La expulsión de una comisión de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) contra la corrupción en Guatemala, el supuesto sabotaje de una investigación por actos de corrupción contra el presidente y vicepresidente de esa nación y los 22 jueces y fiscales que se tuvieron que ir al exilio son una prueba de lo complicada que es la lucha contra la corrupción en América Latina.

Esta región sufre de un Estado de derecho débil o ausente en muchos lugares y de la manipulación del gobierno por los intereses privados. La expansión del crimen organizado y la falta de un ecosistema adecuado han hecho inútiles los intentos de renovación de los procesos judiciales.

Unos intentos han sido exitosos, por ejemplo: Colombia redujo su tasa de asesinatos significativamente (dato crucial 2), Sao Paulo tuvo una instalación exitosa de policía comunitaria y la Ciudad de México vio una reducción de la criminalidad gracias a una mejora en la policía.

Pero los casos de éxito no han sido fáciles de mantener y la mayoría son solo locales, en México, por ejemplo, a pesar del éxito de la capital las zonas rurales siguen estando controladas por el crimen organizado y se ha dado una consolidación de los dos carteles más importantes.

En el lavado de autos
La lucha contra la corrupción ha tenido lugar en otros países de América Latina además del caso de Guatemala. En Brasil en 2014 una investigación de contratos y sobornos de empresas constructoras en Brasil llevó a más 200 políticos y empresarios a la cárcel, incluido el expresidente Lula, después la intensidad de las investigaciones cayó y se comprometió la imparcialidad judicial. En Perú se dio prisión preventiva a dos expresidentes, pero luego no se consiguieron las condenas esperadas.

El problema principal en América Latina sería la debilidad del Estado, de acuerdo con lo que dice Sebastián Mazzuca de la Universidad Johns Hopkins, de esta debilidad es que se desprenden problemas como el estancamiento económico, la desigualdad y la mala gobernabilidad.

Los Estados modernos en América Latina fueron construidos en la mitad del siglo XX, luego fueron duramente golpeados por el populismo, pero a pesar de esto hubo importantes avances como la creación de Bancos centrales, órganos autónomos, autoridades electorales, etc.

Recientemente hay una tendencia a la destrucción de lo construido en los Estados latinoamericanos. Por mencionar algunos ejemplos, en Brasil Bolsonaro llenó puestos públicos con militares y destruyó los controles ambientales, en México Obrador recortó los salarios en el sector público perdiendo a muchos funcionarios experimentados y en Perú Castillo redujo las calificaciones necesarias para dar puestos de trabajo a sus partidarios.

Un estudio de CAF concluyó que, a excepción de África, la calidad de los gobiernos latinoamericanos es la más baja del mundo y de acuerdo al Banco Interamericano de Desarrollo el gasto público equivalente al 4.4% del PIB se desperdicia debido a una asignación ineficiente. Otros factores como la presión constante de los medios y persecución política han llevado a la huida de funcionarios y al miedo de tomar decisiones políticas.