Eduardo Porter se unió a Times en 2004. Informa sobre economía y otros temas desde la Ciudad de México, Tokio, Londres y São Paulo.

Las cuadrillas en el campo de rábanos de Sabor Farms, al sur del río Salinas en California, representan la vanguardia del cambio, una revolución en la forma en que Estados Unidos extrae alimentos de la tierra. El artículo da cuenta de dos importantes cambios en la recolección agraria en California: los jóvenes mexicanos están trabajando con una tecnología que no se veía desde hace 10 años y de manera legal.

En el cultivo de rábanos se introdujo una nueva máquina que parece un tractor equipado con una planta empacadora. Ahí, los trabajadores colocan racimos de rábanos en una cinta transportadora al alcance de la mano, luego son empacados en cajas y entregados para su distribución en un camión refrigerado.

Ambas transformaciones están impulsadas por la disminución en la oferta de jóvenes inmigrantes ilegales de México, la columna vertebral de la fuerza laboral que recolecta los cultivos de California desde la década de 1960.

Los agricultores se apresuran a traer trabajadores extranjeros con visas de trabajadores invitados temporales y experimentar con la automatización hasta donde sea posible, e incluso reemplazar cultivos con alternativas menos intensivas en fuerza de trabajo. Alrededor de 90% de los trabajadores de Sabor Farms provienen de México con visas temporales, dijo Jess Quinlan, presidente de la finca.

La nueva realidad demográfica se debe a los siguientes factores:

1) el envejecimiento de la población de México, que redujo el flujo de migrantes potenciales;

2) la relativa estabilidad mexicana después de las crisis financieras de 1980 y 1990;

3) el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos;

4) el control fronterizo más estricto por parte de Estados Unidos desde la administración Trump.

California informa que de 2010 a 2020, el número promedio de trabajadores contratados directamente por las granjas para la producción de cultivos se redujo de 170 000 a 150 000. La Encuesta Nacional de Trabajadores Agrícolas más reciente informa que en 2017 y 2018, los inmigrantes no autorizados representaron solo 36% de los trabajadores agrícolas contratados por las granjas californianas. Eso fue inferior al 66% de hace 10 años.

Las granjas recurrieron a la visa H-2A, que les permite importar trabajadores durante algunos meses del año; no obstante, encontraron que el proceso H-2A era "demasiado caro" (tenían que proporcionar alojamiento, transporte e incluso comidas a los trabajadores). A lo anterior también se le suma la tasa salarial de efecto adverso, calculada por el Departamento de Agricultura para garantizar que no rebajaran los salarios de los trabajadores domésticos.

Hay 35 000 trabajadores con visas H-2A en todo el territorio de California. Una instalación de vivienda de 1 200 camas exclusiva para trabajadores H-2A acaba de abrir en Salinas.

Sin embargo, es poco probable que los trabajadores invitados llenen el vacío laboral en las granjas. Para empezar, son más costosos que los trabajadores no autorizados a los que reemplazan. La tasa salarial de efecto adverso en California es de 17.51 dólares, por encima del salario mínimo de 15 dólares a los trabajadores locales.

Sabor Farms ha estado usando máquinas para cosechar mezclas de ensalada durante décadas. Unas pocas filas más abajo del equipo que cosecha racimos de rábanos en el terreno de Sabor Farms, la empresa Quinlan manejan una lujosa cosechadora automática de rábanos que compraron en Países Bajos.

Sin embargo, la automatización tiene límites. Cosechar productos que un robot no puede magullar ni descuartizar sigue siendo un desafío. Aun así, esperan que solo alrededor de 20% de la cosecha de lechuga, manzana y brócoli, y nada de la cosecha de fresas, se automatice para 2025.

En 2020, solo se cosecharon 4 000 acres de cultivo en todo el estado, frente a los 37 000 acres de dos décadas antes. El salario mínimo estatal de 15 dólares, sumado al nuevo requisito de pagar horas extra después de 40 horas a la semana, esto reduce la actividad agrícola. Mientras, los productores de Sinaloa, donde los trabajadores ganan 330 dólares al mes, aumentaron casi el triple de la superficie cultivada de espárragos en 15 años, a 47 000 acres en 2020.

Los trabajadores H-2A no ayudarán a la producción estadounidense a defenderse de los espárragos mexicanos más baratos. éstos son más caros que los trabajadores locales y el capital no se está apresurando a automatizar el cultivo.

Perder la fuente de trabajadores inmigrantes ilegales baratos cambiará a California. Otros empleadores que dependen en gran medida de mano de obra barata, como constructores, paisajistas, restaurantes y hoteles, tendrán que adaptarse.

Paradójicamente, los cambios parecen amenazar a la fuerza de trabajo local indocumentada en la que alguna vez confiaron los agricultores. José Luis Hernández de Oaxaca cruzó a Estados Unidos cuando apenas era adolescente, hace más de 15 años. Hernández se queja de los trabajadores H-2A, que ganan más, aunque tengan menos experiencia. Le preocupa el aumento de los alquileres; así como ser reemplazado por máquinas y fuerza de trabajo legal.