las CGV mediante la realización de tareas intensivas en trabajo.

En 2017, si bien la mayoría de los países de estudio aumentaron la participación de la manufactura en el PIB, ésta ha disminuido generalizadamente debido a la reprimarización de algunas economías y al aumento de los esquemas de subcontratación en el sector servicios.

A pesar la reducción generalizada de la participación de la manufactura en el PIB, las industrias modernas de la manufactura en los países seleccionados registran una tendencia positiva en cuanto al peso del empleo. En la gráfica 1 se observa que los países con cierto grado de industrialización previo al cambio de la estrategia de desarrollo tienen un crecimiento en el empleo de actividades intensivas en uso de capital.

Al mismo tiempo en la gráfica 2 se observa de forma significativa una ampliación de la brecha entre los países seleccionados en la frontera tecnológica internacional, en términos de los niveles de productividad laboral relativa en las actividades modernas de la manufactura.

A partir del siglo XXI y con el nuevo contexto de la globalización, las actividades manufactureras ejecutadas en países en desarrollo han aumentado su contenido en capital, pero sin el consiguiente aumento en los niveles de eficiencia, debido a que la manufactura se concentra en tareas de ensamblaje de insumos importados y mano de obra de menor calificación. Por consiguiente, el efecto de arrastre de las actividades modernas sobre el aparato productivo se ha reducido significativamente y los países han sido encasillados en actividades de bajo valor agregado.

La gráfica 3 confirma la tendencia a la ampliación de la brecha en relación con Estados Unidos de todos estos países, en términos de los niveles de productividad laboral para el conjunto del sector manufacturero.

En promedio, la eficiencia en los casos seleccionados va de representar 20.2% de la de Estados Unidos en los años setenta, a 14.5% en el periodo 2000-2017.

Análisis de los resultados
En la gráfica 4 se presentan las trayectorias de modernización estructural de la manufactura de los países seleccionados. Cada punto refleja una combinación determinada de valores para las dos dimensiones analizadas: el cambio estructural, expresado en el eje vertical, como la participación del sector moderno en el total de empleados de la industria (λ) y, la brecha tecnológica, expresada en el eje horizontal, como la productividad laboral relativa de las actividades “modernas” como porcentaje de la frontera tecnológica internacional (ρ).

La línea de 45° implica una trayectoria balanceada del desarrollo, las líneas punteadas oscuras son las trayectorias que indican la evolución del índice de modernización estructural en el tiempo. Si una trayectoria se encuentra a la izquierda de dicha línea tiene una mayor carencia en términos de niveles de eficiencia de las actividades modernas mientras que si se localiza del lado derecho de la línea, la principal carencia se da en términos de la necesidad de desplazar trabajo en dirección a las actividades modernas (cambio estructural).

Si las trayectorias de modernización industrial son erráticas en cuanto a su comportamiento en el tiempo significa, en general, un cambio estructural positivo en dirección de actividades modernas, pero con la ausencia de un cambio tecnológico relevante en las mismas. Los países de estudio muestran dicho comportamiento aún con una industrialización temprana.

En la mayoría de los casos, el cambio en la estrategia de desarrollo económico y la crisis generalizada de los años 80 y 90 parecen haber anulado los avances registrados en procesos de industrialización anteriores.

México alcanza un punto máximo en la trayectoria de modernización del sector industrial hacia 1994 (16%), dicho punto se asocia a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte. Después en 2017 la trayectoria se muestra errática en el tiempo quieren dice solo alcanza 6%. Turquía alcanza su punto máximo en 1996 (10%) para retroceder en 2017 a 3%.

El análisis de los países con modelos de industrialización por sustitución de importaciones revela que las trayectorias de modernización registraron tendencias positivas a lo largo de los años 70 e inicios de los 80. No obstante, tras la primera década del nuevo siglo las tendencias se tornaron negativas.

Los hallazgos señalan que estos países han transitado a producir bienes intensivos en el factor trabajo y realizan tareas de mayor contenido en capital, pero el valor agregado generado es cada vez más bajo al compararlo con el generado en las economías desarrolladas.

Filipinas y Malasia, que se han industrializado por las transferencias de capital de Japón y China, utilizan el factor trabajo como ventaja comparativa para insertarse en cadenas regionales de valor, no obstante, presentan un estancamiento de la productividad relativa en las actividades modernas. Este caso es similar al mexicano ya que en cuanto a mayor competitividad mayor es la relación renta salario.

Bolivia y Costa Rica muestran que su inserción en las cadenas globales de valor ha sido mediante el procesamiento de recursos naturales. Esto se debe que en la década de los años 80 ambos países mostraban poca madurez en el desarrollo económico, lo cual los llevó a encasillarse las CGV en segmentos de bajo valor agregado.

A excepción de Egipto, Hungría y México, todos los países de estudio muestran al inicio de sus trayectorias la necesidad de emprender un cambio estructural, es decir, de favorecer la migración del trabajo de sectores manufactureros de baja y media baja tecnología hacia los sectores modernos.

En términos generales, menos Bolivia y Etiopía, las naciones no han superado la etapa inicial de industrialización, consistente con el cambio estructural. Aún prevalece la necesidad de incrementar los niveles de productividad laboral vía la acumulación tecnológica para una inserción más favorable en las cadenas globales de valor.

La política industrial orientada a la apertura de la economía y las exportaciones llevó a que los países abandonaran la construcción de una industria nacional.

Se observa que el cambio de paradigma resultó en la ampliación de la brecha tecnológica respecto a la frontera internacional, lo que dejó al conjunto de países de una trayectoria de modernización estructural sostenida. En resumen, la evolución reciente de las trayectorias de modernización industrial refleja la inserción subordinada en las cadenas globales de valor con base en ventajas competitivas estáticas.

Conclusiones
De 1970 a 1980, los países en vías de desarrollo adoptaron políticas activas de industrialización, con las cuales alcanzaron una modernización relativamente equilibrada a lo largo de sus economías. Sin embargo, los avances se vieron limitados por el cambio tecnológico trunco y la crisis económica de la década de los años 80, de manera que los países no lograron acumular las habilidades y capacidades necesarias para insertarse favorablemente en las cadenas globales de valor. En contraste, se observa que los países han desarrollado una dependencia a las dinámicas globales, lo que trastoca sus estructuras productivas, y factores como el empleo y la innovación.

El cambio en las estrategias de desarrollo, como la liberalización de capitales y mercados, permitió desplazar empleo en dirección a actividades modernas mas no condujo a una reducción en las brechas tecnológicas respecto a las economías avanzadas. En consecuencia, la inserción en las CGV es limitado a labores de ensamblaje de bajo valor agregado que requieren mano de obra de bajo costo y abundante.

Actualmente, los países de estudio tienen una participación importante en las industrias intensivas en capital, como la química, la automotriz o la electrónica, pero se han vuelto “cautivos” en dichos ordenamientos globales, lo que obstaculiza toda posibilidad de escalamiento hacia actividades que permitan añadir mayor valor a la producción.

Por último, Chang y Andreoni (2021) señalan que los países del Sudeste asiático tienen casos exitosos de modernización industrial por el aprendizaje local que desarrollaron, este es entendido como el proceso de desarrollo y acumulación de capacidades productivas generado por la transferencia inicial de tecnología extranjera. En los países caracterizados por el esquema ensamblador no hay registros de políticas que promuevan la transferencia de conocimientos, con el consiguiente desarrollo de las capacidades necesarias para el escalamiento productivo. Según los autores, este proceso es lo que conduce aumentos en la productividad y mejores niveles de empleo.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El análisis de las trayectorias de modernización industrial revela que las economías que implementaron el modelo neoliberal se han visto permeadas de generar encadenamientos productivos en sus países, debido al capital transnacional que no permite a las firmas locales competir más que con actividades de bajo valor agregado, con mano de obra de bajo costo o con la exportación de recursos naturales y materias primas.