Li Yuan escribe la columna New New World para The New York Times, que se centra en la intersección de la tecnología, los negocios y la política en China y en toda Asia.

La represión que el gobierno chino ha desencadenado sobre grandes y pequeñas empresas de tecnología se ha traducido en el aumento del desempleo en China y la pérdida de creatividad, innovación y emprendimiento para tales empresas. El gobierno de Xi Jinping ha mantenido un severo control sobre los gigantes de la tecnología para limitar los abusos de poder y mitigar riesgos sistémicos.

Diferentes empresas de Internet han cerrado y muchas otras sufren enormes pérdidas por las fuertes restricciones que el gobierno les ha impuesto. Por razones de ciberseguridad a muchas de las empresas se les ha detenido el aumento de usuarios a sus plataformas mientras se llevan a cabo los análisis necesarios.

Las actividades de empresas de tecnología enfocadas a la educación o a las redes sociales se ven entorpecidas por desconfianza del gobierno a lo que consideran ideológicamente apropiado o adecuado para los usuarios. Asimismo, empresas de la industria del entretenimiento audiovisual han tenido que cancelar muchos proyectos por la censura que cada vez es más fuerte, por lo que se teme que China a la larga se convierta en “un desierto cultural”.

El objetivo del gobierno chino es que su ciberespacio se convierta en una herramienta de gobernanza y rejuvenecimiento nacional, por lo que cualquier proyecto contrario a los ideales gubernamentales será penalizado.

Frente a la represión, muchas firmas de tecnología se han agrupado y posicionada para colaborar en la construcción de tecnologías clave, como semiconductores, nuevas energías, etc., para liberar a China de los mandatos de Xi Jinping. Aunque eso ha tenido un efecto importante en el mercado laboral, ya que muchos jóvenes han decidido unirse al sector público para tener trabajos más estables aunque haya más restricciones y menores salarios.