Eli Clifton es asesor sénior en el Instituto Quincy y periodista de investigación en Responsible Statecraft. Informa sobre el dinero en la política y sobre la política exterior de Estados Unidos. Anteriormente, informó para American Independent New Network, ThinkProgress e Inter Press Service.

Los principales contratistas de armas dicen francamente que la violencia y la tensión recientes funcionan a favor de sus accionistas: según los directores ejecutivos de las principales empresas de armas financiadas por los contribuyentes, sus balances financieros se verán beneficiados con la participación de Estados Unidos en la competencia de poder con Rusia y China. Lo anterior se refleja en los conflictos como la guerra de Yemen y la invasión rusa de Ucrania. Por su parte, la directora ejecutiva de Northrop Grumman –el tercer mayor productor de armas del mundo– no quería sonar tan cínica y afirmó que su empresa promueve los derechos humanos.

Este tipo de comentarios se llevaron a cabo durante los anuncios de ganancias trimestrales, en los que los ejecutivos de las empresas que cotizan en bolsa hablan con inversionistas y analistas; además, responden preguntas sobre su perspectiva financiera.

Esto refleja el grado de franqueza o cinismo sobre los fundamentos de este tipo de empresas y sus intereses comerciales, los cuales no siempre se revelan en la publicidad o en los comunicados de prensa. Por ejemplo, los directores ejecutivos de Lockheed Martin y Raytheon reconocieron abiertamente que el deterioro de la paz y la seguridad mundiales, aunado al aumento de la violencia, son de gran interés para sus inversionistas.

El director ejecutivo de Lockheed Martin, James Taiclet, aseguró a los inversionistas que el presupuesto de defensa estadounidense (740 mil millones de dólares, un presupuesto doce veces mayor que el proporcionado al Departamento de Estado para llevar a cabo la diplomacia), podría seguir creciendo en 2023. Lo anterior es una cifra crítica para los contratistas de armas: el destinatario final de casi la mitad de todos los gastos de defensa. Taiclet dijo que hay una competencia renovada entre grandes poderes que incluye la defensa nacional de Estados Unidos y las amenazas a la misma. Taiclet está preocupado del avance de la amenaza y propone enfrentarla.

Por su parte, el director ejecutivo de Raytheon, Greg Hayes, adoptó un enfoque más cínico y pareció celebrar la guerra en Ucrania y los ataques con drones de los hutíes en los Emiratos Árabes Unidos. Hayes considera estas situaciones como buenos indicadores de las futuras ventas de armas, las cuales son alimentadas por los conflictos internacionales.

En un momento de rara autoconciencia, la directora ejecutiva de Northrop Grumman intentó distanciarse de la celebración del aumento del conflicto global al tener la audacia de afirmar que Northrop Grumman (el quinto fabricante de armas más grande del mundo, y entrenador de tropas saudíes sospechosas de crímenes de guerra en Yemen) promueve los derechos humanos globales. No obstante, la idea de que uno de los mayores productores de misiles, bombarderos, drones y armas nucleares del mundo “promueve los derechos humanos globales” pone a prueba los límites de la credibilidad.

Más bien, es la creación de ganancias el verdadero interés de la industria armamentista, lo que se contextualiza en un aumento de la inseguridad y la violencia globales. Eso conduce a un aumento de la demanda de armas letales por parte de los gobiernos, lo que a su vez provoca un aumento de las ganancias para los inversores en la producción de armas.