Slaveship Earth & the World-Historical. Imagination in the Age of Climate Crisis

Cita: 

Moore, Jason W [2018], "Slaveship Earth & the World-Historical. Imagination in the Age of Climate Crisis", Pews News, American Sociologicall Association, 20 de mayo, https://jasonwmoore.com/wp-content/uploads/2019/04/Moore-Slaveship-Earth...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Martes, Marzo 20, 2018
Tema: 
Crisis climática como momento geohistórico
Idea principal: 
Jason W. Moore es profesor de sociología en la Universidad de Binghamton y coordina la Red de Investigación en Ecología Mundial. Es autor de una gran cantidad de obras; recientemente, de A History of the World in Seven Cheap Things con Raj Patel (California, 2017).
La imaginación histórica del mundo alcanza para visualizar al cambio climático como algo más que un momento geológico.

Para hacer una contribución desde el análisis de los sistemas-mundo es necesario destacar dos de sus contribuciones clave: el desafío de la postura “sociedad más naturaleza” y la asociación entre el modo de pensamiento y producción que resultan del capitalismo.

El análisis de los sistemas-mundo arroja preguntas como: “¿Qué tipo de conocimiento es adecuado para la crisis planetaria del siglo XXI?, ¿pueden las estructuras de conocimientos implicadas en estas crisis conformar una justicia climática analítica, estética y política?” (p. 1). El modo de pensamiento que originó la crisis es insuficiente para atravesarla, y enfrentar este reto conlleva a un re-plantamiento más profundo, para des-pensar estructuras de conocimiento y objetos analíticos (como naturaleza, sociedad, mercado, Estado).

Dos de nuestros objetos analíticos más inquebrantables son la sociedad y su antónimo, la naturaleza. Ambas palabras adquirieron su significado en el siglo posterior a 1550, cuando Irlanda y América eran territorios expropiados con violencia. No son solo palabras entonces, sino que sirvieron como guía política para dominar, controlar y subordinar.

A pesar de que en la actualidad casi todos los procesos han sido historizados, la naturaleza es un dominio aún sin historia. “Pero, ¿y si la crisis climática es una crisis geohistórica (no sólo geofísica) en la que las divisiones de larga duración del capitalismo (de color, género y clase) están fundamentalmente implicadas?, ¿y qué hace esto a los modelos para pensar la desigualdad, el poder y las culturas de dominación arraigadas en una cosmología naturaleza/sociedad?” (p. 2).

En este sentido, la ecologización del análisis de los sistemas-mundo presentó dos problemas: el trato de “el medio ambiente” como otra serie de variables o como algo independiente de la naturaleza; y la paradoja a lo que esto conlleva, la adopción por parte de una tradición fruto de esfuerzos anti-imperialistas de un “imaginario ambiental” que surge precisamente para contener dichas luchas.

Es menester entonces recordar la historia geocultural de “el medio ambiente”. El término se instaló como una imaginación hegemónica al inicio de 1968, dentro de la década con la política más anti-capitalista en la historia del capitalismo. Lo anterior no es coincidencia, así como tampoco lo es que en el mismo año (1968) surgiera el poblacionismo como una herramienta imperialista.

El poder de definir un problema es sumamente fundamental. El imaginario ambiental dominante desde 1968 es el de la Tierra como nave espacial. Su mensaje es consistente: toda la humanidad tiene como interés utilizar los recursos sabiamente y disminuir la contaminación en un planeta compartido. Si no visualizamos los riesgos, nos deparan la catástrofe y el colapso.

Ciertamente, la metáfora de la Tierra como nave espacial nos ofrece un grado de realismo y de ilusión reconfortante. El cambio climático está implicado en los cambios de estado de la biosfera (climas extremos, inundaciones, incendios) y la ciencia del cima anuncia que no hay retorno.

“El futuro dependerá de la capacidad de los trabajadores para imaginar una política radical que haga dos cosas: comprender la larga historia de dominación racista, sexista y colonial del capitalismo como fundamental para la explotación de las clases trabajadoras y la interminable acumulación de capital; y concebir la relación de las naturalezas humana y extrahumana como un vínculo en el que un daño a uno es un perjuicio para todos” (p. 3). Una manera de avanzar es imaginar a la crisis climática como reveladora de una trama conformada por redes de poder, vida y producción.

El imaginario ambientalista surgido desde 1968 no nombra al sistema, ni al poder: el cambio climático es antropogénico, no capitalogénico. La Tierra no es una nave espacial, es una nave de esclavitud. “Si hay una empresa humana, es una empresa con un director general que gana 500 veces el salario de sus trabajadores. Si hay un Antropoceno, es una era en la que algunos humanos convirtieron a la mayoría de los humanos (y al resto de la naturaleza) en máquinas de lucro” (p. 3).

Es aquí en donde la imaginación histórica del mundo puede alcanzar a comprender al cambio climático como una crisis geohistórica y no únicamente geofísica. Esta re–imaginación requerirá de re-pensar categorías e incluso disciplinas. Necesitará también de ir más allá de la ecuación sociedad más naturaleza e interrogar a la crisis climática desde nuevas y emancipatorias epistemologías y ontologías.

Los movimientos de justicia climática en todas sus formas también reivindican al cambio climático como un momento geohistórico. Reconocen que la crisis planetaria proviene no solo de maquinaria a base de carbón, sino del racismo, sexismo e imperialismo que alimentan a éstas. “Una coalición política que pretende resolver la crisis climática sin enfrentarse a la violencia e injusticia racial, de género y sexual de larga duración de la modernidad, reproducirá las tragedias de la izquierda mundial en el siglo XX” (p. 4).

Ver al cambio climático geohistoricamente, como una crisis del capitalismo, es ir más allá del “holismo selectivo del ambientalismo” (p. 4). También, el holismo geohistórico permite señalar alternativas radicales a este ambientalismo.

Esta alternativa imaginaria, con la justicia climática como base, requiere no solo de desobediencia civil, sino también de desobediencia intelectual. Asimismo, comprende que la crisis climática activa nuevas formas de dominación y deberá moldear análisis y políticas para las próximas décadas.

“Esto, me parece, es fundamental para el reto de repensar el proyecto de los sistemas-mundiales” (p. 4).

Nexo con el tema que estudiamos: 

Para estudiar la destrucción del ambiente y la crisis climática es necesario comprender las distintas posturas teóricas respecto a estos procesos, así como los debates entre ellas. Lecturas como la presente invitan a des-pensar y profundizar en el pensamiento crítico frente a la crisis multidimensional que atraviesa el capitalismo.