Una catástrofe alimentaria en camino

Cita: 

Wallace-Wells, David [2022], "Una catástrofe alimentaria en camino", The New York Times, New York, 12 de junio, https://www.nytimes.com/es/2022/06/12/espanol/opinion/crisis-alimentos-h...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Domingo, Junio 12, 2022
Tema: 
Catástrofe alimentaria profundizada por la pandemia, la guerra en Ucrania y el cambio climático
Idea principal: 

David Wallace es escritor de opinión y columnista para el The New York Times. Experto en el tema medioambiental y el cambio climático. Estudió Historia en la Brown University.


Antes de que comenzara la guerra en Ucrania, más de 800 millones de personas vivían en estado de hambre crónica. Después de la invasión rusa a ese país, la hambruna se profundiza (Dato crucial 1).

La fría cobertura de los medios se enfoca principalmente en las gráficas del aumento de los precios de varios productos básicos. Así, “[u]na mirada superficial a estos gráficos sugiere que la crisis no es más que una forma de inflación". Sin embargo, se necesita "una mirada más atenta" para entender que la hambruna está acompañada no sólo de los recientes incrementos de los precios, sino también de guerras y desestabilización política.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) se dedica a la recaudación de fondos para evitar el hambre más aguda. David Beasley, quien encabeza el PMA, indica que la agencia alimenta a 125 millones de personas al día. Beasley espera que esa cifra aumente a 150 millones en 2022. La diferencia entre esas dos cifras es de 25 millones de personas hambrientas.

Se dice que 49 millones de personas es es el número que se enfrenta a la “inseguridad alimentaria aguda”. Sin embargo, Beasley calcula que, en realidad, son al menos 323 millones personas (respecto a 276 millones antes de la guerra; 135 millones antes de a la pandemia; y 80 millones antes de su incorporación al PMA en 2017). La cifra de 49 millones solo señala la cantidad de personas que corren un riesgo de muerte más inmediata.

Ese empeoramiento es resultado de la guerra, pero la crisis subyacente es más grande y estructural: la mayor parte del crecimiento en esa categoría de “inseguridad alimentaria aguda” es el resultado de la pandemia de la COVID-19, el cambio climático y el conflicto (las “tres C”).

Los impactos climáticos son ahora una afectación continua: China, el mayor productor de trigo, declaró que las lluvias retrasaron la siembra en 2021. Además de las temperaturas extremas en India (el segundo productor de mayor escala de trigo), la falta de lluvia amenaza con mermar la producción de otros países productores de alimentos. Por su parte, la peor sequía desde hace cuarenta años devasta el cuerno de África.

La guerra en Ucrania tuvo como consecuencia embargos a las exportaciones rusas, así como bloqueos donde los agricultores se esforzaron por cosechar en medio de la amenaza de bombardeos. El aumento en los costos de los combustibles, el incremento del precio de los alimentos, los aumentos en el costo de los fertilizantes y las prohibiciones a la importación impuestas por países tensaron el mercado aún más. Rusia podría usar esta coyuntura como un arma.

El Departamento de Estado de Estados Unidos les impedirá a los países azotados por la sequía en África comprar trigo "robado", por temor "a que el Kremlin se beneficie de ese saqueo”.

La crisis de precios de 2022 podría estar sucedida por una verdadera crisis de suministro, con la cual los alimentos podrían estar fuera del alcance de millones de personas. Eso provocaría una verdadera escasez de alimentos.

Sin embargo, la mayoría de los economistas agrícolas son más optimistas porque señalan que no hay una verdadera escasez de alimentos, sino una “crisis de precios” que no parece ser tan grave. Entonces, el gran problema es que la gente no puede adquirir esos productos debido a su alto precio.

Si el PMA recibe el dinero que necesita, “podemos evitar el hambre y podemos evitar la desestabilización de las naciones y la inmigración masiva”, explica Beasley. No se sabe cuál será la magnitud final de la catástrofe, “pero aplaudo el hecho de ser un poco alarmista sobre los problemas a corto plazo”, indicó Beasley.

“Esto no es cíclico, es sísmico”, explicó Sara Menker, fundadora de Gro Intelligence. Ella informó al Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas sobre el empeoramiento de la crisis de hambruna mencionando una lista de causas: los impactos en la demanda ocasionados por la pandemia, los problemas relacionados con la cadena de suministro y el número histórico de impactos en el suministro relacionados con el cambio climático.

Según datos de Gro Intelligence, en diciembre de 2021, había 39 millones de personas al “borde de la hambruna”. Eso es equivalente a una emergencia extrema, en la que “literalmente, estás a punto de morir de inanición”, dice Menker. Además, 780 millones se encontraron en extrema pobreza, y 1 200 millones de personas experimentaron inseguridad alimentaria, (Dato crucial 4).

Chris Barrett, coeditor en jefe de la revista FoodPolicy, señala a la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios que “[c]uando se trata de política, somos indiferentes al sufrimiento humano en muchas partes del mundo”. En el contexto de la guerra en Ucrania, es posible observar la preocupación por el desplazamiento de personas blancas en lugares geoestratégicamente importantes. Sin embargo, esta misma preocupación no se atestigua en países como la República Democrática del Congo o Sudán. El sufrimiento humano continuará, si no se lleva a cabo una respuesta humanitaria global que incluya a los multimillonarios y los Estados.

Antes esta crisis, se pueden aprender dos lecciones. La primera lección es que si se dice que una catástrofe es "humana" y "no natural", no significa que es resoluble o evitable. Esta es la tercera crisis de hambruna que se da en los últimos 5 lustros; mientras la cifra de las personas con hambre se cuadruplicó en el último lustro.

La segunda lección es que, con las crisis globales, las afectaciones o daños no tienen que ser a gran escala para producir impactos devastadores. Por ejemplo, si en el norte global aumenta el precio de la leche, debido al funcionamiento de los mercados, esto podría no ser problemático para sus habitantes de clase media. No obstante, esa misma fluctuación en los precios aumentaría el hambre para cientos de millones de personas.

Datos cruciales: 

1. Rusia y Ucrania son países que, juntos, producen suficiente alimento para 400 millones de personas y representan hasta 12% de todas las calorías comercializadas a nivel mundial.

2. El precio de los cereales aumentó 69.55%, según Reuters, y el de los aceites, hasta 137.5%, mientras que el índice general de precios de los alimentos subió 58.5%.

3. Existe la posibilidad de que 323 millones de personas estén “en camino hacia la inanición”, debido a la guerra en Ucrania, la pandemia de COVID-19 y el cambio climático.

4. El 12 de junio de 2022, 10 millones de personas pasaron al borde de la inanición, y 400 millones de personas se encuentran en una situación de inseguridad alimentaria en todo el mundo debido a los aumentos en los precios.

5. En África central, todos los países, excepto dos, han recibido menos de 20% de la ayuda calculada como necesaria. En Chad, se recibió 16%; en Burundi, 3%.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La catástrofe alimentaria es inevitable. A pesar de que hay Estados, organizaciones y empresas trabajando para luchar contra el hambre, no ha sido suficiente para evitarlo. Es necesario que los Estados lo vean como la emergencia que en realidad es, y actuar de manera continua.