Nelson Schwartz ha trabajado en The New York Times durante una década y ha cubierto temas de economía desde 2012.

A partir de los inconvenientes en las cadenas de suministro resultantes de la pandemia de coronavirus, distintas empresas como America Knits se preguntan si Estados Unidos podría recuperar parte de la producción manufacturera que cedió en las últimas décadas a China. La idea es traer de vuelta la fabricación desde el extranjero, un movimiento conocido como onshoring.

En el gobierno de Donald Trump uno de los temas importantes fue traer de vuelta la fabricación a Estados Unidos, de ahí se dió la imposición de aranceles a la importaciones de aliados y rivales comerciales, el inicio de la guerra comercial con China y reformulación de distintos acuerdos en la materia. Sin embargo, la inclinación de las empresas para redirigir sus inversiones a Estados Unidos se ha acelerado recientemente con los efectos de la pandemia.

En términos comerciales, la pandemia ha significado un desequilibrio en la dinámica que se tenía con las fábricas asiáticas, particularmente en China. Los retrasos, el aumento de las tarifas de flete, así como las dificultades para obtener componentes y productos terminados de manera oportuna han provocado que las empresas consideren ubicar la capacidad de producción más cerca de los consumidores.

La idea de acercarse a los clientes también coincide con los compromisos corporativos en torno a la sostenibilidad, ya que se toma en cuenta la reducción en la contaminación y consumo de combustibles fósiles en el uso del transporte. Por otro lado, la reubicación de las cadenas de suministro no sólo se identifica en Estados Unidos, sino también en México, con el propósito de fomentar la fabricación en el norte del país y reducir los costos y las distancias para que los productos lleguen en poco tiempo a los compradores.

A pesar de las dificultades comerciales que ha habido con los envíos y las entregas, se reconocen las ventajas de la fabricación en China como la gran fuerza laboral que hay, el fácil acceso a materias primas y fábricas de bajo costo. Sin embargo, los movimientos de empresas automotrices y tecnológicas también señalan que Estados Unidos podría atraer una fabricación mucho más sofisticada.

En realidad no se trata sólo de los costos más bajos, sino de la seguridad sobre la capacidad de recuperar la cadena de suministro. La pandemia se ha presentado como una advertencia a futuros desequilibrios y variabilidades que podrían volver a impactar el sector comercial, por lo cual esta reubicación también se considera una prioridad de seguridad nacional. Sumado a las ventajas por el aumento de empleo que habría para la sociedad.