Companies. Internalising the externalities

Cita: 

The Economist [2022], "Companies. Internalising the externalities", The Economist, London, 23 de julio, https://www.economist.com/special-report/2022/07/21/internalising-the-ex...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Julio 23, 2022
Tema: 
Las mediciones de emisiones son herramientas valiosas, no obstante, muy pocas empresas lo hacen y no parecen estar logrando las metas climáticas
Idea principal: 

¿Pueden las empresas hacerse responsables de sus emisiones?

Desde la Edad Media los hombres de negocios han acumulado grandes riquezas para después tratar de salvar su alma haciendo algo de caridad. Francesco Datini, el “mercader de Prato” del siglo XIV, dejó cientos de cartas donde narraba cómo había hecho su fortuna siendo comerciante, a pesar de ser conocido como ambicioso y despiadado, antes de su muerte dejó su riqueza a una fundación en beneficio de los pobres, la cual aun existe después de 600 años.

En su libro The Enlightened Capitalists, el profesor de ética empresarial, James O’Toole narra la historia de diversos pioneros que lograron hacer que sus negocios fueran algo más que dinero, entre los que destacan Robert Owen con su fábrica textil que dio paso al desarrollo de los empleados, Anita Roddick con su tienda Body Shop que se convirtió en un ícono del cuidado del ambiente o Ben Cohen con sus helados Ben and Jerry. El autor concluye que, a pesar del éxito inicial de estas empresas, es difícil que mantengan el entusiasmo y la virtud con el paso del tiempo, sobre todo si cotizan en la bolsa.

No obstante, “hacer el bien” se ha puesto de moda, sobre todo desde que se adoptó el capitalismo de stakeholders, pues ahora el éxito empresarial no solo se mide por el servicio prestado a los accionistas, sino también a los empleados, los proveedores y la comunidad en general. El presidente de JPMorgan Chase adoptó este enfoque en 2019 y desde entonces los jefes de otras empresas han aprovechado su compromiso con las causas sociales para pronunciarse sobre cuestiones de inclusión racial, homosexualidad y cambio climático.

El capitalismo de stakeholders se ha convertido en una corriente lo suficientemente generalizada como para que Alex Edmans, de la Escuela de Negocios de Londres, lo incorpore en su próxima edición de Principles of Corporate Finance. Por otro lado, el economista Milton Friedman sostiene que la responsabilidad social de las empresas radica en recompensar a los propietarios aumentando los beneficios.

El enfoque ambiental, social y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés) comúnmente se confunde con el capitalismo de stakeholders. Parte de los objetivos de ESG es medir cosas que normalmente no son tomadas en cuenta por las empresas y sus clientes, tales como el impacto de las actividades comerciales en la atmósfera, hidrósfera y biósfera. ESG es una forma de evaluar los riesgos normativos y de reputación que derivan de las externalidades negativas de las empresas. En este sentido, es común que éstas calculen el riesgo que corren derivado de fenómenos extremos producto del cambio climático.

Cabe destacar que las mediciones en sí son bastante útiles cuando están bien normalizadas y son fiables, por ejemplo, las mediciones de emisiones de carbono son elementales para hacer frente al cambio climático, ya sea mediante impuestos o reducción de emisiones. Por consiguiente, la mejora en la toma de datos ayuda a dilucidar quién está haciendo reducciones en sus emisiones y quién no.

Medir por medir

Tomar mediciones no es una tarea sencilla, las empresas pueden informar sus emisiones en sus informes anuales, así como ante organismos de normalización no financieros, sin embargo, menos de la mitad lo hace. Las emisiones directas de las operaciones cotidianas de una empresa se denominan tipo uno, mientras que las relacionadas con sus proveedores de energía se denominan tipo dos. MSCI Inc. reporta que solo 40% de las 10 mil empresas de su índice mundial informan sobre sus emisiones tipo uno y dos. Asimismo, se estima que el porcentaje es aun menor entre las empresas privadas y estatales de los mercados emergentes.

La tarea resulta más difícil cuando se trata de emisiones de tipo tres que involucran toda la cadena de suministro y que representa prácticamente la totalidad de las emisiones de algunas industrias (dato crucial 1). Esto se debe a que las emisiones de los proveedores pueden ser difíciles de monitorear, de igual forma, las emisiones de los consumidores comúnmente se basan en estimaciones. Por otro lado, los compromisos suelen delegarse debido a que no resulta claro quién es responsable de las emisiones en cierta etapa de la cadena de suministro (dato crucial 2).

La regulación obligatoria de las emisiones debería hacer este parámetro más estricto, sin embargo, la mala calidad de la información reportada ha dado paso pie a nuevas tendencias. “Las empresas, presionadas por los inversores y los prestamistas, se comprometen cada vez más con objetivos basados en la ciencia y con la meta de mantener el calentamiento global dentro del límite de 1.5-2.0°C del Acuerdo de París de 2015, pero en horizontes temporales a medio y largo plazo”. En este tenor, la mayor presión se ejerce sobre las empresas de la industria pesada de la minería, la energía y el transporte (dato crucial 3), sin embargo, de acuerdo con datos de Climate Action 100+, solo una cuarta parte de los 166 mayores emisores del mundo han fijado objetivos a mediano plazo alineados con el Acuerdo de París o presentado estrategias de descarbonización cuantificadas.

Estos compromisos parecen una carga para las empresas, no obstante, pueden resultar útiles para otros fines. Dentro del marco de un modelo de negocio sólido, un buen comportamiento e historial de sostenibilidad de una empresa pueden atraer más empleados, la posibilidad de cobrar más por sus productos e incluso atraer financiamiento. En este sentido, y dentro del contexto del creciente interés de los inversores en el esquema ESG, los bancos se ven comprometidos a fijar objetivos de reducción de emisiones en sus carteras de préstamos.

Por otro lado, se debe tener cuidado de no caer en la búsqueda del cumplimiento de objetivos sin tener en consideración el sentido del panorama general. Ejemplo de esto es el caso de una empresa de vehículos eléctricos que ha disminuido considerablemente sus emisiones de carbono, sin embargo, tiene una huella muy contaminante por litio. En este sentido, lo ideal sería ponerle precio a las externalidades, sean cuales sean, en otras palabras, la internalización de las externalidades se podría lograr mediante la divulgación y el redireccionamiento de los flujos de inversión.

Datos cruciales: 

1. Las emisiones de tipo tres, que abarcan toda la cadena de suministro, desde la extracción de materias primas hasta los usuarios finales, pasando por los proveedores, representan hasta 90% de las emisiones en algunas industrias.

2. MSCI Inc. afirma que menos de una cuarta parte de sus integrantes reportan datos de emisiones tipo 3 y que la calidad es escasa. En un informe reciente, CDP, una empresa de seguimiento de datos, descubrió que sólo 55% de las empresas europeas de petróleo y gas publicaban información sobre emisiones tipo 3, a pesar de que éste representa la mayor parte de su huella de carbono.

3. Climate Action 100+, un grupo de presión formado por 700 fondos de inversión, pretende garantizar que 166 de los mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo se ajusten a los objetivos de París. En 2022 ha declarado que 69% de ellos se ha comprometido a alcanzar el objetivo de emisiones netas cero para 2050 o antes. Sin embargo, sólo 17% ha fijado objetivos a medio plazo o presentado estrategias de descarbonización cuantificadas. Casi dos tercios de las empresas de petróleo y gas siguen llevando a cabo proyectos incompatibles con la limitación del calentamiento global por debajo de 2°C.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Los mecanismos actuales de "toma de acción" ante la crisis climática parecen más una campaña publicitaria y de limpieza de imagen que un cambio profundo en las prácticas empresariales. Las corporaciones adoptan compromisos climáticos y medioambientales siempre y cuando no afecten sus cadenas de producción ni sus activos, en este sentido, la meta de reducción de emisiones y el "cero neto" resultan ser una estrategia de mercado.