Ukraine War's Latest Victim? The Fight Against Climate Change

Cita: 

Bennhold, Katrin y Jim Tankersley [2022], "Ukraine War's Latest Victim? The Fight Against Climate Change", The New York Times, New York, 26 de junio, https://www.nytimes.com/2022/06/26/world/europe/g7-summit-ukraine-war-cl...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Domingo, Junio 26, 2022
Tema: 
El impulso bélico de los combustibles fósiles y su consecuente destrucción socioambiental
Idea principal: 

Katrin Bennhold es una economista y reportera alemana formada en Harvad. Trabajó como presentadora de noticias y reportera de Bloomberg News. Actualmente, cubre noticas sobre terrorismo, tecnología, la banca, el ascenso de la extrema derecha, género, religión y etnicidad para The New York Times.

Jim Tankersley es un politólogo, reportero y escritor estadounidense. Se ha desempeñado como corresponsal de múltiples medios como Vox, The Washington Post y The New York Times. Analiza temas de economía y política. Es autor del libro The Riches of This Land de 2020.


En medio de la Guerra en Ucrania, los combustibles fósiles están teniendo un renacimiento. Lo anterior fue demostrado en la reunión anual del Grupo de los 7 (G7), que se llevó a cabo entre el 26 y 28 de junio de 2022 en Alemania.

La discusión se centró en lo siguiente: 1) la sustitución del gas y petróleo rusos; 2) la necesidad de bajar sus precios; 3) contener la inflación mundial; 4) obtener mayores cantidades de petróleo; y 5) construir nuevas terminales en el mundo para obtener gas natural licuado (que solía conseguirse de Rusia).

La guerra en Ucrania podría ser una oportunidad para impulsar agendas y políticas que enfrenten al cambio climático al impulsar la inversión en energía alternativa. No obstante, las compañías de combustibles fósiles capitalizan hábilmente la coyuntura bélica, así como las preocupaciones por la seguridad energética. Esas empresas presionan con fuerza a los Estados para éstos inviertan en infraestructura de hidrocarburos.

Apenas en febrero de 2022, el G7 se había comprometido a suprimir el uso del carbón para 2030, a descarbonizar sus sectores energéticos para 2035, a incrementar la inversión pública y a abandonar el auspicio público de cualquier proyecto fósil en el extranjero para finales de 2022.

No obstante, en junio de 2022 Rusia cortó el abasto de 60% del gas que solía proveerle a Alemania y otros países europeos, a través del gasoducto Nord Stream 1. Esto impulsó que esos países incrementaran el uso de plantas de carbón que ya habían sido cerradas o que se había planeado apagar pronto (Dato crucial 2).

Por otro lado, aunque se pensó que los embargos y las sanciones hacia Moscú afectarían sus intercambios de combustibles fósiles -y, por ende, su potencial económico y bélico-, Rusia ha optado por vender su petróleo a India y China. Por ello, Estados Unidos se ha encargado de pregonar con fuerza la propuesta de establecer un límite conjunto a los precios de los hidrocarburos rusos (Dato crucial 3).

Una inquietud más aparece con la violación de las propias legislaciones en materia climática del Grupo de los 7, porque no sólo se ha hecho a nivel nacional (Dato crucial 4), sino también internacional (Dato crucial 5). Por esta razón, países empobrecidos denuncian la contradicción entre la narrativa de los países ricos por combatir el cambio climático, mientras éstos continúan financiando proyectos fósiles en el mundo (Dato crucial 6).

Datos cruciales: 

1. Entre las principales propuestas hechas durante la reunión del G7, destaca el cabildeo alemán para descartar una prohibición a la inversión pública en proyectos de combustibles fósiles ubicados en el extranjero para el final del 2022. Asimismo, se planteó la imposición de un límite al precio del petróleo ruso desde Europa, con el fin de reducir los precios mundiales y las ganancias de Moscú, aparte de “minimizar los riesgos de una recesión global”; lo anterior, pese a que se crea que esto incentivará la producción petrolera rusa.

2. Las acciones que ya se han tomado entre los integrantes del G7 para fomentar su producción de combustibles fósiles son: el subsidio a los precios de la gasolina y el alargamiento de la vida útil de los generadores de electricidad con carbón, en Alemania; la autorización para que las plantas de carbón que funcionaban al 35% de su capacidad puedan aumentarla al 100% hasta 2024 en Países Bajos; la reactivación de una planta de carbón suspendida en abril de 2020 en Austria; y el permiso de que media docena de centrales eléctricas de carbón aumenten su producción en Italia.

3. Analistas han propuesto que el límite al precio del petróleo ruso podría permitir que mayor petróleo ingresara al territorio europeo, para que así pudieran incrementarse el abasto energético mundial y disminuirse los precios del petróleo y la gasolina. Otras perspectivas defienden que es probable quue Rusia mantenga su producción y venta de combustibles a menores precios, porque esto le resultaría más barato que cerrar pozos para disminuir su producción. Los puntos de vista más preocupantes señalan que las inversiones a largo plazo para la construcción de infraestructura de extracción fósil haría imposible la agenda climática de limitar el aumento de la temperatura media global a 1.5° Celsius.

4. A pesar de haberse comprometido el G7 a prohibir el auspicio de la construcción de proyectos fósiles, Alemania -un Estado parte- recientemente ha autorizado la construcción de 12 terminales de gas natural licuado y permitido el uso de 4 terminales flotantes. Si tan sólo se usaran 6 terminales de las que planea construir, Berlín estaría emitiendo ¾ de las emisiones de dióxido de carbono que el país entero tiene permitido expulsar, en función de sus acuerdos internacionales adoptados. Además, esas terminales están programadas para dejar de usarse en 2043; mientras que la actual administración alemana asegura que el país emitirá tantas emisiones como las que pueda remover (volverse carbon neutral) para 2045, dejando un margen de sólo 2 años para reducir sus emisiones o aumentar su capacidad de captura de manera drástica.

5. En mayo de 2022, el canciller alemán, Olaf Scholz, viajó a Senegal para negociar la cooperación de Alemania con el país africano sobre la producción y extracción de energías renovables, así como de gas natural licuado.

6. A la par que el cabildo empresarial del complejo industrial-fósil se ha esmerado en empujar la producción del gas, petróleo y carbón en su conjunto; organizaciones civiles han alzado la voz para exigir el rechazo a la “tentación de reaccionar” de manera cortoplacista ante la escasez del abasto energético.

Nexo con el tema que estudiamos: 

En tiempos de crisis, se revelan las prioridades de sistema-mundo hegemónico. Una recesión no afecta en mayor medida a las grandes corporaciones transnacionales porque son las más protegidas, tanto por sus propias agrupaciones financieras o mercantiles, como por el sector público. Mientras que, del otro lado -uno oscuro y bombardeado- millones de personas padecen los más duros estragos sociales, económicos, políticos, culturales e incluso emocionales de los tiempos bélicos.

Una guerra implica la “necesidad” de acelerar la producción, intercambio, consumo y desecho de la única materia capaz de alimentar, movilizar e intensificar el poderío de un ejército: los combustibles fósiles. Una guerra conlleva ganancias múltiples veces más altas que en los tiempos de paz, de todos los sectores; es un negocio especialmente próspero para el complejo militar-industrial. Por ello, una guerra resulta ser el alimento más nutritivo que puede existir para la acumulación ampliada del capital.

Pero una guerra también implica la muerte prematura de las muchas personas que sufren las armas en la carne o las pérdidas de sus familias frente a sus ojos. Debido a esto, una guerra, por encima de todo, es una condena. Una guerra no es una opción para la supervivencia ni, mucho menos, la “libertad” de todo el mundo.