La solución verde. Crisis, Green New Deal y relaciones de propiedad capitalista

Cita: 

López, Isidro y Rubén Martínez [2021], La solución verde. Crisis, Green New Deal y relaciones de propiedad capitalista, Barcelona, La Hidra Cooperativa, septiembre, https://lahidra.net/wp-content/uploads/2021/10/la-solucion-verde-final.pdf

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
Las contradicciones del los Green New Deals
Idea principal: 

Rubén Martinez es miembro de La Hidra Cooperativa.

Isidro López es miembro de La Hidra Cooperativa.

La Hidra Cooperativa es una “empresa política” que destina sus esfuerzos a la transformación urbana.


Capítulo 3. La solución capitalista y verde a la crisis

3.1 Del desarrollo sostenible al Green New Deal

El desarrollo sostenible es un término acuñado en 1987 en el Informe Brundtland de Naciones Unidas; este término articula los intereses ambientalistas y económicos en las instituciones que “los toman como bandera”. Este concepto se ha definido como “la satisfacción de las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones” y se ha vuelto popular en el discurso dominante. No obstante, la crisis de 2008 fue un duro golpe para el discurso sobre el desarrollo sostenible.

3.1.1 Desarrollo sostenible, sindicalismo y reformismo verde

La economía ecológica considera el trabajo como un proceso que transforma la materia y la energía. A este respecto, José Manuel Naredo describe la regla del notario. Esta regla señala las formas en que “las jerarquías y el poder modelan el mundo del trabajo”, de modo que las actividades de mayor consumo energético son relegadas a los “escalafones salariales y de estatus más bajo, mientras que las de menor consumo energético pasan a las posiciones de mayor riqueza y poder”, hasta que llegan al notario: el punto de menor gasto energético y mayor remuneración y posición. Los sueldos de los grandes directivos ilustran la regla.

Respecto a la historia relatada por la izquierda sobre su relación con el ecologismo indica que que los partidos verdes, el movimiento obrero y el ecologista provienen de linajes históricos muy diferentes, debido a que sus intereses no siempre son los mismos (se pueden aceptar gradualmente “las demandas medioambientales de la Tierra siempre que no perjudiquen a la posición del obrero fordista protegido sindicalmente, por ejemplo”).

Aún así, el movimiento obrero y el ecologismo no vienen de universos distantes: el primero se ha preocupado por la contaminación de los lugares de trabajo. Por lo regular, este punto de partida similar entre el movimiento obrero y el ecologismo se aleja del sindicalismo oficial.

Partiendo de este alejamiento, teóricos marxistas como ​​André Gorz, han recuperado la idea, en los años setenta, sobre los movimientos obreros históricos como parte de una estrategia ecosocialista: “la reducción del tiempo de trabajo con vistas a la abolición del trabajo asalariado”.

Así, es posible trazar las escisiones entre posiciones reformistas y revolucionarias al respecto. La primera es la posición consensual de los sindicatos con el Estado y la patronal en la negociación colectiva, entendidos como mediadores de las demandas del movimiento ecologista. La segunda posición del movimiento sindical es la que integra el ecologismo en una estrategia anticapitalista y crítica del sindicalismo oficial.

Un ejemplo ilustrativo de lo anterior son Los Verdes alemanes y su escisión interna: en primera instancia estaban los fundis, apegados al ecosocialismo hasta al ecofeminismo; luego, se encontraban los realos de Joschka Fischer, Otto Schily y Daniel Cohn-Bendit, defensores del pragmatismo político.

El ejemplo de los alemanes señala la tensión entre el ideal del empleo como eje de la vertebración de las sociedades capitalistas y la superación constante de los límites biofísicos de la Tierra debido a las lógicas capitalistas.

Así, uno de los discursos reformistas señala constantemente la necesidad de una “transición” hacia un modelo de “producción circular, limpio y en continuo decrecimiento de los requisitos de materiales y energía”, al tiempo que pone en el centro la creación de empleos debido a la inversión en energías verdes, etc.

En la década de 1990, la Organización Internacional del Trabajo comienza a proponer los enfoques Green New Deals. Durante los años 2007 y 2008 se observa el periodo clave, cuando estalla la crisis económica, que generó la aparición de los Planes de Estímulo y Empleo. Uno de los primeros fue el formulado por el “Political Economy Research Institute” (PERI) de Robert Pollin, que propuso inversiones en "infraestructuras verdes".

3.1.2 El Green New Deal: la agenda del crecimiento verde

Tras las advertencias del IPCC sobre el calentamiento global (ver Datos cruciales 1-4) y las manifestaciones de Fridays for Future y Extinction Rebellion, han aumentado las propuestas para conducir una transición por parte de líderes políticos, intelectuales y activistas.

Por ejemplo, la congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) presentó en 2019 un Green New Deal (GND) en Estados Unidos. Ese es “un plan federal de inversión en energía verde que promete la creación de millones de empleos con salarios altos”. Según AOC, el GND será similar al Plan Marshall, al invertir en “el desarrollo, fabricación, uso y distribución de energía, pero esta vez apostando por lo verde”.

Esas inversiones verdes generarían millones de empleos (si también se toma en cuenta la reparación de injusticias históricas sufridas por las comunidades racializadas, mujeres y comunidades indígenas). Para los autores de este informe, el GND es “un programa keynesiano «a lo Pollin» que promete combinar crecimiento económico, transición ecológica y justicia social”.

El GND inglés se llevó a cabo gracias al Green New Deal Group de Reino Unido, espacio fundado en 2007. Las propuestas inglesas responden a la crisis económica derivada del crecimiento dominado por la valorización financiera, los elevados precios de la energía y la aceleración del cambio climático.

En el artículo ¿Qué pasa con el Green New Deal? de Richard Seymour se comparan ambos GNDs. La principal diferencia reside en que el plan inglés “pide control de capitales, restricciones de los mecanismos financieros, la división de los grandes bancos y la reducción en el papel de la City de Londres”. El plan estadounidense, en cambio, no menciona la reducción del poder de Wall Street ni el control de capitales.

Otros límites de los GND son los siguientes:

1. El GND no “toma en cuenta la oposición capitalista a medidas que restrinjan su capacidad de expandirse y extraer plusvalías, que supone un espacio de conflicto fundamental”.

3. La versión AOC del GND no “considera las ventas y opciones capitalistas para especular en nuevos mercados”, las cuales privilegian a los actores económicos monopólicos.

3. Seymour recalca las limitaciones de programas de corte nacional para responder a problemas sistémicos e internacionales.

3.1.3 El crecimiento verde frente a la crítica decrecentista

Para los autores, el GND beneficiaría a los monopolios energéticos a través de la financiación pública. Por su parte, personas como Robert Belano y Nathaniel Flakin defienden un modelo de producción socialista de intervención directa sobre la propiedad privada y el libre mercado.

El GND de AOC no plantea nada como lo anterior, ni siquiera plantea la nacionalización de las empresas de combustibles fósiles. Al contrario, incluye la creación de compañías público-privadas en el sector ecológico y propone realizar subsidios estatales para empresas privadas en el sector industrial de las energías renovables.

De esta manera, los autores ponen de manifiesto la normalización de las alianzas público-privadas, características del GND. A este respecto, Pollin defiende al GND, debido a que es un sinónimo de crecimiento verde igualitario: una “síntesis entre crecimiento económico, transición ecológica y justicia social”.

Así, la inversión en energía e infraestructura verdes crearían un empleo mayor sin dañar al ambiente. Lo anterior da paso al ecologismo de mercado: se argumenta que son “necesarias inversiones en energías limpias equivalentes a 1.5% o 2% anual del PIB mundial”. Eso se debe de combinar con una drástica reducción de la utilización de combustibles fósiles. Pollin indica también que se crearán nuevas oportunidades para “formas alternativas de propiedad”, “combinaciones de propiedad pública, privada y cooperativa en menor escala”; esta propuesta, sin embargo, es poco creativa para los autores de este informe.

Pollin propone, como tesis principal, que "las economías pueden seguir creciendo e incluso crecer con rapidez, como China o India, y a su vez presentar un proyecto viable de estabilización climática, siempre que sigan un proceso de desacoplamiento", eso significa la desvinculación del "crecimiento económico del consumo de combustibles fósiles". Los autores critican lo anterior, ya que esta tesis sugiere sólo otra forma "de facilitar una expansión de la acumulación" con tácticas del capitalismo verde.

Además de no pagar por las enormes externalidades negativas producidas, los autores critican que estos "mastodontes económicos" (China o India), se expanden económicamente gracias a la enorme inversión pública.

Pollin considera que las propuestas decrecentistas generarían un alza de la pobreza, inequidad y desempleo sin lograr detener el cambio climático.

Mark Burton y Peter Somerville critican los argumentos de Pollin y señalan que “el capitalismo mitigado por un GND será de poca ayuda porque no eliminará el conjunto de sistemas de mercantilización y los motores de la expansión”. Además, si la inversión en energías renovables produce millones de empleos, el aumento en el consumo de servicios y productos intensivos en CO2 será mayor.

Burton y Somerville concluyen que eso no significa que una inversión pública en energías limpias y medidas de reducción de la demanda no pueden ayudar; no obstante, la política de los gobiernos debería de romper con su “función habitual de servidora del capital mundial”.

3.2 La transición justa en Unión Europea

Con la Große Koalition de Angela Merkel como canciller, Alemania adopta en 2005 los planteamientos del Partido Verde (ya lejanos a sus propuestas más radicales). Así, Alemania parecía avanzar en su pretensión por trasladar a Europa esas políticas verdes. Estas políticas estaban guiadas por objetivos económicos que legitimaban a Alemania después de la crisis de la Eurozona.

3.2.1 Trayectoria de UE hacia el «crecimiento verde inclusivo»

El Libro Verde de Unión Europea de 1995 y el Libro Blanco de las Energías Renovables de 1996 plasman los objetivos cuantitativos para la sustitución de las fuentes de energía fósiles en el continente europeo, así como los inicios de las políticas energéticas consolidadas de la UE, consideradas como un “derivado de la armonización del mercado interior”.

En 2009 el Consejo Europeo presentó la Estrategia Europa 2020, donde se consolidó la suma conceptual de la competitividad, la cuestión medioambiental y la cohesión social. Lo anterior dio como resultado el “crecimiento verde inclusivo” de Pollin, defendido también por la OCDE y el Banco Mundial.

No obstante, este marco tiene varias contradicciones: la promesa de crear empleos con la inversión en el proyecto de transición no se ha cumplido (en 2021, aparecen 3 millones 500 mil trabajadores europeos, misma cantidad que había en 2008).

Además, las estrategias ambientalistas de UE como la 20-20-20 prometían el aumento de la eficiencia energética en 20%; reducir las emisiones responsables del calentamiento global en 20% (en relación a niveles de 1990); e incrementar las energías renovables en 20%.

En 2014, UE presentó su contribución señalando que en Europa ya se empezaron a tomar medidas para reducir las emisiones para 2030 en 40% como mínimo. En 2018, la Comisión Europea comunicó la siguiente fase hacia la descarbonización (conseguir en 2050 las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero).

Por otra parte, la agenda verde de Estados Unidos pretende seguir el modelo europeo. Según datos de Jeremy Rifkin, entre 1990 y 2017, el consumo de energía en UE se redujo 2% y las emisiones de gases de efecto invernadero 22%. En el mismo periodo, el PIB aumentó 54%. No obstante, “estos datos ocultan más que muestran” por dos razones:

1. La Comisión Europea relativiza los datos frente al objetivo de cero emisiones netas en 2050, “a lo que cabe añadir mayor escepticismo si no se obvian los efectos rebote de salida a la crisis, que tienden a incrementar los impactos”.

2. Dichos datos pasan por alto la externalización de procesos industriales a otros territorios con fuerza de trabajo barata (lo que explica la reducción de los gases de efecto invernadero). Cabe destacar que entre 2002 y 2019, el continente europeo multiplicó 4 veces y media el valor de las importaciones desde China. Eso explica tanto el descenso de emisiones en Europa o en Estados Unidos, como su ascenso en China.

Los esfuerzos de las estrategias europeas ambientalistas culminan con la presentación del European Green Deal (EGD), que pretende cumplir los objetivos del Acuerdo de París.

En este tenor, la Comisión Europea estima una inversión de 1 billón de euros para cumplir el plan, aunado a 260 000 millones de euros de inversión anual adicional: 1.5% del PIB de 2018. Esto pone de manifiesto el “Plan de Inversiones para una Europa Sostenible”.

El Plan de Inversiones se puso en marcha en marzo de 2020 con el Programa de Compras de Emergencia Pandémica (“una medida de política monetaria basada en la compra temporal de activos de valores del sector público y privado”). Con ello, se aprobó un paquete de medidas por un total de 1.8 billones de euros que combina el presupuesto europeo para los próximos 7 años con otro programa llamado Next Generation.

Cabe rescatar que con estas acciones, UE se convirtió “en el mayor emisor supranacional de deuda del mundo”, (ver Dato crucial 6). Next Generation pretende llevar a cabo una reconstrucción verde y digital y su presupuesto es de “750 000 millones de euros, de los cuales 360 000 millones son préstamos reembolsables y algo más de la mitad son subvenciones a fondo perdido”. En esta lógica, la Comisión Europea emitirá bonos por valor de 900 000 millones hasta 2026.

3.2.2 La división continental del trabajo y otros desajustes sistémicos

La agenda europea promete combinar crecimiento económico, transición ecológica y justicia social. Este tipo de propuestas idealiza el “crecimiento verde igualitario”.

I.

China concentra en sus centrales fotovoltaicas más de la mitad de la capacidad mundial y es líder mundial en la creación e instalación de tecnología solar y eólica.

La estrategia de China no es sustitutiva, sino que suma consumo de energía renovable a la de origen fósil o nuclear. Es una dinámica recurrente en todas partes: la expansión de las energías renovables se produce como añadido a los suministros de combustibles fósiles, no como sustitución.

Así, se puede entender que el EGD es una forma de enfrentar a China, lo cual es difícil debido a la falta de soberanía industrial: UE depende de la producción china en componentes básicos para su “reconversión verde”, debido a que China domina las cadenas de suministro en un entorno donde Europa quiere invertir.

II.

Los programas verdes son limitados porque no actúan sobre un vacío territorial, sino que promueven las relaciones asimétricas entre el Sur y el Norte global. Por ejemplo, las corporaciones de los países del Norte obtienen bienes producidos con bajos costos salariales en el Sur, pero vendidos en los países del Norte a sus precios de mercado. Las ganancias de las ventas pasan a figurar así en el PIB de los países del Norte.

Por otra parte, los altos niveles de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) no son la única problemática por la cual preocuparse: están también los problemas relacionados con el extractivismo en el Sur global. Eso pone de manifiesto la relación desequilibrada entre territorios del Sur y el Norte, que da paso a un nuevo “imperialismo energético”.

Estas dependencias y procesos de dominación globales continuarán acentuándose, si “un problema planetario integrado en una geografía desigual se desplaza como asunto regional de los países ricos”.

III.

Las consultoras financieras transnacionales extienden sus "tentáculos" desde la industria petrolera hasta la economía verde, lo que explica su creciente protagonismo en los GNDs. Blackrock, por ejemplo, está asesorando a la UE sobre cómo integrar la sostenibilidad en la regulación bancaria. Esto pone de manifiesto la colaboración entre el sector privado y el público.

Este tipo de alianzas público-privadas, aunado al endeudamiento y la disciplina económica, son “la misma banda sonora del último medio siglo”: se socializa el gasto, se privatizan los beneficios y se emite deuda pública. Esto representa un “traslado hacia las clases subalternas” y a los ecosistemas.

Estas alianzas también contienen las utopías tecnológicas integradas en programas como Next Generation, lo que ilustra las contradicciones internas de estas propuestas como la imposibilidad de sustituir la magnitud energética mundial actual por energías renovables o resolver el problema de los límites planetarios.

Así, la solución verde se perfila como hiperealista porque reproduce las “desigualdades territoriales internas y globales, erosiona la soberanía de las economías nacionales, normaliza la explotación del Sur global y, al mismo tiempo, intensifica el extractivismo y destruye la biosfera”.

Por tanto, la alianza público-privada es la estrategia a la que normalmente se recurre cuando el capitalismo está en crisis.

3.3 Economía global público-privada

Este texto recalca que uno de los elementos constitutivos del capitalismo es su identificación con el Estado. De esta forma, controlar el poder estatal se ha vuelto objetivo estratégico de los principales actores políticos “durante toda la historia del capitalismo moderno”, debido a que el Estado tiene la capacidad de usar su poder coercitivo “para abrir espacios donde florezca el capital”.

3.3.1 Las alianzas público-privadas constitutivas del capitalismo

Según Max Weber, la expansión del poder capitalista se vincula con la competencia interestatal por el capital en busca de inversión. Pero, dicha expansión también se conduce por la formación de estructuras políticas que controlan el entorno territorial y político de la acumulación de capital.

En el sistema-mundo, los países centrales aseguran su hegemonía en una geografía política desigual. Lo anterior se constata en el largo ciclo de reordenación territorial europeo, a través de la financiarización y el desarrollo desigual entre los países del Norte y Sur europeos.

Asimismo, el proceso político que empuja las formas actuales público-privadas trae consigo al neoliberalismo. Esto significa que se introducen reglas fiscales que pretenden reducir el endeudamiento estatal, entre otras cosas. Esto no se pudo lograr sin las políticas impulsadas por Tatcher en Inglaterra, por ejemplo.

En el caso inglés, es observable también la reforma al Estado de bienestar con la “Tercera Vía”, que “incorpora la racionalidad empresarial como alternativa a la planificación pública-estatal cuestionada por ser jerárquica, burocrática e ineficiente”.

Para los autores, esto ilustra la configuración de la respuesta del capitalismo “a la crisis de rentabilidad surgida tras el colapso de la tupida red fordista de mecanismos de concertación entre capital y trabajo”. Como se sabe, este largo ciclo no supone una reducción del Estado, sino más bien una transformación de sus prioridades.

Así, se puede argumentar que en las etapas contemporáneas, las alianzas público-privadas funcionan para “esquivar las restricciones del gobierno en cuanto al endeudamiento público”. De esa forma, son parte de la expansión del poder capitalista y una de sus respuestas ante la crisis.

Esta respuesta supone “una enorme implementación de partenariados públicos-privados”, así como procesos de conversión de diversas formas de "derechos de uso colectivo en derechos de propiedad privada, la mercantilización de necesidades básicas y el creciente dominio de los bancos centrales con sus políticas monetarias".

Esto responde a la lógica última del capitalismo, es decir, “todo lo que existe sobre la tierra debe ser sometido a la mercantilización, la monetización y la privatización para producir beneficio”. Entonces, en los últimos ciclos de crisis, la solución verde madura y supone “un salto de escala cualitativo respecto a la centralidad del Estado Público-Privado”.

3.4 Contra las reformas para conservar la propiedad colectiva

Europa pretende encontrar una posición de ventaja y por eso pretende regresar a la figura de “faro civilizatorio global". Aunque UE es “el proyecto acabado más del neoliberalismo”, pretende distinguirse frente al resto del mundo perfilándose como el modelo más progresista.

El EGD promueve un capitalismo verde y refuerza “el poder de agentes financieros, bancos y oligopolios energéticos con acciones que reproducen las desigualdades territoriales internas y globales”.

De esta forma, no parece que UE vaya a tomar un camino anticapitalista: más que un New Deal de los años treinta, el EGD es un programa público que le otorga poder a las mayores fortunas de la lista Forbes.

UE intensificará la inversión verde, pero los autores sugieren que la inversión pública “debe aplicarse la socialización de los derechos de uso y usufructo a las infraestructuras y bienes ligados a esos sectores, sea el energético, el inmobiliario, el transporte o el digital”.

Estas formas de propiedad colectiva se perfilan como tácticas “de ruptura contra el Estado Público-Privado”, ya que las instituciones tienen la posibilidad de erosionar el poder concentrado por los oligopolios y el capital financiero porque éstas distribuyen los recursos públicos.

Datos cruciales: 

1. En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que el calentamiento global causará un cuarto de millón de muertes más al año entre 2030 y 2050.

2. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicó en 2018 su informe especial sobre las repercusiones de un calentamiento global de 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales.

3. El IPCC advierte que es probable que el calentamiento global eleve la temperatura a 1.5 °C entre 2030 y 2050. Si se llega a esa situación, el aumento de la temperatura desencadenará bucles de realimentación descontrolados, con cambios duraderos o irreversibles como la pérdida de algunos ecosistemas.

4. Para evitar lo anterior, deben reducirse 45% las emisiones —en referencia a los niveles de 2010— en 2030.

5. Mark Burton y Peter Somerville sostienen que la huella material de la actividad humana agregada es actualmente 1.7 veces superior a la biocapacidad del planeta. Ellos proponen que la actividad económica se reduzca 40% en el Norte global, recortando la producción industrial, la construcción, la agricultura (monocultivos dependientes de combustibles fósiles) y la distribución.

6. Desde marzo de 2015, cuando se puso en marcha el Programa de Compra de Deuda del Sector Público en los mercados secundarios, las compras netas acumuladas del BCE rozaban los 3 billones de euros, un límite ya rebasado en la actualidad.

7. Entre 2015 y 2018 China fue responsable de 30% de toda la inversión global en renovables. Solo en 2017, China dedicó 13 000 millones de dólares a energías renovables.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto es sumamente interesante debido a que ilustra detalladamente las contradicciones de los Green New Deals tanto europeos como estadounidenses. Así, éstos se perfilan como las alianzas público-privadas que pretenden sacar al capitalismo de la crisis medioambiental que el cambio climático y sus consecuencias le presenta. De esta forma, se pueden comprender las limitaciones de estas propuestas que, en primera instancia, parecen progresistas y preocupadas por la crisis medioambiental. No obstante, terminan siendo una forma de reproducción de las desigualdades del sistema-mundo, ya que no toman medidas en contra del capitalismo como sistema global.