How an Organized Republican Effort Punishes Companies for Climate Action

Cita: 

Gelles, David y Hiroko Tabuchi [2022], "How an Organized Republican Effort Punishes Companies for Climate Action", The New York Times, New York, 27 de mayo, https://www.nytimes.com/2022/05/27/climate/republicans-blackrock-climate...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Viernes, Mayo 27, 2022
Tema: 
Campaña conservadora contra empresas que apoyan causas climáticas.
Idea principal: 

David Gelles es corresponsal de temas climáticos para The New York Times.

Hiroko Tabuchi es reportera climática en The New York Times. En 2013 ganó un premio Pulitzer por su análisis de las prácticas comerciales de compañías tecnológicas como Apple.


En Texas, a principios de 2022, se aprobó una ley que prohíbe la participación de empresas privadas, que apoyan la reducción de combustibles fósiles, en los negocios relacionados con fondos e inversiones estatales. Por su parte, legisladores republicanos y sus aliados realizan una campaña en contra de empresas que buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Desde la perspectiva de los republicanos conservadores es crucial defender la industria de los combustibles fósiles pues les proporciona muchísimos ingresos fiscales. Por tanto, estos grupos aprovechan su influencia legislativa y financiera para presionar a que las empresas abandonen toda campaña progresista que este en contra de los combustibles fósiles.

De acuerdo con Daniella Ballou-Aares, directora ejecutiva de Leadership Now Project, la campaña de los conservadores está dando resultados. La campaña conservadora recurre a estrategias diversas. Por ejemplo, se acercan a las organizaciones financieras, facilitan apariciones en medios, e incluso trabajan junto a una organización que mediante anuncios en televisión y espectaculares en Times Square critican a BlackRock por defender causas progresistas, incluidas las medioambientales.

La campaña conservadora ha generado múltiples tensiones entre el partido republicano y grandes empresas (Dato Crucial 1).

Mientras los grupos conservadores buscan defender la industria de los combustibles fósiles, crece el activismo por reducir emisiones de gases de efecto invernadero. Las evidentes consecuencias del cambio climático y la presión de diversos grupos para que se tomen medidas han provocado que las corporaciones sean cada vez más entusiastas con la idea de usar el capital y el mercado para crear una economía más limpia.

En el mundo empresarial hay un fuerte compromiso en la lucha contra el cambio climático (Dato Crucial 2). Por ejemplo, Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, es uno de los personajes del mundo empresarial más comprometido con el cambio climático. Larry, en su carta anual a los líderes corporativos, hizo un llamado a que las empresas busquen liderar la transición a un mundo sin emisiones de gases de efecto invernadero.

Varios empresarios como Marc Benioff, cofundador y codirector de Salesforce, consideran que la campaña de los conservadores no les afecta. Pero, lo cierto es que los grupos conservadores están mejorando sus capacidades de organización y acción (Dato Crucial 3).

Además, Fink recibe constantes ataques de los conservadores. Por ejemplo, en junio del 2021 BlackRock ayudó al fondo de cobertura activista, Engine No.1, a ganar tres lugares en el consejo de Exxon con el objetivo de promover la reducción de la huella de carbono de esta compañía. Y, en febrero de 2022 Will Hild, director ejecutivo de Consumer´s Research, acusó a Fink y BlackRock de ayudar a que tres ambientalistas radicales estuvieran en el consejo de Exxon. Según Hild, el objetivo es que Exxon siga los intereses personales de Fink y no se centre en ofrecer un servicio accesible de gas.

Algunas personas familiarizadas con BlackRock afirman que, ante las presiones de grupos conservadores la empresa no ha cambiado su estrategia de inversiones. Pero, lo cierto es que BlackRock sí se esfuerza por lidiar con la presión que recibe. Por ejemplo, en el estado de Texas la compañía enfatizó que son los mayores inversores en compañías de combustibles fósiles y que, por tanto, esperan que a este tipo de empresas les vaya bien. Según Casey Harrell, principal estratega de la organización de defensa climática The Sunrise Project, BlackRock busca estar en todo y actúa como si quisiera complacer a todos (Dato Crucial 4).

Además, los esfuerzos republicanos tienen un impacto más allá de BlackRock. En la reunión anual entre grandes bancos y compañías de combustibles fósiles, los accionistas rechazaron las propuestas que buscaban reducir las inversiones relacionadas con proyectos de combustibles fósiles.

Ante el hundimiento de los mercados de valores y la creciente inquietud por la inflación, las preocupaciones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) pierden terreno. Incluso personajes como Elon Musk aseguran que ESG es una estafa. También Stuart Kirk, un alto ejecutivo de HSBC Asset Managemet, afirmó que el cambio climático no debe ser una preocupación financiera pues los efectos tendrán lugar en un futuro muy lejano, frase que le costó ser removido de su cargo.

Lo cierto es que la evidencia científica demuestra que aseveraciones como la de Kirk son completamente falsas. En el sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, presentado en febrero de 2022, se advierte que para finales de la década de 2020 el mundo podría entrar en un escenario donde los efectos del cambio climático, como sequías e incendios, aumentaran de forma drástica (Dato Crucial 5).

Datos cruciales: 

1.-Uno de los desencuentros ocurrió en 2015 cuando el estado de Indiana aprobó una ley que permitió a las empresas negar sus servicios a clientes homosexuales. La postura de grandes empresas, como Salesforce, fue la de amenazar con irse del estado, finalmente la ley fue anulada. Otro desencuentro ocurrió en 2018, cuando Nike enfrentó violentas reacciones debido a que realizó un anuncio con el mariscal de campo Colin Kaepernick, quien en un partido se arrodillo durante el himno nacional a manera de protesta contra el racismo y la violencia policial.

2.- En 2017, cuando Trump declaró que Estados Unidos se retiró del acuerdo de París, más de 2 mil empresas e inversores, Amazon y Apple incluidas, firmaron un acuerdo para continuar trabajando en contra del cambio climático.

3.- Moore, tesorero del estado de West Virginia, coordinó una carta en la que participaron dieciséis tesoreros y contadores estatales. La carta se dirigió a bancos de todo el país y amenazó con acciones colectivas como respuesta al boicot económico en contra de la industria energética tradicional. Incluso, en enero de 2022 Moore retiró 20 millones de dólares de un fondo administrado por BlackRock debido a que esta compañía alentó a otras empresas a reducir sus emisiones.

En Idaho, funcionarios de alto nivel, incluyendo el propio gobernador, enviaron una carta al director de la agencia calificadora S&P Global. El motivo de la carta fue reclamarle el uso de un sistema de calificación politizado por tener variables ESG.

4.- En nombre de sus clientes, BlackRock tiene 259 mil millones de dólares invertidos en diversas compañías de combustibles fósiles en todo el mundo. De esta parte 91 mil millones de dólares se concentran en compañías texanas.

5.- Durante 2021 en Estados Unidos ocurrieron, al menos, 20 desastres relacionados con el cambio climático. De acuerdo con el gobierno federal cada desastre costó más de mil millones de dólares en pérdidas.

Trabajo de Fuentes: 

IPCC [2022], Climate Change 2022: Impacts, Adaptation, and Vulnerability, Cambridge, Cambridge University Press.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Algunas empresas están logrando beneficiarse del apoyo a la transición hacia las llamadas energías verdes. Pero, las grandes industrias de los combustibles fósiles mantienen un poder económico y político muy fuerte. La complicidad entre miembros del partido republicano e industrias de combustibles fósiles se materializa en legislaciones que buscan poner limites a la promoción de la reducción del uso de este tipo de combustibles.

Por tanto, lo que se observa es un entramado de intereses que tensionan la relación del Estado con las empresas. Hay un juego entre el apoyo y el rechazo a las empresas que se benefician de la transición energética.