Raymond Zhong es un reportero formado en la Universidad de Princeton, dedicado al clima y medio ambiente. Ha trabajado para la Junta de la Reserva Federal, The Wall Street Journal y The New York Times.

Alertas de calor extremo amenazan gran parte del sudeste estadounidense. Al mismo tiempo, severas olas de calor afectan al mundo regularmente.

Científicos y científicas del mundo se encuentran realizando investigaciones sobre cuáles serán las implicaciones para el desarrollo de la vida en un mundo más caliente. Los estudios se centran en estimaciones sobre la cantidad de personas que serán afectadas, la frecuencia y la severidad de su sufrimiento, así como las medidas de protección para las poblaciones más vulnerables.

Si el calentamiento global no se ralentiza, el calor extremo ya no ocurrirá solamente en el verano, sino que se volverá la nueva normalidad, algo que no se podrá evitar. Sin embargo, para la modelación científica, resulta todavía complicado calcular los efectos para la salud y el bienestar humanos a largo plazo.

Un estudio reciente en el que participó W. Larry Kenney (fisiólogo de la Universidad del Estado de Pennsylvania, dedicado a la investigación sobre los impactos del estrés por calor en la salud humana), examinó a mujeres y hombres jóvenes ejercitándose en una cámara especial, en la que se aumentó el calor y la humedad. Quienes realizaron este estudio se sorprendieron porque las personas empezaron a sobrecalentarse peligrosamente ante temperaturas más bajas de las esperadas.

“El calor es el cambio climático en su forma más devastadoramente íntima, destrozando no solo los paisajes, los ecosistemas y la infraestructura, sino también las profundidades de los cuerpos humanos individuales”. El calor puede tener consecuencias letales, pero también alteraciones en actividades cotidianas (Datos cruciales 2 y 3).

En India, Vidhya Venugopal (profesora de la Universidad de Sri Ramachandra dedicada a la salud ambiental), ha estudiado qué les hace el calor a trabajadores de su país. En especial, ha analizado los casos de quienes trabajan en plantas de acero, fábricas de coches y hornos de ladrillos.

Las piedras en los riñones y la deshidratación severa son algunas de las afectaciones que los trabajadores sufren en esos ambientes. Con base en sus estudios, también se dio cuenta de otro efecto que saltaba a la vista: que el calor les envejece más rápido.

En Kenia, Adelaide M. Lusambili (una investigadora de la Universidad de Aga Khan), estudia los efectos del calor en mujeres embarazadas y bebés recién nacidos en Kenia. Las mujeres, a veces embarazadas, recolectan agua para sus familias y caminan durante horas bajo el sol con recipientes. Según los estudios, existe un vínculo entre la exposición al calor extremo y los embarazos prematuros, así como el nacimiento de bebés con bajo peso.

Otras mujeres recorren grandes distancias bajo el sol, con sus recién nacidas en la espalda, lo cual ha provocado que las bebés desarrollen ampollas en sus cuerpos y bocas, dificultando el amamantamiento. Esto ilustra cómo el cambio climático está acelerando la mortalidad de recién nacidos e infancias en África.

Debido a que muchas personas no tienen acceso al aire acondicionado, que contribuye al calentamiento del planeta debido a la gran cantidad de energía que consume, es necesario encontrar defensas más sostenibles ante el calor extremo que puedan ser instaladas en países del sur global.

Aunque el cuerpo humano tiene la capacidad de adaptarse en ambientes cálidos, las indagaciones científicas al respecto lo experimentan en entornos controlados de laboratorio, no en el mundo real.