Solidaridad, territorio y aprendizaje colectivo en los conflictos urbanos: la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán

Cita: 

Sierra, Andrés [2022], "Solidaridad, territorio y aprendizaje colectivo en los conflictos urbanos: la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán", Estudios Demográficos, 37(2): 483-512, México, Colmex, mayo-agosto, http://dx.doi.org/10.24201/edu.v37i2.2049

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2022
Tema: 
Las asambleas vecinales juegan un papel clave en el surgimiento de redes de solidaridad y espacios de aprendizaje colectivo.
Idea principal: 

Andrés Sierra Martínez es maestro en Estudios Urbanos por el Centro de Estudios Demográficos, Urbanos Ambientales de El Colegio de México, A.C. Es investigador de programa en El Colegio de México, A.C. Sus líneas de investigación se agrupan en torno a la sociología urbana y ambiental, abordando temáticas como los conflictos socioambientales urbanos y las organizaciones vecinales.


Introducción

Es bien sabido que la urbanización y su consecuente crecimiento en la población y la economía ocasiona la destrucción de los ecosistemas, la contaminación, la generación de residuos y la escasez de agua. Asimismo, se presenta la emergencia de conflictos socioambientales en las ciudades, en este tenor, este artículo analiza el surgimiento de redes de solidaridad y espacios para el aprendizaje colectivo a raíz de dichos conflictos.

Específicamente, se estudia el caso de la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán (AGPC), la cual es una organización vecinal producto del daño a un acuífero ocasionado por el desarrollo inmobiliario. En este espacio de solidaridad y aprendizaje colectivo surgen perspectivas de observación del territorio y expectativas de justicia ambiental gracias a la implementación de dos estrategias: los plantones en defensa del agua y la Escuela Popular Piedra y Manantial (EPPM).

Antecedentes y propuesta teórica

A partir de la observación empírica de un caso particular, en este artículo se plantean elementos para determinar el carácter social y territorial de los conflictos socioambientales urbanos. “Se han estudiado procesos como la exposición desigual a la degradación ambiental y su relación con la pobreza, la emergencia de conflictos por la producción de espacio urbano, o los problemas asociados al manejo de recursos en específico, como el agua" (p. 45). De igual forma, se analizan el arraigo, las emociones, la construcción de ciudadanía, el papel de las mujeres, lo jurídico, la autonomía y los lazos sociales en las movilizaciones urbanas y territorios de resistencia.

“Como punto de partida teórico, se retoman las propuestas del análisis de la emergencia de espacios de participación, la articulación de actores colectivos y la reconfiguración de inscripciones territoriales en los conflictos urbanos”. El territorio está cargado de valores, significados y prácticas de apropiación sociocultural los cuales se transforman en situaciones de conflicto. Asimismo, los elementos culturales orientan la respuesta social a los daños en el territorio, en este sentido, resulta imperativa la creación y reproducción de la observación y la construcción de los problemas ambientales que motivan los conflictos como un marco de interpretación común de la realidad.

Por otro lado, las perspectivas territoriales actúan sobre la interacción vecinal, cuyas relaciones son ambiguas, no obstante, esta ambigüedad alberga el potencial de tejer redes solidarias de ciudadanía y politización. Estas perspectivas territoriales se pueden socializar en las movilizaciones sociales, las cuales son espacios de aprendizaje colectivo. En este sentido, en los conflictos socioambientales urbanos la construcción de perspectivas territoriales trae de la mano expectativas de justicia ambiental pues “el medio ambiente urbano es resultado de la articulación de elementos sociales y naturales, tanto humanos como no humanos, en la que intervienen relaciones de poder asimétricas para producir un metabolismo y distribución desigual de cargas y amenidades ambientales” (p. 486). Asimismo, las expectativas de justicia ambiental se relacionan con la denuncia de las desigualdades y democratización de la producción y gestión autónoma del territorio en escalas locales.

El surgimiento de redes solidarias y aprendizajes colectivos debido a los conflictos urbanos hacen referencia a espacios “libres” producidos y ocupados por comunidades organizadas de forma autónoma y democrática. De esta forma, la observación empírica de asambleas vecinales y sus protestas permiten entender la interacción entre personas que comparten espacios en las ciudades.

Metodología

En este trabajo se utilizaron métodos cualitativos como entrevistas y una observación etnográfica en momentos y espacios, con lo cual se busca analizar el significado de la experiencia de organización vecinal, prestando especial atención a la construcción de redes de solidaridad y espacios para el aprendizaje colectivo. Se realizó un análisis temático con el que se produjeron categorías y temas como constructos analíticos que describen las relaciones identificadas. “El análisis de los esquemas y perspectivas territoriales incorpora antecedentes metodológicos relacionados con la observación de segundo orden de la protesta de actores colectivos. En este sentido, se observa la construcción y movilización del sentido en el conflicto por medio de comunicaciones” (p 489). Las redes de solidaridad y los espacios de aprendizaje colectivo se observan como comunicaciones y estructuras de significados. Es así que los resultados obtenidos permiten reconstruir la narrativa de las semánticas y estructuras de sentido generadas en el conflicto.

El conflicto de Aztecas 215

A principios de 2016 comenzó un proyecto inmobiliario en el pueblo de Los Reyes, Coyoacán, sin embargo, la excavación ocasionó el afloramiento del agua de un acuífero somero (dato crucial 1). Ante dicho suceso la inmobiliaria responsable, Quiero Casa, decidió bombear el agua a la red de drenaje, lo que evidentemente causó la inconformidad de los vecinos y dio inicio al conflicto. Los vecinos se organizaron a través de la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán (AGPC) como espacio autónomo para la defensa del agua y del territorio. Cabe resaltar que históricamente la lucha y organización vecinal en los Pedregales ha sido muy relevante, especialmente en la autoconstrucción de las viviendas que conforman los barrios de la Asamblea.

Debido al daño ambiental que ocasiona la obra, la AGPC exige que se detenga y que el predio se convierta en un parque ecológico comunitario. En este sentido, la protesta comenzó a escala local e inmediata, pero gracias a la formación de alianzas y la consideración de una perspectiva territorial, ha dado paso a una disputa de cómo se produce la ciudad a mayor escala. En abril de 2016 la Asamblea instaló un plantón frente al predio con lo cual se logró frenar la obra, sin embargo, fue violentamente desalojado por policías en diciembre del mismo año.

En agosto de 2017 se organizó un segundo plantón, no frenó del todo la construcción, no obstante, la organización vecinal se mantuvo y dio lugar a manifestaciones, formación de alianzas y realización de foros y eventos, tales como la Escuela Popular Piedra y Manantial (EPPM). Este plantón se mantuvo hasta diciembre de 2018, cuando los vecinos decidieron voluntariamente levantarlo. En esta misma fecha el gobierno de la CDMX suspendió la obra, a pesar de las exigencias de la AGPC para que la cancelación fuera definitiva, a mediados de 2019 la obra se reanudó, e incluso se comenzó a anunciar la venta de departamentos. A pesar de esto, la lucha vecinal también permanece manteniendo el conflicto por la búsqueda de nuevas perspectivas territoriales y expectativas de justicia ambiental.

“La AGPC reconfigura redes de solidaridad y espacios de aprendizaje colectivo existentes mediante estrategias como plantones y la organización de la EPPM para la formación y socialización de conocimientos” (p. 492).

Solidaridades movilizadas en el conflicto: el plantón en defensa del agua

La Asamblea tiene la finalidad de articular a los vecinos de los espacios cercanos al predio mediante la coordinación de acciones y negociaciones. Las redes de solidaridad de dicha asamblea giran en torno a reclamos, expectativas y significados compartidos, generando una perspectiva de observación propia y un espacio de participación política. Con base en el testimonio de un vecino, se logra percibir los lazos de comunidad y familiaridad previos al conflicto, los cuales funcionan como “horizontes de significación en la reproducción de prácticas de solidaridad en el momento actual” (p. 493).

No obstante, estos lazos se han reconfigurado en el conflicto mediante la conformación de alianzas contra la inmobiliaria y en defensa del agua. En este sentido, se transforman los significados de ser vecino y las expectativas sobre el territorio, asimismo, la solidaridad se materializa en prácticas cotidianas de convivencia como las generadas a raíz del plantón. Cabe resaltar que la construcción de la solidaridad se logró gracias a la interacción de los vecinos en diferentes espacios como las calles, universidades y oficinas de gobierno. “La interacción cotidiana que se experimenta en diferentes espacios producidos por la AGPC, fortalece las perspectivas del territorio con expectativas de justicia ambiental” (p. 495). Asimismo, los vecinos han creado redes de alianzas con académicos y colectivos que operan a diferentes escalas en defensa del territorio. Entre las alianzas que ha formado la AGPC se encuentra algunas a escala local conformadas por personas afectadas por el desarrollo inmobiliario (dato crucial 2). Estas alianzas aportan a la reconfiguración de los lazos de solidaridad y la construcción de espacios de convivencia con expectativas de justicia ambiental en el territorio.

La solidaridad fue fundamental para la instalación del plantón y su mantenimiento. Asimismo, las interacciones ocurridas en él construyeron expectativas de territorialización y socialización. El plantón también puede ser visto como una forma colectiva de transformar, distinguir, observar y marcar el territorio, así como producirlo y habitarlo de forma cotidiana. En el plantón también se dieron dinámicas de interacción para instaurar un orden alternativo en la vida cotidiana generando nuevas rutinas y certezas entre los vecinos.

Incluso después de su desalojo, existe la posibilidad de generar nuevos espacios de reconfiguración de territorialidades mientras se mantengan las redes de solidaridad entre los vecinos. Asimismo, estos espacios liberados otorgan la oportunidad para el contacto de los vecinos con la política. Cabe resaltar que este proceso puede presentar complejidades en la toma interna de decisiones en asamblea, lo cual implica llegar a acuerdos entre vecinos. No obstante, la solidaridad se renueva y refuerza con la toma de decisiones, generando la producción y estabilización de significados, lo cual se traduce en un proceso de aprendizaje colectivo.

Aprendizajes de un cuerpo colectivo: la Escuela Popular Piedra y Manantial

Debido al conflicto de Aztecas 215 se han logrado conformar significados compartidos sobre la protesta. En este sentido, la Escuela Popular Piedra y Manantial es un espacio de aprendizaje colectivo y de crecimiento mutuo donde se organizan eventos y foros de discusión sobre temas como la ciudad, el agua y el territorio y se fomenta la retroalimentación y socialización de significados. Por otro lado, la EPPM surgió gracias a la Asamblea, donde los vecinos han aprendido a organizar la protesta, a encarar a las autoridades, a entender el territorio y los procedimientos del gobierno local en la toma de decisiones. Es así que la interacción en las asambleas genera herramientas para la protesta del actor colectivo, pero de forma inversa también la retroalimentación de la Asamblea se logra gracias al intercambio de los conocimientos adquiridos en la convivencia cotidiana generados en la protesta.

“El aprendizaje colectivo producido en la AGPC forma parte de la construcción y reconfiguración de una perspectiva del territorio, a partir del saber y la información adquiridos en el conflicto” (p. 500). Como parte de este proceso resultó fundamental la publicación de un estudio técnico que confirmó la presencia del acuífero somero y su descripción, asimismo, en la EPPM se realizaron presentaciones para difundir la información recabada en dicho estudio. Esta información técnica ha sido utilizada como herramienta de protesta en contra de la obra, así como agente moralizador para los vecinos.

La AGPC es un espacio donde se repensó la definición del uso deseable del territorio con una perspectiva de justicia ambiental mediante la construcción de nuevas narrativas y expectativas en torno al territorio basadas en el conocimiento empírico y espacios de aprendizaje colectivo. Dentro de las demandas que la AGPC ha hecho ante las autoridades se hacen presentes apegos, valores y prácticas propias que reflejan los antecedentes de organización vecinal. La presión que ha generado la movilización colectiva ha logrado que el gobierno reconozca la existencia del acuífero. Por otro lado, las expectativas de justicia ambiental orientan el objetivo de la protesta y hacen posible la solidaridad para participar en la definición del uso de suelo local y la producción del medio ambiente urbano.

“El plantón y la escuela representaron la posibilidad de intervención directa en el territorio, materializando expectativas de justicia ambiental”. En este sentido, ambas experiencias convergen en su relevancia para lograr espacios de autonomía donde tuviera lugar la solidaridad y los aprendizajes producidos. Es así que ambas estrategias se enfocaron en detener una obra e influir en la producción del territorio compartido.

A pesar de que no se logró detener la obra, la AGPC nos muestra el esfuerzo que implica “parar un edificio” y el proceso de reconfiguración de perspectivas sobre el territorio y las formas de convivencia y socialización que en él se presentan, así como las consecuencias ambientales de la transformación urbana. Al detener por unos meses esta obra se logró formar redes de solidaridad y espacios de aprendizaje colectivo, así como cambiar la narrativa e imaginar diferentes usos posibles del espacio urbano. En este sentido, a pesar del avance de la obra, también avanza la construcción de opciones de socialización comunitaria y reproducción de estructuras de protesta.

Conclusión

En este trabajo se analizaron los procesos de reconfiguración de perspectivas del territorio a raíz de los conflictos urbanos, así como el surgimiento de redes de solidaridad y espacios de aprendizaje colectivo. Asimismo, se observó que las asambleas tienen un papel relevante en el encuentro vecinal y en la emergencia de dichas estrategias. Ante el actual deterioro ambiental generalizado, es importante seguir la pista de casos como el de Aztecas 215, ya que aporta a la generación de conocimiento en torno a la protesta y narrativa conceptual para el estudio de casos empíricos de conflictos en distintas ciudades. Lo deseable es que las nuevas expectativas y perspectivas del territorio formen parte de la cotidianeidad de los grupos de vecinos que protestan para defender sus formas de vida en la ciudad.

Datos cruciales: 

1. A principios de 2016 comenzó la obra inmobiliaria en Aztecas 215. En abril de ese año se instaló un plantón que se sostuvo hasta diciembre. Se organizó un segundo plantón en agosto de 2017 hasta noviembre de 2018, el cual no detuvo del todo la obra. El gobierno de la CDMX suspendió la obra durante 2019, pero en 2020 se reanudó.

2. Durante 2017 los vecinos de cuatro distintas delegaciones de la CDMX (Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Coyoacán y Venustiano Carranza), incluyendo a los miembros de la AGPC, conformaron el Frente de Vecinos Afectados por la Inmobiliaria Quiero Casa para denunciar las irregularidades y daños provocados por esta constructora. En septiembre de 2018 se conformó la Coordinadora de Pueblos, Barrios y Colonias Contra la Corrupción Inmobiliaria donde participan vecinos de siete alcaldías.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El corporativismo en México tiene cada vez más poder en la toma de decisiones y en la gobernanza local, a la vez que las comunidades van perdiendo relevancia en la producción de su entorno. En este sentido, resulta clave visibilizar las luchas que han surgido y se han mantenido en el seno de la colectividad para defender el ambiente y el territorio.