A portrait of contemporary neoliberalism: The rise and economic consequences of the one per cent

Cita: 

Mohun, Simon [2021], "A portrait of contemporary neoliberalism: The rise and economic consequences of the one per cent", Greg Albo, Leo Panitch y Colin Leys (editores), Socialist Register 2022. New Polarizations. Old Contradictions. The Crisis of Centrism, London, The Merlin Press, pp. 1-20.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
El ascenso del "uno por ciento", la globalización y la financiarización como aspectos económicos entrelazados del neoliberalismo.
Idea principal: 

Simon Mohun es profesor emérito de Economía Política de la Universidad Queen Mary de Londres.


Un retrato del neoliberalismo contemporáneo: El ascenso y las consecuencias económicas del uno por ciento

Simon Mohun plantea que la "edad de oro" del capitalismo llegó a su fin a principios de la década de 1970. Posteriormente, surgieron dos enfoques capitalistas amplios y diferentes: el gerencial y el fundamentalista. El primero logró consolidarse durante la edad de oro realizando una alianza con la clase obrera organizada, y permitió la negociación colectiva, el mantenimiento del estado de bienestar, la regulación de la industria y las finanzas, y la combinación de políticas fiscales y monetarias para lograr un bajo desempleo y un alto nivel de demanda agregada. Mientras el enfoque fundamentalista del mercado, desafió al gerencialismo y sus formas asociadas de socialdemocracia.

Estos dos enfoques surgieron en un contexto de caos: la inflación como consecuencia de la guerra de Vietnam; el abandono del patrón oro en 1971; el colapso del sistema de tipos de cambio de Bretton Woods en 1973; la caída de los precios de las materias primas como consecuencia de la subida de los precios del petróleo en 1973; las altas tasas de desempleo. La alianza entre el empresariado y el movimiento obrero se volvió cada vez más débil por la reducción en las ganancias atribuida al aumento de los salarios y la inflación. No obstante, esta alianza tardó en romperse debido a que las estructuras políticas y económicas establecidas en la edad de oro eran demasiado fuertes y, por estas razones, el fundamentalismo del mercado tuvo dificultades para establecer sus objetivos.

De acuerdo con Mohun, “si la tasa de plusvalía se interpreta como una medida del resultado de la lucha de clases, su gráfico con respecto al tiempo hasta la década de 1970 es una línea horizontal” (p. 2), la cual indica un estancamiento. Dicho estancamiento terminó en 1979 cuando los tipos de interés antiinflacionistas subieron en gran medida y se optó por la desregulación y una una economía más laissez-faire; la elección de los conservadores de Reagan en Estados Unidos y Thatcher en Reino Unido en 1979; las alteraciones a las instituciones del movimiento obrero organizado y el marco legal bajo el que operaban los sindicatos. De tal forma, los gobiernos optaron por políticas en las cuales se toleraron niveles de desempleo mucho más altos, se hicieron reformas que favorecieron la desregularización, la privatización y el desmantelamiento del estado de bienestar.

Así, las políticas aplicadas por los gobiernos a partir de 1980, “consolidaron una política y una economía en las que los intereses financieros dominaban cada vez más” (p. 2). El periodo neoliberal está caracterizado por tres aspectos económicos entrelazados: el ascenso del "uno por ciento", la globalización y la financiarización.

Polarización: el ascenso del uno por ciento

Para Simon Mohun, es sumamente importante comprender la estructura y la dinámica del neoliberalismo que propicia el aumento grande y sostenido de la proporción de los ingresos en la parte superior de la distribución de los ingresos. No obstante, las estadísticas oficiales de la distribución de la renta a menudo no captan la información de los hogares más ricos por no ser representativos. De tal forma, los datos de los más ricos se obtienen a partir de las declaraciones de impuestos, las cuales no son puntuales si se les compara con las encuestas de hogares o nacionales.

Mohun presenta los porcentajes de la renta nacional que corresponden al 1 por ciento más alto de 30 países que, en conjunto, representan entre 74% y 77% de la renta nacional mundial. Los datos de la tabla 1 muestran que el aumento de los ingresos del 1 por ciento se ha mantenido constante (ver dato crucial 1).

La cuota de ingresos del uno por ciento superior guarda una estrecha relación con la clase capitalista. En una sociedad estructurada por clases sociales e impulsada por el conflicto de clases, las recompensas son para los “ganadores”; es decir, para el uno por ciento. Esta lucha es entre la clase capitalista y la clase trabajadora. Mohun plantea que la clase trabajadora es aquella que “se ve obligada a entrar en el mercado de trabajo porque no tiene activos suficientes para permanecer fuera de él, activos con los que podría comerciar para adquirir el dinero necesario para acceder a los bienes y servicios de consumo” (p. 5). La clase trabajadora sólo puede vender su fuerza de trabajo ya que no cuenta con otros activos.

Por el contrario, la definición de la clase capitalista no está clara. Es pequeña la fracción de la población que vive de los ingresos de los activos no laborales. Sin embargo, de acuerdo con Mohun, la venta de fuerza de trabajo y la propiedad y el control de los medios de producción no funcionan como criterio abstracto para determinar la posición de clase.

En este sentido, han surgido dos enfoques diferentes. Por un lado, se tiene como objetivo identificar a las personas que son capitalistas; por otro, se busca “trabajar con la idea de que el capital es una relación social que no es reducible a una colección de sus principales funcionarios” (p. 5).

De tal forma, el autor considera que existe una distinción entre aquellas personas que se ven obligadas a vender su fuerza de trabajo porque no tienen suficientes activos no laborales generadores de ingresos y entre aquellas personas que siguen vendiendo su fuerza de trabajo aunque tengan suficientes activos no laborales generadores de ingresos. En este sentido, existe un umbral de ingresos que permite identificar entre la clase trabajadora y los capitalistas. Los capitalistas son vendedores voluntarios de fuerza de trabajo debido a que superan ese umbral de ingresos, mientras que aquellos “cuyos ingresos no laborales están por debajo de ese umbral se ven obligados a entrar en el mercado de trabajo a la manera clásica” (p. 6). Entre este último grupo, pueden diferenciarse aquellos que tienen una función especial de supervisión de producción (directivos) y aquellos que no tienen como función esencial la de supervisar (trabajadores).

Tal como puede observarse en la Figura 1, dados los cambios en la proporción de los ingresos entre 1973 y 2011 (ver dato crucial 3), Mohun concluye que, debido a la compresión salarial sobre los beneficios en los últimos años de la década de 1970, “no fueron los aumentos de los salarios de los trabajadores los que redujeron los beneficios, sino los aumentos de los ingresos laborales de los directivos” (p. 7).

De igual forma, el aumento de la cuota de ingresos de los capitalistas para el mismo periodo no se debió únicamente al aumento de los ingresos no laborales (beneficios distribuidos, intereses y rentas), sino también al aumento de la proporción de los ingresos capitalistas e ingresos laborales.

Anteriormente a la etapa neoliberal, las personas que dirigían las grandes corporaciones eran promovidas desde dentro y no recibían las cantidades extraordinarias que se hicieron comunes a partir de la década de 1980. En la etapa neoliberal, los directivos eran recompensados por aumentar el precio de las acciones de las compañías y con esto, las compañías promovían la lealtad de los directivos a los intereses del capital.

No obstante, este enfoque tiene algunas dificultades para identificar las clases. En primer lugar, una de las dificultades es la difícil distinción entre empleados y entre supervisores. La segunda dificultad está relacionada con las estadísticas fiscales relativas a la evasión fiscal legal e ilegal. La tercera dificultad es que muchas personas son consideradas “capitalistas” aunque no concuerde del todo con el significado del término. En términos generales, los datos de este enfoque describen resultados del mercado laboral muy estratificados sin tener en cuenta que surgen como consecuencia de las relaciones de clase.

Durante el neoliberalismo se ha presentado un desplazamiento muy grande de la cuota de ingresos hacia la parte superior de la distribución de la renta. No obstante, es difícil identificar que este desplazamiento es hacia los capitalistas como grupo definido y por esta razón, el segundo enfoque consiste en “tratar el capital como una relación social que no es simplemente reducible a un conjunto de sus altos funcionarios, aunque sean los portadores de esa relación” (p. 8). La globalización y la financiarización son características estructurales clave del neoliberalismo que se encuentran completamente entrelazadas con el desplazamiento de la cuota de ingresos hacia el uno por ciento.

Globalización

El autor plantea que la globalización es “el aumento de los flujos internacionales de personas, bienes, servicios e inversiones, tanto directos (la construcción de instalaciones de producción en el extranjero y la deslocalización de la producción de las economías desarrolladas a las economías en desarrollo) como indirectos (la compra de valores financieros extranjeros)” (p. 8). El estancamiento salarial ha sido consecuencia de la deslocalización de la producción a economías en donde los salarios eran más bajos. Asimismo, Mohun argumenta que las condiciones de trabajo se han deteriorado a tal grado que no hay mayor diferencia entre las inseguridades generadas por el desempleo y aquellas generadas por el empleo mal pagado e inseguro.

La globalización ha promovido los flujos de capital deslocalizados hacia las economías del sur y el este de Asia. El acelerado crecimiento económico de China ha ido de la mano del neoliberalismo. Con esto, ha habido un aumento de la clase trabajadora mundial y, por lo tanto, un aumento de la reserva mundial de plusvalía.

Si existiera el libre comercio sin fricciones y libre entrada en las industrias, el mecanismo de competencia tendería a igualar las tasas de ganancia para determinadas tecnologías y niveles de demanda de los consumidores. De esta forma, las empresas con procesos de producción más intensivos en mano de obra perderían valor en el mercado frente a las empresas con procesos de producción menos intensivos en mano de obra. Sin embargo, no existe el libre comercio sin fricciones ni la libre entrada. Así, las empresas siempre intentan construir barreras para proteger sus productos y procesos y aislarse de las fuerzas de competencia. Estas barreras a menudo se basan en alguna característica tecnológica con el fin de adquirir y retener clientes.

Las empresas logran proteger aquello que extraen del fondo mundial de plusvalía y contribuyen al fondo en función de la mano de obra empleada y la extracción del fondo del máximo beneficio posible. El éxito de las empresas depende de la extracción de una gran parte del conjunto mundial de la plusvalía.

Los beneficios que obtienen las corporaciones exitosas incluyen un gran componente de renta gracias al éxito de las barreras impuestas a la competencia, de modo que la búsqueda de renta es una parte importante de la determinación de las vías de su desarrollo. Este es un mecanismo central del capitalismo globalizado.

De acuerdo con el análisis de Mohun basado en las 500 empresas más grandes del mundo, existen empresas en las que su ratio de personal es menor que su ratio de beneficios, por lo cual obtienen proporcionalmente más beneficios de los que aporta su personal. En este sentido, existen ocho empresas que obtienen más de diez veces lo que aportan, entre las cuales se encuentran Apple y las siete restantes son empresas relacionadas con el sector minero y producción de petróleo y los oleoductos.

Por otra parte, el autor plantea que “las finanzas son un sector que se ocupa de la gestión del riesgo, y en la gestión del riesgo el tamaño realmente importa porque la agrupación de riesgos no correlacionados permite reducir el riesgo global” (p. 10). En otras palabras, existen rendimientos crecientes de la escala, lo cual representa una barrera muy difícil de superar para los nuevos participantes.

Hasta la década de 1970, las finanzas eran en extremo reguladas, poseían poco poder autónomo y eran vistas como un auxiliar para el desarrollo capitalista y eran subordinadas por la industria y al desarrollo industrial. Sin embargo, a partir de 1980 las estructuras industriales existentes fueron trastocadas por la innovación tecnológica dando lugar a la financiarización del neoliberalismo.

Financiarización

Simon Mohun señala que la financiarización hace referencia a la “creciente importancia de las finanzas en todas las economías, tanto a nivel macro como micro” (p. 11). A partir de 1980 el énfasis neoliberal en la desregulación y la innovación fueron una amenaza a las protecciones legales de la banca estadounidense vigentes desde el New Deal.

A medida que los cambios tenían éxito, mayor era la presión para el cambio legislativo y mayor la generalización de la innovación en el sector, lo cual conlleva a la reestructuración de la industria. Estas reorganizaciones amplían la división del trabajo existente mediante la creación de nuevas áreas de actividad especializadas. De tal manera, “la innovación disruptiva produce una ventaja competitiva y, finalmente, la generalización de la innovación en todo el sector, a través de un reequilibrio entre los capitales que son competitivamente fuertes y los que son débiles” (p. 11).

De acuerdo con el autor, a principios de la década de 1980, la banca estadounidense se enfrentaba a tres amenazas distintas. La primera estaba relacionada con que su base de depositantes se vio erosionada por la competencia de los fondos mutuos del mercado monetario (MMMF, por sus siglas en inglés), fondos que no se enfrentaban a los mismos límites legislativos de los tipos de interés y, por tanto, podían ofrecer tipos de interés más altos a los depositantes.

La segunda amenaza para la banca estadounidense era su negocio de préstamos, debido a que las grandes empresas siempre habían emitido sus propios bonos directamente en el mercado al necesitar grandes fondos para la inversión de capital. Por lo tanto, las empresas no recurrían a los bancos porque no eran lo suficientemente grandes como para suministrar los fondos necesarios. A principios de 1980, las empresas medianas comenzaron a emitir sus propios bonos directamente en el mercado para llevar a cabo fusiones y adquisiciones especulativas. Las empresas adquirentes asumían la deuda. De tal forma, con la emisión de deuda directamente en el mercado para financiar las adquisiciones, la industria bancaria dedicada a la concesión de préstamos fue fuertemente amenazada.

La tercera amenaza para la banca estadounidense fue su negocio de sobregiros, debido a que en el corto plazo las empresas también comenzaron a emitir su propia deuda en el mercado de papel comercial. Por ende, “los bancos tenían problemas en tres partes de su balance: depósitos, préstamos a medio plazo a la industria y descubiertos a corto plazo” (p. 12). Con estos problemas, los bancos perdieron cuota de mercado y hubo una caída en la rentabilidad relativa. Así, para poder competir con éxito fue necesaria una reestructuración del sector bancario que a su vez favoreció a la economía neoliberal.

Con la restructuración, cada uno de los aspectos del proceso de concesión de préstamos se convirtió en una actividad de mercado independiente llevadas a cabo por intermediarios especializados con ánimo de lucro.

La "titulización" es el proceso de empaquetar los flujos de ingresos previstos de los préstamos en un bono y venderlo. Para reducir el riesgo, las colecciones de dichos bonos se combinaron en un activo que podía venderse en varias partes. Los bonos con mayor riesgo pagaban una tasa de rendimiento más alta.

Cada una de las etapas del proceso se financia con deuda, debido a que una institución toma prestados fondos para procesar su etapa en el proceso de titulización y los devuelve con los fondos obtenidos de la venta de su "producción" a la siguiente etapa, cobrando también una comisión por sus servicios. Así pues, se necesitan "préstamos del mercado monetario para financiar los préstamos del mercado de capitales" (Perry, 2010).

Dado que se requiere de prestadores en los mercados monetarios y compradores de los bonos titulizados, “otra característica del capitalismo financiarizado ha sido el crecimiento de las industrias de gestión de activos” (p. 13). Si la gestión de los fondos comunes institucionales pretende ser de manera segura, no pueden colocarse estos fondos en el banco dado que el seguro de los depósitos en Estados Unidos está limitado a 250 000 dólares, cantidad muy reducida si se toma en cuenta el tamaño de los fondos (ver dato crucial 5). Si bien estos fondos podrían comprar deuda garantizada por el gobierno, dicha deuda es escasa. De tal forma, el único lugar en donde los fondos están seguros es “un instrumento del mercado monetario con garantía privada, es decir, un acuerdo de venta y recompra, o "repo" para abreviar” (p. 13).

Mohun señala que “un repo es un par de transacciones en las que el propietario de un valor lo vende a cambio de efectivo y, al mismo tiempo, se compromete a recomprar al cabo de un breve plazo (a menudo de un día para otro)” (p. 13). Los titulares del efectivo buscan seguridad en el repo y ganan efectivo durante el periodo definido pagando el tipo de repo por el uso del efectivo. De esta forma, el sistema funciona siempre que no se ponga en duda la calidad de los valores de garantía.

“El núcleo de la financiarización es un sistema financiero basado en el mercado”. Hay quienes buscan riesgo y financiar inversiones a largo plazo y hay quienes buscan seguridad. Mohun señala que “los acaparamientos de efectivo se derivan, en última instancia, de la creciente cuota de ingresos del 1%; los valores se derivan del proceso de titulización (deuda privada transformada en valores vendibles) y de la deuda estatal (Tesoros)” (p. 14).

Inestabilidades

Los procesos descritos anteriormente son invisibles a la vida cotidiana dado que dichas actividades se producen en los mercados mayoristas. Son actividades esenciales para el tejido del capitalismo neoliberal y, de acuerdo con el autor, son necesarias tres condiciones para su buen funcionamiento: 1) un suministro continuo de dinero en efectivo; 2) un suministro continuo de valores; 3) las operaciones de los mercados financieros.

Los mercados financieros han sido inyectados de efectivo gracias al desplazamiento de los ingresos hacia el uno por ciento. En el corto plazo no hay una amenaza al aumento de la fiscalidad tanto de las empresas multinacionales como de los individuos del uno por ciento. De igual forma, difícilmente desaparecerá la ingeniería financiera en torno a la titulización producto de la transformación neoliberal.

La forma más segura de deuda es la deuda estatal. Cabe destacar que como consecuencia de la pandemia de COVID-19 la deuda estatal ha aumentado significativamente. Por esta razón, los bancos centrales “han comprado cantidades de deuda estatal del sector privado en programas de flexibilización cuantitativa para apoyar la demanda agregada a través de tipos de interés más bajos” (p. 15).

Si bien los riesgos de los desajustes de vencimiento entre los pasivos a corto plazo más líquidos y los activos a largo plazo menos líquidos siempre han existido, en el capitalismo neoliberal “dichos riesgos se han extendido más allá de los bancos tradicionales, de modo que el peligro de las corridas en las instituciones o los mercados es mayor” (p. 15). Con relación al repo, la calidad percibida de la garantía en este instrumento es crucial, ya que si la garantía se pone en tela de juicio se desencadenan problemas de liquidez y solvencia como lo sucedido en la crisis de 2008 en donde fue necesaria la intervención estatal para salvar el sistema.

Como consecuencia de la pandemia del COVID-19, el Estado volvió a intervenir en marzo de 2020 ante la volatilidad en los mercados financieros mundiales y la "carrera por el efectivo". El Estado intervino con la Fed sustituyendo a los operadores del sector privado (ver dato crucial 6). El aumecnto tan grande en la relación entre los activos de la Fed y el PIB de Estados Unidos durante el 2020 consiguió estabilizar los mercados (ver dato crucial 7). La interacción entre el Estado y el mercado privado es compleja. La infraestructura del sistema financiero privado basado en el mercado es frágil, pero lo suficientemente grande para no quebrar.

El capitalismo neoliberal contra sus propias condiciones de existencia

La economía neoliberal llegó a su punto más alto en 2007, antes de la crisis financiera que casi la destruye. La estructura neoliberal sólo pudo ser rescatada por “un compromiso masivo de recursos estatales” (pp. 16-17). Este compromiso volvió a aparecer durante la pandemia. Ambas intervenciones son contradictorias al fundamentalismo de mercado y la economía mundial se ha vuelto dependiente de las intervenciones financieras estatales a gran escala.

Mohun señala que “en todas las fases históricas del capitalismo, la acumulación de capital ha tendido a destruir las condiciones de su propia existencia, y las crisis así producidas tienden a conducir al cambio político” (p. 17). Sin embargo, los cambios sólo han sido una reestructuración económica que sigue apoyando la acumulación del capital. Estos cambios no han llegado a ser un socialismo emancipador.

Como consecuencia de la globalización, ha crecido la indiferencia de las corporaciones multinacionales con relación a las condiciones de reproducción de las clases trabajadoras. A pesar de esto, el capital sigue necesitando una clase trabajadora y, por ende, no puede independizarse de las condiciones de reproducción social.

Ante la baja productividad desde la crisis financiera y las presiones sociales debido a los bajos salarios, la respuesta ha sido una política neoliberal que impulsa una “especie de expansionismo keynesiano” combinado, en algunos casos, con un conservadurismo social agresivo. El autor apunta a que este expansionismo conllevará algún tipo de reindustrialización.

Existe una divergencia entre los intereses individuales de las empresas en materia de rentabilidad y el interés social. Sin embargo, aún no está definido “si la presión para el cambio será suficiente para superar las preocupaciones de rentabilidad de las empresas, es decir, para superar la anarquía del mercado” (p. 17). Es un hecho que en el capitalismo siempre ha existido divergencia entre el interés social y la rentabilidad individual. No obstante, en la actualidad esa divergencia es mucho mayor si se tiene en cuenta que como resultado de la acumulación de capital en el pasado, el capitalismo ahora debe enfrentarse al cambio climático.

La adaptación al cambio climático requiere una importante acción estatal para obligar al capital a asumir todos los costes por su acumulación e impedir la inacción por parte de las empresas. Se necesita mucho más que “establecer objetivos de reducción de carbono; significa una planificación coherente de cómo se van a alcanzar esos objetivos” (p. 18). A pesar de estas exigencias, el Estado neoliberal ha demostrado su poca capacidad para planificar seriamente debido al vaciamiento de sus capacidades administrativas y a la falta de voluntad política para implementar cambios fiscales. Mientras tanto, las pequeñas acciones que podrían lograr un cambio avanzan con demasiada lentitud.

Simon Mohun concluye apuntando que, aunque las políticas neoliberales cambien, los rasgos básicos del capitalismo contemporáneo; es decir, la globalización y la financiarización impulsada por los procesos de titulización y el crecimiento del uno por ciento se mantendrán. Sin embargo, las inestabilidades financieras existentes se agudizarán en la medida en que se hagan más frecuentes los efectos del cambio climático. Por esta razón, ahora más que nunca debe articularse la resistencia y oposición a “las formas en que el neoliberalismo privatiza sus ganancias y socializa sus pérdidas” (p. 18).

Datos cruciales: 

1. Tomando en cuenta la información de 30 países ubicados en los cinco continentes, en 2019, el "uno por ciento más rico" recibió 11.6 billones de dólares más de lo que recibió en 1985, cantidad que corresponde a más de cuatro veces y media toda la renta nacional de 2019 del Reino Unido.

2. Entre 1973-2012, en Estados Unidos, 83% de la población eran trabajadores; 16% eran directivos y 1% eran capitalistas. De igual forma, para el período 1987-2012, las cifras de los capitalistas fueron en promedio de 1.25% (de todas las unidades fiscales), con un máximo de 1.5% en 1999-2000 y de 1.8% en 2007.

3. Entre 1973 y 1986 la cuota de ingresos de los capitalistas se mantuvo plana, mientras que la cuota de ingresos de los trabajadores cayó de 65.8% en 1973 a 54.7% en 1986, y esa cuota fue asumida en su totalidad por los directivos, ya que su cuota aumentó de 26.5% en 1973 a 37.5% en 1986. Posteriormente a 1986, la proporción de los ingresos de los trabajadores siguió cayendo hasta alcanzar un mínimo de 44.8% en 2007. Esta caída fue igualada por el aumento de la participación de los capitalistas en los ingresos, pasó de 7.8% en 1986 a un máximo de 23.7% en 2007.

4. En su último año fiscal Apple registró 1 752 dólares de ganacia; Microsoft, 1 244 dólares; Alphabet (Google), 1 089 dólares; y Facebook, 586 dólares.

5. En 2010 los fondos comunes institucionales (dos tercios de los cuales proceden de las industrias de gestión de activos y un tercio de las empresas y otras entidades) tenían un tamaño medio de 10 000 millones de dólares cada uno, y un tamaño total de 3.5 billones de dólares.

6. La Fed estableció una serie de facilidades de préstamo de emergencia, compró valores y aumentó el tamaño total de su balance de 4 300 mil millones de dólares a mediados de marzo a casi 7 200 mil millones a principios de junio.

7. La relación entre los activos de la Fed y el PIB de Estados Unidos durante el segundo trimestre de 2008 era 6.5%; en el tercer trimestre era 10.5%, y en el cuarto trimestre era 15.7%. Mientras que en el cuarto trimestre de 2019 se situaba en 20.2%; en el primer trimestre de 2020 subió a 28.7% y al final del segundo trimestre de 2020 a 37.8%.

Trabajo de Fuentes: 

Perry, Mehrling [2010], The New Lombard Street: How the Fed Became the Dealer of Last Resort, Princeton N.J., Princeton University Press.

Nexo con el tema que estudiamos: 
Las políticas aplicadas por los gobiernos una vez finalizada la edad de oro del capitalismo en 1970, permitieron la consolidación de una política y una economía en las que los intereses financieros dominaron cada vez más. Esta política y esta economía han sostenido el ascenso del uno por ciento a través de la globalización y la financiarización. En este sentido, el presente artículo destaca algunos de los elementos centrales para que las élites lograran modelar las sociedades contemporáneas, acumularan ganancias exorbitantes y ejercieran el poder de acuerdo con sus intereses.