Damian Cave es el jefe de investigación en Sídney, Australia. Tiene reportajes e investigaciones en México, América Central y el Caribe, además trabajó en las oficinas de Times en Bagdad de 2006 a 2007. Antes de trabajar en Times era escritor y editor para Rolling Stone.

Después de ganar las elecciones en Australia, el futuro primer ministro, Anthony Albanese prometió transformar el cambio climático como una fuente de conflicto político a un generador de crecimiento económico. “Juntos podemos poner fin a las guerras climáticas”. “Juntos podemos aprovechar la oportunidad de que Australia sea una superpotencia de energía renovable”, afirmó Albanese.

Con estos comentarios y su victoria, la probabilidad de un cambio significativo en la política climática de Australia ha aumentado. Este es un país conocido como un "rezagado climático global", ya que sus objetivos para reducir las emisiones de carbono son mínimos. Sin embargo, queda por ver si su elección puede ser tan poderosa como para llevar a cabo las políticas necesarias para enfrentar la crisis climática.

A pesar del resultado electoral, Australia gasta mucho más dinero para apoyar a las empresas que causan el calentamiento del planeta que para ayudar a las personas a lidiar con los costos relacionados con los gases de efecto invernadero que emiten.

Aunque en los últimos años hubo un aumento en la inversión en energía renovable, ésta no se ejecuta en la misma escala que los subsidios a los combustibles fósiles o el extractivismo en Australia.

La industria minera del carbón prospera en el país, pero también la inversión privada en energías renovables. Durante la campaña, Albanese prometió apoyo para nuevas minas de carbón y energías renovables.

Los nuevos proyectos de gas presentan un problema mayor. Un inmenso esfuerzo de extracción se planifica para los campos de gas de Beetaloo Basin, que podría producir suficientes emisiones de carbono como para destruir las esperanzas de las personas que esperan que Australia alcance los objetivos de reducción, a la par con los de otras naciones desarrolladas.

Los defensores de la acción climática en su mayoría esperan comenzar con una legislación que establecería un marco con objetivos de emisiones más estrictos y trabajar para alcanzarlos a través de ciencia e investigación rigurosas.

Robyn Eckersley, experta en la política del cambio climático de la Universidad de Melbourne, advirtió que los laboristas, los verdes y los independientes necesitaban "jugar un juego largo", teniendo en cuenta que un impuesto al carbono provocó una reacción violenta que hizo retroceder la política climática australiana por casi diez años.

Saul Griffith, un experto en políticas energéticas, mencionó que Australia tenía la oportunidad de convertirse en un modelo global para la transición energética que requiere el cambio climático. La prueba es que uno de cada cuatro hogares en Australia tiene paneles solares, superando a cualquier otra economía importante.