En síntesis


En síntesis


En esta sección se presentan los resultados del trabajo de lectura y fichado del LET.
Las fichas completas se encuentran en la página del LET
Josué G. Veiga[1]


    Los acontecimientos ocurridos durante 2021 aportan evidencias a nuestro estudio sobre el colapso civilizatorio en curso: información sobre el carácter antropogénico de la destrucción climática ambiental (informe del ipcc); documentación acera de la ineptitud institucional internacional para asumir medidas políticas de la talla de las circunstancias, y datos sobre los avances en la aplicación de falsas soluciones técnicas.

    La reiteración de lo que ya sabemos: la catástrofe ambiental en curso

    Las informaciones las conocemos hasta el cansancio: la temperatura del planeta sigue en aumento. La emisión de dióxido de carbono (co2), metano y otros gases de efecto invernadero (gei) a partir del despegue de la producción industrial y agrícola, desde mediados del siglo XIX, han ocasionado el incremento de la temperatura media de la Tierra entre 1.1 y 1.2°c (http://let.iiec.unam.mx/node/3922). El problema es que las emisiones no cesan. En 1850, se emitió, en promedio, el equivalente a mil millones de toneladas de co2. Para 1900, el número de emisiones promedio anuales se incrementó a 4.2 mil millones, en 1950 pasaron a 11 mil millones, y para 2000 se alcanzaron 35 mil millones. Se estima que en 2020 se emitieron en promedio 50 mil millones de toneladas de dióxido de carbono (http://let.iiec.unam.mx/node/4019). Otra forma de medir el impacto de las emisiones de gei es la concentración de co2 en la atmosfera, la cual se había mantenido en un nivel estable, entre 275 y 285 partes por millón (ppm), a lo largo de varios milenios, pero para la década de 1910 ya acumulaban las 300 ppm y ahora en 2020 las mediciones indican 412 ppm (http://let.iiec.unam.mx/node/3922). En resumen, en poco más de un siglo la Tierra ha experimentado un cambio profundo con la acelerada emisión de gei, que absorben y emiten radiación que aumentan la temperatura en la Tierra.

    También se han reunido evidencias sólidas sobre el carácter antropogénico de las emisiones de estos gases. Así lo estableció por primera vez el Sexto informe de evaluación (AR6) escrito por el Grupo de trabajo I del Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático de Naciones Unidas (ipcc, por sus siglas en inglés) el pasado 9 de agosto de 2021.[2] A diferencia del informe anterior de 2013, el AR6 reconoce que el cambio climático está afectando a todas las regiones habitadas del planeta (http://let.iiec.unam.mx/node/3898). Adicionalmente, en su explicación del fenómeno, el informe destaca la relevancia de la injusticia climática, al señar que 10% de la población más rica en el mundo contribuye con un aproximado entre 36% y 45% de las emisiones globales de GEI; en contraste el 10% más pobre solo aporta entre 3% y 5% (http://let.iiec.unam.mx/node/3847).[3]

    En paralelo a la publicación de este informe, se dieron a conocer polémicas filtraciones sobre los hallazgos y resultados en los otros grupos de trabajo del ipcc. La Agencia France Press (afp) difundió contenido del resumen político del Grupo de Trabajo ii, en especial las declaraciones más alarmantes sobre la urgencia de “que las emisiones de co2 lleguen a su máximo antes de 2025 y que lleguen al cero neto entre 2050 y 2075” (http://let.iiec.unam.mx/node/3842). Por su parte los científicos asociados con Scientist Rebellion y Extinction Rebellion Spain filtraron parte del reporte del Grupo de Trabajo iii, en el que se reconoce la insuficiencia de las tecnologías des-carbonizadas y se insiste en la necesidad de un cambio masivo en los patrones de producción y consumo a nivel mundial (http://let.iiec.unam.mx/node/3847; http://let.iiec.unam.mx/node/3849).

    Estos hallazgos confirman el papel axial de la sociedad capitalista y su civilización material fósil en el calentamiento global. El año 2021 también se testificó un recrudecimiento de los impactos en cadena: crisis energética en Europa y Estados Unidos ocasionada por cambios en la temperatura que dañaron las infraestructuras y aumentaron la demanda de electricidad.[4] Mientras en regiones europeas se prolongó la temporada de invierno, en otras partes del mundo como Estados Unidos, Brasil, China, se presenciaron olas de calor y sequías, lo que hizo que aumentara de manera atípica el uso del aire acondicionado. Además, las lluvias torrenciales ocasionaron inundaciones inéditas en ciudades de Alemania y China cobrando la vida de casi 300 personas (http://let.iiec.unam.mx/node/3947; http://let.iiec.unam.mx/node/4071).[5]

    Fracaso de la COP26: límites de la regulación institucional

    La evidencia del papel de los hidrocarburos en el calentamiento global es ahora inocultable. Incluso en la más reciente Conferencia de las Partes (cop26), de la Convención marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (cmnucc), a principios de noviembre 2021 en Glasgow, el tema de los energéticos fósiles fue denunciado de inicio a fin; sin embargo, los acuerdos para dejar de quemarlos son irrisorios. La cop26 hizo la evaluación quinquenal de los Acuerdos de París (cop21), firmados en 2015, que establecían como meta mantenerse por debajo de 2ºc. Este balance mostró una persistente brecha entre países: tanto en sus contribuciones para reducir las emisiones de GEI como en las transferencias a países más necesitados para financiar programas verdes (http://let.iiec.unam.mx/node/3896).[6] Hacer viable cualquier propuesta global requiere considerar éstas y otras diferencias históricas, como el hecho de que los países más ricos, (gran parte de Europa occidental, Estados Unidos, Japón y Canadá) con 12% de la población mundial, son responsables del 50% de todas las emisiones de gei (http://let.iiec.unam.mx/node/4006).[7] Para fortalecer los esfuerzos frente al calentamiento global, la cop26 en Glasgow estableció como nueva meta urgente mantenerse por debajo de 1.5ºc para 2030, así como revisiones anuales para evaluar avances.[8] De acuerdo con un informe especial del ipcc en 2019, rebasar el límite de 1.5ºc implicaría transitar a “un régimen de planeta invernadero”, en el que se activaría la retroalimentación de varios factores en cadena, con efectos y escenarios inciertos (http://let.iiec.unam.mx/node/4033). En aras de alcanzar dicho objetivo de conservar las temperaturas del planeta en ese umbral del “seguridad”, la cop26 culminó en acuerdos para refrendar el corte a las emisiones globales de c02 (en 50%) y metano (en 30%) para 2030 y alcanzar las emisiones netas cero en 2050. También sobresale el pacto entre más de 100 países de poner fin a la deforestación para 2030, los cuales representan 85% de los bosques del mundo (http://let.iiec.unam.mx/node/3963).

    La enorme disparidad entre la ambición y la realidad es lo que hizo de Glasgow, la cop anticipada como last, best hope, un rotundo fiasco o más bla, bla, bla dicho en términos de la joven activista Greta Thunberg. Ella, como muchas y muchos jóvenes, salieron a las calles en diversas partes del mundo a denunciar la brecha generacional y de género de la Conferencia, su falta de congruencia y de vinculación entre los objetivos y las medidas para garantizar la ejecución de los programas, el greenwashing corporativo y la necesidad de actuar urgentemente ahora mismo (http://let.iiec.unam.mx/node/3928; http://let.iiec.unam.mx/node/3929).

    Falsas soluciones: apuestas tecnológicas arriesgadas y la lenta transición energética

    La mayoría de las propuestas institucionales y empresariales continúan atadas al mesianismo tecnológico. Las posiciones de las cops son claras, las partes no están dispuestas a hacer ningún sacrificio serio que les obligue dejar de crecer económicamente, por lo que la apuesta general está en ganar el mayor tiempo posible mientras la tecnología logra innovaciones para la mitigación, adaptación y transición energética (http://let.iiec.unam.mx/node/3995).

    A continuación se retoman algunos de los ejercicios más importantes en 2021. Inversiones cada vez mayores apuestan a las llamadas energías renovables, que consisten en apropiarse de fuerzas naturales –agua, aire, calor y biomasa– mediante distintas vías. No obstante, el suministro energético se vuelve intermitente, debido a su dependencia a los ciclos reproductivos naturales, lo que hace a las energías renovables menos eficientes y productivas respecto a los combustibles fósiles. Entre éstas, destaca el hidrógeno como un prometedor nicho de negocios. De acuerdo con The Economist, en 2021 se llevaron a cabo más de 350 grandes proyectos de desarrollo en la industria del hidrógeno, con una inversión acumulada que podría alcanzar 500 mil millones de dólares para 2030 (http://let.iiec.unam.mx/node/3884). Entre las limitaciones de esta tecnología se menciona que sus métodos de producción –separar el hidrógeno– son caros y requieren del consumo de combustibles fósiles.

    Otros proyectos de inversión exploran alternativas tecnológicas como la geoingeniería y sus distintas aplicaciones. La geoingeniería solar planea diseminar partículas en la atmósfera con el objetivo de que funcionen como un espejo para reflejar la luz solar, y de esa forma propiciar reducciones de las temperaturas del planeta. Las investigaciones de los últimos 15 años sugieren que esta tecnología podría reducir significativamente algunos de los impactos del calentamiento por gei (http://let.iiec.unam.mx/node/3948). No obstante, el AR6 del ipcc ha dejado de considerar a la geoingeniería como alternativa viable, debido a sus efectos secundarios, entre ellos la alteración del ciclo hidrológico (http://let.iiec.unam.mx/node/3890). Pero no todo pinta tan mal con las nuevas tecnologías. En septiembre de 2021, la empresa Climeworks puso en operación la primera instalación Orca en Suiza, que con energía geotérmica activa succionadores que sirven para extraer dióxido de carbono de la atmósfera, para después inyectarlo en el suelo; gracias al uso de agua y aditivos logra la solidificación del co2 en un par de años. Actualmente Orca tiene la capacidad de extraer hasta 4 mil toneladas métricas de co2 anuales, equivalentes al 0.0001% de las emisiones totales en un año, y aunque se espera su capacidad aumente en los próximos años, ello dependerá de la reducción en sus costos de operación; por ahora, el precio de la tonelada métrica de CO2 convertida ronda entre 600 y 800 dólares (http://let.iiec.unam.mx/node/3959).

    Mientras tanto, la industria del petróleo se resiste a ser desmontada a pesar de las crecientes protestas y voces que reclaman su descarbonización. De acuerdo con The Economist, desde 2015 las inversiones en el sector han caído 40% (http://let.iiec.unam.mx/node/3931). Además, no olvidemos que en 2020 esta industria fue una de las más afectadas por las medidas de encierro debido a la pandemia de covid-19. No obstante, en 2021 la tendencia de descarbonización se ha revertido, o al menos está siendo retrasada por varios factores. Durante ese año, la reapertura paulatina de las economías y las campañas de vacunación permitieron una recuperación en la demanda de petróleo, reflejada en el mejor desempeño de sus activos cotizados en bolsas de valores, que incluso superó al comportamiento de las firmas tecnológicas y financieras. Lo mismo ocurre con el alza de precios del petróleo, que está reviviendo la euforia entre algunos de sus inversionistas (http://let.iiec.unam.mx/node/3932); para 2022 estiman que el consumo mundial de petróleo alcance sus niveles prepandémicos, con 100 millones de barriles diarios (mbd) e incluso que aumente a 112 o 117 mbd en los próximos cinco años (http://let.iiec.unam.mx/node/4054). No todos los esfuerzos parecen estar avanzando en la misma dirección ni al mismo ritmo para conseguir las emisiones cero. Hasta ahora las firmas más decididas en cumplir la meta parecen ser las europeas, con la desinversión en activos petroleros, especialmente de aquellos segmentos más contaminantes, y su reemplazo con activos de energías verdes; mientras sus rivales estadounidenses están buscando mitigar la generación de metano y producir hidrógeno con el uso del gas natural (http://let.iiec.unam.mx/node/4054).[9] Las empresas paraestatales, por su parte, se preparan para sacar provecho de la retirada de sus competidoras y aumentar su cuota de mercado en un contexto de precios al alza. Se espera que para 2040 la participación en el mercado mundial del petróleo de las 23 naciones que pertenecen a la opep Plus crezca de 55% a 75% (http://let.iiec.unam.mx/node/3973).[10]

    Todo parece indicar que los combustibles fósiles seguirán siendo el principal energético por mucho tiempo. Actualmente, los hidrocarburos satisfacen 83% de la demanda de energía primaria, frente a una participación menor de las energías renovables, de las cuales la solar y la eólica suman tan solo 7% de la energía mundial (http://let.iiec.unam.mx/node/3932; http://let.iiec.unam.mx/node/3847). Y por si esto fuera poco, habría que contemplar las secuelas de la guerra detonada al este de Europa por la invasión de Rusia a Ucrania: son las fuerzas armadas el llamado “elefante verde” en las discusiones sobre el calentamiento global, debido a su alto nivel de consumo de hidrocarburos.

    En nuestro equipo de investigación, la hipótesis del colapso nos permite profundizar el estudio sobre el fin del capitalismo, partiendo de la fehaciente incapacidad de reactivar una economía global, que asienta su motor de crecimiento en la quema de combustibles fósiles, sin que acelere su lógica autodestructiva, que amenaza las distintas formas de vida tal y como las conocemos. Para profundizar en estas problemáticas, invitamos a l@s lectorxs a revisar las publicaciones del sitio let.


    Notas

    [1] Maestrante en el Posgrado de Estudios Latinoamericanos, UNAM. Correo electrónico: josuegave@hotmail.com.

    [2] “Observed increases in well-mixed greenhouse gas (ghg) concentrations since around 1750 are unequivocally caused by human activities” (ipcc, 2021:A11) invitamos a consultar el Sexto Informe del ipcc: https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/downloads/report/IPCC_AR6_WGI_Full_Re...

    [3] El último informe del World Inequality Lab (2022), que codirige Thomas Piketty, sobre la desigualdad a nivel mundial evidencia “la estrecha relación entre la desigualdad de ingresos y riqueza y las contribuciones al cambio climático”. En 2021, se estima que cada individuo emite 6.5 toneladas de co2 al año, pero ocultando las diferencias por nación e ingresos. Para 2019, las emisiones de carbono per cápita por nivel de ingresos en el mundo muestra que el 10% más rico emite en promedio, 31 toneladas (47.6% del total), mientras el top 1% emite 110 (16.8% del total). Por su parte, el 50% más pobre emite 1.6 toneladas (12% del total) (http://let.iiec.unam.mx/node/4019).

    [4] Los fenómenos climáticos extremos afectaron adversamente la infraestructura energética europea. Tal es el caso del cierre de un cable eléctrico entre Gran Bretaña y Francia por los incendios (http://let.iiec.unam.mx/node/3969).

    [5] La cantidad de agua descargada en lluvias durante tres días en Henan, China equivale a lo acumulado en un año (http://let.iiec.unam.mx/node/3949).

    [6] En 2009, los países ricos prometieron que para 2020 proporcionarían a los países pobres 100 mil millones de dólares (mmd) en financiamiento anual para combatir cambio climático, cantidad refrendada en el Acuerdo de París 2015 para ser destinada a la adaptación y la reducción de emisiones. Esto corresponde apenas a una fracción de la inversión total de 2 billones de dólares que la Agencia Internacional de la Energía (iea, por sus siglas en inglés) cree necesaria para los países en desarrollo. Sin embargo, la promesa inicial no se cumplió: en 2019, únicamente 80 mmd fueron otorgados, de acuerdo con la Organización para la cooperación y el desarrollo económicos (oecd, por sus siglas en inglés), se estima que menos de 25% es realmente destinado a proyectos de adaptación. En 2020, por la pandemia, la transferencia de recursos fue incluso menor (http://let.iiec.unam.mx/node/3896). Por si fuera poco, lo ridículo del asunto de las transferencias no es solo en que son insuficientes o que no se entregan los recursos prometidos, sino que incluso los subsidios a los combustibles fósiles las sobrepasan por mucho: en 2020 los subsidios sumaron 5.9 billones de dólares, tan sólo el G20 (incluyendo a México) han gastado cerca de 3.3 billones en subsidios desde 2015 (http://let.iiec.unam.mx/node/4090).

    [7] China es responsable, aproximadamente, de la emisión de 14% de todos los gei; para 2021 China representó 31% de las emisiones de co2 proveniente de la energía y la industria. Por su parte, India produjo alrededor de 7%, lo mismo que Unión Europea y aproximadamente la mitad de Estados Unidos. Pero la población de India es mayor que la de ambas regiones juntas y tiene menos acceso a la electricidad (http://let.iiec.unam.mx/node/4006).

    [8] De acuerdo con la iea, y considerando todos los planes y promesas realizadas por los países a mediados del 2021 para reducir emisiones, se estima que hay 50% de probabilidad para mantener la temperatura global por debajo de 2.1°c y solo 5% para mantenerla por debajo de 1.5°c. En este sentido, Glasgow es un esfuerzo por aumentar la probabilidad de este último escenario (http://let.iiec.unam.mx/node/3896). No obstante, la coalición de científicos Climate Action Tracker estima que incluso de cumplirse todas las promesas acordadas en Glasgow aún así se alcanzarían los 2.4ºc para finales de siglo (http://let.iiec.unam.mx/node/4090). En otro extremo, de no endurecer las políticas actuales o bien de seguir como estamos, se prefiguran escenarios catastróficos: nos encaminamos a temperaturas promedio que rondan entre 2.7 y 3ºc para la segunda mitad del siglo xxi (http://let.iiec.unam.mx/node/3949). Alcanzar 3ºc en las próximas décadas implica severas pérdidas de ecosistemas, biodiversidad, efectos adversos en la agricultura, inundaciones, aumento del nivel del mar, impedimento de trabajar al aire libre, reducción de hielo en Antártida y Groenlandia, además de factores de retroalimentación con desempeños desconocidos (http://let.iiec.unam.mx/node/3948).

    [9] En diciembre de 2021 la empresa británica Shell completó la venta (desinversión) por 9.5 mmd de campos petroleros de la cuenca de Estados Unidos. Total Energies, otra gran empresa petrolera francesa, completó ventas de 3 mmd y 2.3 mmd en activos desde octubre de 2020. Mientras su rival estadounidense, Exxon Mobil aumentará sus inversiones no para reducir sino para implementar la captura y almacenaje de carbón por 100 mmd. Occidental Petroleum está ayudando a implementar el más grande complejo mundial para la captura de dióxido de carbono de la atmósfera, cuya construcción comenzará en 2022 (http://let.iiec.unam.mx/node/4054).

    [10] Saudi Aramco planea aumentar su capacidad de producción de crudo en al menos 1 mbd para llegar a 13 millones en 2030. En 2021, Aramco aumentó en 8 mmd su inversión en exploración y producción, para alcanzar un total de 35 mmd. Irak, ha invertido en los últimos años para impulsar la producción de petróleo y aumentar a ocho mdb por día para 2027. Kuwait anunció que invertirá más de 6 mmd en exploración durante los próximos cinco años para aumentar la producción de los 2.4 mbd actuales a cuatro mbd. El gobierno apunta a aumentar ese total a 2.5 millones en seis años. La producción de petróleo y gas en Vaca Muerta en Argentina ha aumentado en 2021 (http://let.iiec.unam.mx/node/3973). México se suma a la tendencia con los recursos destinados a revivir pemex, la nueva refinería adquirida en Estados Unidos y la construcción de la refinería en Dos Bocas, Tabasco.